Tuve la oportunidad a mediados de julio
de participar como ponente en el II Congreso Colombiano de Áreas Protegidas 2014: territorios para la vida y la paz.
Fue un evento enorme y de una gran riqueza, en el que coseché más de lo que entregué
durante mis conferencias y conversatorios con especialistas y con jóvenes.
El concepto central del congreso fue
debatir y analizar el presente y futuro de áreas protegidas que viven sometidas
a la presión de los guerra, de los desplazamientos forzosos y de la expansión
de la frontera agrícola. Colombia tiene muy claro el esquema de protección de
sus parques nacionales e invierte para mantener y desarrollar propuestas de
conservación con una visión de participación y desarrollo. Las políticas del Estado
colombiano se traducen en recursos para los parques nacionales, algo que
difícilmente podemos encontrar en Bolivia, donde las amenazas de destrucción de
las áreas protegidas son cada vez mayores.
Me impresionaron los esfuerzos de
coordinación que realiza el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP) que
agrupa a todos los parques nacionales, cada uno de ellos con propuestas propias
de gestión, todas fundamentadas en valores que tienen que ver con la protección
de la naturaleza y el uso sostenible de los recursos.
Javier Ramallo y Marco Encalada |
La invitación la recibí de uno de esos
parques, el Macizo Colombiano, y particularmente del área de comunicación donde
desarrolla un buen trabajo Javier Ramallo, boliviano. Javier y el equipo del
SIRAP Macizo pugnan por llevar adelante una propuesta estratégica de
comunicación para el desarrollo con participación local. En el marco del congreso tuvieron varias
actividades en las que me tocó participar.
Según los organizadores, el evento contó
con la participación de 2 140 inscritos, 43 patrocinadores, 101 conferencistas,
39 stands, 25 emisoras universitarias y 30 medios nacionales. No es poca cosa y
demuestra el enorme interés que hay en el tema.
Cinco ríos, los más importantes de
Colombia, nacen en el Macizo Colombiano y recorren caudalosos todo el
territorio del país hasta el Pacífico hasta la cuenca amazónica y hasta el
Caribe. Colombia es de los 12 países megadiversos del mundo. Aunque su
extensión terrestre representa solamente el 0.7% de la superficie del planeta, alberga
alrededor del 10% de la fauna y flora del mundo. Tiene el 10% de las especies
de mamíferos (479), el 14% de las especies de anfibios (763) y el 18% de las especies
de aves (1885) del mundo. De acuerdo con la información disponible y según los
criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN)
se han identificado 1 500 especies en distintas categorías de amenaza.
Mi principal conferencia, “Nuevas
competencias de la comunicación para el desarrollo en la conservación”, se
dirigió a la red de comunicadores del SIRAP Macizo. Basta decir “red de
comunicadores” para darse cuenta de la importancia que se le otorga a la
comunicación como proceso de transformación. Al igual que otros parques
nacionales este cuenta con una red compuesta por decenas de técnicos y
especialistas en comunicación, con quienes es posible desarrollar políticas y
estrategias de comunicación, como la diseñada por Ramallo. La comunicación,
como debe ser, es transversal a todas las acciones que se desarrollan en los
programas de conservación.
También participé junto a Marco Encalada
(Ecuador) y JoAnn Valenti (USA) en el
Simposio 10 sobre “Comunicación y educación para la conservación”. Heidi Pohl,
la moderadora, organizó una sesión en el estilo de las conferencias TED, que
salió muy bien porque nos permitió ser concisos en la exposición y provocadores
a la hora de plantear nuestro tema.
Una de las sesiones que más disfruté fue
organizada por la Mesa de Jóvenes, con una dinámica participativa innovadora. Los
jóvenes me pusieron en el banquillo de los interrogatorios, junto a tres otros
colegas, y a través de sus preguntas e inquietudes pudimos colegir su capacidad
de liderazgo en un futuro próximo. Por sus intervenciones lúcidas y llenas de
entusiasmo y compromiso, me queda claro que hay una nueva generación que tomará
el relevo en el diseño de políticas y estrategias con un mayor énfasis en la
comunicación y la participación.
Es más, durante la clausura del congreso,
al día siguiente, esos jóvenes hicieron una presentación de sus propias
conclusiones, una declaración paralela a la oficial, y no fui el único que pensó que ese documento
era más rico y más comprometido que el presentado por las autoridades de
gobierno que se ocupan del tema. Comparativamente, el documento oficial se
aplazó. No solamente más rico sino que las conclusiones de la Mesa de Jóvenes
fueron presentadas con música, canciones y un largo mural sobre papel donde
habían plasmado sus demandas y sus ideales sobre la conservación y el medio
ambiente.
“Exigimos, prometemos y nos
comprometemos” era el slogan que cantaban cada vez que expresaban una propuesta
que era resultado de un verdadero trabajo colectivo, antes que de un acuerdo
entre un pequeño grupo de redactores, como sucedió con el documento oficial,
que ni siquiera recogió las recomendaciones de todas las mesas. Las palabras
“participación” y “comunicación” brillaron por su ausencia en el documento
oficial.
El colectivo de comunicación “Voces del
Macizo”, compuesto por jóvenes comunicadores de todo el país, hizo énfasis en
la necesidad de desarrollar procesos de comunicación y de participación que
involucren y comprometan a las poblaciones.
Otra declaración paralela fue la de los
pueblos indígenas y negros de Colombia, que expresaron su crítica al
centralismo del Estado exigiendo con mucha lucidez formas de gobernanza local y
prácticas de diálogo intercultural.
El entusiasmo y el compromiso de quienes
lideran los procesos desde la sociedad civil y también en algunos de los
organismos del Estado sobre todo en los niveles más cercanos a la problemática,
no se queda en las buenas intenciones y en los discursos innovadores. En los
hechos existe un trabajo colaborativo donde todos los actores ponen de manifiesto
su voluntad de trabajar por una causa común, sin que la politiquería parcele el
concepto unitario del territorio. La visión estratégica de la comunicación, más
allá de los cambios de gobierno, es visionaria.
Me impresionó constatar en muchos de los
ponentes una claridad meridiana en la articulación necesaria entre democracia,
pobreza y conservación en los niveles de políticas, de estrategias, de leyes y
de desarrollo concreto de acciones. Los parques nacionales aparecen como un
escenario estratégico para el desarrollo sostenible de Colombia. Para todos los
actores con los que pude conversar y a quienes tuve oportunidad de escuchar,
queda claro que no se puede trabajar en conservación si no se vinculan las
estrategias con las comunidades en guerra, con los desplazados, con la
protección de los habitantes locales en los parques para que no abandonen sus
territorios.
La actividad económica, sobre todo la
expansión de la frontera agrícola del café, compite con la cobertura
forestal. Dentro del propio gobierno hay
posiciones divergentes, unas más proclives al extractivismo y a un desarrollo
guiado únicamente por objetivos de rendimiento económico. Por ello la
integración de las estrategias de comunicación para el desarrollo, de gestión y
de fortalecimiento institucional y del marco normativo, entre otras, abre
enormes perspectivas. En materia de conservación y desarrollo, Colombia está
años luz por delante de Bolivia.
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Produce una inmensa
tristeza pensar que la naturaleza habla
mientras el género humano no la escucha.
—Víctor Hugo
mientras el género humano no la escucha.
—Víctor Hugo