Octavio Getino, febrero 1978, París |
Mientras
más próxima es una persona en el afecto, más difícil es escribir sobre ella.
Eso me sucede ahora con Octavio Getino (1935-2012) fallecido este 1º de octubre
en Buenos Aires, a raíz de un cáncer que lo tuvo en tratamiento la mayor parte del último año, y que parecía haber superado.
“Octavio
se nos fue…” Así rezaba un breve mensaje que recibí a primera hora del lunes 1
de octubre que me resistí a creer hasta que vi la noticia publicada. Y esas cuatro palabras me han tenido tenso y malhumorado, pensando
una vez más que la vida no es justa. Se van los que necesitamos, los que menos quisiéramos que se vayan. Me he tranquilizado un poco luego de oír
en el teléfono la voz de Susana.
Ya
no sé qué tan atrás debo remontarme para recordar el inicio de mi amistad con
Octavio. En los archivos memoriosos encuentro algunas evidencias, unas pocas, de
nuestra larga relación hecha de episodios distantes en el espacio y en el
tiempo, pero próxima en el afecto: París 1978, Rennes 1979, Lima 1980, México,
La Habana y Buenos Aires muchas veces… Hay algunas fotos de esos encuentros, y
hubo además proyectos comunes, iniciativas compartidas.
Mientras
viví mi primer exilio en Francia durante buena parte de la década de 1970, vi a
Octavio y Susana varias veces. Las fotos me ayudan a recordar algunos de esos encuentros, menos mal que están allí para refrescar la memoria.
En el Tercer Encuentro de Cine Militante, junio de 1979, en Rennes, estuvimos también con otra cineasta amiga, Marta Rodríguez, de Colombia. Un nuevo exilio, a raíz del golpe militar de García Meza en 1980, me llevó a pedir posada en el departamento de Octavio y Susana en el Residencial San Felipe, en Lima, a principios de octubre. Estuve allí unos diez días disfrutando de su compañía y de su apoyo moral en esos momentos en que yo más los necesitaba, pues había salido de mi país clandestinamente, disfrazado, con papeles falsos, con una mano atrás y otra adelante, como dice la expresión.
Octavio Getino, Marta Rodríguez y Susana Velleggia, Rennes 1979 |
En el Tercer Encuentro de Cine Militante, junio de 1979, en Rennes, estuvimos también con otra cineasta amiga, Marta Rodríguez, de Colombia. Un nuevo exilio, a raíz del golpe militar de García Meza en 1980, me llevó a pedir posada en el departamento de Octavio y Susana en el Residencial San Felipe, en Lima, a principios de octubre. Estuve allí unos diez días disfrutando de su compañía y de su apoyo moral en esos momentos en que yo más los necesitaba, pues había salido de mi país clandestinamente, disfrazado, con papeles falsos, con una mano atrás y otra adelante, como dice la expresión.
Mi
destino en ese segundo exilio era México, y allí volvimos a coincidir y a
vernos varias veces, con otros amigos como Humberto Ríos, hasta que ellos regresaron
a Argentina. Fue en México que Octavio profundizó su trabajo de investigación
en el tema de industrias culturales, que llevaría adelante hasta el final de
sus días, como prueban los libros que publicó. Octavio fue un ejemplo de
equilibrio entre la teoría y la práctica en su trabajo intelectual y creativo. Hizo
cine como director y escribió narrativa, con el mismo empeño con que investigó
y fue gestor de políticas culturales.
Coincidimos varias veces en el Festival Internacional
del Nuevo Cine Latinoamericano, en La Habana, y en la edición de 1985
participamos juntos en una mesa redonda sobre comunicación, junto a Armand y
Michelle Mattelart, y Luiz Fernando Santoro.
Octavio Getino, Michelle Mattelart, Alfonso Gumucio y Armand Mattelart, en La Habana, 1985. |
Recordaré
siempre el temperamento tranquilo y apacible de Octavio, que fue sin duda el
contrapeso ideal para convivir con la fogosa y exuberante Susana Velleggia, y
para trabajar con el no menos fogoso “Pino” Solanas, con quien tuvo una extensa
y prolífica relación política y creativa, aunque la relación se deterioró en
años recientes. Un buen ejemplo del equilibrio entre la teoría y la práctica
fue precisamente su trabajo con Solanas.
En Cuernavaca, enero 1984 |
Así
lo mencioné en mi muestra fotográfica “Retrato Hablado” (1990), donde Octavio
no podía faltar, porque esa serie de retratos representa también mis afectos
por escritores, artistas plásticos, cineastas o políticos. Para cada retrato
preparé un texto (de ahí el título de la exposición) y para acompañar la foto
que le tomé a Octavio en enero de 1984, en Cuernavaca, escribí:
“Su
nombre está ligado a dos hechos trascendentales en el Nuevo Cine
Latinoamericano: por una parte el largometraje La Hora de los Hornos, y por otra el planteamiento teórico Hacia un Tercer Cine. En ambos casos, en colaboración con
Fernando Solanas. El trabajo de equipo entre ambos cineastas argentinos data de
mediados de los años sesenta. Getino aporta su conocimiento teórico y su
capacidad literaria, mientras Solanas despliega su enorme creatividad en la
expresión cinematográfica. Militantes peronistas, ambos sufren los rigores de
la represión militar y logran burlar el cerco cada vez más estrecho de la
‘guerra sucia’. El exilio lleva a
Octavio a Perú, luego a México. Allí y en otras ciudades del mundo hemos ido
construyendo nuestra amistad. Octavio Getino ha desplegado en los años de
exilio su capacidad de teórico en el campo del cine y de la comunicación. Sus
libros dan la medida de un espíritu que se proyecta más allá del presente,
abordando temas como las nuevas tecnologías, los procesos de industrialización
de la cultura, los impactos del turismo, etc., cuya irrupción es inminente en
nuestros países.”
Alfonso Gumucio, Octavio Getino, "Pino" Solanas y Santiago Álvarez, en La Habana, diciembre 1985 |
El
año 1978 me lancé en una de esas aventuras editoriales en las que he tropezado
varias veces como en la misma piedra: una revista. Se trataba de una revista de
cine llamada film/historia, de esas
que pertenecen instantáneamente a la categoría “año 1, número 1”, porque salen
una sola vez. Ahí, en el primer número hay un texto de Octavio, quien también aparece en mi libro Cine, censura
y exilio en América Latina (1979), publicado primero en Bolivia y
cinco años más tarde en México. Octavio contribuyó con su relato sobre la
censura de cine en Argentina. En Les cinémas d'Amérique Latine (1981) que preparé durante seis años con Guy Hennebelle, el capítulo sobre el cine argentino lo escribió Octavio Getino. También incluí un fragmento de Hacia un Tercer Cine en otro proyecto gigantesco, la Antología de comunicación para el cambio
social: lecturas históricas y contemporáneas que hicimos con Thomas Tufte, publicada en inglés en 2006 y en castellano en 2008. Todo esto lo señalo para subrayar que el pensamiento y
la obra de Octavio estuvieron siempre presentes en mi propia obra.
En Buenos Aires, mayo 2012 |
La
última vez que estuve con Octavio y Susana fue a principios de mayo de este
año. Hice un alto a la ida y a la vuelta en Buenos Aires para visitar a mis amigos en su casa de la calle Charcas, en mi camino al
Congreso de ALAIC en Montevideo. Nos pusimos al día, como siempre, en las cosas que realmente
importan en la vida. Octavio me contó que su tratamiento había sido exitoso,
que los últimos análisis revelaban que no había más células cancerosas en su
organismo. Fuimos a cenar al restaurante Plaza Mayor, un ambiente agradable
para seguir la charla. Octavio siempre de buen ánimo, con ese humor refinado
que lo caracterizaba, conversando entre los paréntesis que se abrían en medio
del hablar volcánico de Susana. Nunca pensé que sería la última vez que lo
vería, y ahora que reviso mis notas de esa noche, encuentro un apunte que me
estremece: “Cuando subieron al taxi, vi a Octavio sentado cubriéndose el rostro
con las manos, como si estuviera muy adolorido o cansado”.
Nuestro
últimos intercambios por correo electrónico fueron a propósito de la
investigación sobre el cine comunitario en América Latina y el Caribe, que
coordiné por recomendación suya y con su apoyo y guía. Cuando empezamos el
proyecto a mediados del 2011, yo no estaba seguro de aceptar la invitación que
me había hecho Alquimia Peña, la directora de la Fundación del Nuevo Cine
Latinoamericano (FNCL). Octavio me convenció de asumir la responsabilidad y gracias a ello y al equipo de
investigadores que coordiné, sale en las próximas semanas en Venezuela el libro
con los resultados de esa indagación.
Lo
demás es información que todos ya conocen o que pueden encontrar fácilmente. Que
nació en León (España); que obtuvo en 1964 el Premio Casa de las Américas por
un libro de cuentos; que fue fundador del Grupo Cine Liberación junto a "Pino" Solanas
y Gerardo Vallejo; que estuvo vinculado al peronismo de izquierda; que con Solanas entrevistó largamente a
Perón en su exilio en Madrid; que fue director del Instituto Nacional de Cine y
Artes Audiovisuales (INCAA); que dirigió El
familiar en 1974; que trabajó como consultor en varios organismos
regionales e internacionales en temas de cultura, comunicación y medio ambiente;
que fundó el Observatorio de Industrias Culturales (OIC) en Argentina y el
Observatorio Mercosur Audiovisual (OMA); que coordinó el Observatorio del Cine
y Audiovisual Latinoamericano (OCAL) en la Fundación del Nuevo Cine
Latinoamericano; que publicó una
veintena de libros… Etcétera.