28 mayo 2009

La Antología en Zócalo

La revista mexicana Zócalo que con tanto acierto dirige el incansable periodista Carlos Padilla Ríos, es una publicación mensual que aborda de manera crítica y aguda los temas de “comunicación, política y sociedad” en este país donde la disidencia es duramente castigada, particularmente cuando afecta los gigantescos monopolios mediáticos como Televisa.

Cada número de Zócalo es un descubrimiento porque la revista muestra, con pelos y señales, lo que otros medios se esfuerzan por ocultar. En los análisis que hacen sus colaboradores –entre ellos algunos tan destacados como Raúl Trejo Delarbre, Andrés de Luna o Gabriel Sosa Plata- se desnudan los juegos de poder que amenazan la diversidad y la libertad de expresión, así como el derecho a la comunicación de los mexicanos.

La calidad de la información le otorga seriedad a la revista, cuyos ataques al poder hegemónico están ampliamente sustanciados con datos duros, con citas de documentos oficiales o documentos filtrados. Junto a otra excelente revista, etcétera, Zócalo constituye una alternativa indispensable en el panorama mediático de México.

En su número 107 correspondiente a enero del 2009, Zócalo publica una entrevista realizada por Carlos Padilla con Thomas Tufte y Alfonso Gumucio Dagron autores de la “Antología de Comunicación para el Cambio Social: Lecturas Históricas y Contemporáneas". La entrevista completa es accesible en línea en la página web de Zócalo.

24 mayo 2009

Guillermo Lora (1920-2009)

Los homenajes a Guillermo Lora se multiplican y casi todos hacen énfasis en su condición de máximo dirigente del trotskismo en Bolivia, durante toda una vida. El “fiero” Lora es una figura legendaria en las luchas sociales, quizás no tan carismática como Lechín, pero sin duda trascendente por su influencia en los sectores más radicalizados, particularmente en las universidades y en el magisterio de La Paz.

Con Lora tuve encuentros breves, y recuerdo sobre todo uno, en Paris, a principios de los años setenta, durante la dictadura de Bánzer. Lo fui a visitar a la sede de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), la más importante organización de la Cuarta Internacional en Francia, que por entonces dirigía el carismático Alain Krivine, figura del movimiento estudiantil de mayo 1968.

En la sede de la LCR, Lora estaba protegido como un tesoro viviente, y el respeto que merecía de los trotskistas franceses era impresionante. Tuve que pasar varias puertas reforzadas con metal, con mirillas como en una cárcel, y responder preguntas inquisidoras para llegar finalmente a un patio interior y saludar a Guillermo en un segundo piso. Ojalá tuviera a mano mis notas de esa época, para recordar los detalles de nuestra conversación. Sólo recuerdo ahora algún comentario que hizo que me pareció misógino, y me sorprendió viniendo de una figura revolucionaria.

Se podrá decir muchas cosas sobre Lora y algunos han criticado la manera testaruda como permaneció fiel a sus principios e ideas toda su vida, pero eso mismo lo hace digno de respeto. Muchos de sus discípulos “evolucionaron” rápidamente aburguesándose y cambiando de camisa política con extrema velocidad, pero Lora se mantuvo firme en sus convicciones. Yo conservaba –hasta el golpe de García Meza- un ejemplar de la revista trotskista “Masas”, con un gran titular que decía: “Lora expulsado del POR”. Avatares de la vida, también a Paz Estensoro lo expulsó Guillermo Bedregal del MNR durante el infausto golpe de Natush. Mucha gente olvida estos “detalles”.

Se le atribuye la autoría de la Tesis de Pulacayo, cosa que Lechín rechazaba. En una entrevista con Aquiles Solares, el propio Lora zanjó la cuestión: “No, no, no yo no escribí la tesis de Pulacayo, a mí me la dictaron los mineros y sólo la redacté, cuando me iniciaba en política. Fui nada más que pendolista.”

No se ha dicho todavía suficiente de Guillermo Lora como intelectual, creador de una obra frondosa como historiador y ensayista, como lo atestiguan más de sesenta libros, publicados en su mayoría por Masas, El Amauta, Isla y en los últimos años por “La Colmena”, y distribuidos por “Mi Kiosko”, ambas iniciativas propias.

Su posición ideológica intransigente lo llevó incluso a justificar la alianza del trotskismo con la “Rosca” minero-feudal en el colgamiento de Villarroel en 1946. Sobre ese tema se embarcó en una sonada polémica en 1968 con Augusto Céspedes y Jorge Abelardo Ramos, a raíz de su crítica a “El Presidente Colgado”. Lora no ataca personalmente a Céspedes, más bien reconoce que es un escritor brillante, pero censura su interpretación histórica: “A un historiador de derecha sólo podemos exigirle una honesta y documentada descripción de los acontecimientos. El escritor revolucionario debe ofrecer la interpretación de los fenómenos políticos y su proyección hacia el futuro, lo que supone la revelación de sus contradicciones internas…” El “Chueco” Céspedes, que no tenía pelos en la lengua, respondió aludiendo al “huraño y taciturno hermetismo sectario” de Lora. Y Abelardo Ramos fue más duro: “Ejerce la ignorancia con respecto al marxismo viviente desde hace tantos años, que aún dormido es capaz de elegir el camino equivocado.”

Su “Historia del Movimiento Obrero Boliviano” (1967-1980), en cuatro tomos, es una contribución esencial a la historiografía boliviana. En esa obra -que fue luego publicada en inglés por la Universidad de Cambridge- Lora hace gala de su acuciosa naturaleza de investigador, que lo llevó a reunir una biblioteca importantísima, muy rica en folletería y documentos históricos, que hace veinte o treinta años vendió parcialmente a la Universidad de Brandeis en Estados Unidos.

Yo me nutrí de esa su obra histórica cuando escribí mi “Historia del Cine Boliviano”, que al igual que la suya, se publicó en la colección “Biblioteca Boliviana” de Los Amigos del Libro. Teníamos otra cosa en común: el escorpión... nació un 31 de octubre, como yo.

20 mayo 2009

Eternamente Yolanda

Varias veces la amenacé con mi cámara, le dije que quería hacer un retrato de ella para mi serie “Retrato Hablado”, en la que exhibí la primera vez cincuenta fotografías de personajes de la cultura y la política de Bolivia y de América Latina.

Siempre se negó: “Ya estoy muy vieja”, decía. No sé si la idea que yo tenía para ese retrato le hubiera gustado: quería sentarla en una silla de madera, grande, desmesurada, especialmente hecha para la ocasión. La veía con los pies colgando, sin llegar al suelo, sentada en el borde para subrayar el hecho de que su cuerpo era pequeño pero grande su poesía. Nunca pude hacer ese retrato. Yolanda prefería mirarse joven, como escribió en su poema “Frente a mi Retrato”:

Me miro distante en esa imagen
que va cuajando primavera;
mejillas de pelusa de durazno,
un hoyuelo infantil como si un ángel
hubiera hundido un dedo pequeñito.
En el vaso del cuello la promesa
dormida de las venas que se inician
del diminuto pie a las manos finas;
la palidez matinal bajo la noche,
partida en dos de lucientes trenzas.

Son años que está inmóvil esa imagen
mirando en la ventana del vacío.
Fue generosa conmigo cuando leyó mi poemario “Sentímetros”. Me escribió una carta dulce:
Querido Alfonso:

Ya en cama hasta las dos de la mañana, milímetro a milímetro he leído tus Sentímetros. Los he gustado con la lengua y sus implicaciones cerebrales y cordiales. Todo un alambique que al final destila poesía. Te has valido de una cuidadosa y misteriosa alquimia también.
Le has arrancado, aunque no creas, frutos a tu papiel, cristales de extraña pulcritud elaborados. Frutos, y también ese silencio de que uno se va llenando para seguir gritando como quien se calla.
Muchas cosas podría decirte de lo que esconde el mecanismo enloquecido y seco de tus poemas y como te digo, los leí emocionada y admirando su calidad literaria, además.
Si te pongo estas líneas a vuela-punta es porque no puedo ir personalmente estos próximos días, como quería.

Yolanda Bedregal

También fue generosa cuando en su "Antología de la Poesía Boliviana", un tomo de más de 600 páginas, incluyó cuatro poemas míos ("Detenido", "Silbos", "Ateneo literario" y "Autopsia").

Su hija Rosángela me honró invitándome como miembro del Jurado del Premio de Poesía “Yolanda Bedregal”, el año 2002 en su segunda versión. Compartimos con Juan Cristóbal Urioste, Juan Ignacio Siles, Vilma Tapia, el “Chino” Soriano Badani, la decisión de premiar “Jaguar Azul” de Yaguarowi (Jorge Campero), quien nos engañó a todos –en el buen sentido- escribiendo con la voz de un indígena del oriente boliviano, y así obtuvo el premio por segundo año consecutivo.

La visité varias veces en su casa de la calle Goitia, en La Paz, pero ella solamente vino una vez a la mía. Fue hace 19 años, en mayo de 1990, en ocasión de una recepción para dos amigos escritores paraguayos, Ruben Bareiro Saguier y Carlos Villagra. Estuvieron también -además de Yolanda- Augusto Céspedes, Mariano Baptista Gumucio, Manuel Vargas y Edith von Borries.


Este 21 de mayo se cumplen diez años del fallecimiento de Yolanda. Plural Editores, que ha publicado todos los libros premiados en el concurso de poesía, lanza en esta fecha sus obras completas en cinco tomos, un verdadero regalo.

El grupo Gesta Bárbara la había nombrado "Yolanda de Bolivia", el honor que más apreciaba. Diez años desde 1999, me parecía que era mucho más tiempo, tanto que nos ha faltado su voz, su poesía y su narrativa.

09 mayo 2009

De Roskilde a Malmo

Estuve a fines de marzo en la Universidad de Roskilde (Dinamarca), a invitación de Thomas Tufte –coautor conmigo de la “Antología de Comunicación para el Cambio Social”- y en la Universidad de Malmo (Suecia), invitado por el colega Oscar Hemer (en la foto, con el “Turning Torso” de Calatrava atrás), para hablar con estudiantes de comunicación. En el seminario de Roskilde presenté “Three Challenges of Sustainable Communication for Social Change”, y en el de Malmo “From Community Radio to Cross Media: The Latin American Experience”. En el sitio web de Ørecomm hay más información y también vínculos para descargar los dos documentos que los estudiantes leyeron antes del seminario.

Copenhague y Malmo están unidas por el Øresundsbron, el puente combinado (tren y carretera) más largo de Europa, con 7,845 metros. En realidad, parte es puente y parte túnel debajo del agua. Fue inaugurado recién el año 2000; antes, era necesario cruzar el estrecho de Øresund en un ferry. Hoy se toma el tren, y ni cuenta se da uno de la frontera en medio del trayecto.

Además de las actividades académicas, fue una ocasión para que Thomas y yo nos sacáramos una foto actualizada con la “Antología de Comunicación para el Cambio Social”, nuestra obra conjunta. En una visita anterior, a fines de julio del 2005, nos tomaron una foto con dos altas pilas de documentos que habíamos revisado para seleccionar los textos que iban a publicarse en la “Antología”. Ahora, una foto similar, en el mismo lugar de su casa, con un ejemplar de la “Antología” en castellano. Así se cierra un ciclo, un proyecto.

06 mayo 2009

Augusto Boal (1931-2009)

Cuando en 2005 preparaba con mi colega Thomas Tufte la edición en inglés de “Communication for Social Change Anthology: Historical and Contemporary Readings” (2006), nos pareció indispensable incluir un extracto de “Teatro del Oprimido” de Augusto Boal, libro donde sintetiza su filosofía y su práctica de un teatro crítico y movilizador para “humanizar la humanidad”. Boal, afirmando que “el teatro somos todos”, impulsó un teatro donde los actores se mezclaban con la gente en las calles o en el transporte público, borrando la noción del “espectador” para convertirlo en actor-participante.

Tuve oportunidad de pedirle personalmente la autorización de publicar su texto en el Festival de Invierno en Ouro Preto, en Brasil, a fines de julio del 2005. Cuando supo que soy boliviano inmediatamente se recordó a Liber Forti, hombre de teatro a quien Boal admiraba por su trabajo en las minas con el grupo Nuevos Horizontes, y lo mencionó durante su presentación en el auditorio del teatro Vila Rica, repleto de gente que lo esperaba. De hecho, Liber intermedió un par de años más tarde para que Boal enviara por escrito su autorización para la edición en castellano de la “Antología” (2008).

Me reuní con Boal en la mañana del día siguiente en el pequeño hotel Solar do Carmo, para explicarle la importancia de incluir su texto sobre teatro en un libro sobre comunicación participativa para el cambio social. Caminaba con dificultad ayudado de un elegante bastón recubierto de plata, con el que aparece en la foto que nos tomamos.

Ahora llega la noticia de su muerte, a sus 78 años. Se multiplicarán los homenajes, especialmente el 9 de mayo, según nos dice Barbara Santos en el sitio web del Teatro del Oprimido. Se publicarán sin duda muchos artículos sobre su vida y su obras; sobre sus largos exilios cuando Brasil se encontraba sometido por las dictaduras militares; sobre sus peregrinajes por América Latina, Europa y Norteamérica; sobre los muchos teatros que derivaron del concepto de teatro del oprimido (teatro oficina, teatro forum, teatro periodístico, teatro legislativo, la fábrica de teatro…).

Yo solamente quiero marcar mi memoria en esta ocasión.

01 mayo 2009

Gripe porcina en la esquina

México, año 2166… Me lavo las manos veinte veces al día, durante un minuto cada vez, y salgo de casa con el barbijo puesto; en las calles casi vacías los transeúntes caminan con mascarillas y “cubrebocas” -como les dicen aquí en la megalópolis. Reina una tensa calma. Tomo fotos para la memoria. En la esquina de mi casa, incluso la estatua del gran Agustín Lara lleva barbijo. No se oye su voz, sólo se escucha el silencio.

Durante dos semanas están suspendidas las clases en todo el país. Los 30 mil restaurantes del Distrito Federal y todos los cines han cerrado sus puertas, y los partidos de fútbol se juegan en estadios vacíos, sin espectadores. Se ha prohibido el acceso a 175 zonas arqueológicas de la república mexicana. Las banderas están a media asta. Murió de pulmonía atípica el director del Museo de Antropología, y se dice que fue a causa del virus.

Los hospitales atienden gratuitamente a todos los enfermos, aunque no sean asegurados, incluso el hospital de la Fuerza Naval. En el metro, habitualmente repleto de gente, son pocos los que se arriesgan. Al aterrizar en el aeropuerto Benito Juárez, a los que llegan se les da una mascarilla y se les entrega información sobre un virus mortal que está en el ambiente y que se transmite por un beso, un estrechar de manos o un estornudo.

Monitores termográficos instalados en el aeropuerto y en las principales estaciones del metro detectan en sus pantallas a los viajeros con fiebre.

El gobierno del Distrito Federal emprendió este fin de semana un plan de contingencia para limpiar con agentes químicos todo el transporte público de la ciudad, así como 4500 planteles escolares, juzgados, mercados, restaurantes, museos, centros de recreación, etc.

Aunque los párrafos precedentes parecen el guión de una película de ciencia-ficción de los años sesenta (de esas que creaban suspenso sin necesidad de gigantescos monstruos creados digitalmente), lo descrito más arriba sucede en México, hoy, 1º de Mayo del año 2009. La mal llamada “gripe porcina”, científicamente el virus de influenza AH1N1 amenaza a una de las ciudades más pobladas del mundo, a los países vecinos y a cualquier otro con conexiones aéreas; es decir, a todo el planeta. USA, Canadá, Italia, entre otros, recomiendan cancelar los viajes a México que no sean “esenciales”. Cuba, Perú y Argentina, más radicales, suspendieron todos sus vuelos provenientes de México. El miércoles 29 la Organización Mundial de la Salud (OMS) elevó a 5 el nivel de alerta por la pandemia.

Cosa inusual, se ven nítidamente los cerros que rodean el valle de México. La tradicional y espesa capa de contaminación ha desaparecido, el cielo es intensamente azul en la moderna Tenochtitlán. El gobierno federal ha decidido que solamente una parte esencial de la administración pública y de las fuerzas armadas seguirá trabajando. El regente de la ciudad ha ordenado el cierre de las fábricas no esenciales. La Ciudad de México pierde cada día cerca de cien millones de dólares debido al cierre de empresas y negocios. Los más pequeños van directo a la quiebra y se espera un aumento del desempleo en los próximos meses. Y si aumenta el desempleo, aumentará el hambre y la violencia.

Circulan en Internet las habituales hipótesis de complots fríamente calculados. Uno dice que el virus fue producido en laboratorios militares de Estados Unidos (la CIA ya introdujo un virus porcino en Cuba, en 1971), y su propagación beneficia al ex Secretario de Defensa de Bush, Donald Rumsfeld, accionista del laboratorio Golead Sciences Inc. que tiene los derechos sobre la medicina retroviral Tamiflu. Otra teoría de conspiración sugiere que es una maniobra de los gobiernos del G7, para reactivar la economía de esos países mediante medidas financieras excepcionales. Otra, que el gobierno mexicano necesita unir a la población a su alrededor para las próximas elecciones legislativas.

El humor cáustico de los mexicanos se explaya como la misma pandemia. En la calle escuché a dos obreros conversando: “Con una botella de tequila al virus se lo lleva la chingada”. También circula por Internet el “nuevo billete de 20 pesos”, en el que aparece Benito Juárez con mascarilla.

En cualquier caso, desde la perspectiva de este ciudadano atrapado en el “ombligo de la luna” (eso quiere decir “México”), la gripe porcina está en la esquina, aunque según el portavoz del gobierno mexicano el genoma del virus es de origen euro-asiático. Dice en la televisión el Secretario de Salud del Gobierno Federal: “¿Entonces quién se lo trajo? Pos quien sabe…”