03 octubre 2012

Octavio se nos fue


Octavio Getino, febrero 1978, París

Mientras más próxima es una persona en el afecto, más difícil es escribir sobre ella. Eso me sucede ahora con Octavio Getino (1935-2012) fallecido este 1º de octubre en Buenos Aires, a raíz de un cáncer que lo tuvo en tratamiento la mayor parte del último año, y que parecía haber superado.

“Octavio se nos fue…” Así rezaba un breve mensaje que recibí a primera hora del lunes 1 de octubre que me resistí a creer hasta que vi la noticia publicada. Y esas cuatro palabras me han tenido tenso y malhumorado, pensando una vez más que la vida no es justa. Se van los que necesitamos, los que menos quisiéramos que se vayan. Me he tranquilizado un poco luego de oír en el teléfono la voz de Susana.

Ya no sé qué tan atrás debo remontarme para recordar el inicio de mi amistad con Octavio. En los archivos memoriosos encuentro algunas evidencias, unas pocas, de nuestra larga relación hecha de episodios distantes en el espacio y en el tiempo, pero próxima en el afecto: París 1978, Rennes 1979, Lima 1980, México, La Habana y Buenos Aires muchas veces… Hay algunas fotos de esos encuentros, y hubo además proyectos comunes, iniciativas compartidas. 

Mientras viví mi primer exilio en Francia durante buena parte de la década de 1970, vi a Octavio y Susana varias veces. Las fotos me ayudan a recordar algunos de esos encuentros, menos mal que están allí para refrescar la memoria.  
Octavio Getino, Marta Rodríguez y Susana Velleggia, Rennes 1979

En el Tercer Encuentro de Cine Militante, junio de 1979, en Rennes, estuvimos también con otra cineasta amiga, Marta Rodríguez, de Colombia. Un nuevo exilio, a raíz del golpe militar de García Meza en 1980, me llevó a pedir posada en el departamento de Octavio y Susana en el Residencial San Felipe, en Lima, a principios de octubre. Estuve allí unos diez días disfrutando de su compañía y de su apoyo moral en esos momentos en que yo más los necesitaba, pues había salido de mi país clandestinamente, disfrazado, con papeles falsos, con una mano atrás y otra adelante, como dice la expresión.

Mi destino en ese segundo exilio era México, y allí volvimos a coincidir y a vernos varias veces, con otros amigos como Humberto Ríos, hasta que ellos regresaron a Argentina. Fue en México que Octavio profundizó su trabajo de investigación en el tema de industrias culturales, que llevaría adelante hasta el final de sus días, como prueban los libros que publicó. Octavio fue un ejemplo de equilibrio entre la teoría y la práctica en su trabajo intelectual y creativo. Hizo cine como director y escribió narrativa, con el mismo empeño con que investigó y fue gestor de políticas culturales.

Coincidimos varias veces en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, en La Habana, y en la edición de 1985 participamos juntos en una mesa redonda sobre comunicación, junto a Armand y Michelle Mattelart, y Luiz Fernando Santoro. 

Octavio Getino, Michelle Mattelart, Alfonso Gumucio y Armand Mattelart, en La Habana, 1985. 

Recordaré siempre el temperamento tranquilo y apacible de Octavio, que fue sin duda el contrapeso ideal para convivir con la fogosa y exuberante Susana Velleggia, y para trabajar con el no menos fogoso “Pino” Solanas, con quien tuvo una extensa y prolífica relación política y creativa, aunque la relación se deterioró en años recientes. Un buen ejemplo del equilibrio entre la teoría y la práctica fue precisamente su trabajo con Solanas.

En Cuernavaca, enero 1984
Así lo mencioné en mi muestra fotográfica “Retrato Hablado” (1990), donde Octavio no podía faltar, porque esa serie de retratos representa también mis afectos por escritores, artistas plásticos, cineastas o políticos. Para cada retrato preparé un texto (de ahí el título de la exposición) y para acompañar la foto que le tomé a Octavio en enero de 1984, en Cuernavaca, escribí:

“Su nombre está ligado a dos hechos trascendentales en el Nuevo Cine Latinoamericano: por una parte el largometraje La Hora de los Hornos, y por otra el planteamiento teórico Hacia un Tercer Cine.  En ambos casos, en colaboración con Fernando Solanas. El trabajo de equipo entre ambos cineastas argentinos data de mediados de los años sesenta. Getino aporta su conocimiento teórico y su capacidad literaria, mientras Solanas despliega su enorme creatividad en la expresión cinematográfica. Militantes peronistas, ambos sufren los rigores de la represión militar y logran burlar el cerco cada vez más estrecho de la ‘guerra sucia’.  El exilio lleva a Octavio a Perú, luego a México. Allí y en otras ciudades del mundo hemos ido construyendo nuestra amistad. Octavio Getino ha desplegado en los años de exilio su capacidad de teórico en el campo del cine y de la comunicación. Sus libros dan la medida de un espíritu que se proyecta más allá del presente, abordando temas como las nuevas tecnologías, los procesos de industrialización de la cultura, los impactos del turismo, etc., cuya irrupción es inminente en nuestros países.”

Alfonso Gumucio, Octavio Getino, "Pino" Solanas y Santiago Álvarez,
en La Habana, diciembre 1985
El año 1978 me lancé en una de esas aventuras editoriales en las que he tropezado varias veces como en la misma piedra: una revista. Se trataba de una revista de cine llamada film/historia, de esas que pertenecen instantáneamente a la categoría “año 1, número 1”, porque salen una sola vez. Ahí, en el primer número hay un texto de Octavio, quien también aparece en mi libro Cine, censura y exilio en América Latina (1979), publicado primero en Bolivia y cinco años más tarde en México. Octavio contribuyó con su relato sobre la censura de cine en Argentina. En Les cinémas d'Amérique Latine (1981) que preparé durante seis años con Guy Hennebelle, el capítulo sobre el cine argentino lo escribió Octavio Getino. También incluí un fragmento de Hacia un Tercer Cine en otro proyecto gigantesco, la Antología de comunicación para el cambio social: lecturas históricas y contemporáneas que hicimos con Thomas Tufte, publicada en inglés en 2006 y en castellano en 2008. Todo esto lo señalo para subrayar que el pensamiento y la obra de Octavio estuvieron siempre presentes en mi propia obra.

En Buenos Aires, mayo 2012
La última vez que estuve con Octavio y Susana fue a principios de mayo de este año. Hice un alto a la ida y a la vuelta en Buenos Aires para visitar a mis amigos en su casa de la calle Charcas, en mi camino al Congreso de ALAIC en Montevideo. Nos pusimos al día, como siempre, en las cosas que realmente importan en la vida. Octavio me contó que su tratamiento había sido exitoso, que los últimos análisis revelaban que no había más células cancerosas en su organismo. Fuimos a cenar al restaurante Plaza Mayor, un ambiente agradable para seguir la charla. Octavio siempre de buen ánimo, con ese humor refinado que lo caracterizaba, conversando entre los paréntesis que se abrían en medio del hablar volcánico de Susana. Nunca pensé que sería la última vez que lo vería, y ahora que reviso mis notas de esa noche, encuentro un apunte que me estremece: “Cuando subieron al taxi, vi a Octavio sentado cubriéndose el rostro con las manos, como si estuviera muy adolorido o cansado”. 

Nuestro últimos intercambios por correo electrónico fueron a propósito de la investigación sobre el cine comunitario en América Latina y el Caribe, que coordiné por recomendación suya y con su apoyo y guía. Cuando empezamos el proyecto a mediados del 2011, yo no estaba seguro de aceptar la invitación que me había hecho Alquimia Peña, la directora de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano (FNCL). Octavio me convenció de asumir la responsabilidad y gracias a ello y al equipo de investigadores que coordiné, sale en las próximas semanas en Venezuela el libro con los resultados de esa indagación.

Lo demás es información que todos ya conocen o que pueden encontrar fácilmente. Que nació en León (España); que obtuvo en 1964 el Premio Casa de las Américas por un libro de cuentos; que fue fundador del Grupo Cine Liberación junto a "Pino" Solanas y Gerardo Vallejo; que estuvo vinculado al peronismo de izquierda; que con Solanas entrevistó largamente a Perón en su exilio en Madrid; que fue director del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA); que dirigió El familiar en 1974; que trabajó como consultor en varios organismos regionales e internacionales en temas de cultura, comunicación y medio ambiente; que fundó el Observatorio de Industrias Culturales (OIC) en Argentina y el Observatorio Mercosur Audiovisual (OMA); que coordinó el Observatorio del Cine y Audiovisual Latinoamericano (OCAL) en la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano;  que publicó una veintena de libros… Etcétera.