Manuel Chaparro, del Betis |
Manuel Chaparro llegó ahora cargado de
libros. No es la primera vez que el andaluz viene a Bolivia con su maleta llena
de solidaridad y proyectos. Durante años desde su lugar en la Asociación de
Emisoras Municipales y Ciudadanas de Andalucía (EMA-RTV) y como docente
investigador en la Universidad de Málaga, ha apoyado iniciativas de radio
comunitaria y de investigación en Argentina, Bolivia, Perú, El Salvador y
Guatemala.
A este trianero (saleroso y del Betis) lo
conozco desde hace más de una década. Nos
hemos encontrado antes en Málaga, en Sevilla, en La Paz y en otros lugares donde se
hablaba de comunicación para el cambio social, de radios locales y comunitarias
o de cine, que son algunos de los temas que tenemos en común.
Lleva “30 años mirando al sur” y cada vez
que cruza el charco que separa a Europa de nuestra América trae buenas
noticias. Esta vez la noticia tiene 476 páginas, pesa un kilo y entre las
solapas trae 14 textos fundamentales de Luis Ramiro Beltrán, el gran pensador
boliviano de la comunicación, cuyos aportes trascienden las fronteras de
América Latina.
Luis Ramiro Beltrán, "el Niño de Oruro" |
El libro Comunicología de la liberación, desarrollismo y políticas públicas
es el resultado de la selección de textos de Luis Ramiro Beltrán realizada por
Manuel Chaparro, quien es además el autor de un inspirado prólogo en el que nos
recuerda: “No es de extrañar por tanto, que fuera un boliviano nacido en Oruro quien
se atreviera a darle la vuelta al paternalismo difusionista estadounidense y
hacerles comprender y recordarles que la información no es comunicación, que
comunicación es un diálogo entre iguales y las tecnologías de la información
deben facilitar este diálogo de la construcción social permanente, que su
modelo comunicacional debía ser corregido y transformado para recuperar la
dirección correcta.”
El prólogo de Chaparro dialoga de manera
crítica con el concepto de desarrollo que maneja Beltrán quizás a ratos obviando
desde la perspectiva actual el contexto de los años 1970 y 1980. Muchos hemos cuestionado
los modelos del desarrollismo sin escala humana, pero no por ello vamos a
deshacernos fácilmente de la palabra desarrollo. En el Foro Social Mundial se
ha hablado de “otra comunicación para otro desarrollo”, lo cual implica
resemantizar las palabras, no excluirlas.
Cuestionamos el desarrollismo económico
desde la mirada de hoy de la misma manera que en muy pocos años estaremos
demoliendo (o ya estamos) el comunitarismo populista como deformación de la
acción colectiva y democrática para el cambio social. Bolivia es un buen ejemplo
de ese comunitarismo avasallador que en nombre de valores supuestamente progresistas
pero en realidad conservadores e individualistas, viola los derechos humanos,
la justicia social y la igualdad ante la ley, y frena los cambios reales en la
cultura económica y social del país.
El lenguaje es simplemente un instrumento
y el contenido de las palabras depende de su valor de uso. Una cosecha de
manzanas podridas no nos va a llevar a cambiarle de nombre a las manzanas sino
a mejorar la producción. A las palabras hay que devolverles su valor original y
en el campo de la comunicación hemos usado apellidos como cambio social que inmediatamente adquieren críticos dispuestos a
cuestionar cualquier propuesta que se haga. El problema es que necesitamos las
palabras para entendernos porque de otro modo los conceptos flotan en un vacío
que solo puede explicarse con el uso de muchos ejemplos. Para entender las
palabras lo primero es la disposición a entenderlas.
Luis Ramiro ha escrito mucho a lo largo
de su vida, y lo ha hecho en momentos en que su pensamiento sobre comunicación
era el más avanzado comparativamente con lo que se escribía en otras regiones. Su
idea del desarrollo siempre tuvo una escala humana y estuvo basada en el bien
común. Sus reflexiones sobre políticas públicas de comunicación o sobre
comunicación y desarrollo, y sus críticas a la visión funcionalista e
instrumental de los medios de información fueron contribuciones esenciales en
los procesos globales alentados por la Unesco durante las décadas de 1970 y
1980, y son todavía parte de una agenda pendiente.
Tenemos en América Latina y en el resto
del mundo en desarrollo un retraso de más de cuarenta años en relación con los
planteamientos que Beltrán hizo desde que fue en Estados Unidos un respondón estudiante
de maestría y de doctorado, que ponía en aprieto a sus queridos maestros. Cuatro décadas más tarde todavía estamos tratando de acomodar esas ideas
revolucionarias en los procesos burocráticos que viven los organismos
internacionales, muy tímidos en relación a lo que fueron cuando tenían la
capacidad de orientar las políticas de Estado.
Manuel Chaparro, Alfonso Gumucio, Agnes Hoff y Alejandro Barranquero, en Málaga, abril 2004 |
Los textos que reunió Manuel Chaparro son
hitos fundamentales en el pensamiento de Luis Ramiro y también en el pensamiento
contestatario latinoamericano, como señala el metódico análisis (a través de
textos y entrevistas) que hace Alejandro Barranquero en un capítulo
introductorio donde distingue una primera etapa “extensionista modernizadora” de 1954 a 1970 y otra “crítica
y participativa” que comenzaría en 1970. Esa primera clasificación es sesgada ya
que en 1970 Luis Ramiro tenía apenas 30 años de edad y aún no había aún producido
su obra fundamental que se esparce a lo largo de las siguientes tres décadas. Su
tesis de maestría data de 1968 y su tesis de doctorado de 1970, es decir que recién estaba comenzando a converger su experiencia de campo con su potencial teórico.
Barranquero hace un buen resumen de los
“hallazgos teóricos” de Luis Ramiro, aunque yo añadiría que esas propuestas
conceptuales trascendían en su momento el marco teórico y académico con cada
esfuerzo que hacía Beltrán para llevar las ideas al terreno de su aplicación
concreta, ya fuera en políticas de Estado o como estrategias de comunicación
aplicadas a proyectos de desarrollo y participación social. Los ejes de
pensamiento y de trabajo, resultado de procesos de reflexión sobre la praxis
personal y colectiva, incluyen según Barranquero: a) dependencia comunicacional
e imperialismo comunicativo, b) crítica a la comunicación modernizadora, c)
investigación en comunicación en Estados Unidos y en América Latina, d)
planificación y políticas de comunicación y e) un nuevo modelo de comunicación
horizontal.
Cada texto de Beltrán seleccionado para
este libro tiene su partida de nacimiento, es decir una página introductoria
que ofrece detalles indispensables para los lectores e investigadores sobre la
primera versión y las subsiguientes, y unos párrafos de contexto que aluden
tanto a la vida de Luis Ramiro como al entorno en el que produjo cada uno de
sus aportes. Es una útil y cuidadosa manera de situar cada texto en su
contexto, para permitir una lectura más justa.
Nohora Olaya y Luis Ramiro Beltrán, en La Paz, con Illimani |
Detrás de Chaparro y Barranquero hay
otras voluntades que se han organizado para publicar este libro tan valioso en
una edición impecable y bella. La editorial Luces de Gálibo ilumina el campo de
la investigación en comunicación en complicidad con IMedea (Investigación de
Medios, Desarrollo de Estrategias y Análisis) y de ComAndalucía (Laboratorio de
Comunicación y Cultura de la Universidad de Málaga). Y junto a Beltrán está siempre la inefable compañera Nohora Olaya de Beltrán.
El libro aterrizó en La Paz hace pocos días
y el lunes 2 de junio a las 19:00 horas será presentado por el Instituto de Investigación,
Posgrado e Interacción Social en Comunicación (IPICOM) en el Auditorio Salvador
Romero Pittari (Edificio Zavaleta de la Universidad Mayor de San Andrés). Allá
estarán Luis Ramiro Beltrán, Manuel Chaparro (que además ofrecerá una
conferencia sobre “Los nuevos imaginarios de la investigación. Claves para
repensar la comunicación”), investigadores del IPICOM y autoridades de la
Carrera de Ciencias de la Comunicación Social de la UMSA.
Si tan solo los estudiantes
universitarios de hoy supieran leer y escuchar, todo lo demás estaría perfecto.
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A democracy is more
than a form of government;
it is primarily a mode
of associated living,
of conjoint
communicated experiences.
—John Dewey