22 mayo 2008

Segunda edición

Hace cinco años, en marzo 2003, la UNESCO publicó el libro Approaches to Development: Studies on Communication for Development, compilado por Jan Servaes, con capítulos de Pradip Thomas, Rico Lie, Sujatha Sosale, Royal Colle, Nico Carpentier, Thomas Tufte, Robert Huesca, Georgios Terzis y Alfonso Gumucio Dagron, entre otros.

Una vez más, se trataba de dar a conocer el paradigma de la comunicación para el desarrollo dentro y fuera de las agencias de las Naciones Unidas, y establecer las diferencias con el pensamiento dominante en las instituciones de Estados Unidos, más proclives a las teorías del mercadeo social y del cambio de comportamiento.

El libro incluye enfoques sobre la comunicación que toman en cuenta los derechos humanos, las perspectivas culturales, los procesos de participación, la importancia de lo local en la globalización, varios textos sobre políticas y estrategias, así como algunos ejemplos, además de una extensa y muy útil bibliografía especializada.

Lamentablemente la edición circuló poco, porque se hizo al margen de las publicaciones oficiales de UNESCO. Fue una edición artesanal, mal hecha, mal diseñada, mal paginada, y plagada de erratas. Una vergüenza si se compara a la calidad que suelen tener los libros de UNESCO, sin duda la agencia de las Naciones Unidas que publica mejores ediciones.

Sin embargo, como su contenido era y es importante, Jan Servaes se empeñó en sacar una nueva edición este año (2008), en la prestigiosa editorial SAGE (India), bajo el título Communication for Development and Social Change. Los autores revisamos los textos para actualizarlos, pero básicamente es el mismo libro, con excepción de una sección nueva sobre las campañas de VIH/SIDA y otra sobre medios comunitarios y solución de conflictos. En el libro figura nuevamente un capítulo mío: “Vertical Minds versus Horizontal Cultures. An Overview of Participatory Processes and Experiences”.


16 mayo 2008

Ecos de Eko

Mi amigo Eko me alegra la vida con sus sorpresas. Esta semana me hizo llegar una página de su agenda donde ha dibujado a su personaje favorito, en la fecha correspondiente al 11 de mayo. Denisse, hermosa, sensual, desnuda por supuesto, caminando por la agenda como por su casa, y la verdad, su casa es donde está la pluma de Eko

Vengo siguiendo la pista de Eko (Héctor de la Garza) desde hace muchos años, bastante antes de conocerlo personalmente. Conservo como un tesoro los dibujos de Denisse que solía recortar del fenecido diario mexicano Uno Mas Uno cuando vivía allá, y también guardo celosamente las primeras ediciones que él ilustraba de la Agenda Erótica Femenina producida con tanto amor y compromiso por Olivia Ortiz Ramírez.

También atesoro la colección de separadores de libros que publicó en Minimalia, Ediciones del Ermitaño, una joyita que mezcla poesía con sugerentes dibujos. Estos dos que pongo como señuelos, ilustran versos de José Emilio Pacheco y de St. John Perse.

Cuando finalmente nos conocimos, Eko me mostró en su casa de Coyoacán la pared donde tenía planeado dibujar una Denisse desnuda, tamaño natural, para que lo acompañara todos los días. ¿Lo hizo? No lo sé, siempre me olvido preguntarle.

Nuestra relación episódica está marcada por esos dibujos que aterrizan en mi casillero cada cierto tiempo. Al hacer clic para abrir una nueva viñeta sé de antemano que me espera una agradable sorpresa.

A veces, un par de líneas acompañan los dibujos: “21 Junio 2007 - Alfonso, con el cariño de siempre, te envío una Denisse que en lugar de acercarte a los bajos instintos que tanto daño le han hecho al arte, elevarán tu sensibilidad a las alturas propias del espíritu arrepentido (como el nuestro).”

O este otro: “17 febrero 2008 Queridísimo Alfonso, así me imagino a la musa de ustedes, los poetas”.

En la primera semana de mayo, justo cuando yo publicaba mi nota sobre Escher, Eko me envió este dibujo muy diferente a los anteriores, precisamente un homenaje al grabador holandés (y también a von Bayros), una simetría perfecta reproducida hasta el infinito. Este no es sino un pedacito…

No es el único homenaje a grandes artistas. Naturalmente, el erotismo de la obra de Balthus ha encontrado eco en Eko, valga la redundancia, como muestra este sugerente dibujo que ilustró un artículo de Avelina Lésper.

El gran Goya es otro de los artistas universales que estimula la plumilla de Eko, como se puede ver en esta variación sobre un grabado de la serie “Los desastres de la guerra”.

Eko es un entusiasta provocador y anda desafiando a las buenas conciencias. No las deja tranquilas.

O acaso no está precioso este dibujo que hizo para anunciar un programa donde lo entrevistaron: “¿Cómo cojen los mexicanos?”

Y ahora, como en una novela de suspenso por entregas, acaba de anunciarme: Alfonso, la casualidad es el nombre del destino. El miércoles o jueves, fuerzas más allá de nuestra terrena voluntad pondrán en tus manos algo inesperado”.

08 mayo 2008

El mundo de Escher

La obra de Maurits Cornelis Escher (1898-1972) o simplemente Escher, la conocemos todos. Es imposible no haberse topado con ella en la vida. Las estructuras imposibles de Escher, las escaleras que suben pero bajan simultáneamente, las ilusiones ópticas, los grabados con propuestas simétricas perfectas, los acertijos visuales que desarrolló a lo largo de su carrera artística, son una referencia original, única, diferente.

Por ello, cuando visité hace poco el museo que un par de años atrás se abrió en el Palacio Het en La Haya, me sentí recompensado. Casi toda la obra de Escher en un solo lugar. Claro, esto no es tan difícil, ya que aparte de los cerca de dos mil dibujos y bocetos, y algunos proyectos especiales, lo más representativo de la obra de Escher está conformada por 448 grabados.

Pocos como él han llevado el arte del grabado a ese grado de perfección. Sus grabados en madera y sus litografías son sencillamente extraordinarias por su pericia técnica, que le permite al artista representar incluso superficies de objetos translúcidos, charcos de agua, espejos o bolas de cristal. Pero lo más cautivante en esa extensa obra es, además de la pericia técnica, el vuelo de la imaginación, la capacidad de proyectar los sueños y de proyectar cálculos matemáticos en forma de bellas composiciones de arte.

Escher empezó su actividad como grabador interpretando la naturaleza y los paisajes urbanos. Le interesaban las estructuras con profundidad, desde la geometría de una palmera, la intricada trama de una hoja con una gota de agua o la delicada estructura de una flor diente de león (blowball), hasta la arquitectura monumental y los paisajes escarpados de Italia. Fue efectivamente en Italia donde encontró inspiración en los primeros años aventureros, dibujando y grabando las torres de San Gimignano, el paisaje urbano de Amalfi o Calabria.

En una segunda etapa muestra fascinación por la geometría y sobre todo la simetría. En La Alambra de Granada lamenta que el islamismo no haya incorporado en su arte figuras humanas. El lo hace en sus simetrías, y a partir de ellas se lanza a sí mismo un mayor desafío: las metamorfosis. Desde 1938 afirma que quiere expresar su creatividad y su imaginación. Sus grabados alzan vuelo como las aves que sobrevuelan ese paisaje a la vez diurno y nocturno.

Y luego, la etapa más lúdica pero a la vez profundamente científica de su arte: las ilusiones ópticas, las transparencias, las escaleras infinitas, los espejos. El mundo de Escher nos envuelve porque nos proyecta a una dimensión fantástica.

02 mayo 2008

Mayo 68, 40 años después

Sous les paves, la plage”…. O sea, debajo de los adoquines está la playa. Nada define mejor la revuelta de estudiantes parisinos en mayo de 1968 que este grafiti que expresó un anhelo colectivo: descubrir la libertad debajo de los moldes estrechos en que vegetaba la sociedad francesa. Ya lo había sentenciado pocas semanas antes (el 15 de marzo) el columnista de Le Monde, Pierre Viansson-Ponté: “La France s’ennuie”… Francia se aburre… porque la mediocridad de la vida cotidiana la había convertido en una sociedad sin sueños, estancada en glorias pasadas que no tenían ni brillo ni vigencia. Apáticos, indolentes y cerrados sobre sí mismos, los franceses necesitaban un buen sacudón.

Los estudiantes no hicieron la revolución, pero montaron el escenario de un acto de comunicación estrepitoso, capaz de sacudir la conciencia de una generación, mi generación. Yo no viví en Paris durante mayo de 1968, sino en Bolivia, donde acabábamos de perder al Ché. Podría explicarse la revuelta de estudiantes sin el sacrificio del Ché? Probablemente no.

Cuando llegué a Paris en 1972, medio exiliado de Bánzer, el aroma de la playa seguía impregnando los muros. Los grafiti habían sido borrados, los afiches artesanales, hechos en serigrafía, eran ya objeto de colección (tengo uno, de hecho), pero lo que no habían podido borrar era el espíritu de cambio. La vida había cambiado para una generación que abrazaba las grandes causas de libertad y los valores humanos esenciales. Tuve la suerte de vivir ese ambiente mientras estudiaba en las universidades de Nanterre y de Vincennes. De la primera habían salido los soñadores revoltosos, y la segunda había sido creada para concentrarlos en las afueras de París.

Para quienes tuvimos el privilegio estar allí en esos años, este aniversario es importante. Somos 40 años más viejos, pero quizás no tan viejos gracias, precisamente, a mayo de 1968.