27 diciembre 2008

Diez años sin Mario Kaplún

El 10 de noviembre del 2008 se cumplieron diez años de la muerte de Mario Kaplún, uno de los pioneros de la comunicación educativa en América Latina, cuya trayectoria sembrada de creatividad y enseñanzas sigue siendo un referente importante para las nuevas generaciones de comunicadores. Nacido en 1923, Mario tendría hoy 87 años.

Mario era una persona afable, tranquila y generosa, con quien daba gusto conversar. Tuve el privilegio de estar con él en varias reuniones del Consejo de Educación de Adultos de America Latina (CEAAL), mientras fue el coordinador de la red de comunicación. Recuerdo en particular la reunión en Guanajuato, México, en 1987, donde me tocó compartir habitación con su hijo Gabriel, fanático del mate como buen uruguayo. En 1988 me invitó a Montevideo al seminario “Monte Video 88”.

Mario es de aquellos que en América Latina han sabido desplegarse al mismo tiempo como comunicadores y como educadores. Pienso en Paulo Freire, en Daniel Prieto Castillo, o Francisco Gutiérrez, para no mencionar sino los primeros que vienen a mi mente entre los de esa estirpe. Desde muy joven en Mario ya existía la vocación de enseñar, no en vano estudió para maestro de primaria en Argentina, su país de nacimiento, aunque no llegó a trabajar en ello sino episódicamente. Quizás le pareció que la educación formal era un ámbito muy limitado, y prefirió por ello la comunicación, que le permitía trascender los muros de la escuela tradicional y enseñar a quienes no tuvieron la oportunidad de acceder a ella.

Había algo de evangelizador en la personalidad de Mario, sobre todo cuando analizamos los trabajos que hizo a lo largo de su vida, que no se limitan a producir y difundir, sino a educar, a promover el pensamiento crítico. Su compromiso con una comunicación liberadora lo llevó a escribir manuales y a dar infinidad de cursos en los que la gente podía aprender a ejercer el derecho a la comunicación sin intermediarios. Su adhesión al Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NOMIC) o su metodología para alentar una lectura crítica de los medios, van en ese mismo sentido.

Es importante destacar que todo esto no lo hacía desde las alturas de la academia, sino desde la perspectiva de la base, desde los ojos de quienes están precisamente al margen del pensamiento académico que a veces por muy evolucionado y adelantado deja atrás las necesidades reales de la población. Esa actitud lo lleva a desarrollar el foro-casete en Uruguay y posteriormente en Venezuela, un método sencillo y de bajo costo para convertir en comunicadores a grupos de adultos que hasta entonces no habían tenido acceso a los medios de información, y menos a procesos de comunicación que pudieran fortalecer sus voces, logrando, como apunta Gabriel Kaplún, “generar interlocutores más que meros locutores”.

Virginia Silva Pintos ha escrito un esbozo biográfico que es imprescindible, y Gabriel Kaplún un bello texto sobre Mario, con el título “La calle ancha de la comunicación latinoamericana”, que seleccionamos en la “Antología de Comunicación para el Cambio Social”, para rendir tributo y reconocer los aportes de este querido y recordado pionero.

20 diciembre 2008

Radio local: políticas y legislación

Estuve en La Paz para participar del 19 al 21 de noviembre 2008, en el Seminario Internacional “La Radio Local en América Latina: Políticas y Legislación” en la sede de la Universidad Andina Simón Bolívar, con la participación de quince invitados internacionales especialistas en el tema del evento, y un centenar de participantes bolivianos, entre ellos profesores y estudiantes de comunicación, directores de radios locales y representantes de instituciones de desarrollo.

Hicimos la convocatoria de manera independiente cinco especialistas de la comunicación para el desarrollo en Bolivia: Erick Torrico, Cecilia Quiroga, José Luis Aguirre, Karina Herrera-Miller y Alfonso Gumucio Dagron.


La organización del seminario contó con el apoyo de varias instituciones nacionales e internacionales, en algunos casos con financiamiento y en otros con contribuciones no monetarias: Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), Open Society Foundation (OSI), AVINA, Deutscher Entwicklungsdienst (DED), Friedrich Ebert Stiftung (FES), Centro de Competencia en Comunicación para América Latina (3C), Radio Nederland Wereldomroep (RNW), Cinemateca Boliviana, Universidad Andina Simón Bolivar, Educación Radiofónica de Bolivia (ERBOL), Servicio de Capacitación en Radio de la Universidad Católica Boliviana San Pablo (SECRAD), Plural Editores, Centro Interdisciplinario Boliviano de Estudios de la Comunicación (CIBEC), y Embajada de Dinamarca en Bolivia.

Durante el evento se realizaron dos actividades paralelas principales: un ciclo de películas documentales sobre radios locales de varias regiones del mundo, que se desarrolló durante una semana en la Cinemateca Boliviana; y el lanzamiento de la edición en castellano de la “Antología de Comunicación para el Cambio Social: Lecturas Históricas y Contemporáneas”, que tuvo lugar en la librería de Plural Editores.

A cada uno de los participantes internacionales y nacionales se les hizo entrega en la clausura de un "ekeko de la comunicación", especialmente diseñado para el evento. Es la primera vez que se hace en Bolivia un ekeko alusivo a un campo de trabajo especializado.

En base a las recomendaciones de las mesas de trabajo, una comisión redactora preparó el documento final “Carta de La Paz”, que fue leída en la sesión de clausura en presencia del Senador de la República Antonio Peredo Leigue.


14 diciembre 2008

La Antologia, ahora en Bolivia

Fue una reunión de amigos. Hicimos el segundo lanzamiento –después de México en octubre pasado- de la “Antología de Comunicación para el Cambio Social” en La Paz (Bolivia) en el marco del Seminario Internacional Radio Local en América Latina: Políticas y Legislación, el 20 de noviembre 2008 en la librería de Plural Editores. Donde mejor, puesto que Plural hizo la bella edición del libro, que supera con creces la edición en inglés que se hizo dos años antes en Estados Unidos.

Carlos D Mesa, autor del prólogo, hizo la presentación del libro, junto a Luis Ramiro Beltrán, pionero de la comunicación para el desarrollo en América Latina. Logramos que mi colega Thomas Tufte pudiera venir desde Dinamarca y también estaban algunos de los autores incluidos en el libro: Erick Torrico (Bolivia), Rosa María Alfaro (Perú) y Cicilia Peruzzo (Brasil).

Carlos se refirió a la obra indicando que el título de la obra es limitante, porque su contenido abarca un esfuerzo mucho más amplio: “Podríamos decir que esta es una antología universal de la comunicación, porque contiene mucho más que lo específico a la comunicación para el desarrollo. (…) Este es un libro de características mundiales, pues es lo más completo, lo más exhaustivo y sobre todo lo más riguroso en la medida en que recopila e interpreta el pensamiento sobre comunicación para el desarrollo desde que el criterio nace en la década de los años 1950s, hasta hoy”.

Durante su intervención, Luis Ramiro expresó: “El arreglo de los textos en una parte de diversos escritos considerados históricos y otra de escritos contemporáneos nos facilita la lectura y nos permite compenetrarnos de la evolución de la disciplina así como nutrirnos de ideas pioneras tanto como de las actuales. Al mismo tiempo, podremos comparar los aportes registrados entre continentes y dentro de nuestra región. (…) ¿Se podría pedir más? Pensemos en la ventaja que todo ello brinda a maestros y estudiantes de la especialidad así como a investigadores e historiadores de ella.”

Entregar el libro en Bolivia tiene para mi particular significado, por algo que también dijo Carlos D. Mesa: "...la nacionalidad de Moro, esté donde esté y trotamundos como es, sigue siendo la nacionalidad boliviana".

08 diciembre 2008

La quema del Diablo

Al caer la noche el domingo 7 de diciembre quemaron al diablo. A las seis de la tarde, exactamente, cuando los volcanes se ponían rojos en contraste con el cielo azul oscuro del anochecer, empezaron a sonar petardos en mil lugares simultáneamente, y las columnas de humo se alzaron sobre las ciudades.

La quema del diablo es una de las tradiciones de Guatemala que he venido siguiendo desde 1997. Cada año, en Antigua, fotografío el diablo hecho de cartón, relleno de cohetes y pintado de colores pastel, de tal manera que en lugar de susto provoca simpatía. El diablo de Antigua es “el” diablo, es decir, el más emblemático entre los miles que se queman esa noche. Los miles son baratos, se compran en cualquier esquina por cuatro pesos, y son todos parecidos: rojos con la capa y los cachos negros. No tienen mayor gracia.

La costumbre se remonta a épocas coloniales, cuando Antigua era la gran ciudad, la Capitanía General Santiago de Guatemala o Santiago de los Caballeros, desde la que se regían los destinos de todo Mesoamérica. Al igual que en San Juan en Bolivia (y coincide en lo de las fogatas porque diciembre es el mes más frío en Guatemala) las familias queman los trastos viejos entre los que el diablo suele esconderse, para echarlo de las casas. Desde 1776 cuando se fundó Antigua a los pies del Volcán Agua, las procesiones nocturnas de la Virgen de la Concepción se hacían iluminadas por las fogatas que se hacían frente a las casas.

El diablo de Antigua, pintado en colores vivos, es una obra de artesanía popular, y cada año puntualmente está esperando la hora de su suerte en esa pequeña plaza frente al convento de la Concepción. De eso se trata la tradición, de la lucha entre el bien y el mal, en este caso el bien es la virgen de la concepción y el mal el diablo. Hay que aclararlo, porque la virgen representa una iglesia que vino a América Latina, como a otras partes del mundo, a destruir la cultura y la religiosidad que ya existía. La iglesia católica vino a tierras mayas a quemar los maravillosos códices donde se había escrito la historia de esta maravillosa civilización, y vino a destruir los rostros de las estelas, los grabados de los altares, y los templos extraordinarios.

El diablo, él, no destruyó nada. Parece que solamente los católicos lo conocían, de ahí que ha sido incorporado de manera ambigua en las tradiciones. Se lo quema para purificar, pero de alguna manera se le rinde también tributo, como al “tío” en las minas de Bolivia, o el “judas” –costumbre española- que se quema en México en Semana Santa, en Uruguay el 31 de diciembre, en Venezuela y Panamá y otros países de la región el domingo de Resurrección, como manifestación del sincretismo religioso.

El próximo año estaré en la quema del judas en México, este año me despido del diablo y de Antigua, Patrimonio de la Humanidad (UNESCO 1965), lo cual explica esta nota.

04 diciembre 2008

Werner Guttentag (1919-2008)

A los 88 años de edad ha fallecido en Cochabamba el 2 de diciembre don Werner Guttentag, editor pionero, fundador de “Los Amigos del Libro” que durante varias décadas fue la más importante casa editorial de Bolivia. De origen alemán, nacido en Breslau (que hoy es parte de Polonia con el nombre de Wroclaw), don Werner vino a Bolivia en 1939, cuando era un jovenzuelo que no había cumplido todavía 20 años de edad. Venía huyendo del horror nazi, como tantos otros ciudadanos de origen judío.

Guttentag –que en alemán quiere decir “buenas tardes”- tenía un sueño: fundar una librería y “vivir rodeado de libros”; lo logró finalmente en 1945. Poco después y gracias a su asociación con el escritor Jesús Lara, se convirtió en editor.

Mi relación con don Werner data de unos treinta años, en realidad desde la primera edición de mi libro, “Provocaciones”, que se publicó con el sello de “Los Amigos del Libro” en 1977, aunque en realidad fue una iniciativa de mi primo hermano Mariano Baptista Gumucio y se imprimió en los talleres del vespertino Ultima Hora. Esa modesta edición tuvo obviamente una importancia enorme en mi quehacer literario por tratarse de mi primera obra.

En 1980 yo tenía ya lista mi “Historia del Cine Boliviano”, la primera en su género, cuando se produjo el golpe militar de García Meza y tuve que esconderme y luego asilarme. La obra se iba a publicar en la colección Biblioteca Boliviana de Los Amigos del Libro, junto a otros ensayos fundamentales sobre la realidad boliviana. Esa colección fue sin duda una de las grandes ideas que tuvo don Werner, con el concurso de Hector Cossío Salinas, su gran aliado entre los estudiosos de la cultura nacional. La presencia de Don Werner en las ferias internacionales del libro, hizo que la literatura boliviana saliera de su cueva en las montañas andinas.

A raíz del golpe, corregí las pruebas de galera (sí, todavía se imprimían los libros con plomo) en el asilo de la Embajada de México en Obrajes, y allí recibí la visita del señor Flores -que trabajaba con Guttentag- para pedirme que eliminara los párrafos que hacían alusión a Marcelo Quiroga Santa Cruz, asesinado semanas antes en la sede de la Central Obrera Boliviana. Obviamente, me negué a alterar el texto y por ello el libro se publicó recién en octubre de 1982, cuando se acabó la dictadura militar que iba a durar “veinte años”, según habían anunciado con prepotencia los golpistas. Antes, ese mismo año, salió en México la edición de la Filmoteca de la UNAM. O sea, esa historia del cine tuvo dos ediciones simultáneas.

Hasta ahí mi relación editorial con “Los Amigos del Libro”, pero la relación personal con don Werner se mantuvo a través del tiempo. La última vez que lo vi fue en Cochabamba, el 15 de abril del 2001, cuando Gaby Vallejo tuvo la feliz iniciativa de juntar a algunos escritores de esa ciudad para reunirse conmigo en una cena. Aunque me habían dicho que don Werner estaba enfermo, lo encontré bien, rodeado de tantos autores que fueron publicados por su sello editorial.



Werner Guttentag con el escritor Raul Teixido