28 noviembre 2007

DDS – Proceso de cambio social

A 100 kilómetros de Hyderabad, en el pueblito de Pastapur, está la sede de Deccan Development Society (DDS) uno de los proyectos de participación comunitaria más interesantes de la India. Quizás la palabra “proyecto” es muy restringida, incluso peyorativa para referirse a un proceso de cambio social que empezó en 1983, hace casi 25 años, por iniciativa de P.V. Satheesh, un ex productor de televisión que un buen día decidió que quería hacer algo que realmente sirviera a los más pobres, a los marginados.

Desde entonces su trabajo de hormiga ha dado frutos importantes en el marco de los objetivos que se fijó este proceso desde su inicio: lograr la autonomía de las comunidades locales en siete aspectos fundamentales que incluyen la producción alimentaria, la agricultura, las semillas, el manejo de recursos naturales, el mercado, la salud y la comunicación.

Tuve el privilegio de ser invitado por P.V. Satheesh a visitar las actividades de la organización a principios de noviembre. Fui con mi colega Vasuki, profesor de cine en la Universidad de Hyderabad. Naturalmente, solamente pude ver un poco, pues el programa abarca cuatro mandals (como cantones) en el distrito de Medak: Zaheerabad, Raikode, Jharasangam y Nyalkal. Yo me interesé sobre todo en las actividades de comunicación, que comentaré en una próxima nota., pero también estuve en los campos de cultivo, donde no se utilizan fertilizantes químicos, en el banco de semillas, que las comunidades atesoran como si adentro hubiera lingotes de oro, y pude conocer el “Café Etnico”, un restaurante donde solamente se sirven alimentos orgánicos.

La visión que tiene DDS es de fortalecer los grupos locales para consolidarlos como “órganos vibrantes de gobernabilidad local” y asociarlos de manera que puedan ejercer presión a favor de las mujeres, los pobres y los dalits (antes llamados “intocables”, la casta más baja). En un país gigantesco como la India, donde las diferencias entre ricos y pobres son abismales, estos procesos de participación en las comunidades más empobrecidas son estimulantes.

22 noviembre 2007

Otras Voces

Durante el Simposio CMS Symbols al que asistí en Hyderabad, se presentó el libro recién editado Other Voices: the Struggle for Community Radio in India (Otras Voces: la lucha por la radio comunitaria en India), de Vinod Pavarala y Kanchan K. Malik. Vinod, a quien conocí hace dos años en Bangalore, es el Decano de la Facultad de Bellas Artes y Comunicación en la Universidad de Hyderabad, y Kanchan es doctorada de esa misma facultad.

El desafío para ambos era abordar el tema de la radio comunitaria en India, cuando en la realidad todavía no existe ni una sola. Es realmente una paradoja contar con un libro de 320 páginas sobre el tema, antes de que se produzca la eclosión de radios comunitarias. Pero ese es realmente el valor de esta obra, pues se adelanta a los hechos, y lo hace de manera crítica.

A fines del 2006, cuando nos encontrábamos en Amman, Jordania, en la clausura de la Asamblea General de AMARC (Asociación Mundial de Radios Comunitarias), llegó la grata noticia de que el gobierno indio (y no “hindú” como escriben algunos periodistas ignaros) acababa de aprobar la Legislación para Radios Comunitarias. Esto significaba mucho para el movimiento mundial, ya que si India es capaz de hacerlo, su influencia en todo el Asia sería determinante. Como se sabe, Asia ha sido la región más lenta en el desarrollo de radios comunitarias, debido a los regímenes autoritarios y a una cierta pasividad de las poblaciones a la hora de desafiar a la autoridad.

Al alborozo inicial se sumó algo de decepción, ya que la legislación aprobada, como analiza muy bien este libro, tiene muchos bemoles: las radios no pueden transmitir noticias, el tiempo de publicidad comercial está limitado a cinco minutos por hora, y sobre todo, no existe una clara distinción entre radios comunitarias y otros modelos como las radios de los campus universitarios, que son en realidad emisoras institucionales.

De cualquier modo, la legislación es un avance perfectible, y abre las puertas para que las radios comunitarias florezcan en India por miles durante los próximos años, dadas las dimensiones de ese país. Ya hay varias, como Radio Sangan en Pastapur (a la que me referiré la próxima semana), que están listas para emitir, en cuanto se les otorgue la licencia.

Este libro es indispensable en ese contexto, porque aborda el papel de la radio en la sociedad civil y en el desarrollo, con énfasis en la comunicación participativa, y en el fortalecimiento de las dimensiones comunitarias, culturales y de género.

17 noviembre 2007

CMS Symbols

Así se llama el simposio al que asistí a principios de mes en Hyderabad, India, organizado por el Centre for Media Studies (CMS) y la Universidad de Hyderabad, y más precisamente por PN Vasanti Directora de CMS y Vinod Pavarala, Decano de Sarojini Naidu School of Performing Arts, Fine Arts & Communication en la Universidad de Hyderabad. El campus universitario de Hyderabad es el más grande de la India en extensión, una verdadera ciudadela que hay que recorrer en auto.

La figura que aparece en el logo del simposio es un rangoli, un dibujo auspicioso de esos que las mujeres pintan en el pórtico de sus casas muy temprano en la mañana. En este caso, el símbolo creado por CMS alude a lo individual y lo colectivo en la comunicación.

La reunión convocó a académicos de 11 países, incluyendo Sri Lanka, Nepal, Filipinas, Afganistán, Bangladesh, Singapur, Pakistán, Australia, Reino Unido, y Estados Unidos. Fui el único de América Latina, y tuvieron la deferencia de pedirme que hiciera la presentación de apertura del evento en la sesión inaugural, lo que en inglés se llama “key note address”. Mi intervención titulada “Jugando con Fuego: la comunicación participativa”, se refirió a los desafíos políticos que se presentan para que las grandes organizaciones para el desarrollo adopten estrategias de comunicación para el cambio social, en lugar de destinar sus recursos para publicitarse y mejorar su imagen.

Al día siguiente me tocó dirigir un taller para 25 personas, sobre la comunicación para el cambio social, su evolución histórica, donde hice hincapié en las diferencias conceptuales entre información y comunicación, periodistas y comunicadores, acceso y participación, etc.

El evento fue una oportunidad única para establecer mejores vínculos sur-sur con varios países asiáticos, pero sobre todo con India, que estaba representada por la mejor gente de la comunicación para el desarrollo.

13 noviembre 2007

Cinemateca Bis

Un amigo y colega cineasta, Alfredo “Bis” Ovando, me hizo llegar un mensaje sobre la inauguración de la nueva Cinemateca Boliviana en La Paz, y al mismo tiempo una felicitación por mi cumpleaños, ya que ambas fechas casi coincidieron (por un día de diferencia). Quizás porque pasé ambos eventos solo, lejos de Bolivia y de mi casa (en India, para ser exactos), el mensaje de Bis Ovando me alegró. Comparto su entusiasmo por la Cinemateca y por ello me tomo la libertad de reproducir su mensaje:

Hola Moro, primero desearte felicidades por tu cumple. ¿Que cómo sé que es tu cumpleaños? Pues anteayer y ayer se habló mucho de ti. Primero leí en el periódico una remembranza tuya, y más tarde dos veces salió la noticia de tu cumple por la radio y en la noche también se habló de ti en la Cinemateca Boliviana.

Así que un día trascendental en la cinematografía boliviana va unido a tu cumple, doble felicidades.Y la verdad es que yo estoy feliz, muy feliz. El martes 30 en la noche se inauguró la nueva sede de la Cinemateca Boliviana, sí, por fin nuestra sede, la nueva sede de la Cinemateca Boliviana, por fin, después de tantos años. Y claro en los discursos de la noche Carlos Mesa te mencionó, como uno de los que empujó la idea de crear una Cinemateca que después de tres décadas nace nuevamente, nace con bríos, con una nueva dimensión.

En su estreno a su vez se estrenó Wara Wara, la película de la que tanto tú nos hablaste en el Taller de Cine y que nunca soñábamos ver, pués se hizo realidad y estrenó las nuevas proyectoras chinas de la Cinemateca con gran calidad. Las tres salas estaban exhibiendo simultáneamente esta película y luego brindamos por ella y ahí también te recordé.

Al día siguiente 31, se hizo una fiesta abierta a todo el público, la Cinemateca tomada!, sí las tres salas exhibiendo películas y videos, mientras arriba en el Café Restaurant grupos de rock tocaban, en el ingreso grupos de música de Italaque, voces a capela, teatro vivo en varios rincones, y más cine y video. Podías entra a una sala, a la otra, mezclarte con todas las artes y al cerrar la saya afroboliviana. Fue una de las noches más bellas, cuál si la hubiera soñado. Y todo tomado por la juventud que se apropió de la Cinemateca y la hizo suya como el más importante Centro Cultural de la ciudad.

Ahora el reto es mantener ese público, mantener el interés con proyecciones de calidad y alternativas y que sea el centro cultural vivo y permanente de La Paz. Sin duda alguna esta Cinemateca será un impulso notable al nuevo cine boliviano. Pantallas y producción, dos ítems que parece que por fin irán juntos.

Bueno Moro, espero que compartas mi felicidad por lo que nuevamente te reitero doblemente felicidades. Hasta pronto,

Bis

06 noviembre 2007

Un sueño colectivo

La Cinemateca Boliviana acaba de inaugurar, el 30 de octubre, su nuevo edificio en La Paz. Se cumple de ese modo un sueño colectivo de largo aliento, en el que mucha gente invirtió esfuerzos. Incluso los jóvenes lustrabotas de la ciudad participaron donando ladrillos para la construcción. Pero obviamente el gestor principal de ese esfuerzo, el dragón guardián de la Cinemateca desde su nacimiento, ha sido Pedro Susz, apoyado en todo momento por Carlos Mesa, Amalia de Gallardo, Norma Merlo y otros gestores que se fueron uniendo al tren en diferentes etapas, y que sumaron sus vagones cargados de energía al titánico esfuerzo.


Al cabo de diez años y 5 millones de dólares, la Cinemateca abre sus puertas. Es un bello edificio (obra de los arquitectos Cecilia Scholz y Juan Carlos Araníbar), en la esquina de la calle que lleva el nombre de Oscar Soria, el guionista del cine boliviano por excelencia. Oscar vivía pocos metros hacia abajo, allí lo visitábamos los amigos. Qué placer le hubiera dado ver este sueño hecho realidad.

En sus 6.500 metros de construcción, la nueva Cinemateca tiene tres salas totalmente equipadas, que llevan los nombres de Amalia de Gallardo, Oscar Soria y José María Velasco Maidana. Paradójicamente, el creador del cine boliviano, Velasco Maidana, tiene su nombre en la sala más pequeña, en lugar de la más grande. La propia cinemateca debería llamarse “Cinemateca Boliviana Velasco Maidana”. El edificio cuenta además con una biblioteca, una cafetería, galerías para exposiciones, tienda de videos, aulas didácticas, un sótano con parqueos y por supuesto las bóvedas para conservar el material fílmico.

Tantos años han pasado desde que a fines de los años sesenta publiqué en “Presencia” un artículo titulado “Necesidad de una Filmoteca”, que concluía con un párrafo dirigido al Alcalde de La Paz, Mario Mercado, para que tomara la iniciativa de crear el archivo cinematográfico. Pocos días después me llamó a su oficina, me dijo que lo estaba metiendo en un lío, y me preguntó qué se necesitaba para crear la cinemateca. Le dije que solamente la decisión, que luego se podía pedir donaciones de películas a embajadas y a los propios realizadores. Poco tiempo después, Mercado creó la Cinemateca mediante una ordenanza municipal. Es un gesto que debería reconocérsele.

01 noviembre 2007

Jimmy Zalles

Las malas noticias vuelan. Xavier Albó me ha confirmado que nuestro amigo Jimmy Zalles ya no está entre nosotros. Inmediatamente empieza a trabajar la memoria y se agolpan los recuerdos: Jimmy sacando a los guerrilleros de Teoponte, Jimmy párroco en Tiwanaku, Jimmy activista de derechos humanos, Jimmy en el asilo de la Embajada de México; Jimmy vendiendo libros puerta a puerta en el exilio; Jimmy especialista en medicina tradicional… Y sobre todo lo anterior, Jimmy bueno hasta la médula, honesto, íntegro, generoso; un hombre cuya vida estuvo dedicada a los demás.

Cuando Jimmy Zalles hizo la opción de salirse de cura para formar una familia, no abandonó de ningún modo los ideales cristianos de solidaridad y amor al prójimo que lo animaron precisamente a hacerse cura.

Recuerdo una anécdota, entre las muchas. Cuando estábamos asilados en la Embajada de México en La Paz, luego del golpe de García Meza, me enseñó a doblar billetes de una manera que quedaban reducidos a un pequeño y compacto rectángulo, que podía esconderse fácilmente en la ropa. Yo escondí seis billetes de 100 US$ en la costura de mi pantalón la noche que decidí abandonar el asilo mexicano y escapar por la frontera hacia el Perú, a principios de octubre de 1980.

Jimmy era uno de los mayores expertos bolivianos en medicina tradicional. Escribió libros y folletos, mantuvo un consultorio en San Francisco (en La Paz), y fabricó medicinas caseras a base de plantas medicinales (en una ocasión me recetó una pomada de caléndula). Conocía perfectamente las propiedades de todas ellas, como el más ducho kallawaya.

A ratos, me parece que exageraba en su opción por la medicina natural, y en su rechazo por la medicina occidental. Quizás lo tendríamos todavía entre nosotros si hubiese equilibrado ambas con más flexibilidad.

Murió a los 71 años y dejó memorias y afectos regados en muchos amigos que lo quisimos. Su muerte fue repentina, a las 5 de la mañana, y no se la esperaba ni él ni nadie. Hace pocas semanas todavía intercambiamos algún email.

Aquí le rindo un pequeño tributo personal, y me valgo para ello de una caricatura que le hizo Ricardo Pérez Alcalá en México, y que Jimmy nunca llegó a ver.