El cine, que es arte e industria, sufre
las consecuencias de decidirse entre ambos caminos. Es un arte bipolar, que pone en aprieto a los
creadores. A diferencia de la literatura, de la pintura o del teatro, una
película es en buena medida sirviente de la gran pantalla y cuando la gran
pantalla se convierte en el objetivo principal, comienzan las concesiones y las
derrotas. Suele perder el arte y ganar el comercio. Rara vez ambos.
América Latina le ha regalado al mundo un
cine importante, con contenido, un cine sensible y comprometido, y también un
cine bello y trascendente. Todo esto, con mucho esfuerzo y con poco apoyo por
parte de quienes tienen la obligación de proteger y promover la cultura.
Los Estados tienen (a veces) políticas
culturales que rara vez implementan. Si apenas cumplen con las políticas de
educación y salud, menos aún con las que conciernen a la cultura. En tiempos de
crisis, lo primero que se corta en los presupuestos es la cultura, y en tiempos
de bonanza, lo último que se toma en cuenta es la cultura.
Por ello resulta estimulante encontrar un
Estado que tiene cierta visión de futuro y valora el papel de la educación y de
la cultura, más allá de los discursos melifluos y las promesas postergadas.
Toda esa introducción para referirme al Consejo
Nacional de Cine (CnCine) de Ecuador, que me invitó a mediados de junio para
formar parte del Comité de Selección de Fomento a la Producción Cinematográfica y Audiovisual Intercultural 2015. Fue una oportunidad estupenda para conocer
mejor ese proceso y para retomar contacto con mis amigos ecuatorianos. No era la primera vez ya que a fines de noviembre de 2014 me invitaron a participar en el Encuentro Internacional de Cine Comunitario que tuvo lugar en Cotacachi.
El CnCine es una institución que ya
quisiéramos tener en Bolivia. Es una instancia pública descentralizada y
completamente autónoma, sin injerencia del gobierno, de los ministerios, de los
burócratas de turno, pero con apoyo del Estado (que no es lo mismo que del
gobierno), un apoyo que le permite disponer de más de dos millones de dólares
anuales de fondos para apoyar la producción y difusión del cine en Ecuador.
El directorio del CnCine está conformado
por siete personas: el Presidente del Instituto Ecuatoriano de la Propiedad
Intelectual (IEPI), el Presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, un
representante de los productores cinematográficos, un representante de los
directores y guionistas, un representante de los actores y técnicos
cinematográficos, y dos delegados de los ministerios de Industrias y de Cultura
y Patrimonio. Ojo, solamente dos ministerios, y no como en Bolivia donde la
mayoría del directorio del Consejo Nacional de Cine (Conacine, un cascarón
vacío), está en manos del gobierno que no hace nada por el cine ni como arte ni
como industria.
Juan Martín Cueva, director de CnCine |
Lo que más destaco en el CnCine ecuatoriano
es la autonomía del director ejecutivo (actualmente el cineasta Juan Martín
Cueva), que opera libre de influencias políticas o de intereses sectarios y con
total transparencia de gestión.
Tengo en mis manos las Memorias de gestión 2013-2014 del
CnCine, y no puedo sino admirar la cantidad y calidad de actividades realizadas
durante esos dos años. En 160 páginas se pasa revista a logros importantísimos,
uno de ellos el incremento del fondo de fomento, que creció en 30% en 2013 y
nada menos que en 300% en 2014. Ese es un indicio claro de un Estado que se
interesa en la cultura y que la apoya en términos concretos. (En Bolivia se
invierten millones en el circo del Dakar y en centenares de campos de fútbol de
césped sintético).
CnCine promociona el cine de la
diversidad, por ello Juan Martín Cueva habla de “cines” y no solamente de cine
en singular. La institución representa al conjunto de actores que tienen que
ver con la cinematografía ecuatoriana y no está supeditada a funcionarios del gobierno
que solamente ven números allí donde deberían ver ventanas y horizontes. Aunque
los cineastas ecuatorianos están dispersos y mal organizados, CnCine dirige su
accionar hacia todos ellos, sin exclusiones y sin favoritismos. Por ello su
informe incluye un panorama completo de la producción, distribución y
exhibición, con datos estadísticos y con artículos de análisis.
Gracias a la política de apertura
propositiva y creativa de CnCine se ha logrado en pocos años estimular la
producción y difusión del cine ecuatoriano a nivel nacional e internacional. En
2013 y 2014 películas ecuatorianas recibieron premios en veinte festivales
internacionales de cine. El fondo de fomento asignó en 2014 la suma de
2.200.800 US$ dólares para las diferentes categorías establecidas.
Mujeres waorani |
No hay ninguna arbitrariedad en la
atribución de fondos, todo el proceso es transparente y las reglas de
participación son tan claras y detalladas que la convocatoria del fondo de
fomento es un libro de 192 páginas.
En 2015 se inauguró una nueva categoría
de fomento a la producción
cinematográfica y audiovisual intercultural, de la que me tocó ser uno de
los tres jurados, junto al cineasta ecuatoriano Pocho Álvarez, a quien conozco
hace tres décadas, y a Magaly Solier, actriz y cantante peruana. La inclusión
de jurados internacionales en el proceso de atribución de los fondos de fomento
es parte de la transparencia del proceso, ya que garantiza imparcialidad y
elimina los riesgos del “amiguismo” local y las arbitrariedades que genera el
uso discrecional del poder.
Magaly Solier |
Con un jurado como el nuestro, da gusto
trabajar. Me he referido al trabajo cinematográfico de Pocho Álvarez en otras
ocasiones, ahora quiero decir algo sobre Magaly Solier. El cine peruano dio un
salto a nivel internacional cuando se estrenó la película La teta asustada, de Claudia Llosa, interpretada por Magaly, que
había sido la protagonista del primer largometraje de Llosa: Made in USA. Ambas películas fueron
éxitos de taquilla y de crítica, y parte de ese éxito se debió a las
interpretaciones de Magaly Solier, una artista con mucha energía dentro y fuera
de la pantalla. Dice Magaly: "La actuación es como entrar a un pozo de agua helada cuando uno tiene el cuerpo caliente". Los días que compartimos en el jurado me permitieron apreciar
sus cualidades creativas, no solamente como actriz sino como compositora e
intérprete de música. En un momento de descanso en los trabajos del jurado
Magaly compuso sobre la marcha música para uno de mis poemas.
Trabajos del jurado, con Magaly Solier |
La categoría de cine y audiovisual
intercultural es una conquista de las comunidades indígenas para contar con una
categoría propia de discriminación positiva. Su filosofía se expresa en frases
como: “Tu sueño es mi sueño, tu historia la mía”, “Si tu cortometraje te
construye, me construye”, “Si tu documental te visibiliza, me visibiliza”, “Si
gana una propuesta me sentiré ganadora también, porque el triunfo de un
proyecto solo traza un largo camino que nunca termina y hay que caminarlo en
colectivo, en comunidad”.
Lamentablemente esa enunciada armonía y
solidaridad no se verificó al final del proceso de selección. Aunque la mayoría de los postulantes estuvo
conforme con las determinaciones del jurado, el día de la apertura del sobre
sellado con los resultados, un grupo cuyos proyectos no habían sido favorecidos
en la medida en que esperaban, cuestionó las decisiones tomadas por unanimidad.
Detrás de esa queja había la noción bastante demagógica de que basta ser
indígena para merecer el financiamiento y ganar a toda costa, mientras que para
los miembros del jurado quedaba claro que los proyectos merecedores son
aquellos que tenían mayor potencial cinematográfico, y no solamente los que
plantean un tema interesante.
De todo lo que uno vive saca lecciones. Conclusión:
ojalá Bolivia —que se ufana en
contar con más dinero que nunca en las arcas del Estado— siguiera el ejemplo de Ecuador. Si en nuestro país hay mucha
plata pero no buenas ideas, es mejor copiar las buenas ideas de otros países.
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La
cultura engendra progreso y sin ella no cabe exigir
de los
pueblos ninguna conducta moral.
—José
Vasconcelos