Siempre me ha gustado este grabado antiguo que muestra la pirámide de la estructura social. En lo alto están los más ricos e influyentes que gobiernan, y son una clara minoría. En el estrato siguiente está la iglesia, con una influencia enorme en las vidas de los ciudadanos, por eso la leyenda reza: “Nosotros te atontamos”…
Debajo está el ejército, encargado de mantener el statu quo del poder, asegurando de paso su propia supervivencia. La burguesía que es la “base social” del poder establecido, siempre oportunista, ocupa el nivel siguiente. Finalmente, en la base de la pirámide y soportando todo el peso de arriba, están los trabajadores, los que producen, los que ganan un salario mínimo pero alimentan a los de arriba.
Este es un hermoso dibujo y una aguda radiografía de la época en que se hizo, pero ya no sirve hoy. La pirámide actual es más compleja y tendríamos que hacerle varios cambios.
En el nivel más alto, en lugar de una aristocracia que ahora ya no tiene poder, estaría el poder neocolonial representado por el Tío Sam, cuya influencia política es determinante no solamente sobre los países pobres, sino incluso sobre los países ricos de Europa, y en el sistema de las Naciones Unidas. En el segundo nivel habría que colocar a los medios de difusión, que ni siquiera figuran en la pirámide antigua, pero que hoy constituyen mucho más que un “cuarto poder”. Su influencia en la política global es enorme, y sus lazos con el poder económico y político a nivel internacional y nacional, no dejan lugar a dudas.
La iglesia sigue jugando un rol en muchos países, pero ahora habría que hablar de “las iglesias”, e incluir a los super-mediáticos evangelistas y mesiánicos hipnotizadores.
Lo único que no ha cambiado, es la base… los millones de hombres y mujeres que trabajan para sobrevivir, y cuyo esfuerzo enriquece a la lista Forbes.