29 agosto 2007

Radio Escuela

¿La educación ocurre solamente dentro de la escuela? A estas alturas de la vida todos sabemos que ya no. La escuela se ha convertido apenas en un ámbito más en el que se forma (o deforma) un futuro ciudadano. La sociedad en su conjunto tiene ahora más incidencia que la escuela en la formación de los futuros ciudadanos. Y al decir sociedad nos referimos a todas las interacciones que se dan entre los grupos humanos, influenciados por los medios de información (o desinformación), por la presión de pares, por la familia, la publicidad, Internet, etc. La sociedad es una gran escuela con un programa muy aleatorio, de ahí la necesidad de reformarla.

La educación formal ha sido resistente a las reformas (los maestros son los primeros que se oponen), y la sociedad en cambio se reforma a sí misma constantemente y sin una clara dirección, al menos sin una dirección determinada por los intereses colectivos. De ahí que en esa educación imprevisible, donde compiten escuela, familia, Internet, medios y grupos sociales, la comunicación participativa puede jugar un papel importante en la formación de los ciudadanos desde la infancia.

Eso es lo que se propone en Chile el programa Radio Escuela, que lleva adelante la organización La Morada y su Radio Tierra, con el apoyo económico de Oxfam. El proyecto es interesante porque quiere dotar a las escuelas de estructuras de producción de radio, de manera que los niños y los jóvenes se comuniquen y por lo tanto tengan la posibilidad de un aprendizaje diferente como ciudadanos. La radio en la educación viene a ser como un puente entre la escuela y la sociedad.

Con ese motivo estuve en Santiago de Chile unos días, primero como jurado del Concurso Radio Escuela, y luego como ponente en el seminario “Comunicación y Educación: una Formula Correcta”. Los miembros del jurado (Tomás Mosciatti, Director de Radio Bío Bío; Damián Valls, Director de Radio La 2x4 de Buenos Aires, Alfonso Gumucio-Dagron, escritor y periodista; Cecilia Millán, Directora de OXFAM en Chile y María Pía Matta, Presidenta de La Morada) decidimos cuatro premios entre los 159 programas de radio teatro y micros radiales analizados, que se pueden escuchar aquí.

El seminario, que reunió tanto a educadores como a comunicadores, nos permitió reflexionar sobre las relaciones conflictivas entre la comunicación y la educación. En mi ponencia, “Comunicación y Educación: una Deuda Recíproca”, afirmé que no basta llenar a las escuelas de nuevas tecnologías, sino de cambiar el tipo de educación que se imparte, demasiado anclada en el texto escrito, para recobrar las propuestas de Freire, Freinet, Vygotsky, y otros que pareciera que han caído en el olvido.

24 agosto 2007

Medalla para Xavier Albó

Mientras los diputados del MAS y de PODEMOS se agarraban a golpes en el hemiciclo parlamentario de la Plaza Murillo de La Paz, el Senado de Bolivia hizo algo diferente: otorgó a Xavier Albó la Condecoración Senatorial al Mérito Franz Tamayo, por su defensa de los derechos de los pueblos indígenas y por sus múltiples investigaciones que han contribuido a un mejor conocimiento de las culturas bolivianas.

La medalla está bien, es un reconocimiento, pero no pesa ni una centésima parte en oro, del valioso aporte de Xavier durante toda su actividad como antropólogo y lingüista. Xavier es de esos jesuitas brillantes, trabajadores, productivos y admirables por su dedicación a los temas que defiende. La causa de las culturas originarias de Bolivia es solo una parte de un marco más amplio: la lucha por la democracia.

En 1978, cuando el pueblo boliviano luchaba para derrocar a la dictadura de Bánzer, Xavier fue uno de los centenares de huelguistas de hambre que contribuyeron al resquebrajamiento del régimen. En su grupo de huelguistas, en el diario Presencia, estaba también Domitila de Chungara y Luis Espinal.

Xavier Albó y Luis Espinal en una

manifestación de la COB, La Paz, 1980

Trabajé con Xavier en CIPCA, el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado, de 1978 a 1980, hasta el mismo día del golpe militar de García Meza en que muchos tuvimos que escondernos o salir al exilio. También estuvimos juntos en la asamblea de Aquí, semanario independiente dirigido por Luis Espinal que se opuso a los planes golpistas y denunció la corrupción.

En todo evento sobre derechos humanos, Xavier ha estado presente, siempre. Para dar una misa a la memoria de Marcelo Quiroga Santa Cruz, para apoyar a los familiares de los detenidos y desaparecidos, para trabajar con las comunidades campesinas de Qurpa y en los barrios de El Alto. Y ese activismo de sólidos principios humanistas, no le impide desarrollar una actividad intelectual formidable, rodeado de libros y documentos en su cuarto de las casas de jesuitas en las que ha vivido. Sus 30 libros y más de 250 artículos son la prueba.

Aunque nacido en La Garriga, Catalunya, en 1934, Xavier es más boliviano que yo y que muchos bolivianos. Desde su llegada en 1952, recién egresado de la Compañía de Jesús, se propuso amar a Bolivia y dedicarle su vida. Habla quechua, aymará, y un poco de guaraní… (ejemplo para quienes claman indigenismo sin esfuerzo) además de castellano, inglés, catalán, francés y también un poco de alemán. Alguna vez le pregunté y eran como siete u ocho lenguas, sin contar las muertas.

Tanto habría que decir sobre Xavier y lo que nos ha tocado compartir en diferentes etapas de la vida. Pero este es solamente un saludo, un abrazo electrónico y público, un pequeño añadido al reciente homenaje y a todos los que se merece y todavía no recibe.

Xavier Albó, Alfonso Pedrajas (“Pica”) y Alfonso Gumucio, en La Paz, 13 de agosto 2007


19 agosto 2007

La pequeña muerte

Mauro Bertero ha publicado su quinto poemario, “Memoria del Encanto”, en una edición extremadamente cuidada, donde la poesía –tantas veces pariente pobre de la literatura- goza del mejor papel, de los más exquisitos tipos de letra, de la mejor envoltura. Da gusto tener en las manos un libro producido con tanto amor. Pero vayamos al contenido.

Conozco a Mauro Bertero desde que éramos niños, él mucho más niño que yo. En todo caso, su padre y el mío eran amigos y entre Mauro y yo se ha mantenido por contagio una amistad permanente, que no ha sido mellada por nuestras respectivas posiciones políticas. Naturalmente, respeto más a Mauro por su consecuencia ideológica y partidista, que a muchos que he visto dar saltos de la izquierda a la derecha, por oportunismo.

Hay muchas claves y mucho lenguaje críptico en la poesía, sobre todo en la poesía amorosa. Aquí el poeta se refiere a la mujer amada que es también mujer amante, una mujer que resume todas las que amó, porque pasa a veces que “todos los destinos” y “todos los anhelos”, se concentran en una mujer que es al mismo tiempo todas las mujeres, aunque hayan pasado las “jornadas interminables / de amores clandestinos”.

Para mi gusto, los mejores versos son los que hablan del amor sin usar esa palabra, por ejemplo: “eres el cuerpo de promesas incumplidas y libertades varias”. Mauro habla de las “almas nuevas” de la mujer… Es la picardía de reinventar constantemente la sexualidad para alimentar el amor. El juego erótico siempre renovado: “descubrir por segunda vez / lo que algunos insisten en llamar inocencia”. Una mujer que se transforma constantemente, por lo que mantiene siempre el desafío del descubrimiento: “Una de estas noches / voy a entrar de visita / a robarme el lado inocente / de tus almas nuevas”.

Las asociaciones sensuales con la naturaleza son frecuentes: la lluvia, las estaciones, la niebla, la noche… “Y es que hace tanto tiempo / dejaste de ser sierra / y aún no acabas de nacer selva”, “la esperanza de surcar la humedad de tus aguas”, o “y cuando anochece / tus almas se tornan líquidas / y entonces eres la brisa que calma mi sed”. Y este ejemplo hermoso: “por la encantadora estrechez y el néctar aduraznado / del tibio valle al sur de tu ombligo”. El poeta dice a través de imágenes lo que no conviene decir con todas sus letras. “En esta historia de amores nuevos y desencuentros / mezcla de sal de tierra y sol de cielo / bien sabes que el intruso fui siempre yo”. Al final, todo se reduce a un verso: “te busco, te escribo”. Es decir, lo que se aplica al mar, se aplica al amor.

La memoria de los amores furtivos se asoma entre los versos, se mueve como la marea alta y baja, va y viene, cubre con sus aguas lo que no debe ser visto y revela una intimidad que yace en la profundidad de los recuerdos. La culpa y la ilusión del perdón aparecen en versos de reconciliación: “eres el más dulce y el mejor / de todos los errores / que escogí cometer”, o “unos pecados más allá de los himnos y las prédicas santas”.

02 agosto 2007

Exit, Bergman & Antonioni

Con pocas horas de diferencia, el mismo día, 30 de Julio del 2007, murieron dos grandes cineastas universales: el sueco Ingmar Bergman y el italiano Michelangelo Antonioni.

En momentos como este me acuerdo de una humorada de mi amigo y notable artista plástico, Ricardo Perez Alcalá, hace muchos años: “Caramba, se ha muerto Picasso, se ha muerto Dali, se ha muerto Bacon… Últimamente yo mismo no me estoy sintiendo muy bien…

No por falta de edad y al cabo de una vida plena de creatividad, Bergman y Antonioni hicieron su salida honrosa. Dejaron mucho más de lo que uno puede esperar de un ser humano: un bagaje de belleza y filosofía aplicada. Decir más sobre ellos y sobre sus películas sería redundar en lo que todos pueden encontrar en el web: miles de artículos que explican todo y repiten mucho.

Yo simplemente quiero rendirles homenaje recordando en qué medida afectaron mi vida mientras estudiaba cine en Paris a principios de los años 1970s, en el Institut des Hautes Etudes Cinematographiques (IDHEC), -donde enseñaba Louis Daquin, Nestor Almendros, y gente de la Nouvelle Vague- y en el Departamento de Cine de la Facultad de Vincennes -donde tenía como profesores al equipo de Cahiers du Cinema (Jean Narboni, Serge Daney, Serge Toubiana, etc.)- y al equipo de Cinethique; ambas emblemáticas revistas de cine.

Durante el verano, demasiado pobre como para irme de vacaciones a la playa, me quedaba en París y asistía a extensos ciclos de autor que mostraban algunas salas, para los cinéfilos que preferían huir al sol y refugiarse en la oscuridad de una sala de cine. Y es así que en la sala Racine del Barrio Latino pude ver en el verano de 1973 o 1974, las 38 películas que hasta entonces había dirigido Bergman. Y en otro ciclo, quizás otro año, las 15 más sobresalientes de Antonioni. Veía cada día una diferente, y ese baño de cine de autor me hizo penetrar en el universo de estos y otros geniales directores para entenderlos y quererlos más.

Imposible olvidar la fuerza de las imágenes de El Séptimo Sello (el ajedrez con la muerte) o Vergüenza (los cadáveres flotando en el mar), y otras de Persona, El Silencio o Pasión. La fuerza en el uso del blanco y negro (Sven Nykvist) era devastadora.

Antonioni me cautivó con La Aventura, La Noche, El Grito, El Eclipse, Blow Up, El Desierto Rojo... Recuerdo haber visto esta última en una sala de “Arte y Ensayo” en Madrid, en plena época franquista, con los subtítulos censurados, cubiertos con marcador negro (censores ociosos, seguramente la palabra “rojo” los había alertado).

Uno salía de las salas de cine, después de un Bergman o de un Antonioni, enamorado de Liv Ullman, Ingrid Thulin, Bibi Andersson, Gunnar Björnstrand, Max von Sydow; y de Monica Vitti, Alida Valli, Marcello Mastroiani, Jeanne Moreau, Alain Delon… qué lujo de actores.