27 noviembre 2011

IBERCOM, ABOCCS, ABOIC



Por lo general evito las siglas y las palabras escritas con mayúsculas, pero en este caso son inevitables. Puede que para algunos de los que leen esta nota las tres siglas del título no signifiquen gran cosa, pero son gran cosa en el mundo de la comunicación latinoamericana.

Ingrid Steinbach, Luis Humberto Marcos, Margarita Ledo,
Enrique Sanchez Ruiz, José Márques de Melo y Carlos Arroyo
Meses atrás, Ingrid Steinbach, Decana de la Facultad de Humanidades y Comunicación de la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra (UPSA), y Carlos Arroyo, Presidente de ABOIC, me hicieron una invitación muy especial como organizadores del XII Congreso de IBERCOM: abrir ese evento internacional con una ponencia magistral sobre comunicación y derechos humanos, tema central del congreso que tuvo lugar del 10 al 12 de noviembre. 

Me agradó la invitación y también la idea de regresar al mismo espacio académico donde, en junio del 2002, tuvimos el VI Congreso de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC), organizado por la misma Ingrid, quien con energía y precisión admirables lleva adelante esas grandes empresas en las que confluyen colegas de toda la región.

Pero hay más… La misma Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra, por iniciativa de Ingrid, propuso mi nombre para el premio que cada dos años otorga la Asociación Boliviana de Carreras de Comunicación Social (ABOCCS). En este caso hice al principio un amago de resistencia y sugerí el nombre de otro colega, pero los argumentos de Ingrid me convencieron. Tres días antes del congreso me llegó la carta oficial de ABOCCS, firmada por Martha Paz, su presidenta, anunciando que me habían otorgado el premio que reconoce “la contribución académica de comunicadores bolivianos por su trayectoria profesional en cualquiera de los ámbitos de trabajo de la comunicación”. 

Doble motivo, pues, para disfrutar del viaje y la estadía en Santa Cruz, y una nueva ocasión para encontrar a colegas y amigos de la comunicación, bolivianos y latinoamericanos, y conocer a otros nuevos.

En esto de las siglas, vamos por partes (como dijo Jack el Destripador), empezando por IBERCOM, que es el congreso bienal de la Asociación Iberoamericana de Comunicación (AssIBERCOM), creada formalmente por José Marques de Melo el año 2000, aunque los congresos empezaron a realizarse desde 1986, hace 25 años. Con la incorporación de España y Portugal, y la realización de congresos a uno y otro lado del Atlántico, esta asociación se fortaleció paulatinamente hasta convertirse en lo que es hoy: una red académica amplia, motivada por el interés de desarrollar relaciones internacionales en torno a los estudios y a la investigación en comunicación.

De izquierda a derecha: Alfonso Gumucio, Martha Paz, Enrique Sanchez Ruiz, Lauren Muller (Rectora de la UPSA),
Ingrid Steinbach, José Márques de Melo y Carlos Arroyo
Mi ponencia inaugural, “El derecho a la comunicación: articulador de los derechos humanos”,  fue una reflexión sobre los procesos comunicacionales en tanto que dinamizadores del ejercicio de los derechos humanos en su conjunto. Abundé en los temas que he enfatizado en los últimos años: la comunicación como proceso participativo, el espejismo de la fascinación tecnológica, y la visión estratégica de la comunicación para el desarrollo y el cambio social, entre otros.

Martha Paz y Mary Torrico entregan el premio ABOCCS
Después de la inauguración formal del congreso y antes de mi ponencia inaugural, luego de mostrar un breve video sobre mi trabajo, Martha Paz y Mary Torrico (Universidad Gabriel René Moreno) me entregaron el Premio de ABOCCS, un hermoso tallado de la chiquitanía, casi tan alto como yo. El significado que tiene para mi esa artesanía es triple; por una parte el valor simbólico del premio, por otra el reconocimiento del trabajo formidable de los artesanos chiquitanos y de Ada Vaca, quien estimula la producción y difusión de esas obras a través del proyecto Artecampo; y finalmente la calidad y belleza de la pieza, con su entramado de plantas y aves de vivos colores.

Otorgar un reconocimiento académico a alguien que no pertenece de cuerpo entero a la academia dice mucho de la generosidad de mis colegas. Soy simplemente alguien curioso, que ha investigado para conocer más y ha publicado para exponer lo que piensa. Mi trayectoria es ecléctica caracterizada por cierta temeridad para incursionar como neófito, amateur o amante en campos que me han atraído. Una veintena de libros publicados y centenares de textos son prueba de que he investigado sobre aquello que quería conocer mejor, y en ningún caso lo he hecho por obligación académica, por cumplir con un estatuto, o con la esperanza de hacer méritos en una carrera universitaria. Y he publicado porque creo en la puesta en común, en compartir lo que uno piensa y descubre, y en el riesgo de ser criticado.

El programa del congreso era nutrido, sesiones plenarias en las mañanas y en las tardes sesiones de los 10 grupos de trabajo. En las plenarias intervinieron Enrique Sánchez Ruiz (presidente saliente de AssIBERCOM), Margarida Kunsch, María Immacolata Vassallo, Luis Humberto Marcos, Gustavo Cimadevilla, y Margarita Ledo, todos ellos representantes de la asociación en diferentes países, así como los colegas bolivianos Carlos Arroyo, Marcelo Guardia, Erick Torrico, José Luis Aguirre, Martha Paz, y Alvaro Hurtado, entre otros.

Destaco entre los participantes en el congreso, la delegación de la Universidad Técnica de Oruro (UTO), encabezada por Orlando Valdez López, quien distribuyó una publicación nueva, el libro Pensamiento e investigación latinoamericana de comunicación (2011). Los más de 60 estudiantes orureños participaron con entusiasmo en los grupos de trabajo a lo largo del congreso, e hicieron el esfuerzo de llegar hasta Santa Cruz en autobuses, una larga jornada del altiplano al trópico.  

El intercambio de publicaciones, en éste como en otros congresos, fue una vez más muestra de la enorme capacidad de producción sobre comunicación en América Latina. Se publica mucho y bueno, que lamentablemente no circula con facilidad de un país a otro, aunque ahora se suelen “colgar” en la red las publicaciones institucionales, permitiendo un acceso muy amplio.  Todos llegamos con la maleta repleta y nos fuimos también con exceso de equipaje. Marques de Melo destaca siempre porque aparece con dos o tres nuevos títulos en cada evento, su productividad opaca la de los demás colegas.

Ingrid Steinbach presentó, recién salido del horno, el número 15 de “Aportes de la comunicación y la cultura”, revista de la Facultad de Humanidades y Comunicación de la UPSA, 118 páginas con artículos especializados sobre la vida urbana, arquitectura, imagen e identidad de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Sería bueno que la publicación pudiera ser accesible en línea, como otras de la Red Iberoamericana de Revistas de Comunicación y Cultura

Otra actividad paralela del congreso fue la exposición de caricaturas X PortoCartoon, sobre derechos humanos, organizada por el Museu Nacional da Imprensa, en Oporto (Portugal), que dirige Luis Humberto Marco. Esta muestra y concurso, que se realiza desde 1999, convoca a caricaturistas de todo el mundo que abordan, con humor y arte, temas tan serios como la desertificación, la globalización o el agua. La oportunidad de conocer y entablar amistad con Luis Humberto Marcos, Enrique Sánchez Ruiz (alias “Larry Punto Cuatro”), Margarita Ledo, Cipriano Jiménez, y Juan Murillo Dencker, entre otros colegas, fue uno de los saldos más positivos del evento de IBERCOM.   

Asamblea de ABOIC
En el marco del congreso, ABOCCS realizó su VIII Seminario Nacional y ABOIC una asamblea en la que renovó su directiva. Carlos Arroyo, presidente saliente, presentó un informe de gestión y Esperanza Pinto, electa para encabezar la nueva directiva, se comprometió a elaborar un plan estratégico.  En la nueva directiva, compuesta mayoritariamente por mujeres, acompañan a Esperanza: Rommy Durán, Sandra Villegas, Gunnar Zapata y Alvaro Hurtado. ABOIC cuenta con un nuevo logo y una página web renovada.


23 noviembre 2011

Clave de la comunicación participativa


Hace diez años, en diciembre de 2001, en un evento de Unesco realizado en Bucarest (Rumania), presenté por primera vez mi ensayo titulado “Communication for social change: key to participatory development”, que un año más tarde tuve oportunidad de presentar en castellano con el título “Comunicación para el cambio social: clave del desarrollo participativo” como ponencia magistral en el XX Encuentro Académico de AFACOM, en Medellín (Colombia), en septiembre 2002. A partir de allí el texto dio muchas vueltas por el mundo virtual y “carnal” (como dice mi amigo John Perry Barlow), y finalmente aterrizó en Colombia, en dos publicaciones importantes de universidades colombianas, por lo que me siento muy honrado.

Por una parte la Universidad Javeriana de Bogotá en el marco de la Cátedra Unesco, y la Universidad Minuto de Dios (Uniminuto), con apoyo del Centro de Competencia en Comunicación para América Latina (C3) de la Fundación Friedrich Ebert (FES), publicaron el texto en la primera parte de un libro cuyo título algunos quisiéramos haber utilizado antes: Comunicación, desarrollo y cambio social – Interrelaciones entre comunicación, movimientos ciudadanos y medios, editado por los colegas y amigos José Miguel Pereira, Director de la Maestría en Comunicación en la Universidad Javeriana y Amparo Cadavid, Decana de Comunicación de la Uniminuto.

En la introducción del libro ambos señalan que el libro constituye “una carta de navegación, a modo de propuesta-apuesta, en el proceso de construcción del campo intelectual de la comunicación” en la medida en que “recoge y desarrolla una tensión” conceptual en la comprensión del desarrollo y de la comunicación para el desarrollo, terminología que unos execran al rechazar las experiencias del desarrollismo o el “mal desarrollo” (Rene Dumont), y otros intentan recuperar y revalorizar desde los enfoques de desarrollo humano y de desarrollo con perspectiva de derechos. 

En 520 páginas se recogen esas perspectivas que son un aporte fundamental sobre el tema. Los autores seleccionados constituyen sin duda lo más emblemático del pensamiento generado en Colombia sobre comunicación para el desarrollo y el cambio social, entre ellos Clemencia Rodríguez, Rafael Obregón, Jair Vega, Jorge Iván Bonilla, Omar Rincón, Mario Murillo, César Rocha, Mónica Pérez, Jeanine El’Gazi, y los propios editores. Además figuran Gustavo Cimadevilla (Argentina), Diana Coryat (USA), Alejandro Barranquero (España), y John Downing (UK), este último con dos capítulos de su libro Medios radicales, traducidos por primera vez al castellano.   

El libro está dividido en cuatro secciones, la primera de las cuales, ‘Cuestiones conceptuales; balances y debates”, compila textos históricos y conceptuales, comenzando con el mío. El segundo apartado, “Movimientos sociales, tejidos y prácticas comunicativas” reúne capítulos sobre experiencias en diferentes lugares de Colombia, mientras el tercero, “Medios, narrativas y mediaciones” reúne estudios sobre el comportamiento de los medios ciudadanos y comunitarios, y las nuevas TICs en Colombia.  La cuarta sección, ya mencionada, reúne los textos de John Downing.

En suma, una obra ambiciosa y completa, que demuestra que Colombia está ahora a la cabeza en América Latina, en la discusión sobre comunicación para el desarrollo y el cambio social, gracias al compromiso de algunas de sus más importantes universidades.

En ese mismo sentido obra la propuesta más reciente de Signo y Pensamiento, la revista semestral de comunicación de la Universidad Javeriana. El número 58 (Vol XXX, enero-junio 2011), dedicado al tema de “Comunicación y Desarrollo: tensiones entre hegemonías y emergencias”, estuvo a cargo de Fanny Patricia Franco Chávez, y contiene un sinnúmero de textos de autores latinoamericanos.

La sección “Eje temático” se abre con mi texto “Comunicación para cambio social: clave del desarrollo participativo”, e incluye artículos de colegas como Thomas Tufte, Dennis de Oliveira, Antonieta Munoz Navarro y Carlos del Valle, entre otros. La entrevista de este número, realizada por Fanny Franco y Ana María López Rojas, es con Luis Ramiro Beltrán, nadie mejor que él para hablar del tema central de la revista.    


16 noviembre 2011

Retrouvailles


detalle de Diálogo del tiempo y la muerte, de Arturo Borda

Me gusta más la palabra francesa que la castellana “reencuentros”, para significar esos momentos privilegiados en los que uno vuelve a coincidir en la vida con personas a las que aprecia. De eso quiero hablar en esta nota que reúne en un solo lugar a varios amigos, algunos de los cuales no veía hace tiempo, otros a los que me da gusto volver a encontrar.

Ahora que desde el 31 de octubre somos 7 mil millones de personas en el pequeño planeta, valoro cada vez más las relaciones privilegiadas que me unen a amigos en varios rincones del mundo. París se presta a estos encuentros alrededor de una botella de vino tinto, una buena comida y una conversación memoriosa.

con Michel y Monette Servant, Paris octubre 2011
No veía a Monette y Michel Servant desde hace tres décadas, años más y años menos. Ahora viven en el sur de Francia, en Saint-Mary, cerca de Limoges.  Nos une la amistad cultivada en la distancia y de una red de abrazos con amigos comunes como Liber Forti. 

La estadía de Monette y Michel en Bolivia, en los años 1970 los marcó para siempre; ambos sienten por nuestro país un especial cariño, que entre otras cosas se manifestó hace un par de años con la donación que hicieron al Museo Nacional de Arte de 60 obras de Guzmán de Rojas que habían adquirido a lo largo de su estadía en La Paz: 58 dibujos y dos óleos, “Diálogo del tiempo y la muerte” y “La Diana cazadora”. 

En La Paz crecieron sus hijos Alain y Frederick, éste último regresó a Bolivia hace unos años, y decidió quedarse. Es un animador cultural en El Alto, donde ha formado un grupo de teatro. Alain hizo teatro y ahora, en Francia, es parte de una agrupación musical. 

Sylvain, Monique y Julien Roumette
A Monique y Sylvain Roumette los vi la anterior vez hace unos cuantos años, y ahora los visité de nuevo en el 16 de Rue de Villafranca, que desde afuera parece una casita en un pueblito en el campo, envuelta en enredaderas y plantas.  Sólo que esta vez la casita creció al doble de su estatura, con dos pisos nuevos. Monique fue la traductora de algunos capítulos de mi libro Bolivie, el primero publicado en Francia en 1983, y Sylvain es un cineasta que hace las cosas que le interesan, como el documental Claude Lanzmann, il n’y a qu’une vie (2009) sobre el escritor y cineasta que ha devuelto la memoria sobre el holocausto. 

Julien, el hijo de Monique y de Sylvain, tiene a quien salir; ya había leído yo hace años un poemario suyo, de pocas páginas, y ahora compartió conmigo un libro más reciente -inspirado en los escritos de Michaux sobre la India- con textos, reflexiones y versos, que escribió en Calcuta donde vivió 16 meses.

Fatiha Rahou
Gracias a Pierre Kalfon, de quien ya he hablado otras veces aquí, y de Nicole, quienes me invitaron otra vez a su casa a cenar, pude ver de nuevo a Fatiha Rahou y a Theo Robichet, amigos que me da gusto abrazar cada cuatro o cinco años, cuando el tiempo nos permite vernos. Un par de días después los visité en su casa en Gennevilliers, que tanto me gusta porque está literalmente tapizada de obras de arte y objetos interesantes, sobre todo la colección de objetos de arte erótico de varias culturas. El erotismo ha sido uno de los temas recurrentes en la pintura de Fatiha, quien pinta sobre vidrio o más bien debajo del vidrio prolongando una técnica muy particular de hacer arte, me puso al tanto de sus últimos trabajos, unas ventanas hermosas a las que dio nueva vida y color. 

Theo Robichet
Theo, con la misma energía de siempre, produce obras de caballete, esculturas o documentales en video. Esta vez me convenció de que tenemos que trabajar juntos en algún proyecto cinematográfico. 

La trayectoria de Theo en el cine documental es amplia y tuvo momentos culminantes, por ejemplo en 1973 cuando realizó en Chile, con Bruno Muel,  Septiembre chileno, una de las primeras películas documentales sobre el golpe militar de Pinochet. Otro de sus documentales importantes fue La faim dans le monde (El hambre en el mundo). Que además de su intensa labor de cineasta se dedique a la pintura y a la escultura, dice mucho de su talento creativo.

No pude resistir la tentación de hacerme con una obra de cada uno de ellos, un cuadro de Theo y una obra bajo vidrio de Fatiha, que ya tienen un lugar en casa. El pequeño cuadro de Fatiha representa una pareja, en vivos azules, haciendo el amor en un paisaje abierto que sugiere el desierto del norte africano. El de Theo muestra también una pareja desnuda, en tonos vivos, abrazada de cuclillas.  


Aunque lo veo con mayor frecuencia que a los amigos mencionados antes, quiero aprovechar para mencionar a mi yerno Michaël Neuman que acaba de publicar con el sello de Médicos sin Fronteras, donde trabaja, Agir a tout prix un libro de análisis crítico sobre la ayuda humanitaria en condiciones políticas que plantean dilemas éticos para las organizaciones que intervienen. Fue un trabajo largo de escritura y edición, junto a los colegas Claire Magone y Fabrice Weissman. La experiencia de Michaël y de mi hija Sybille, que trabaja en Médicos del Mundo (la organización hermana de Médicos sin Fronteras) en el trabajo humanitario es amplia, pues ambos han estado en varios países en situaciones de emergencia. Trabajaban a veces separados durante varios meses para atender emergencias el uno en Chechenia y la otra en El Salvador, y ambos en países africanos que vivían situaciones críticas de guerra, refugiados, etc. 



04 noviembre 2011

El lente de Keith John Richards


Keith John Richards es un investigador inglés que se ha interesado por el cine y la literatura de América Latina, y en particular de Bolivia, donde reside desde hace varios años. Keith enseñó en varias universidades, entre ellas la Universidad de Leeds (Inglaterra) y la Universidad de Richmond (Estados Unidos). Ahora lo hace en la Universidad Mayor de San Andrés. Lo imaginario mestizo: aislamiento y dislocación de la visión de Bolivia de Néstor Taboada Terán (1999), su primer libro publicado por Plural, que es la tesis doctoral que presentó en el King’s College de la Universidad de Londres. Además ha publicado artículos y capítulos en libros especializados.  

A fines de mayo del 2009 conocí a Keith en La Paz, durante una visita que hice a Elizabeth Carrasco, encargada de documentación de la Cinemateca Boliviana, y en julio del mismo año Keith me escribió para preguntarme si podía escribir el prólogo de un libro que estaba terminando de escribir sobre el cine latinoamericano.

Hace unas semanas –dos años más tarde como suele suceder en temas de edición- recibí con satisfacción el libro Themes in Latin American Cinema – A Critical Survey (2011), publicado en North Carolina por la editorial McFarland. Confieso que a primera vista la foto de la portada me desconcertó, no solamente porque muestra a un militar en traje de campaña, sino porque el haber escogido la foto de una de las películas analizadas en el libro, de alguna manera reduce la riqueza que este encierra.

Cabeza de Vaca (México)
En 232 páginas, Richards analiza 19 largometrajes latinoamericanos y lo hace, según declara en su introducción, con una intención didáctica, pero su texto sobrepasa con creces ese objetivo. Su selección de películas es interesante sobre todo por inesperada, ya que ha evitado caer en lugares comunes, se ha concentrado en obras de los últimos 25 años y en realizadores mejor conocidos en sus países que internacionalmente (con algunas excepciones). Ello permite incluir países como Bolivia, Uruguay o Guatemala, no necesariamente conocidos por su cinematografía. Lo cual me lleva a recordar el trabajo que nos costó en los años 1970 (sin internet, sin email, sin bibliografía de referencia), a Guy Hennebelle y a mí, preparar el libro Les Cinémas d’Amérique Latine, la primera revisión exhaustiva de la cinematografía latinoamericana, país por país, sin dejar a ninguno al margen.

Caída al cielo (Bolivia)
Muchas de las películas seleccionadas son “invisibles” en salas de cine, aunque ahora gracias a las ediciones en DVD, son accesibles para consumo casero, al menos en Estados Unidos. Uno de los méritos de este libro, justamente, es llamar la atención sobre ellas.

Más interesante aún es la estructura que Richards le ha dado a su libro. Si bien las fichas de las películas seleccionadas contienen información útil y concisa sobre el contexto, el realizador, la historia que se narra, el lenguaje, etc., es en los estudios temáticos donde Keith Richards vuelca su capacidad de análisis. Para ello, ha agrupado las películas en siete secciones que tratan estos temas: “México precolombino”, “Sexualidad e identidad”, “El niño sabio”, “Roles y estereotipos femeninos”, “Crimen y corrupción”, “Fratricidio y neo-imperialismo: conflictos en el Siglo XX”, y “El poeta en la ciudad”. Bajo estos temas de estudios, nada convencionales, se agrupan tres películas mexicanas, dos bolivianas, dos brasileñas, dos argentinas, dos peruanas, una paraguaya, una chilena, una cubana, una uruguaya, una colombiana, una venezolana, una ecuatoriana y una guatemalteca.

El silencio de Neto (Guatemala)
En esas secciones explaya su conocimiento del cine, de la literatura, de la historia y de la sociedad latinoamericanas, de modo tal que sus apretadas referencias son vetas que permitirían seguir profundizando en cada uno de los temas. Cuando aludo a su “conocimiento”, me refiero justamente a su capacidad de procesar la información a través de una lectura propia del contexto político, social y cultural. Para ofrecer un texto que es fácil de leer y que puede servir para quienes se aproximan por primera vez a los temas tratados, el autor ha tenido que leer y procesar cientos de libros y de películas.

El cristal a través del cual mira Keith Richards es multifacético y refracta una gran riqueza de colores, porque es el cristal de la diversidad cultural, una entidad en permanente proceso de transformación e intercambios, que es precisamente lo que hace que la cultura viva y se enriquezca. Así puede abordar la complejidad cultural de tantas culturas, grandes y pequeñas, que comparten un  mismo espacio físico, no siempre en armonía.

En la puta vida (Uruguay)
El libro de Richards respira frescura y cierta espontaneidad, a pesar del rigor del investigador que se aproxima sin embargo a cada tema con el espíritu abierto al descubrimiento y al aprendizaje.  En eso se diferencia de muchas investigaciones académicas cuyo punto de partida es una camisa de fuerza: una hipótesis que se trata de probar a toda costa. Y no es menos aleccionadora su manera de demoler los mitos superficiales y las caracterizaciones fáciles que sobre América Latina circulan en otras regiones, a través de agudas citas de escritores y cineastas que echan por tierra las miradas romantizadas, tropicalistas y paternalistas sobre nuestras culturas.

Esperemos que la edición en castellano del libro pueda circular pronto. No solamente los de habla inglesa tienen que aprender sobre nuestro cine latinoamericano, sino nosotros mismos.