23 mayo 2007

La Gumucionita

Cada vez que voy a Potosí procuro visitar la magnífica Casa de la Moneda, entre otras cosas para fotografiar, en la colección de minerales, la Gumucionita. Esa muestra del mineral no ha cambiado con los años, es la misma que fotografié por primera vez en los años 1970s, pero el que cambia soy yo y el hecho de fotografiarla de nuevo me devuelve a mi historia familiar.

La Gumucionita es un mineral descubierto en Llallagua por mi tío abuelo Julio Gumucio (hermano de mi abuelo Antonio), probablemente hacia 1931 o 1932, puesto que una de las primeras noticias aparece en 1932 en un boletín de la Revista Minera de la Sociedad Argentina de Minería. Robert Herzenberg le puso el nombre al mineral -en honor a mi tío abuelo- y escribió sobre ella en 1932 en su artículo “Gumucionita, una nueva variedad arsenical de blenda” (y en alemán un año después: Gumucionit, eine neue arsenhaltige Varietat der Schalenbiende Zenlralbl. Mineral,A , 1933, 77 – 78).

Según diversas fuentes la Gumucionita es una de las variedades de la Esfalerita, del griego sphaleros que quiere decir “engañoso”, un compuesto mineral de sulfuro de zinc que se presenta en otras variantes, como la Marmitita o la Cleofana. El nombre común de la Esfalerita es Blenda, y su variedad transparente se conoce como Blenda Acaramelada. La Gumucionita se diferencia de las demás por su contenido de arsénico, según reveló Herzenberg.

Mi Tío Julio legó al Banco Central de Bolivia la colección de minerales, debidamente clasificados, que había recolectado pacientemente a lo largo de muchos años. Allí están, en un ambiente semi-subterraneo que a veces no se incluye en el itinerario de las visitas.

10 mayo 2007

Las Chola Lisas de Mago

Mi primo hermano Mariano Baptista Gumucio, a quien todos conocen como “Mago”, exhibió hace poco en La Paz su colección de “Chola Lisas” que viene juntando con increíble paciencia y devoción desde hace varias décadas. Mago es uno de los escritores más prolíficos que ha tenido Bolivia, con más de 70 libros publicados sobre una gran diversidad de temas, pero se da tiempo para ese gusto aparte.

Muchos tenemos devoción por la imagen de la Mona Lisa, y particularmente por las variaciones que artistas y aficionados han hecho a partir de la clásica obra de Leonardo da Vinci y su peculiar sonrisa. Marcel Duchamp es autor de una de las más famosas, donde simplemente añadió un bigote a la Gioconda y las letras L.H.O.O.Q. (que leyendo en voz alta suena a "Elle a chaud au cul", que quiere decir en castellano: “Tiene el culo caliente”).

Las irreverencias no hacen sino más atractiva la historia todavía brumosa de la modelo que posó para Da Vinci, Lisa Gherardini. Buscando en Internet se encuentran miles de adaptaciones que ahora son muy fáciles de hacer usando los programas de computación al alcance de todos.

He encontrado Mona Lisas con barba, calvas, con la cara al revés, con cuernos, o turbante. Las hay con el ojo en tinta, dormidas, japonesas o sin cabeza. He visto Giocondas con la cara de Groucho Marx, de Bin Laden, de Frida Kahlo, de Dalí, de Hitler, de Marylin Monroe o de la dulce Venus de Boticelli. Hay Mona Lisas planchando, tocando batería, o fumando mariguana. Abundan las Giocondas sensuales, mostrando los senos o en poses sexualmente explícitas. Las que más me gustan son las que mantienen el formato y el diseño original, y hacen alteraciones mínimas pero muy significativas.

La colección de Mago es especial, no se encuentra a través de Internet. Es una colección de obras originales de artistas bolivianos entre los que figuran Roxana Crespo, Medina Mendieta, Roberto Valcárcel, Rossana Baptista, Mario Conde, Tomás Achá, Ejti Stih, Agnes, y Fabricio Lara, entre otros. Ese es su principal valor. La Mona Lisa se transfigura en palliri en el contexto de las minas, o en una sensual chola paceña o cochabambina. ¿Qué más se puede pedir?

02 mayo 2007

Talento (clic)