30 junio 2012

Reflejos del cine comunitario


Daniel Diez, Manelo Gonzalez, Alfonso Gumucio
Estuve unos días en La Habana, a fines de mayo, para entregar a la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano el informe de la investigación sobre el audiovisual comunitario en América Latina y el Caribe, que he coordinado desde julio 2011, un trabajo que realicé con la colaboración de varios investigadores de la región. Cada uno de ellos cubrió varios países, de manera que no fue una tarea sencilla la que tuvieron: Horacio Campodónico asumió la responsabilidad de Argentina, Paraguay y Uruguay; Cecilia Quiroga se ocupó de Bolivia, Chile y Perú; Pocho Álvarez condujo el trabajo de investigación correspondiente a Colombia, Ecuador y Venezuela; Idania Licea y Jesús Guanche se concentraron en Cuba y la subregión caribeña; Irma Ávila Pietrasanta abordó México y Centroamérica, y finalmente Vincent Carelli tuvo a su cargo Brasil, con apoyo de Janaina Rocha.


Herman Van Hoof, Alicia González, Alquimia Peña y Omar González
Luego de casi un año de trabajo, presenté en la sede de la Fundación los resultados de este proyecto innovador que contó con el apoyo del  Fondo para la Diversidad Cultural de la Unesco, del Observatorio del Cine y el Audiovisual Latinoamericano (OCAL-FNCL) que coordina Octavio Getino, y de la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe de la Unesco con sede en La Habana. 
En la reunión participaron Herman Van Hoof, director regional de cultura de la Unesco; Alicia González, secretaria permanente de la Comisión Cubana de la Unesco; Ismael González (Manelo), coordinador regional del Alba Cultural; Omar González y Susana Molina, presidente y vicepresidenta, respectivamente del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC); representantes del Ministerio de Cultura y otros colegas. 

Una nota sobre esa presentación se publicó en el Portal del Cine y el Audiovisual Latinoamericano y Caribeño, cuyo boletín semanal es una mina de oro sobre el cine de la región. Admiro la calidad del boletín y la abundancia de información que comparte con sus suscriptores, y más aún el esfuerzo que significa prepararlo, conociendo la precariedad de las conexiones de internet en Cuba. Debería suscribirse al boletín todo cineasta latinoamericano y toda persona que se interesa en el cine de nuestra región.

Quinta Santa Bárbara, La Habana
Durante mi estadía en la Quinta Santa Bárbara me reuní también con la editora de texto, Yaima Ferrándiz, y con la encargada del diseño y diagramación, Yodanis Mayol; con ambas acordamos tener el libro listo para la imprenta a finales de julio, de manera que pueda ser impreso durante el mes de agosto en Venezuela, en el marco de un convenio con el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC). El objetivo es que el libro pueda estar listo en un par de meses para ser presentado durante el Festival de Cine Latinoamericano y Caribeño, en Margarita, Venezuela, a fines de octubre. 

No ha sido sencillo investigar sobre el cine y audiovisual comunitario en América Latina y El Caribe, de por sí invisible, tan invisible como las propias comunidades que representa. Si el propio cine latinoamericano de autor enfrenta serios problemas para llegar a las pantallas de la región, más aún aquel que resulta de procesos de participación colectiva.

Durante el proceso de desarrollo del proyecto, el planteamiento inicial fue enriquecido en varios aspectos, a pesar de los limitados recursos disponibles. Se incrementó de 6 a 14 el número de países que serían cubiertos por la investigación, sin por ello incrementar el número de investigadores ni el costo del proyecto. Al final, se identificaron 55 experiencias de audiovisual comunitario, algunas de capacitación, otras de producción y otras de difusión, aunque esas fronteras son difíciles de dibujar, porque los procesos participativos que fueron seleccionados participan al mismo tiempo de todas esas actividades.

Cineasta Wayuu, Venezuela
En tanto que arte e industria, el cine latinoamericano sufre cada vez más una situación de indefensión de cara al cine comercial que se promueve desde los grandes centros mundiales de producción y distribución. La desventaja del cine latinoamericano en cuanto a su presencia en las pantallas es obvia, más aún aquel que proviene de países considerados menores en términos de su industria cinematográfica. El segundo filtro es el que separa el cine de ficción del cine documental, en detrimento de este último. Y el tercero, aquel que discrimina al cortometraje y a toda película de una duración que no se adapte a las normas de las salas de cine comerciales. Lo anterior tiene que ver, por supuesto, con una estructura que privilegia —desde la inexistencia de marcos legales hasta la exhibición, pasando por el papel del Estado y la distribución— a un cine de largometraje de ficción y con vocación comercial. 

Si pasamos revista de los filtros y discriminaciones antes mencionados, el cine comunitario en América Latina y el Caribe padece de todos ellos y de otro más: al ser un cine hecho por cineastas no profesionales, sobre temáticas que interesan a grupos y comunidades específicas, está también en desventaja frente al cine de autor. Por todas estas razones (o sinrazones) el cine comunitario ha sido poco conocido y poco estudiado. Ha sufrido la misma discriminación y marginación que aquellas comunidades que lo ejercen con la voluntad de expresar su realidad. 

El cine y audiovisual comunitario es expresión de comunicación, expresión artística y expresión política. Nace en la mayoría de los casos de la necesidad de comunicar sin intermediarios, de hacerlo en un lenguaje propio que no ha sido predeterminado por otros ya existentes, y pretende cumplir en la sociedad la función de representar políticamente a colectividades marginadas, poco representadas o ignoradas. Este es un cine que tiene como eje el derecho a la comunicación. Su referente principal no es el cine y la industria cinematográficas, sino la comunicación como reivindicación de los excluidos y silenciados. 

Es espíritu que anima estas iniciativas de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano (FNCL) se inspira en tantos creadores latinoamericanos del cine y de la literatura como su presidente, Gabriel García Márquez que han sabido soñar un cine latinoamericano tan independiente como innovador, tan bello como comprometido con la realidad social de la región. Esto trae a colación las palabras de Fernando Birri: “Para que el lugar de la utopía, que, por definición, está ‘en ninguna parte’, esté en alguna parte…” que quedaron grabadas el 15 de diciembre de 1986, en el Acta de Nacimiento de la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) en San Antonio de los Baños. 

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Me gusta que las películas tengan un principio, un medio y un final.
Pero no necesariamente en ese orden.   —Jean Luc Godard

25 junio 2012

Barricada TV


Entrar a Barricada TV es en sí misma una experiencia estimulante. La puerta que se abre sobre la calle Querandíes 4290, en Buenos Aires, luce cuatro paneles murales que algún talentoso artista pintó para representar la cultura, el trabajo, la resistencia y la educación, a través de personajes masculinos y femeninos que portan una guitarra, un mazo o un libro. 

La entrada al edificio está debajo del rótulo de letras rojas y fondo de cielo que dice “Resistencia”, lo cual tiene un valor simbólico enorme, porque las instalaciones de Barricada TV están en IMPA (Industrias Metalúrgicas y Plásticas de Argentina), la primera fábrica recuperada en 1998 por los obreros de acuerdo a la consigna “fábrica cerrada, fábrica tomada”, que lanzaron los trabajadores argentinos frente al descalabro económico de la década menemista. 


Horacio Campodónico,  Natalia Vinelli, en Barricada TV
Pero IMPA no es solamente una fábrica que produce aluminio y plástico, es también un centro cultural, y eso se respira mientras uno sube los peldaños que llevan al cuarto piso del edificio, donde funciona no solamente Barricada TV, sino también Subte Radio, emisora comunitaria. 

Al llegar al último piso, un espacio amplio, silencioso y vacío contrasta con los pisos inferiores, llenos de maquinaria pesada y actividad. Un umbral de luz en un extremo indica que ya hemos llegado, y al franquearlo uno ingresa en el espacio de Barricada TV, tres ambientes llenos de color y actividad, donde nos recibe el colectivo que administra, día a día, el canal comunitario.

El canal, que comenzó sus transmisiones regulares el año 2009, está a cargo de trabajadores del Correo Argentino, profesores universitarios y de secundaria, obreros de fábricas recuperadas y empleados de comercio, además de estudiantes universitarios y de los bachilleratos populares. El grupo más activo está conformado por unas 15 personas que participan del proyecto político y comunicacional.

Una de ellas es Natalia Vinelli, activista y docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA), quien combina su militancia cotidiana y permanente en Barricada TV, con su trabajo académico y de investigación. Natalia ha publicado varios libros, entre ellos Comunicación y televisión popular – Escenarios actuales, problemas y potencialidades, en el que reúne textos de análisis de varios colaboradores sobre las experiencias de políticas públicas y de comunicación participativa y alternativa en países latinoamericanos. Son especialmente importantes en el libro las consideraciones sobre la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual de Argentina, aprobada en 2011 luego de un largo proceso participativo que se gestó por iniciativa de la Coalición por una Radiodifusión Democrática, y que logró crear consenso en torno a “21 puntos por una radiodifusión democrática”. Otros capítulos del libro se refieren a experiencias en Chile, Brasil y Cuba, además de textos sobre la naturaleza, vocación y desafíos de las televisión comunitaria, tema sobre el que yo mismo escribí algo años atrás.

Los amigos de Barricada TV tienen muy clara su opción política y comunicativa: “No somos artistas ni tampoco nuestro objetivo es estético, ante todo somos militantes políticos y sociales que decidimos realizar videos como una herramienta más para la organización en pos del cambio”, afirman en uno de sus primeros documentos.

En su página web subrayan el carácter militante de la iniciativa: “Barricada TV no se trata simplemente de un medio de comunicación: la comunicación (y la cultura en general) es escenario de la lucha de clases y, como otros frentes de lucha, requiere el desarrollo de una política que permita trastocar las relaciones de poder dominantes para instalar relaciones sociales nuevas, solidarias, igualitarias en una perspectiva antiimperialista, latinoamericana, anticapitalista, socialista. Pensar la comunicación como estratégica para la construcción de poder popular implica pensar la comunicación popular como espacio arrebatado a la hegemonía.”

“La contrainformación, desde nuestra perspectiva, no debe estar desligada de la intervención política en una coyuntura en particular. De ahí que buscamos aportar a construir un discurso contrahegemónico, desnudar la desinformación de los grandes medios, movilizar, debatir, pensar y cuestionar nuestra propia manera de funcionar y fundamentalmente ganar compañeros para la lucha. El trabajo que realizamos no termina en el último corte de edición sino que se complementa en la circulación del material y en el encuentro de éste con el público hacía el cual queremos dirigirnos”, afirman en otro documento.

La programación de Barricada TV incluye noticieros populares o video-informes, de los que se han producido más de 300 desde 2009. Paulatinamente se han incorporado programas de economía política, deportes, música, fábricas recuperadas, crítica literaria y ensayo, y uno de cocina que adopta la perspectiva de la soberanía alimentaria. Entre los temas están: contra-información y contracultura, derechos humanos, patria grande, medio oriente, poder popular, lucha territorial, soberanía y medioambiente, educación, y pueblos originarios.

La difusión abierta permite a Barricada TV (“todas las noticias que en la tele no ves”) cubre un radio de siete kilómetros desde el barrio de Almagro; además están las transmisión en vivo por internet, cuyo alcance es difícil de cuantificar. Ocasionalmente el grupo realiza proyecciones en la calle, estaciones de tren y plazas públicas, interviniendo así en conflictos sociales en curso. El canal se sostiene con aportes voluntarios de los miembros del colectivo y colaboraciones en dinero o equipos de algunas organizaciones sociales, pero la falta de financiamiento es uno de los problemas más serios que enfrenta.  

Conocí esta experiencia gracias a Horacio Campodónico, que la incluyó en su selección de iniciativas audiovisuales comunitarias, como parte de la investigación que me ha tocado coordinar para la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano (FNCL). Horacio y otros seis investigadores produjeron sendos capítulos que cubren la mayor parte de los países de la región.

Vecinos de Barricada TV son los activistas de Subte Radio 101.7 FM, organizados en torno a una propuesta comunicacional que ofrece música, entretenimiento y reflexión a los trabajadores de las líneas de metro subterráneo de Buenos Aires… Una sencilla cabina de grabación y transmisión, y el trabajo voluntario de varios activistas, permite transmitir de lunes a viernes en horarios de la tarde, hasta la media noche. La radio acompaña a los conductores de trenes, a los mecánicos, a sus familias, y a cualquier ciudadano que se identifique con ellos. 

De todas estas experiencias uno aprende mucho. Sobre todo, cuando uno encuentra grupos de personas comprometidas con causas justas, que no esperan condiciones ideales para actuar, sino que actúan colectivamente para conquistar espacios en la llamada esfera pública. 

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La política es más peligrosa que la guerra,
porque en la guerra sólo se muere una vez.

—Winston Churchill   

19 junio 2012

En las páginas de Chasqui



La Revista Latinoamericana de Comunicación, Chasqui, que publica el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (Ciespal), con sede en Quito, se ha dado a la tarea en años recientes, de destacar a algunas personalidades de América Latina pioneras en el pensamiento sobre comunicación. Ha dedicado por ello algunos números de la revista a Jesús Martín Barbero (#102), a Luis Ramiro Beltrán (#105), a José Marques de Melo (#104), a Armand y Michelle Mattelart (#110), y a Néstor García Canclini (#106), entre otros. 

Me sentí honrado por haber sido incluido entre estos amigos y colegas de tan imponentes aportes a la comunicación, cuando Ciespal decidió consagrar a mi trayectoria el número 116 de Chasqui, fechado en diciembre 2011. No me he referido antes a esta publicación que salió de imprenta con varios meses de retraso, porque solamente pude acceder a un ejemplar de la revista cuando me encontré con Fernando Checa, el director de Ciespal, en el congreso de ALAIC en Montevideo, a principios de mayo de 2012. 

Este número, probablemente el único de Chasqui que prescinde de ilustraciones y fotografías, incluye en su primera parte una larga entrevista que me hizo en Quito Alexandra Ayala Marín, Coordinadora del Área de Investigación de Ciespal. Tres colegas cuyo trabajo admiro, John Downing, Luis Ramiro Beltrán y José Márques de Melo, contribuyeron con artículos sobre mi pensamiento y obra en el campo de la comunicación, mientras que Amparo Cadavid y Raúl Teixidó se ocuparon de mi actividad en el cine y en la literatura, respectivamente. Todos estos textos están disponibles en línea, en la página web de la revista.

Al igual que los otros números de Chasqui, este no se limita al personaje principal, sino que aporta con otros textos de interés como los que escriben Armand Mattelat, Miguel Julio Rodríguez Villafañe, Fernando Checa, Ernesto Lamas, Valeria Bentancourt, y otros colaboradores; además de una entrevista a Michelle Mattelart sobre comunicación, interculturalidad y género; y otra a Valerio Fuenzalida sobre el proyecto de ley de comunicación en Ecuador. 

Chasqui es miembro de la Red Iberoamericana de Revistas de Comunicación y Cultura, integrada por nada menos que por 103 revistas de America Latina y España, que en su conjunto dan testimonio de la riqueza del pensamiento en nuestra región en el campo de la comunicación. Muchas de ellas son accesibles en línea, sin costo. La revista está también afiliada a la Red de Revistas Científicas de América Latina, El Caribe, España y Portugal en Ciencias Sociales y Humanidades (Redyalc), cuyo lema en su página web es: “la ciencia que no se ve no existe”. Esta red reúne a más de 830 revistas, de todas las ciencias sociales.  En su Consejo Editorial de la revista de Ciespal figuran colegas de conocida trayectoria en la comunicación de América Latina, como Rafael Roncagliolo (hoy  Ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno peruano), César Bolaño (presidente de ALAIC), Marcial Murciano, María Cristina Mata, Erick Torrico Villanueva, Gabriel Kaplún, Bruce Girard, entre otros. 


Lamentablemente, la página web de Chasqui opera con algunas limitaciones, y es materialmente imposible encontrar los números inmediatamente anteriores. Cuando uno presiona el enlace de los números anteriores correspondientes a la “segunda época”, la lista que se abre solamente incluye hasta el número 50 de la revista, que corresponde a enero de 1995… Algunos números, del 58 al 99 (junio 1997 a septiembre 2007) se pueden encontrar en la página web de Comunica, gracias a Bruce Girard, pero tampoco allí figura la colección completa de Chasqui y sobre todo, no aparecen los números recientes sobre Antonio Pasquali, Manuel Martín Serrano, Eliseo Verón, Germán Castro Caicedo y los mencionados anteriormente. Lo más práctico sería poner a disposición en PDF todos los números anteriores, pero esto no sucede, quién sabe cual sea la dificultad, pero no es de orden técnico. Es una pena, porque  la colección completa de Chasqui es una mina de información.

En la cultura de los Incas, el chasqui o el chaskij, era el mensajero de las autoridades, que llevaba y recogía mensajes de otras ciudades, y para hacerlo tenía que recorrer un sistema de postas que podía prolongarse a lo largo de centenares de kilómetros. Llevaba siempre un pututu para anunciar su llegada, unos quipus con mensajes, y a la espalda un k’epi para llevar encomiendas. Por esto que sabemos de nuestra historia andina es que la revista de Ciespal se llama de esa manera.

Desde su primer número en diciembre de 1972 la revista Chasqui ha sido la mensajera de las actividades sobre comunicación en América Latina, y una plataforma que ha permitido comunicarnos entre nosotros, y con todos los que trabajan en el ámbito de la investigación en comunicación. Ahora que va a cumplir 40 años de existencia, es el momento de desearle no solamente una larga vida, sino una vida de calidad, para que retome el liderazgo que alguna vez tuvo, y que perdió durante los años anteriores a la llegada de Fernando Checa a la dirección de Ciespal.  

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Mi misión es matar el tiempo y la de éste matarme a su vez.
Se está bien entre asesinos.      — Cioran


13 junio 2012

Cerruto centenario

Oscar Cerruto en La Paz,  1971
Este miércoles 13 de junio el poeta Oscar Cerruto habría cumplido 100 años, pero murió relativamente joven a los 68 años de edad, el 10 de abril de 1981. Dejó detrás una obra literaria sólida, meticulosa, escrita con el mayor esmero. Su novela Aluvión de fuego (1935) es de lo mejor que se ha publicado sobre la Guerra del Chaco, los cuentos de Cerco de penumbras (1958), son ejemplares, y qué decir de sus poemas, reunidos en Cifra de las rosas y siete cantares (1957), Patria de sal cautiva (1958), Estrella segregada (1975), Reverso de la transparencia (1975), y Cántico traspasado (1975).  

Me pregunto si Oscar hubiera publicado otras obras si viviera. Y me respondo que probablemente no, porque su actitud frente a la literatura era muy parecida a la de Juan Rulfo: ambos eran partidarios de escribir poco pero con excelencia. Juan Rulfo eliminó más de un centenar de páginas del original de Pedro Páramo, y otras después de publicarse la primera edición, y Oscar corrigió tanto su novela de juventud, Aluvión de fuego, que prácticamente escribió otra.

La principal razón por la que en vida de Oscar Cerruto no se publicó una nueva edición de Aluvión de fuego, es porque él no quiso. Me consta, porque cuando lo visité en su casa me mostró un ejemplar de la primera edición, donde no había página, ni párrafo, ni línea de la novela, que no hubiese cambiado. “Es otra novela”, me dijo para explicarme porqué no quería que se publicara.

La tapa "buena" de Cerco de Penumbras
Ese celo casi obsesivo de Oscar por cada palabra, cada verso, cada página de su obra era parte de su personalidad meticulosa en extremo. Tengo dos ejemplares de la primera edición de Cerco de penumbras, porque son testimonio de ese rasgo de personalidad de Oscar. La tapa de uno de los ejemplares es ligeramente diferente a la otra. La diferencia es mínima entre ambas: su nombre y el sello editorial en letras rojas, y el título en la mitad superior de la portada. La edición “mala”, en cambio, tenía solamente letras negras sobre el fondo . Pero a Oscar la primera tapa no le gustó, y pidió que se volviera a imprimir. El título estaba en la mitad inferior de la tapa, no aparecía el sello editorial, y el nombre estaba en letras negras.  Además, decía solamente “La Paz”, mientras que en la tapa “buena”, se lee “Ciudad de La Paz”.

Así de meticuloso era Oscar, y esos detalles me quedaron grabados. No era muy afecto a las fotos, y me costó convencerlo para que se dejara tomar algunas. Esa sesión tuvo lugar en su departamento. Me hizo esperar un buen rato en la sala mientras se acicalaba. La corbata, el traje, la camisa blanca y el peinado tenía que estar impecable. Así era él. Posó casi inexpresivo, un poco incómodo.  Disparé cinco veces, y una de esas fotos es la que se ha reproducido muchas veces, en muchos libros sobre él y sobre su obra. Es la misma fotografía que yo incluí el año 1990 en mi exposición “Retrato hablado”, acompañándola de un breve texto.

Alfonso Gumucio y Oscar Cerruto, en La Paz, 1967
La personalidad de Oscar era bastante hermética, y me precio de haber logrado que se abriera conmigo para hablar de sus ideas sobre la literatura. Fue siempre cordial y generoso, tanto que la primera vez que me recibió para una entrevista fue el año 1967, cuando yo era apenas un mozalbete que no había terminado la secundaria. Esa entrevista salió en la revista Vínculo que se publicaba en el Colegio St. Andrew’s. Yo fungía como secretario de redacción, apoyado en esa iniciativa por Carlos Coello y Oscar Rivera Rodas.

La entrevista fue la primera publicación que hice en un diario de circulación nacional, en el suplemento "Presencia Literaria" que dirigía Juan Quirós, con un dibujo muy bueno de Clovis Díaz.

Cerruto, por Clovis Díaz
Oscar era parco, no hablaba mucho de su obra y dosificaba sus anécdotas, aunque algunas de ellas lo enorgullecían, por ejemplo su encuentro con Albert Camus.

Nuestras conversaciones derivaron inevitablemente en un texto de mayor envergadura, que se publicó como capítulo de mi primer libro, Provocaciones (1977), donde reuní los testimonios literarios de 14 escritores bolivianos que yo frecuentaba: Oscar Cerruto, Augusto Céspedes, Pedro Shimose, Oscar Rivera Rodas, Renato Prada Oropeza, Jesús Lara, Mariano Baptista Gumucio, Humberto Guzmán Arze, Augusto Guzmán, Arturo von Vacano y Jaime Sáenz. Titulé el capítulo de Oscar Cerruto: “Precisión, aluvión de poesía”.

Durante años he querido ampliar esa aproximación y escribir un libro sobre Oscar, un testimonio biográfico construido con base a las conversaciones que sostuvimos, nuestros intercambios de correspondencia, y una veintena de entrevistas con personas allegadas a él, ya sea su familia más cercana o sus amistades literarias, con quienes solía reunirse regularmente en las sesiones de Prisma que facilitaba Monseñor Quirós.

Como suele suceder, el tiempo avanza más rápido que uno, porque el tiempo no se dispersa sino que se concentra en cada minuto y el que viene después. Y al tiempo no lo exilian, no tiene que buscar trabajo, ya lo tiene desde siempre y para siempre. Son explicaciones, no excusas, para expresar las razones que me han impedido hasta ahora publicar ese libro en el que he seguido trabajando con la esperanza de acabarlo este año.

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Poesía es la unión de dos palabras
que uno nunca supuso que pudieran juntarse,
y que forman algo así como un misterio.
— Federico García Lorca


06 junio 2012

Hablando de Antonio


Las notas de prensa ya han dicho de Antonio Peredo lo que era necesario decir sobre su vida pública: hermano mayor de “Inti” (Guido) y “Coco” (Roberto), dos aguerridos guerrilleros que lucharon junto al Ché Guevara, y de “Chato” (Oswaldo), líder de la guerrilla de Teoponte en 1970. Hombre de izquierda, primero del Partido Comunista, luego fundador y senador del MAS, Antonio fue candidato a la vicepresidencia junto a Evo Morales en las elecciones de 2002. Periodista y profesor en la universidad, autor de varios libros, centenares de artículos… Nació en 1936 y acaba de fallecer a sus 76 años de edad el sábado 2 de junio.

Todo eso ya está dicho, pero yo quiero recordar aquí algunas circunstancias que nos tocó vivir juntos, ya sea en el exilio en México y Nicaragua,  o en Bolivia.

Maria Martha, Hugo Fernandez y Antonio en Tacubaya, 1980
La primera imagen que viene a mi memoria se remonta a nuestra llegada a México en calidad de exiliados de la dictadura de García Meza, en 1980. Recuerdo un departamento nuevo y vacío en la Colonia Tacubaya, un barrio entonces y ahora marginal y por lo tanto más barato. No teníamos mucho: colchones sobre el piso (uno prestado por mi amigo "Guajo" Rebollar), y una sencilla mesa redonda para las comidas, donde nos sentábamos cuando llegaban de visita los amigos.

El exilio, ya se sabe, es empezar de nuevo. Todo lo que uno haya logrado en su vida anterior parece que no cuenta, ni la experiencia ni el prestigio. Así, en esa sencilla morada en Tacubaya, que las dos parejas compartimos durante unos meses, pasamos momentos difíciles. Un dato resume mi recuerdo de esa etapa: en el supermercado me parecía que el precio de un paquete de mantequilla era exorbitante, algo inalcanzable.

La siguiente imagen es anterior, en Bolivia. Fuimos colegas en el semanario Aquí y vivimos los avatares de la represión, por apoyar ese proyecto de periodismo independiente y combativo. La experiencia de publicar en el semanario Aquí –fundado el 17 de marzo de 1979- fue fundamental para todos los que en esa etapa crítica de la vida política de Bolivia, colaboramos con Luis Espinal. Escribíamos en el semanario Edgardo Vásquez, René Bascopé, Lupe Cajías, Coco Manto, Remberto Cárdenas, Gastón Lobatón,  Raúl Butrón, José Alcócer, mientras entre bastidores obraban Xavier Albó, Eric Wasseige, Amparo Carvajal, y otros de la asamblea. Antonio era el Jefe de Redacción, y luego fue director. Cuando los esbirros de García Meza y de Arce Gómez secuestraron, torturaron y asesinaron a Luis Espinal de manera tan salvaje, Bascopé asumió como director. Pero apenas cinco meses después, cuando vino el golpe del 17 de julio, Antonio Peredo, Bascopé, Coco Manto y yo tuvimos que asilarnos en la Embajada de México.

Luego de un par de meses en la residencia diplomática, por entonces a cargo del embajador Plutarco Albarrán, nos enteramos que el Ministerio del Interior tenía una lista de seis personas a las que pensaba “congelar” en la embajada. En esa lista estábamos Antonio Peredo, Cristina de Quiroga (acababan de asesinar a Marcelo), el dirigente fabril Luis López Altamirano, el diputado Alcides Alvarado y alguien más que no recuerdo en este momento. Nos pasaron el dato de que el coronel Luis Arce Gómez habría dicho “que se pudran, no les vamos a dar el salvoconducto para salir a México”.

El salvoconducto llegó finalmente, pero yo ya no estaba allí. Impaciente, decidí organizar mi salida clandestina por la frontera peruana y luego de unas semanas de avatares que no vienen a cuento ahora, volvimos a encontrarnos en México con Antonio y María Martha, para convivir en el departamento de Tacuyaba durante unos meses, hasta que Mauricio Antezana y Soledad Quiroga me dejaron el estudio que tenían en la avenida Félix Cuevas, en la Colonia del Valle.

Otro flash back alumbra la memoria. Después del asesinato de Espinal y poco antes del golpe militar de julio 1980, la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia, que por entonces presidía Julio Tumiri o Gregorio Iriarte, me encargó preparar un libro sobre la vida de Luis Espinal. Me metí durante varias semanas en los archivos de Lucho, en la casa de Miraflores, para reunir información y le pedí a Antonio Peredo que escribiera el capítulo sobre la actividad de Lucho en el periodismo. Xavier Albó escribió sobre Lucho sacerdote, Gregorio Iriarte sobre el asesinato, y yo sobre su actividad como cineasta (que años más tarde amplié en el libro Luis Espinal y el cine). También entrevisté a Antonio para una película documental que comencé a filmar, y que quedó interrumpida por el golpe.

Luis Espinal, en el corazón del pueblo de Bolivia
El libro que coordiné en un tiempo record se publicó en Lima en 1981, con el título Luis Espinal, el grito de un pueblo. Por razones de seguridad salió sin los nombres de los autores, pero para la historia debe quedar establecido que el capítulo sobre la labor de Luis como periodista lo escribió Antonio Peredo. Una segunda edición se publicó en España, en 1982, con el título Lucho Espinal, testigo de nuestra América. Nunca vi siquiera un ejemplar de esa edición.

México fue para Antonio y para mi la primera etapa del exilio. La segunda fue Nicaragua, donde ambos volvimos a coincidir para participar y disfrutar del proceso inicial de la revolución de los sandinistas. Antonio trabajaba como periodista en la Agencia Nueva Nicaragua, y yo en un proyecto de cine Súper 8 en la Central Sandinista de Trabajadores (CST). Comprometerse en los primeros años de ese proceso político innovador fue una experiencia privilegiada.

Con el regreso a la democracia volvimos a coincidir muchas veces en La Paz, ya sea en torno al semanario aquí o en otras actividades. Cuando era diputado y luego senador, nos citábamos en el “mentidero” (el Café de Club de La Paz, en la Avenida Camacho), para ponernos al día.

También nos volvimos a encontrar “virtualmente”, si se puede decir, en las páginas de Bolpress, donde algunos “ex” del semanario Aquí seguimos colaboramos de buena gana. Antonio publicó allí más de 150 artículos desde el 15 de mayo del 2003.

Durante los años más recientes, María Martha me hacía llegar regularmente, desde el correo miradass1@hotmail.com, los textos que escribía Antonio sobre la política boliviana e internacional. No recibí ninguno nuevo en las últimas semanas, pero no le di mayor importancia, pues no sabía que Antonio estaba enfermo.

En sus artículos pude seguir desde lejos el pensamiento de Antonio. Había algunos que eran más que opinión, por ejemplo aquella iniciativa de reconstruir la biblioteca del Ché. Antonio extrajo del diario del Ché una lista con 109 títulos, muchos de ellos leídos por el comandante guerrillero en Bolivia, entre noviembre de 1966 y septiembre de 1967. La lista incluye varios autores bolivianos. No sé si la iniciativa prosperó.

Antonio Peredo en la clausura del seminario sobre radio local, 2009
En alguno de esos mensajes me escribió un comentario: “Ciertamente los ’60 ya nos anunciaban estas plagas. ¿No se estarían preparando entonces, mientras nosotros soñábamos con la construcción de una nueva sociedad? Eso nos está diciendo que ésta, es parte de aquella guerra total contra el sistema.” En otro, de marzo 2009, me agradece una nota de solidaridad que le envié cuando fue víctima de las intrigas palaciegas de Alvarito, el Robespierre de Alasitas que funge de vicepresidente.  
A fines del 2009, cuando Antonio era todavía senador del MAS, lo invité a la clausura del seminario internacional sobre Políticas y Legislación para la Radio Local en América Latina. Era un seminario importante, porque quienes lo organizamos (Karina Herrera, Erick Torrico, José Luis Aguirre, Cecilia Quiroga y este servidor) pretendíamos proporcionar insumos para que el Estado pudiera avanzar en el diseño de una ley general de comunicación. El esfuerzo que realizamos no mereció la atención del gobierno del MAS, cuyos representantes no se dignaron asistir.  En cambio sí lo hizo Antonio, que estuvo el día de la clausura.

TIPNIS,  OpArt de Kathiana Cardona
Compartíamos una perspectiva similar sobre la necesidad de una ley de comunicación en Bolivia, y nuestras opiniones sobre la prensa nacional y el ejercicio del periodismo era coincidentes: “La libertad de prensa es una atribución, un derecho y una obligación de los pe­riodistas, no de las empresas, porque las empresas están para ganar plata y lo mismo les da tener una fábrica de pin­turas o un canal de televisión”, dijo en una entrevista publicada en Nueva Crónica.

A pesar de su militancia partidista, Antonio tenía la virtud de decir las cosas con honestidad, y no dudaba en ser crítico del MAS si era necesario. Por ejemplo, cuando dirigentes de su partido calificaban de “políticas” las movilizaciones populares contra el gobierno, Antonio salió al paso en Bolpress: “Cuando escucho decir a un compañero que una movilización popular es política, se me erizan los pelos. Esa frase corresponde al léxico de las dictaduras militares que se arrogaron el derecho a hacer política y se lo prohibieron al pueblo. Por supuesto que toda movilización tiene carácter político porque es una reclamación, justa o no, contra la autoridad o contra los empresarios. Otra cosa distinta es que se aprovechen de ésta algunos politiqueros.”
En su último artículo publicado en Página 7, “La profunda crisis que enfrenta el gobierno”, Antonio hace un apretado diagnóstico de todos los conflictos que enfrenta el presidente, sin poder resolverlos, y toma nota del distanciamiento cada vez mayor del sector indígena y campesino, la base social de Evo Morales. “Algo está funcionando en sentido contrario”, escribió.

“Atravesamos una crisis que podríamos calificar como la más grave en la historia de este Gobierno. Es muy fácil decir que concluyó el proceso de cambio o, más bien, que se acabó la ilusión de avanzar en ese proceso. De ese modo, nos desligamos de toda responsabilidad, aunque más no sea la de haber votado a favor del mismo, asumiendo una posición crítica que puede satisfacernos, pero no contribuye a ninguna solución. Lo cierto es que el proceso de cambio tiene posibilidades de salir de esta crisis y fortalecerse. Para ello, cada uno de nosotros debe ser responsable, sentir que tiene un papel que cumplir”, escribió en ese último texto.

Antonio pide “la rectificación del andar gubernamental y el retorno al proceso de cambio”, a tiempo que sugiere medidas concretas: creación de empleos en sectores productivos, seguridad alimentaria, y lucha contra el narcotráfico.  

Conservaré de Antonio el recuerdo de su voz grave, el bigote grueso con el que siempre lo vi, su coherencia política que nunca derivó en el fanatismo, y su manera de ser siempre buen amigo de sus amigos, de todos, incluso de aquellos con los que podía tener divergencias políticas. 

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Yo no estoy de acuerdo con lo que usted dice,
pero me pelearía para que usted pudiera decirlo.
                                              —Voltaire



01 junio 2012

ALAIC en Montevideo


Los investigadores de la comunicación de América Latina nos reunimos nuevamente en el XI Congreso de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación que tuvo lugar, esta vez, en Montevideo, del 9 al 11 de mayo. Cesar Bolaños, presidente de ALAIC, afirmó que el congreso fue más grande que los anteriores, pues contó con 1.134 participantes, entre ellos más de 800 internacionales (apenas cuatro bolivianos).

La cita tuvo lugar en la matriz de la Universidad de la República, edificio clásico inaugurado en 1911, donde funciona el Rectorado y la Facultad de Derecho. La construcción fue proyectada por los arquitectos Silvio Geranio y Juan María Aubriot, con dos pisos dotados de una amplia galería continua que mira sobre patios arbolados rectangulares entre los cuales se encuentra el paraninfo, una sala espectacular, con una historia intensa: todas las grandes personalidades del Uruguay han hablado en algún momento en ese escenario de cultura y de debate político.

Allí habló también el Ché Guevara, el 17 de agosto de 1961. Una semana antes había llegado a Uruguay para participar como jefe de la delegación cubana en la reunión de la OEA en Punta del Este, a la que mi padre asistió como delegado de Bolivia (por esto el episodio tiene un particular interés para mi). En el paraninfo de la Universidad de la República el Ché habló del crecimiento económico, convencido entonces de que la industrialización era el mejor indicador del desarrollo. Su discurso es interesante, desde una perspectiva histórica, porque ocurre a apenas un año y medio del triunfo de la revolución cubana.   

Díaz Bordenave, con los bolivianos Arroyo, Camacho y Gumucio
En ese emblemático paraninfo universitario se sucedieron las sesiones plenarias del congreso de ALAIC; la primera y la última en presencia del rector de la Universidad de la República, Rodrigo Arocena, un personaje carismático y sencillo, quien manifestó su entusiasmo por la próxima creación de la Facultad de Comunicación, un reconocimiento público al trabajo realizado por Gabriel Kaplún, organizador del congreso y director de la licenciatura en ciencias de la comunicación. Luego de un homenaje a la trayectoria de Margarida Kunsch,  nuestro querido amigo Juan Díaz Bordenave presentó la conferencia inaugural del evento.

En las sesiones plenarias hubo mesas de diálogo con la participación de colegas como José Marques de Melo, Francisco Sierra, Rossana Reguillo, entre otros.   Las tardes estaban dedicadas a las sesiones de los grupos temáticos (que se han reducido a 16 en la nueva estructura), y a presentaciones de libros y talleres paralelos.

Doctorado Honoris Causa para Jesús Martin Barbero
Al final del último día, durante la sesión de clausura del congreso, se otorgó el Doctorado Honoris Causa a Jesús Martín Barbero, quien no pudo llegar desde Bogotá, pero envió una entrevista grabada en video, en la que, entre otras cosas, se refiere a la enorme importancia que tuvo para él su participación -a invitación de Erick Torrico- en el I Seminario Latinoamericano sobre Investigación de la Comunicación, realizado en Cochabamba, en noviembre de 1999.  

En este congreso de ALAIC me despedí como Coordinador del Grupo Temático Comunicación y Cambio Social, cuya creación propuse a principios del año 2006. Ha sido una experiencia estimulante a lo largo de cuatro congresos.

La primera vez nos reunimos durante el VIII Congreso de ALAIC del 19 al 21 de julio 2006, en la Universidade do Vale do Rio dos Sinos (UNISINOS) en Sao Leopoldo, Rio Grande do Sul (Brasil). Éramos 14 participantes de cinco países (Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia y Perú). Tan pocos, que tuvimos la oportunidad de dedicarle mucho tiempo al diálogo y eso marcó uno de nuestros propósitos como grupo.

En 2008, del 9 al 11 de octubre, nos reunimos nuevamente durante el IX Congreso de ALAIC en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Estado de México (ITESM-CEM), contando esta vez con  21 ponentes de ocho países (Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, México, Perú y Venezuela).

La tercera reunión fue durante el X Congreso de ALAIC, en la Universidad Javeriana de Bogotá (Colombia), del 22 al 24 de septiembre de 2010. En esa ocasión recibimos 35 propuestas y contamos con la presencia de siete países: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, México, Uruguay y Venezuela. Siete autores no pudieron asistir al evento, por lo cual se presentaron sólo 22 de las 29 ponencias admitidas. Las sesiones contaron con más de 40 participantes.

Francisco Sierra y Alejandro Barranquero en el GT-CCS
Ahora, en Montevideo, se recibieron 72 resúmenes, de los cuales fueron aceptados 43, pero se presentaron 29 ya que algunos autores no pudieron asistir. Se contó en esta ocasión con 13 países representados. Esta diversidad ha colocado al Grupo Temático de Comunicación y Cambio Social por delante de otros grupos. 


Casi todos los textos de las ponencias presentadas están disponibles tanto en la página web de nuestro grupo temático, como en el enlace del GT Comunicación y Cambio Social del sitio web del congreso de ALAIC, que contiene muchísima información y tiene la enorme virtud de que sigue siendo actualizado después del congreso (lamentablemente no se puede decir lo mismo del sitio oficial de ALAIC). 

En la pequeña sala que nos asignaron en la Facultad de Derecho se apretujaban más de 60 participantes. Muchos desistieron al ver que ya no había espacio ni siquiera sentados sobre el piso. Nos acompañaron en las sesiones Juan Díaz Bordenave y Francisco Sierra, expositores en las plenarias del congreso.

Nuestro grupo temático tiene una particularidad: además de académicos vinculados institucionalmente a las universidades de América Latina, está abierto a activistas de la comunicación que trabajan en experiencias sociales concretas, y reflexionan sobre ellas. En años recientes algunos de ellos han transitado de la práctica social a la academia, o a la inversa, enriqueciendo así tanto su reflexión como sus prácticas.

Amparo Cadavid, de Uniminuto, nueva coordinadora del GT
El objetivo principal del grupo temático es la discusión sobre investigaciones y experiencias de comunicación para el desarrollo y el cambio social, en el marco del pensamiento generado en América Latina desde la década de 1960 con propuestas vinculadas a las teorías de la dependencia que toman en cuenta aspectos de la sociedad, la política y la cultura.

La nueva coordinadora del Grupo Temático Comunicación y Cambio Social es Amparo Cadavid, Decana de la facultad de Comunicación de Uniminuto (Colombia), quien ha contribuido con empeño desde el inicio del GT. Estará apoyada por dos vice-coordinadores: Liliana Raigoso (Colombia) que realizó un excelente trabajo como Secretaria Técnica en los dos últimos congresos, y Jorge Acevedo (Perú), quien desde su función de coordinador de los estudios de comunicación para el desarrollo en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), contribuirá en la organización del próximo congreso de ALAIC en Lima.

El Grupo Temático de Comunicación y Cambio Social, en el XI Congreso de ALAIC, Montevideo mayo 2012

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No estaría mal un libro de primeros auxilios para escritores.
—Lichtenberg