27 agosto 2014

Tierra de agua

Tuve la oportunidad a mediados de julio de participar como ponente en el II Congreso Colombiano de Áreas Protegidas 2014: territorios para la vida y la paz. Fue un evento enorme y de una gran riqueza, en el que coseché más de lo que entregué durante mis conferencias y conversatorios con especialistas y con jóvenes.

El concepto central del congreso fue debatir y analizar el presente y futuro de áreas protegidas que viven sometidas a la presión de los guerra, de los desplazamientos forzosos y de la expansión de la frontera agrícola. Colombia tiene muy claro el esquema de protección de sus parques nacionales e invierte para mantener y desarrollar propuestas de conservación con una visión de participación y desarrollo. Las políticas del Estado colombiano se traducen en recursos para los parques nacionales, algo que difícilmente podemos encontrar en Bolivia, donde las amenazas de destrucción de las áreas protegidas son cada vez mayores.

Me impresionaron los esfuerzos de coordinación que realiza el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP) que agrupa a todos los parques nacionales, cada uno de ellos con propuestas propias de gestión, todas fundamentadas en valores que tienen que ver con la protección de la naturaleza y el uso sostenible de los recursos.

Javier Ramallo y Marco Encalada
La invitación la recibí de uno de esos parques, el Macizo Colombiano, y particularmente del área de comunicación donde desarrolla un buen trabajo Javier Ramallo, boliviano. Javier y el equipo del SIRAP Macizo pugnan por llevar adelante una propuesta estratégica de comunicación para el desarrollo con participación local.  En el marco del congreso tuvieron varias actividades en las que me tocó participar.

Según los organizadores, el evento contó con la participación de 2 140 inscritos, 43 patrocinadores, 101 conferencistas, 39 stands, 25 emisoras universitarias y 30 medios nacionales. No es poca cosa y demuestra el enorme interés que hay en el tema.

Cinco ríos, los más importantes de Colombia, nacen en el Macizo Colombiano y recorren caudalosos todo el territorio del país hasta el Pacífico hasta la cuenca amazónica y hasta el Caribe. Colombia es de los 12 países megadiversos del mundo. Aunque su extensión terrestre representa solamente el 0.7% de la superficie del planeta, alberga alrededor del 10% de la fauna y flora del mundo. Tiene el 10% de las especies de mamíferos (479), el 14% de las especies de anfibios (763) y el 18% de las especies de aves (1885) del mundo. De acuerdo con la información disponible y según los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) se han identificado 1 500 especies en distintas categorías de amenaza.

Mi principal conferencia, “Nuevas competencias de la comunicación para el desarrollo en la conservación”, se dirigió a la red de comunicadores del SIRAP Macizo. Basta decir “red de comunicadores” para darse cuenta de la importancia que se le otorga a la comunicación como proceso de transformación. Al igual que otros parques nacionales este cuenta con una red compuesta por decenas de técnicos y especialistas en comunicación, con quienes es posible desarrollar políticas y estrategias de comunicación, como la diseñada por Ramallo. La comunicación, como debe ser, es transversal a todas las acciones que se desarrollan en los programas de conservación.

También participé junto a Marco Encalada (Ecuador) y  JoAnn Valenti (USA) en el Simposio 10 sobre “Comunicación y educación para la conservación”. Heidi Pohl, la moderadora, organizó una sesión en el estilo de las conferencias TED, que salió muy bien porque nos permitió ser concisos en la exposición y provocadores a la hora de plantear nuestro tema.

Una de las sesiones que más disfruté fue organizada por la Mesa de Jóvenes, con una dinámica participativa innovadora. Los jóvenes me pusieron en el banquillo de los interrogatorios, junto a tres otros colegas, y a través de sus preguntas e inquietudes pudimos colegir su capacidad de liderazgo en un futuro próximo. Por sus intervenciones lúcidas y llenas de entusiasmo y compromiso, me queda claro que hay una nueva generación que tomará el relevo en el diseño de políticas y estrategias con un mayor énfasis en la comunicación y la participación.

Es más, durante la clausura del congreso, al día siguiente, esos jóvenes hicieron una presentación de sus propias conclusiones, una declaración paralela a la oficial,  y no fui el único que pensó que ese documento era más rico y más comprometido que el presentado por las autoridades de gobierno que se ocupan del tema. Comparativamente, el documento oficial se aplazó. No solamente más rico sino que las conclusiones de la Mesa de Jóvenes fueron presentadas con música, canciones y un largo mural sobre papel donde habían plasmado sus demandas y sus ideales sobre la conservación y el medio ambiente.

“Exigimos, prometemos y nos comprometemos” era el slogan que cantaban cada vez que expresaban una propuesta que era resultado de un verdadero trabajo colectivo, antes que de un acuerdo entre un pequeño grupo de redactores, como sucedió con el documento oficial, que ni siquiera recogió las recomendaciones de todas las mesas. Las palabras “participación” y “comunicación” brillaron por su ausencia en el documento oficial.

El colectivo de comunicación “Voces del Macizo”, compuesto por jóvenes comunicadores de todo el país, hizo énfasis en la necesidad de desarrollar procesos de comunicación y de participación que involucren y comprometan a las poblaciones.

Otra declaración paralela fue la de los pueblos indígenas y negros de Colombia, que expresaron su crítica al centralismo del Estado exigiendo con mucha lucidez formas de gobernanza local y prácticas de diálogo intercultural.

El entusiasmo y el compromiso de quienes lideran los procesos desde la sociedad civil y también en algunos de los organismos del Estado sobre todo en los niveles más cercanos a la problemática, no se queda en las buenas intenciones y en los discursos innovadores. En los hechos existe un trabajo colaborativo donde todos los actores ponen de manifiesto su voluntad de trabajar por una causa común, sin que la politiquería parcele el concepto unitario del territorio. La visión estratégica de la comunicación, más allá de los cambios de gobierno, es visionaria. 


Me impresionó constatar en muchos de los ponentes una claridad meridiana en la articulación necesaria entre democracia, pobreza y conservación en los niveles de políticas, de estrategias, de leyes y de desarrollo concreto de acciones. Los parques nacionales aparecen como un escenario estratégico para el desarrollo sostenible de Colombia. Para todos los actores con los que pude conversar y a quienes tuve oportunidad de escuchar, queda claro que no se puede trabajar en conservación si no se vinculan las estrategias con las comunidades en guerra, con los desplazados, con la protección de los habitantes locales en los parques para que no abandonen sus territorios.

La actividad económica, sobre todo la expansión de la frontera agrícola del café, compite con la cobertura forestal.  Dentro del propio gobierno hay posiciones divergentes, unas más proclives al extractivismo y a un desarrollo guiado únicamente por objetivos de rendimiento económico. Por ello la integración de las estrategias de comunicación para el desarrollo, de gestión y de fortalecimiento institucional y del marco normativo, entre otras, abre enormes perspectivas. En materia de conservación y desarrollo, Colombia está años luz por delante de Bolivia.
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Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla
mientras el género humano no la escucha.
—Víctor Hugo