10 mayo 2014

Trinidad de la comunicación

Abajo, espejos de agua. A medida que la avioneta se ladea buscando la pista de aterrizaje, se puede apreciar la región anegada y la ciudad sitiada por las aguas.  Trinidad estuvo a punto de inundarse en febrero pasado. Una noche salieron los ciudadanos que viven al borde del anillo deflector de protección que rodea la ciudad, para reforzar con sacos de arena la estructura de ese dique que mantiene a la capital del Beni a salvo de las aguas. Estuvieron cerca del desastre, como otras poblaciones aledañas y ciudades de la región que sufrieron graves daños y pérdidas irreparables.

El nivel del agua ha disminuido pero la amenaza sigue suspendida en el aire y materializada en la experiencia de quienes perdieron sus casas, su ganado, sus cosechas o sus objetos preciados. Cada quien tiene una o varias historias únicas que contar.  Se han medido las pérdidas materiales y se ha calculado el costo de la recuperación pero es más difícil evaluar cómo se afectó la producción humana y simbólica, la vida cotidiana, las relaciones y los valores no cuantificables.

Cuando Lucio Aponte, profesor en la Universidad Autónoma del Beni José Ballivián (UAB) y presidente del Colegio de Comunicadores Sociales de Bolivia (CCSB), me invitó a dar una conferencia en la Jornada de Comunicación Intercultural y Democracia, el 3 de mayo pasado, acepté sin dudarlo. No había regresado a Trinidad desde que en 2008 participé en una evaluación de proyectos de DFID, la agencia de cooperación británica, de modo que esta era una buena oportunidad para volver.

La Jornada de Comunicación Intercultural y Democracia contó esta vez con la participación de cuatro conferencistas.  José Luis Aguirre, director del SECRAD en la Universidad Católica San Pablo (La Paz) y yo tuvimos la palestra en el curso de la mañana. José Luis habló de comunicación intercultural, un tema que conoce en profundidad: “La interculturalidad no existe sin la comunicación”. Yo abordé la importancia de una “comunicación sostenible para un desarrollo sostenible” desde la participación y la creación de conocimiento colectivo. En la tarde hablaron dos dirigentes indígenas, Marcial Fabricano e Ismael Pedriel.

Puestos a hablar de Trinidad, hay tres aspectos que quiero recoger de esta experiencia reciente. Y los tres tienen nombre y apellido.

Primero, Lucio Aponte, quien fue nuestro anfitrión en la Jornada de Comunicación Intercultural y Democracia. Tiene mucho mérito hacer lo que él hace, porque no es fácil en una ciudad como Trinidad y en una universidad pública que carece de recursos para la investigación, montar un evento como este para beneficio de los estudiantes. Había en el auditorio un centenar de jóvenes que se inscribieron y pagaron una suma modesta pero indicativa de su interés en el tema. Jóvenes que  noté muy reservados, poco proclives a expresar lo que piensan y sienten, pero allí estaban, atentos, los futuros periodistas benianos.

Lucio Aponte
El drama de las universidades públicas bolivianas es que gozan ahora de recursos provenientes del IDH pero esos recursos, que no son exiguos, están destinados exclusivamente a gastos en bienes materiales y no pueden ser destinados a proyectos de investigación. De ese modo nuestras universidades se están llenando de computadoras, impresoras, sillas, mesas y otros muebles, pero no invierten ni un centavo en lo que debería ser su principal función: investigar y crear conocimiento nuevo.

Por eso el esfuerzo aislado de profesores que promueven estos eventos de diálogo me parece importante, tanto más importante cuanto que ese esfuerzo no es valorado por las autoridades administrativas y académicas, demasiado ocupadas en otros menesteres (aunque no sé cuales serán).

Segundo, luego de veinte o más años volví a encontrar a Marcial Fabricano, dirigente indígena que en 1990 encabezó la gran marcha indígena por el territorio y la dignidad. Marcial ha sido y es uno de los defensores del TIPNIS más comprometidos y por ello ha estado en la mira del gobierno y de los dirigentes indígenas cooptados mediante prebendas, que lo agredieron con tanta brutalidad en mayo de 2009, que terminó hospitalizado.

Marcial Fabricano, José Luis Aguirre, Lucio Aponte y Alfonso Gumucio
La conferencia de Marcial en la Jornada de Comunicación Intercultural y Democracia fue una muestra de conocimiento y sabiduría popular, pues habló de la marcha indígena como proceso de comunicación: “la marcha fue un movimiento comunicacional”. Y es exactamente lo que fue la marcha indígena de 1990 y las ocho siguientes, que lograron construir puentes de comunicación entre los indígenas del TIPNIS y el conjunto de la población boliviana, afectando seriamente la credibilidad de un gobierno cuyo discurso indigenista no se corresponde con sus acciones autoritarias y su falta de transparencia.

“Nuestros abuelos decían: No todo lo que se escucha es bueno y no todo lo que se ve es verdadero”, decía Fabricano en su conferencia, y añadía que también en el mundo indígena hay engaño y hay mentira, sobre todo en la generación “bisagra” que a él le ha tocado vivir. Expresó que para los indígenas hay cinco nociones importantes: “Conocer quienes somos, saber de dónde venimos, dónde estamos en el tiempo, a dónde vamos y qué queremos”. Marcial se refirió a la complementariedad indígena a través de la comunicación y a las diferencias que, para existir, tienen que ser comunicadas en procesos de participación.

Habló de la lucha del TIPNIS (Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure) por su reconocimiento y por la defensa del territorio frente al avasallamiento del proyecto extractivista. Se refirió a la necesidad de abordar nuevas estrategias de organización a través de los cabildos, en las que los procesos internos de comunicación serían fundamentales porque permitirían reafirmar la historia y la tradición: “Cada arruga que hay en mi cara y entre todas las arrugas que hay en mi cara está toda la sabiduría de mis antepasados y de mi pueblo.”

Tercero, me sorprendió la presentación que hizo Ismael Pedriel en nombre de la Central de Pueblos Indígenas del Beni (CPIB). Hay 18 pueblos indígenas en el departamento del Beni, lo cual lo convierte en el de mayor diversidad en el país. Se esperaba un discurso oficialista, como seguramente lo habría hecho Pedro Vare que figuraba en el programa, pero su reemplazo enfrentó de manera inteligente a una audiencia crítica al gobierno.



Expresó sin ambages que en la agenda indígena el oficialismo se ha aplazado hasta ahora porque no ha cumplido con lo que la Constitución Política del Estado establece. Habló del “fracaso” de los indígenas en el sistema judicial y de la poca representación que tienen en la asamblea plurinacional a pesar de los aportes que hicieron durante el proceso constituyente.

Esta breve experiencia trinitaria ratificó que por lo general prevalece la concepción de la comunicación como “trasmisión” tanto en el ámbito académico como entre los indígenas. Son pocos los que ven más allá del periodismo cuando se refieren a la comunicación, y por ello me pareció importante este evento, porque ofreció una perspectiva de la comunicación como proceso participativo, antes que como instrumento de información.
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Primero te ignoran, después se ríen de ti,
luego te atacan, entonces ganas.
— Mohandas Gandhi