30 junio 2018

Flaco Tournier, imagen por imagen

Walter Tournier
 El “Flaco” Walter Tournier es una leyenda del cine de animación de América Latina.  Tanto, que el cineasta uruguayo parece uno de los personajes que anima, con su gran sonrisa, sus ojos saltones y su estatura que trata de disimular como si estuviera a punto de pasar un umbral más bajo. Y en realidad es porque el Flaco es grande pero humilde, y no quiere hacerle sombra a nadie ni necesita hacerlo porque su obra se proyecta por sí misma como una de las más sorprendentes en el cine de animación, no solamente de nuestra región. 

No basta ver su largometraje Selkirk (2012) para darse cuenta de la maestría de Walter Tournier para llevar adelante un proyecto tan ambicioso con medios muy limitados. Para el espectador común, 30 segundos de proyección no significan más que eso, medio minuto de tiempo que transcurre en la pantalla, pero para quien hace animación como el Flaco Tournier, usando la técnica de stop-motion, imagen por imagen, esos 30 segundos significan días o semanas de trabajo. 
Tournier y Fontan en uno de los sets

Me consta. Tuve la suerte de ver trabajar a Walter Tournier junto a su equipo en un extenso taller en la calle La Paz (casualmente, el nombre de nuestra ciudad) en Montevideo, durante el proceso de producción de Selkirk, también conocida como “la verdadera historia de Robinson Crusoe”, y lo que  vi fue un equipo de treinta personas completamente articulado en torno a Tournier (valga la sonora redundancia) y entusiasta al extremo de olvidarse del tiempo que transcurre cuando se hace un trabajo de esta naturaleza. El único espacio de descanso era el almuerzo, que compartí con ellos mientras quedaban por un momento estáticas las figuras de los personajes, distribuidas en varias mesas en cuatro espacios divididos por cortinas negras para poder trabajar simultáneamente y filmar con varias cámaras. A veces esos espacios se unían en un enorme set, como para las escenas del barco. 
Personajes de Selkirk

Todo el proceso de producción  posproducción involucró a 120 personas, pues había otra gente en Chile, Argentina y Uruguay realizando otras tareas. Tardaron 2 años y 4 meses en realizar Selkirk pero antes, ocho años en conseguir el financiamiento. 

La película rescata a un personaje histórico importante, un pirata escocés “rebelde y egoísta” que surca los mares del sur en un galeón inglés, en busca de un tesoro. Como en muchas aventuras, no interesa tanto el llegar al destino como el viaje mismo. En este viaje Selkirk se enemista con la tripulación del galeón y acaba abandonado en una isla desierta. 
En Montevideo, 1988 

El cine de animación ha cambiado mucho en años recientes debido al perfeccionamiento de las normas digitales. Ahora se puede hacer “lo que uno quiera” con los programas de digitalización, de modo que la técnica del stop-motion es como el símbolo de la pureza original del cine de animación donde todo se hace a mano. 

Tournier empezó su tesonero trabajo en 1974 con tijeras, papel y lápices de colores: “La primer película que hice fue en papel recortado, luego de varios años hice otra en plastilina, ambas en stop motion. En esa época no existía ni lo digital ni el video, todo era en cine, única opción de transmitir en animación, ideas y conceptos. Se sumó a ello mis habilidades y conocimiento del trabajo en metal, que me permitió construir los esqueletos necesarios para el stop motion.” 
Chatarra

En animación la técnica es la más difícil, pero al mismo tiempo la más cercana a la realidad. Dar vida  a personajes con piel de silicona y esqueleto de metal (por no decir personajes “de carne y hueso”), que miden 20 o 25 centímetros de altura es un desafío más cercano al arte que al truco. 

En fotografía es la diferencia entre una foto natural, directa y testimonial, y otra que haya pasado por veinte manipulaciones de Photoshop para embellecerla o dramatizarla artificialmente. 

Lo real es importante incluso en una historia como la de Selkirk: “Me interesa y motiva lo real, la existencia del producto en vivo, el espacio y su entorno. Cuando animo un personaje en su entorno, estoy fotografiando la realidad, algo que existe y cobra vida. Me cautiva más lo real que lo virtual. Me siento de este mundo no del ciberespacio.
Selkirk, maqueta 

"Cada personaje de Selkirk (y de otras películas que ha realizado Tournier a lo largo de cinco décadas) está hecho a mano, pero su técnica ha evolucionado con arte y ciencia al mismo tiempo. Ya no utiliza las figuras de plastilina donde los movimientos se veían algo torpes. En Selkirk y en producciones más recientes construye figuras con cuerpos articulados mediante complejos mecanismos interiores, y recubiertos de trajes y máscaras de silicona hechas en molde, decenas de ellas para expresar diferentes emociones. 

Todo lo anterior viene a cuento para recibir esta semana en Bolivia a Walter Tournier, y que la gente que no lo conoce sepa que tendremos una semana entre nosotros a uno de los directores de animación más experimentados y creativos del mundo. 
Jorge Sanjinés, Walter Tournier y Alfonso Gumucio Dagron 

El Flaco Tournier tiene una larga relación con los cineastas bolivianos. Me une a él una amistad de más de cuatro décadas, con encuentros esporádicos en su casa de Montevideo o en La Habana y en otros eventos de cine. 

En estos días me decía en un mensaje anunciando su llegada: “Tengo un enorme cariño por Bolivia y su gente. Mi primer contacto fue en 1967 en el festival Latinoamericano de Viña del Mar cuando yo, estudiante, escuché con una modestia enorme a Oscar Soria presentar, si mal no recuerdo, a Ukamau. Una ovación de pie siguió  a la película y a partir de ahí fui un admirador y defensor del cine boliviano. La vida me llevó a conocer años después a los integrantes del grupo Ukamau con quienes entablé una enorme amistad. Mi estadía en Perú hizo que se aumentara la lista de entrañables amigos bolivianos. ¿Cómo puedo sentirme al poder reencontrarme con tan queridos amigos luego de tantos años?. Feliz y agradecido de la vida que me permite disfrutar estos momentos y poder abrazar a gente tan entrañable.” 
Alto el juego

Luego de Selkirk, Tournier ha dirigido  Chatarra un corto sobre el futuro apocalíptico de la humanidad “pero sin perder la esperanza”. También realizó  Alto el Juego otro cortometraje de animación que a partir de los miles de niños que murieron en la guerra de Siria, busca sensibilizar sobre el uso de los juguetes bélicos y las absurdas guerras que existen. La sensibilidad social del cineasta está por encima de otros proyectos comerciales que podrían brindarle más satisfacciones comerciales, pero menos tranquilidad de conciencia. 

“Ahora –me cuenta- estamos trabajando en otro largometraje cuyo título provisional es Pueblo chico, (aclaro, título provisorio para que no se sienta molesto el querido Antonio Eguino) y buscando los fondos necesarios para la producción, la etapa mas compleja de lograr.” (Publicado en Página Siete el domingo 24 de junio 2018)
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Usas un espejo de cristal para ver tu cara;
usas obras de arte para ver tu alma.
—George Bernard Shaw

 

25 junio 2018

Duele Nicaragua

Es una película que nunca llega al final y las escenas más escabrosas se repiten una y otra vez sin que uno pueda dejar de verlas, como la tortura visual a la que es sometido el personaje de Malcolm McDowell en “La naranja mecánica”.  Así veo ahora las imágenes de Nicaragua, y duele. 


Barricada de jóvenes en la ciudad de León
Es un dolor particular porque tuve la fortuna de vivir el inicio de la Revolución Sandinista a principios de 1980, a pocos meses del derrocamiento y la huida precipitada de Somoza a Paraguay. Estuve en la plaza el día que se lanzó la Campaña de Alfabetización. Eran otros tiempos: la dirección colegiada del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) era entonces un ejemplo de juventud, entereza, honestidad y compromiso para devolverle al país la dignidad que el dictador le había arrebatado. 

Somoza y su familia eran dueños de medios de información y de empresas, controlaban con mano férrea al aparato militar que tuvo que ser desmontado al triunfar la Revolución Sandinista. La década de 1980 fue muy dura debido al bloqueo y a la agresión del gobierno de Estados Unidos que no solamente se negó a comerciar con Nicaragua, sino que convirtió a Honduras en una suerte de portaviones listo para atacar, y alentó con dinero y armas la formación de los tristemente célebres “contras”, mercenarios nicaragüenses que organizaron una contraguerrilla que enlutó una por una a todas las familias nicaragüenses. 


Con el Comandante "Modesto" y Jaime Balcázar, en 1980
Con el apoyo de Jaime Balcázar que estaba en Managua como Representante de las Naciones Unidas, me tocó colaborar como consultor de Henry Ruiz, Ministro de Planificación, mejor conocido como “Modesto”, uno de los nueve Comandantes de la Revolución que compartían la dirección colegiada del FSLN, representando a las tres tendencias que habían luchado durante la guerra de guerrillas contra Somoza: tres de la GPP (Guerra Popular Prolongada), tres de la corriente Proletaria y tres de la tendencia Tercerista. 

A pesar de las dificultades, era una época de entusiasmo. Todos daban lo mejor de sí mismos para sostener el proceso revolucionario que todavía no mostraba las ambiciones personales de Daniel Ortega. La comunidad de bolivianos era pequeña, pero se hacía notar sobre todo en las artes: Luis Ramírez (arquitecto), Marisol Barragán (cineasta), Antonio Peredo (periodista), Álvaro Montenegro (músico), entre otros. 


Inauguración oficial del Taller de Cine Super 8 de la Central Sandinista de Trabajadores (CST)
en presencia del Ministro de Planificación, Comandante "Modesto", Jaime Balcázar del PNUD y otros invitados 
Mi trabajo era en la Central Sandinista de Trabajadores (CST) donde creamos el Taller de Cine Súper 8. Lo menciono por un hecho específico: mostré a mis estudiantes fotos de las milicias del MNR en 1952 y ellos encontraron un paralelo con lo que sucedía en ese momento en Nicaragua: un pueblo en armas.  Sin embargo, les dije, no se hagan ilusiones porque estos procesos no son eternos, si uno se descuida, se desvían. No me creyeron, estaban muy seguros de que su revolución sería para siempre. 


Daniel Ortega Saavedra, aferrado al poder 
Rosario Murillo, la "Chayo"
No lo fue, claro. La ambición de poder fue encumbrando cada vez más a Daniel Ortega y separándolo de otros Comandantes de la Revolución (los nueve), de los pocos que no participaron en “la piñata” y que se alejaron de los autoritarios hermanos Ortega. Modesto fue de esos pocos, al igual que el Comandante Luis Carrión, hoy acérrimos opositores. También entre los Comandantes Guerrilleros (cerca de 50), hubo disidencias importantes como Doris Tijerino, Dora María Téllez, Mónica Baltodano, y otros. 

Ungido nuevamente como presidente en 2007, Ortega pactó con la extrema derecha de Arnoldo Alemán, con la iglesia reaccionaria de Monseñor Obando y Bravo y con los “contras”, incrustados en la Policía Nacional que ahora reprime a los estudiantes. 


La iglesia progresista de Nicaragua junto a la ciudadanía y familiares de las víctimas 

En dos meses hay 164 personas asesinadas y muchas más torturadas, presas o desaparecidas. Daniel Ortega ha dejado atrás todos los ideales del sandinismo. Sólo queda un discurso de impostura para aferrarse al poder con su mujer, Rosario Murillo, en el cargo de vice-presidenta, y sus hijos dueños de los principales canales de televisión y un sinnúmero de empresas. Ni Somoza se había atrevido a tanto. 


Sandor Dolmus, asesinado
El jueves 14 de junio fue un día clave para Nicaragua: todos los sectores sociales contrarios a la dictadura de Ortega-Murillo se unieron en un paro nacional que paralizó al país por completo: estudiantes, empresarios, transportistas, entidades religiosas y de derechos humanos, y todos los que consideran que es hora de que Daniel Ortega y Rosario Murillo se vayan del poder. 

No solamente actuó la resistencia civil auto convocada, sino también Ortega que usó todos los recursos de violencia que tiene bajo su control: paramilitares, censura de medios y otros mecanismos. El régimen logró bloquear durante varias horas la página web del emblemático diario La Prensa que fundó y dirigió Pedro Joaquín Chamorro en su lucha contra la dinastía Somoza. La Prensa siguió informando a través de sus cuentas en las redes virtuales. Y lo que pudimos leer ese jueves duele: más jóvenes asesinados, incluyendo un monaguillo de la Catedral de León,  Sandor Dolmus, con un balazo en el pecho. 


No pasa un día sin que la violencia viole el límite de toda humanidad. Una familia entera murió carbonizada porque se negó a prestar su casa para que paramilitares francotiradores se instalaran allí para disparar contra el pueblo. Ante la negativa estos asesinos incendiaron la casa. 


Ortega se ha vuelto incómodo para Estados Unidos, aunque recibió apoyo de la potencia del norte anteriormente.  Ahora, parece que ya busca una manera de salir de Nicaragua que preserve su seguridad personal y de su familia cercana, y se sabe que está negociando una salida con enviados de Estados Unidos. Como todos los dictadores derrotados, huirá a un país donde no pueda ser alcanzado por la justicia. Pero en algún momento la justicia le dará alcance, como pasó con Somoza. 

(Publicado en Página Siete el sábado 16 de junio 2018) 
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Los héroes y mártires de la revolución sandinista no merecen que su memoria sea manchada por los actos genocidas de un dictador que los traicionó. Las víctimas de Ortega y Murillo merecen justicia.
—Ernesto Cardenal

20 junio 2018

Villa-Gómez Punto Com

Guido Villa-Gómez Loma
Mi memoria del profesor Guido Villa-Gómez Loma tiene que ver con su biblioteca.  No sé si realmente era inmensa como la recuerdo, pero en todo caso era la biblioteca personal más grande que yo había visto hasta entonces, a mis 17 años. Ocupaba una sala enorme con puerta en el descanso de la amplia escalera que llevaba al segundo piso de su casa al final de la calle 5 de Obrajes, hacia el cerro. Y yo frecuentaba esa casa porque Guido, el hijo, es amigo mío desde entonces. 

Ese recuerdo de la biblioteca es una pequeña pieza de un gran mural de vida que a partir de esta semana puede ser armado como un rompecabezas por cualquier persona que quiera indagar sobre la personalidad excepcional del profesor Guido Villa-Gómez Loma. Su nieta Beatriz Villagómez Cajías, con el apoyo de su familia, ha sido artífice de un portal web que reúne en varios espacios virtuales las facetas del pedagogo y teórico de la educación, del sindicalista responsable y comprometido, del poeta amoroso de la vida y del hombre de familia cuya vida quedó truncada a los 51 años de edad, sorprendiendo a todos los que lo apreciaban, entre ellos a su amigo muy cercano Javier Torres Goitia, quien estuvo a su lado hasta el último minuto. 

El 23 de mayo se cumplió medio siglo de su partida definitiva y el 28 de noviembre de 2017 el centenario de su nacimiento. Dos razones poderosas para que su nieta Beatriz le dedique un año de meticuloso trabajo de investigación recopilando todo tipo de documentos, artículos, fotografías, diplomas y ofreciendo a todos los que se interesen ese material perfectamente organizado y clasificado. 



Un clic en Profesor Guido Villa-Gómez Loma abre el mundo del personaje casi desconocido para las nuevas generaciones pero aquí rescatado para que nadie pueda alegar ignorancia. Además de la página de inicio el portal tiene cinco secciones que abarcan (parafraseando a Woody Allen) “todo lo que uno quisiera conocer sobre el profesor Villa Gómez y no se atrevió a preguntar”. Una pestaña nos lleva a su “Vida y Obra”, la siguiente contiene semblanzas como el libro biográfico-antológico que le dedicó César Chávez Taborga y textos de María Elba Gutiérrez, Fernando Diez de Medina, Guillermo Francovich, Jaime Choque, Octavio Campero Echazú y tantos otros que fueron cercanos a él o lo admiraron desde lejos. 


Guido Villa-Gómez Loma con colegas educadores
Quizás el enlace más valioso desde el punto de vista profesional es el que se abre sobre su trabajo como pedagogo, por el que trascendió con honores. Ahí figuran cerca de 40 textos y discursos que revelan su pensamiento sobre educación. Por supuesto, lo más importante ya fue reunido en El pensamiento pedagógicode Guido Villa-Gómez (1979) reeditado en 2016, donde destaca un valioso texto sobre el desarrollo comunitario desde la mirada educativa. 

Escribe Francovich en la semblanza: “Nada hubo en su vida de accidentes o de aventuras singulares. Puede decirse que toda ella se encierra en su actividad profesional y en las obras que produjo”. Sin embargo, sus viajes por África rompieron la normalidad de su vida cuando regresó del Congo con una enfermedad entonces poco conocida y difícil de tratar en Bolivia.  En poco tiempo falleció. 


Escultura realizada por Yolanda Bedregal
La página interactiva nos lleva también a sus ensayos, a sus poemas, a su prosa, a sus artículos. Un caudal de lectura para conocer mejor al personaje, que se completa con la última sección, una galería iconográfica de todas las etapas de su vida, con fotos de la familia, de su actividad profesional y sindical, que fue muy importante en el magisterio urbano. 

Puse mi granito de arena hace mucho tiempo cuando en julio de 1970 publiqué en el tercer número de la revista “Vínculo” del Colegio St. Andrew’s (donde seguía figurando como “Jefe de Redacción” aunque me había graduado dos años antes), un poema inédito de Villa-Gómez Loma que me proporcionó Olga Roig, su viuda, por quien siempre sentí un enorme aprecio y admiración. El poema “Redímete en el mar”, fechado en 1967, contiene versos tan elaborados como: “Quieta patria sin proas en camino / al confín de la náutica corola. / Muda, petrificada patria sola / sin mar que cante y cuente tu destino”. 

Hoy la gente no tiene bibliotecas porque no lee libros.  A veces los compra por metros como adorno. Algunos se enorgullecen de los miles de libros que poseen y otros se ufanan de no leer, y ambos se codean en altos cargos del Estado. Pero el profesor Guido Villa-Gómez Loma había leído los libros que tenía, era un hombre de una cultura amplia y eso podía verse en su afabilidad, en su sencillez, en su buen humor, en su manera de ser al servicio de otros y nunca para que lo sirvan a él. Un hombre culto se nota sin necesidad de exhibirse, y la sencillez de Villa-Gómez no necesitaba de adornos para imponer su presencia. 

La etapa de Guido Villa-Gómez Loma en Sucre a fines de la década de 1940 y principios de la siguiente está llena de premoniciones sobre su horizonte intelectual y su consolidación como pensador de la pedagogía y como escritor. Su pertenencia a “La Peña”, un círculo de artistas e intelectuales de la capital, lo muestra dotado de especial carisma y liderazgo. Los textos en prosa poética que escribía para presentarlos entre esos amigos y colegas rebalsan de humor y creatividad. La página web tiene ejemplos como “Del verso de 13 sílabas”, “El poema de las nubes ausentes” o “Busca los grandes libros viejos”.  


Dibujo de autor no identificado 
“Pequeñas grandes virtudes”, otro texto temprano, es una declaración de los principios éticos y los valores humanos que guiarán toda su vida.  Es un texto que debería ser destacado sobre los demás por las enseñanzas que contiene en apenas tres páginas, en las que formula acertadas sentencias sobre la constancia, la perseverancia, la sinceridad, la tolerancia, la cortesía, la delicadeza, la discreción, la sencillez, la prudencia, el respeto, el esfuerzo, etc. El texto no tiene fecha, pero si el lugar es Sucre su autor tenía aproximadamente 35 años cuando lo escribió. 

La edición definitiva de sus Poemas (2018) publicados póstumamente en 1999 con prólogo de Julio de la Vega, recoge 68 poemas concisos, los primeros elaborados con métrica (sonetos) y otros en verso libre, siempre justos y sin palabras que sobren. La temática varía porque incluye poemas amorosos de canto a la belleza de la vida y la naturaleza, y otros de fervor patriótico dedicados al mar. Una variedad de géneros poéticos, como señala Julio de la Vega: “desfilan romances, sonetos, madrigales, coplas”. 

Los jóvenes, especialmente, no tienen ahora excusa para desconocer la figura emblemática de Guido Villa-Gómez Loma, pues el portal interactivo está hecho a su medida. Pueden navegar de un enlace a otro y descubrir a un personaje extraordinario que ha dado Bolivia, un maestro de enorme vocación, de los que escasean ahora.

(Publicado en Página Siete el domingo 3 de junio 2018) 


Se ve mejor con un clic en Bitácora Memoriosa
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Basta una sola virtud para dar Interés al hombre. Es vano exigir la perfección completa en el individuo, debemos formarla nosotros de las cualidades del conjunto.
—Guido Villa-Gómez Loma

13 junio 2018

Chao, Ramón


Ramón Chao Rego se bajó en la última estación en Barcelona, el domingo 20 de mayo 2018, a los 82 años de edad. No pensé que ya había acumulado en su trajinar esa cantidad de años, quizás porque lo recuerdo más joven, bromeando orgullosamente sobre su condición de “padre de Manu Chao” cuando unos años antes su hijo Manuel podía ufanarse de ser el “hijo de Ramón Chao”, el periodista gallego antifranquista con una inmensa trayectoria en Francia y en España. Pero así son las cosas, uno es a veces el hijo de alguien que trascendió y otras el padre de un hijo que lo hizo mejor, y ambas situaciones son afortunadas. 


Manu y Ramón Chao
Ramón apoyó a Manu, su hijo, desde siempre. Me consta porque en su casa de Sèvres, en las afueras de París, Manu y su hermano Antoine estudiaban música y se ejercitaban todos los días en el piano. El mismo Ramón había estudiado armonía y piano en su juventud, cuando salió para Madrid de Vilalba su pueblo natal de Lugo, capital de la comarca Terra Chá, donde desde niño tocaba el piano en la pensión que regentaban sus padres.  Su vocación iba en serio, ya que en 1955 fue finalista del Premio Nacional de Virtuosismo.  Luego viajó a París, con una beca que le permitió estudiar composición con Nadia Boulanger y piano con Magda Tagliaferro y Lazare Lévy. 

En abril de 2011 le hicieron un sentido homenaje en su pueblo natal, donde llegó porque algunas frases de su novela El lago de Como (1982 ) habían generado malentendidos. “Siempre estuve presente, nunca me fui” les dijo a sus coterráneos. Cuenta Moncho Paz que para deshacer el entuerto los villalbeses le pidieron que trajera la próxima vez a sus hijos Manu y Antoine, y a su amigo Ignacio Ramonet, otro gallego que triunfó en Francia. Cumplió con ambos pedidos: en noviembre del mismo año Ramonet dio una conferencia en Vilalba y en mayo del siguiente Manu llegó con su padre. En agosto de 2015 lo esperaban con una sorpresa: un piano de piedra (obra de Valdi), que quedará en Vilalba como monumento recordatorio. 

Y en París dejó la música para dedicarse de lleno al periodismo. Cuando lo conocí a principios de la década de 1970, Ramón era el director del servicio cultural en español y portugués de Radio France Internacional, y desde allí y sobre todo desde sus convicciones progresistas apoyaba a quienes luchaban por la democracia en una América Latina que se desmoronaba como un una fila de fichas de dominó: golpe militar tras golpe militar. Las emisiones de radio que hizo dirigidas a Galicia, su tierra, fueron prohibidas por el dictador Franco, nacido en la misma provincia española, gallego como él. 


El exiliado antifranquista era también solidario en su vida personal y así se tejió a su alrededor una red de colaboradores, periodistas y artistas a los que él ayudaba de una u otra forma.  A mí me tocó conocerlo a través de Amalia Barrón, periodista boliviana que trabajaba entonces en RFI y gracias a Amalia fui de esos “artistas” que rodearon a Ramón ya que uno de los primeros trabajos que conseguí como estudiante en París fue el de “pintor” (de brocha gorda) en la casa de Ramón en Sèvres, que pinté entera por dentro y por fuera, llegando en ese proceso a desarrollar mi amistad con Ramón, su esposa Felisa y sus dos hijos (Manuel y Antoine) que tendrían entonces unos diez o doce años de edad. Alguna foto conservo de esos niños que veinte años más tarde serían los fundadores del grupo musical Mano Negra, antes de que Manu prosiguiera su carrera artística como solista. 

Ramón mantuvo después de su paso por Radio France Internacional su actividad como periodista. Fue colaborador de la revista Triunfo, una de las pocas toleradas durante el franquismo. A la caída de la dictadura regresó esporádicamente a España y empezó a publicar en diarios de su país, así como en Le Monde y Le Monde Diplomatique. En los últimos años de su vida lo hizo en un blog que yo recibía puntualmente y que a su muerte ha recogido todavía las expresiones de sus amigos. 


Entre sus muchos artículos, uno tuvo mucha historia. Es el que recoge su polémica entrevista con Miguel Ángel Asturias, Premio Nobel de Literatura en 1967, donde el guatemalteco afirma que Cien años de soledad no era sino un “plagio” de La búsqueda del absoluto, de Balzac. Alguien le respondió que su Señor presidente era entonces una copia del Tirano Banderas de Valle Inclán. García Márquez leyó el comentario de Asturias y lo esperó a la vuelta de la esquina (metafóricamente, esta vez no fue como los puñetazos con Vargas Llosa): “Puedo enseñar a Asturias a escribir una buena novela sobre la dictadura”, dijo. Muchos coinciden en que Ramón sorprendió a Asturias con una pregunta a quemarropa y lanzó el scoop en un momento en que Asturias era criticado por otros intelectuales a raíz de su posición política. 

A Ramón Chao se deben una veintena de libros, algunos muy emblemáticos, como Después de Franco, España (1975), Guía secreta de París (1979), Conversaciones con Alejo Carpentier (1984), La pasión de la Bella Otero (2001), Las travesías de Luis Gontán (2006), y un par de travesuras con Ignacio Ramonet. 


Uno de sus libros tiene especial significado, es el más querido por su autor porque escribió sobre sus hijos Manu y Antoine cuando en 1993 Mano Negra hizo el recorrido entre Santa Marta y Bogotá en tren, siguiendo las vías abandonadas de ese trayecto y ofreciendo conciertos gratuitos en Aracataca (donde nació Gabriel García Márquez), Bosconia, Barrancabermeja, La Dorada y Facatativá, pueblos donde paraba la locomotora y arrancaba la música.  A 20 kilómetros por hora para evitar descarrilamientos, el viaje tardó 45 días. Este es un fragmento de lo que iban filmando en el camino.  Partió un contingente de 70 personas, y al final quedaban solamente 40 en los 21 vagones jalados por la locomotora “La Consentida”. Ramón escribió más tarde: “Fui a Colombia porque tenía miedo” para acompañar a sus hijos en un viaje en “un tren todavía inexistente, por raíles herrumbrosos y entre guerrillas dudosas”, por la peligrosa región del río Magdalena. 


Ramón acompañó la aventura con entusiasmo porque sintió resurgir su pasado cubano: “Subí en el tren casi en marcha, con la ilusoria sensación de que, conmigo al lado, a Manu no le podría ocurrir nada. Y pasaron muchas cosas. Primero, el resurgir de nuestro pasado hispanoamericano. Al ver a mi hijo en su salsa, se me confirmaba que algo hay en nuestros genes provenientes de este mundo. En mi casa me achacan mi propensión a la fábula, pero el apego de mis hijos a la gente y a la música del Nuevo Continente confirma mis sospechas: mi abuelo paterno no es el que figura en mi árbol genealógico oficial, sino Mario García Kholy, ministro del primer presidente de Cuba Tomás Estrada Palma, y luego embajador de ese país en España. Mi abuela se había fugado de Galicia a Cuba, huyendo de su marido pendenciero y borrachín. Se puso de mucama en casa de García Kholy y se lió con él”. 

Esa experiencia inédita y muy propia de la personalidad creativa de Manu, fue extenuante para todos. Hubo que rehabilitar vías de tren, transitar por lugares donde en cualquier momento podían aparecer “paramilitares, narcotraficantes, malhechores, secuestradores y asesinos – a menos que todos sean lo mismo”, escribió Ramón. Y ese viaje terminó con el grupo Mano Negra para dar, tiempo más tarde, inicio de la carrera de solista de Manu Chao. 


El tren Facatativá-Santa Marta-Facatativá también fue un momento de inflexión para Ramón, que estaba entonces cerca de cumplir medio siglo de vida. En Colombia se hizo su primer tatuaje, una especie de homenaje de solidaridad con Manu: el logo de Mano Negra (una mano negra impresa sobre una estrella roja). Luego se hizo otros, uno por cada uno de sus libros, con dibujos de Wozniak y de Antonio Saura en el pecho y en los brazos. Todo esto lo cuenta en un relato delicioso: “Mi piel vale un dineral”. 

La aventura colombiana la plasmó con amor y con humor en el libro Un tren de hielo y fuego, porque se trataba de su hijo que había heredado de él valores humanos fundamentales, lo había igualado en su compromiso social y superado en popularidad con sus canciones. 

(Publicado en Página Siete el sábado 2 de junio 2018)   

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Uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra. 
—Gabriel García Márquez