27 agosto 2009

La Antología en Temuco

Cada vez nos vamos más al sur con la Antología de Comunicación para el Cambio Social, y eso que la “edición con rueditas” no ha sido aún publicada. Solamente disponemos de la “edición de bolsillo”, es decir, un tomo de 1414 páginas que entre tapa y contratapa contiene más de 200 textos de 150 autores.


Después de México (octubre 2008), Bolivia (noviembre 2008), Ecuador (enero 2009), Colombia (febrero 2009) y Perú (junio 2009), el 3 de agosto mi colega Thomas Tufte, llegado de Dinamarca (le digo “gran danés” porque es alto y espigado), presentamos la Antología en el sur de Chile, en Temuco, una ciudad universitaria lluviosa y fría, en tierra de los mapuches.


Nuestra presencia en esa latitud solo comparable a Nueva Zelanda, fue posible gracias a la invitación de Antonieta Muñoz Navarro, una joven y dinámica profesora de comunicación que funge como Secretaria Académica en la Escuela de Sociología y Ciencia Política de la Universidad Católica de Temuco.


Antonieta tiene el tesón y la dedicación que le permiten llevar adelante proyectos aparentemente descabellados. Presentar la Antología en Temuco no era sino uno de ellos: el más importante es crear un espacio académico para la comunicación para el cambio social en una universidad que no tiene una facultad de comunicación. Antonieta lo va a conseguir, pues su empuje y convicción ya ganó la voluntad de su decano, Ricardo Salas, y del propio Rector de la UCT, Alberto Vásquez Tapia.


Para el lanzamiento de la Antología no pudo llegar a Temuco ninguno de los autores chilenos incluidos en la obra. No es fácil reunirlos, pues andan regados por el mundo. Juan Somavía es el Director General de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Fernando Reyes Matta es Embajador de Chile en China, Ariel Dorfman y Eduardo Contreras andan por Estados Unidos y Ecuador respectivamente. Al único que vive en Chile, Valerio Fuenzalida, lo visitamos con Thomas en Santiago, en su oficina de la Universidad Católica de Chile.


Juan Rauld, editor de “Mensaje”, trajo ejemplares del número 581, el más reciente de esta revista especializada en comunicación. Entre las contribuciones al nuevo número hay una entrevista con Thomas Tufte sobre la Antología, realizada por Antonieta Muñoz, que se suma a una veintena de reseñas y entrevistas ya publicadas sobre nuestro libro, en varios países de la región.


La presentación de la Antología tuvo lugar en medio del Seminario Internacional “La Comunicación para el Cambio Social: una mirada crítica de las alternativas del desarrollo en Chile. Propuestas y desafíos”. Allí participaron estudiantes y estudiosos de la comunicación de varias otras universidades del sur de Chile, funcionarios de instituciones de desarrollo regional, así como activistas y promotores de la comunicación participativa en organizaciones no gubernamentales o de gobierno que trabajan en el ámbito de la comunicación para el desarrollo.


Entre ellos encontré a Fernando Ossandón, de la vieja guardia de comunicadores chilenos, a quien no veía quizás en los últimos veinte años, ahora llegado desde Santiago para presentar la experiencia de los programas de FOSIS de participación ciudadana, como “Aquí yo hablo”. Fue un gusto conversar de nuevo con Fernando.


El seminario de Temuco incluyó, además de la presentación de la Antología, cuatro mesas temáticas sobre procesos de desarrollo y estudios de postgrado en comunicación; las ONGs, la sociedad civil y la comunicación alternativa; las políticas públicas de comunicación y desarrollo en la región; y los desafíos desde la perspectiva académica regional sobre los procesos de desarrollo y comunicación.


24 agosto 2009

Beltrán en Chasqui

El número 105 de Chasqui, el más reciente, está dedicado a Luis Ramiro Beltrán. La Revista Latinoamericana de Comunicación que edita CIESPAL en Ecuador rinde de esa manera homenaje al especialista de la comunicación boliviano, cuyos aportes internacionalmente han sido enormes a lo largo de varias décadas.


Dos bolivianos, Erick R. Torrico Villanueva y Alfonso Gumucio Dagron, fuimos invitados para escribir sobre Luis Ramiro. Erick lo hizo desde una perspectiva académica, y yo ofrecí un relato más personal del personaje. Además el número incluye un perfil de Beltrán, un comentario sobre su libro más reciente, “La Comunicación antes de Colón”, y una larga entrevista realizada por la brasileña Juçara Brittes.


Este número especial de Chasqui adquiere singular significación en momentos en que CIESPAL celebra 50 años de existencia, y respira un aire renovador bajo la dirección de Fernando Checa, luego de varios años de declinación y de parálisis. Los números inmediatamente anteriores fueron dedicados a otros pensadores fundamentales de la comunicación latinoamericana, como Jesús Martín Barbero, José Marques de Melo, y Germán Castro Caicedo. El siguiente será dedicado a Néstor García Canclini.


Textos de Max Tello, de Andrés Cañizalez y de Carlos Camacho amplían el tema de portada: políticas de comunicación. Las notas de coyuntura incluyen una entrevista a fondo con el colombiano Omar Rincón, artículos sobre el más reciente Congreso de ALAIC en México, sobre cibermedios, sobre radionovelas, sobre comunicación para el desarrollo, comunicación organizacional y comunicación educativa, así como notas sobre publicaciones recientes ingresadas al centro de documentación de CIESPAL.



17 agosto 2009

Nunca más, muchos más

Durante la conferencia de NuestrosMedios 8 en el Recinto Quirama, cerca de Medellín, a fines de julio tuvimos, como en ocasiones anteriores, un día entero dedicado a visitar experiencias en varias comunidades del oriente antioqueño.


Las rutas propuestas eran todas interesantes, pero yo escogí la que nos llevó a la pequeña ciudad de Granada, que el año 2000 fue víctima de una toma por parte de grupos armados de la guerrilla del ELN. El lugar fue bombardeado y parcialmente destruido. La calle principal acabó en escombros y mucha gente decidió abandonar el municipio para preservar su vida.


De la visita a Granada lo que más me impresionó fue el “Salón del Nunca Más”, administrado por mujeres de ASOVIDA (Asociación de . Tuve allí una experiencia a la vez dolorosa y pletórica de esperanza. En este museo, situado junto a la iglesia en un lugar céntrico de Granada, se preserva la memoria de las víctimas de los hechos violentos, con el objetivo de que no vuelva a suceder lo que causó tanto dolor y muerte.


Entre 1999 y 2002 la población de Granada sufrió diez ataques de la guerrilla del ELN y de las FARC, y de los grupos paramilitares o “autodefensas”. Entre esos actores armados no hay buenos: son todos asesinos desalmados que se ensañan con la población civil.



Para la memoria, es importante recordar esos ataques: octubre 1999 (3 asesinados por el ELN), marzo 2000 (3, por el ELN), noviembre 2000 (17 asesinados por las autodefensas y 3 por el ELN), diciembre 2000 (20, por las FARC), abril 2001 (11, por las autodefensas), julio 2001 (4, por las FARC), abril 2002 (3, no se pudo determinar quienes los asesinaron), y octubre (3, por las autodefensas). Es como si se hubieran puesto de acuerdo los asesinos de uno y otro bando: hay tantas víctimas causadas por la guerrilla como por las autodefensas.


En total en Granada hubo cerca de un centenar de víctimas mortales y de desaparecidos, y en el “Salón del Nunca Más” se los recuerda con cariño y convicción por la paz. Allí están las fotos de todos, en un gran mural junto al cual una serie de cuadernos, con la foto de algunos de ellos, permite escribirles. Los familiares y amigos registran vibrantes testimonios para decirles a sus seres queridos cómo los recuerdan.


Al cabo de un largo mensaje a su padre asesinado, un niño de 11 años concluye su carta así, como si el diálogo no se hubiera cortado abruptamente: “Ya me tengo que ir, quedé que iba a hacer las tareas… ya leíste la carta del Día del Padre?”


En el mapa del conflicto colombiano y sus sesenta años de violencia, Granada es apenas un botón de muestra. Son muchos los municipios a lo largo y ancho del país que han sufrido ataques y cuyos ciudadanos han sido asesinados vilmente por los grupos irregulares enfrentados, o por el ejército cuando hace uso excesivo de la fuerza. Las historias de las víctimas son tremendas, pero las de reconstrucción de ciudadanía para la paz son aún mayores. La población no ha podido ser doblegada, y el país sigue siendo –más allá de las cifras que prueban su crecimiento económico- un ejemplo de lucha contra la adversidad a través del espíritu creativo y dinámico de los colombianos.


Para tener un horizonte, el trabajo sobre la memoria es fundamental, y son miles las experiencias, como la de Granada, donde la sociedad civil se organiza alrededor de iniciativas culturales o comunicacionales, para quitarle a la guerra la materia prima de miedo y humillación. Hay muchas Granadas donde la población civil ha decidido decir “nunca más”.



14 agosto 2009

Cultura metro


En Medellín todos saben lo que es "cultura metro", una manera de decir cultura de paz y de convivencia. Esto no se podría entender sin haber estado aquí por lo menos dos veces: antes y después.


Antes, en los cerros que rodean a Medellín, se enfrentaban con el ejército grupos irregulares armados de la guerrilla, del narcotráfico o de las autodefensas (paramilitares). La población civil sufría las consecuencias en medio de la balacera. A principios de esta década, cuando me tocó visitar varias veces la ciudad, todavía se escuchaba el eco de los disparos, y la ciudad estaba fuertemente custodiada por patrullas del ejército.


Después, es decir hoy y en años recientes, esos mismos barrios de las alturas, víctimas del conflicto, viven momentos de paz y convivencia, ojalá definitivamente. Me ha tocado la suerte de regresar varias veces y vivir el cambio, pasear por todos los barrios sin temor.


¿Qué ha pasado? ¿Cómo se ha producido esa transformación? Los paisas (antioqueños) reconocen que muchas cosas cambiaron desde que en 1995 y 1996 se inauguraron en Medellín las líneas del metro que surcan la ciudad de norte a sur (Línea A) y del centro al occidente (Línea B).


Una inteligente promoción de los valores cívicos y de la convivencia hizo que los ciudadanos aprendieran a apreciar y a respetar el espacio de paz que les ofrecía el transporte colectivo. Afuera, podía pasar cualquier cosa, pero dentro del metro todos se comportaban impecablemente. Afuera podían estar las calles llenas de basura, pero dentro del metro a nadie se le ocurría tirar un papel al suelo. Esa cultura de civismo fue permeando toda la sociedad.


Por supuesto, otros factores se sumaron a esa nueva cultura ciudadana, y al orgullo que sienten hoy los paisas de tener una ciudad moderna y agradable, que todos los años le rinde culto a las flores, precisamente a principios de agosto, cuando estuve la última vez. La ciudad celebra también la poesía en el mes de julio durante el festival internacional que le ha dado tanto renombre. Este año reunió a mil poetas de 127 países, entre ellos a la boliviana Matilde Casazola, invitada a esta fiesta popular magnífica, donde la poesía se riega por calles, parques y plazas. Todos los autores salen al aire libre para leer su obra frente a audiencias de todas las edades y estratos sociales.


La cultura de paz de Medellín se ha beneficiado también de la obra extraordinaria del maestro Fernando Botero, cuyas esculturas enormes se despliegan cerca del Parque de Berrío, frente al Museo de Antioquia en cuyo interior varias salas exhiben también su obra pictórica.


La cultura metro es todo eso, y sigue creciendo. Es como si cada nueva estación de la red fuera ganándole espacio a la guerra y a la violencia. El año 2004 se inauguró en Medellín un complemento del metro: el metrocable, un sistema sumamente original y eficiente de transporte teleférico que extiende el alcance del metro hacia las colinas que rodean la ciudad, de otro modo de muy difícil acceso. Las dos líneas actuales (la segunda se abrió en 2008) llegan hasta el corazón de barrios como Santo Domingo o La Aurora antes sometidos por el miedo y la violencia.


Hoy son agradables lugares de paseo, formidables miradores desde los que se divisa toda la capital de Antioquia. Muy cerca de la estación final del metrocable que lleva al oriente de la ciudad, al barrio de Santo Domingo, se inauguró en 2007 la Biblioteca de España, diseñada por Giancarlo Mazzanti, que los propios reyes españoles inauguraron. Desde lejos, la biblioteca se ve como tres enormes rocas negras, y por adentro está llena de luz y de jóvenes que consultan libros o internet.


El barrio todavía muestra las heridas de la violencia. Frente a la Biblioteca de España un grupo de niños juega entre chorros de agua, delante de un mural que es un llamado a no perder la memoria, con dibujos sobre las víctimas de la violencia y frases como: “Homenaje a las víctimas del conflicto”, “Siempre en el recuerdo de nuestros corazones”, “Cambio minas por esperanza”, “Nací libre”…



09 agosto 2009

Tres horas en el cielo

Alimentar todos los sentidos y hacerlo a través del arte culinario. Tocar las texturas en la penumbra, apreciar los colores propuestos, oler las especias arriesgadas, escuchar los sonidos servidos sobre la mesa y por supuesto saborear cada “momento” del ritual culinario que nos ofrece El Cielo.


Así se llama el restaurante de Juan Manuel Barrientos, joven chef de Medellín –pupilo de Iwao Komiyama- que sorprende a sus comensales con un menú tan único como exótico, y tan variado como agradable al paladar. Aquí no hay carta para escoger, aquí lo que vale es la confianza en el chef que cada mes propone un menú temático. Me tocó a fines de julio el tema ambiental, la toma de conciencia sobre la degradación de la tierra y de los recursos naturales, a través de una veintena de “momentos”.


Los mozos están perfectamente entrenados para describir el menú y hacer interesante incluso los “momentos” más banales. El primero se llama “los glaciares se derriten”: sobre el plato aparece un dedal blanco que no es otra cosa que una toallita comprimida, que uno sumerge por unos segundos en agua aromática para luego limpiarse la manos y poder pasar al siguiente momento, una copa de “champagne con espuma de casis y violeta”.


El “aborrajado de plátano, bocadillo de queso con pino ardiente” es espectacular y se refiere a la quema de los bosques. Para recordarlo el mozo incendia unas ramitas de pino aromático colocadas sobre esa entrada de sabor delicado, precedida de una “roca nitrogenada de canela y limón para contaminar el agua”, que se disuelve poco a poco en el vaso.


La sopa de “rocas de té verde, granos de maíz, leche de coco y jengibre” tiene una carga de sabores orientales, sobre todo de Tailandia, y lo único malo es que se acaba pronto, servida en un enorme plato con un centro de sopa minúsculo. Pero quedan todavía muchos “momentos” por delante.


Ahí llega, por ejemplo, el “carpaccio de atún con derrame de petróleo (media aceituna negra), espuma de limón y arena crispada” cuyo mérito está en el nombre y la disposición de cada elemento sobre el plato. A este momento le sigue otro parecido, el “langostino a la parrilla con esfericidad de maracuyá”.


Para separar el mar de la tierra, hay un momento aromático y visual. Se trata de un plato con un líquido verdoso al que se le echa una pastilla de nitrógeno para producir vapor frío, que cubre toda la mesa y anuncia el momento que sigue para cambiar sabores, un “sherbet de lychee y crema de merengue” servido en un pequeño vaso que se derrite rápidamente, pues está hecho de hielo.


Es cuando llega el “cilindro de pollo contaminado con fresas, chocolate derretido, granos de trigo y crema de banana”. Este plato tiene su propio postre, que es un “trozo de manzana empapado en tequila y limón reducido”, al que sigue el “solomillo de cerdo envuelto en papel comestible de tomate”, así, tal cual indica su nombre y como todo lo demás, muy sabroso. Este no es un restaurante donde uno encuentre sobre la mesa sal y pimienta, no es necesario. Así, el momento siguiente es un “ribeye sobre piedras calientes y cebollas, acompañado de agua limonaria en tubo de ensayo”.


Y ahora siguen los momentos finales, los postres, el primero con un nombre un tanto cruento: “media mina quiebrapatas de chocolate con centro de uva, galleta de espinacas, torta de amapola y flores de manzanilla”, seguido de un “homenaje a la paz” hecho de “chocolate blanco relleno con almendras ralladas, nube blanca de almendra y arroz con leche”. En suma, son “momentos” para los cinco sentidos, y mis cinco sentidos están con hambre de nuevo.


Al despedirse, le entregan a uno una plantita de acacia, para contribuir a la reforestación, en una caja donde se detalla la filosofía que guía el tema del mes.

08 agosto 2009

Ocho veces y más

Washington, Barcelona, Barranquilla, Porto Alegre, Bangalore, Sydney, Accra y ahora Medellín… ya son ocho veces que nos hemos reunido desde el año 2001 en la red de NuestrosMedios / OurMedia.


Queriendo-sin-querer, como se suele decir, he estado en todas las reuniones porque me parece que esta red que reúne a académicos, activistas y artistas ligados a la comunicación para el cambio social, es única en el mundo. Su gran ventaja es el diálogo que permite establecer entre quienes reflexionan sobre la comunicación y quienes trabajan concretamente en procesos que incluyen la comunicación para el cambio social.


Esta es una red que no tiene cabeza ni directorio, pero tiene los pies bien puestos sobre la tierra. Es una red con pequeños financiamientos y grandes incertidumbres sobre su sustentabilidad, pero eso mismo la hace atractiva. Reunirse cada vez en un lugar diferente del planeta nos permite conocer mucha gente nueva que luego se incorpora a la red. De eso se trata: sumar esfuerzos, sumar iniciativas, sumar ideas.


Las conferencias anuales de NuestrosMedios ocurren porque hay un grupo de personas que trabajan duro para que así sea. Este año, para NuestrosMedios 8 esas personas de Colombia estuvieron nucleadas alrededor de Amparo Cadavid, Jeanine El Gazi, Omar Rincón y otros que trabajaron sin descanso para hacer posible que más de 120 personas, entre ellas unas 40 de otros países, pudieran reunirse en el oriente antioqueño, en un centro paradisíaco que se llama el Recinto Quirama, rodeado de vegetación y tranquilidad, un ambiente apropiado para el diálogo.

Tuve tres actividades durante el evento. Por una parte la participación en una "mesa teórica" coordinada por Omar Rincon, con Clemencia Rodriguez, Alfonso Gumucio, John Downing, Juan Salazar, Kate Coyer y Benjamin Ferron. Por otra, la presentación de una ponencia sobre un tema que no he abordado antes: las historias digitales, una forma de expresión relativamente nueva, que combina cortos videos personales con amplia difusión en las plataformas de internet. En esa presentación asocié la palabra "digital" a la identidad (huellas digitales) y al corazón (digital, digitalina). Es un tema que voy a seguir ampliando.


Como siempre el programa fue nutrido pues incluyó sesiones plenarias, mesas de discusión, proyecciones de videos, talleres y visitas de campo de un día entero, que permiten conocer algo de la realidad del país. Y no faltaron esta vez por las noches las celebraciones y fiestas de convivencia, con grupos de música local, en torno a una fogata y con un vaso de canelazo en la mano.


Las veladas de expresión artística fueron muy estimulantes, por ejemplo con las orquestas de vientos y cuerdas conformadas por niños y jóvenes, que a través de la música escapan a los riesgos de la violencia y el conflicto que suele caracterizar a sus ciudades y pueblos, y establecen un diálogo por la paz y la convivencia. La noche del primer día de NuestrosMedios 8 pudimos escuchar a una gran orquesta de niños, formada por la banda juvenil (vientos y percusiones) y la orquesta infantil de cuerdas de la cooperativa de trabajadores de Marinilla, en el oriente antioqueño, una de las muchas que existen en Colombia.

En la página web de nuestra red hay abundante información sobre el programa del evento, así como en el wiki de OurMedia que ha sido creado para que todos contribuyan con información sobre comunicación, para construir colectivamente un gran mapa de la comunicación para el cambio social en el mundo.


Como de costumbre, cada reunión de NuestrosMedios es una nueva ocasión para estrechar los lazos de amistad con amigos y colegas que a través de la comunicación luchan por un mundo más justo.