01 diciembre 2013

La diferencia entre ver y mirar

En ocasión de mi participación en SIART 2013 en el panel de homenaje a Ricardo Pérez Alcalá mencioné la capacidad técnica e intuición de nuestro gran artista plástico. Ese día se inauguró en el Círculo de la Unión una muestra de sus obras procedentes de colecciones privadas, que evidencia su versatilidad y la extraordinaria poesía de su mirada sobre lo cotidiano.  Su discípula Mónica Rina Mamani, así como Mario Ríos Gastelú, Marcelo Villena y Mariano Baptista Gumucio compartieron también sus apreciaciones sobre Ricardo y su obra.

Allí me referí al arte que nos ayuda a ver, a trascender la mirada superficial, porque el artista subraya la realidad, la interpreta y extrae de ella la esencia o aquello que superficialmente no vemos.

En las artes plásticas no existe una mera reproducción de la realidad.  Ni siquiera la fotografía o el cine reproducen la realidad, siempre la interpretan desde el momento en que la seleccionan, la fragmentan y hacen a partir de ella una composición con múltiples variaciones posibles, como una sinfonía.

Algunos críticos de Ricardo solían decir que una parte importante de su trabajo en acuarela es "solamente" una reproducción fiel de alguna escena campestre o de una naturaleza muerta.

Pero cualquiera que tenga sensibilidad se da cuenta de que la pintura de Pérez Alcalá, aún la más naturalista, nos hace ver en la realidad algo que la mirada superficial no ve.

Tomemos como ejemplo las puertas viejas y los zaguanes que alguna vez pintó Ricardo. Él decía con su humor acostumbrado que había tocado a muchas puertas durante sus primeros años de pintor, puertas que nunca le abrieron, por lo que acabó pintándolas. Todos hemos mirado zaguanes y tocado a puertas a lo largo de nuestras vidas, pero las hemos mirado en una dimensión efímera, a diferencia de lo que vemos en las acuarelas de Ricardo.

Una cama desvencijada, una humilde casa de adobe, un viejo baúl, un  montón de peras o de granadas, un árbol de jacarandá o una cascada de buganvilias nunca son en la pintura de Pérez Alcalá "solamente" una cama desvencijada, una humilde casa de adobe, un viejo baúl, un montón de peras o de granadas, un árbol de jacarandá o una cascada de buganvilias. A través de la pintura de un gran artista los detalles de la realidad cotidiana trascienden. El arte nos enseña a ver más allá de la superficie de las cosas, porque nos enseña a ver con la imaginación y no solamente con los ojos.

Se necesita mucha imaginación y mucha técnica para convertir una imagen de la realidad en una imagen llena de sugerencias, sin por ello distorsionar lo aparente, pero sublimando las imágenes para hacerlas excepcionales.

El arte no existe sin el espectador, porque es un proceso que no culmina cuando el artista concluye una obra, sino cuando el espectador la aprecia, es decir, la interviene con sus sentidos.

Es esencial en un buen pintor dominar la técnica, aunque sólo sea para olvidarse de ella en algún momento. Todos los grandes pintores han dominado la técnica antes de hacer propuestas diferentes, innovadoras, revolucionarias.

Dijo Joan Miró que “un cuadro no se acaba nunca, tampoco se empieza nunca, un cuadro es como el viento: algo que camina siempre, sin descanso.”

Y Pablo Picasso:  “Yo no pinto lo que veo, pinto lo que pienso”. 

Y el mismo Picasso, con el genio que lo caracterizaba: “A los doce años sabía dibujar como Rafael pero necesité toda una vida para aprender a pintar como un niño.”

Ricardo fue mucho más lejos en su exploración de la acuarela cuando empezó a trabajar con tablitas, es decir, acuarela con un preparado especial de yeso sobre una tabla de madera.  La calidad y precisión del trazo, comparable a la de la pintura al óleo, le permitió hacer algunos de los trabajos más hermosos y más ricos en imaginación.

No abandonó su desafío permanente de representar la realidad cotidiana en ese estilo bucólico que caracteriza a sus calles de pueblo, sus mercados o sus paisajes, pero paralelamente desarrolló con un vigor creativo extraordinario las representaciones de su imaginación, poblando sus tablitas de objetos y animales en un diálogo poético improbable en la realidad pero absolutamente verosímil en el universo creado por él.

Y para muestra de esa capacidad de imaginar y de representar lo imaginado, de plasmar una visión que penetra en la realidad para extraer de ella algo los comunes mortales no vemos, están algunas de sus tablitas que más quiero, las que tengo en mi casa o la que aparece en la portada de uno de mis poemarios.

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El arte no reproduce aquello que es visible
sino que hace visible aquello que no siempre lo es.

—Paul Klee