17 agosto 2014

El ingeniero descalzo


En la Corporación Boliviana de Fomento (CBF)
El 3 de agosto de 1914 nació mi padre. Han pasado cien años, de los que él solamente vivió 67. Cuando falleció era un hombre envejecido prematuramente, que había entregado cuarenta años de su vida al desarrollo de Bolivia, y ocupado altos cargos en los gobiernos de la Revolución Nacional sin haber jamás tomado ventaja en beneficio propio del poder ni de los recursos públicos que tuvo bajo su responsabilidad.

Concibió y llevó a término los grandes planes de integración económica y territorial del país. Durante su gestión como presidente de la Corporación Boliviana de Fomento (CBF) entre 1952 y 1956 y más tarde como Ministro de Economía entre 1960 y 1964 llevó adelante el diseño y la construcción de carreteras de vinculación con el oriente de Bolivia, la instalación de la primera Planta Industrializadora de Leche (PIL), proyectos de desarrollo agropecuario e agroindustrial, y muchas otras obras.

El martes 12 de agosto de 2014 el Gobierno Municipal de La Paz le rindió un homenaje en el Salón de Honor de la Alcaldía, en un acto donde el Alcalde Luis Revilla en nombre del Concejo Municipal le otorgó la distinción de Hijo Predilecto de la Ciudad de La Paz, la segunda vez que dicha distinción ha sido otorgada, según mencionó durante su intervención.

Pedro, Alfonso y Pablo Gumucio con el Alcalde Luis Revilla
En la misma ocasión se anunció la designación de una rotonda con su nombre en el barrio de Achumani y la colocación de una placa recordatoria junto a su tumba en el Cementerio General. Allí estaban los que tenían que estar, la familia cercana, los amigos de mis hermanos y míos, algunos que conocieron a mi padre, como Jacobo Liberman, que estuvo a su lado en los últimos minutos de su vida.

El ex presidente Carlos D. Mesa hizo una semblanza de mi padre, destacando que fue un político diferente porque no buscaba la luz de los reflectores: “Era por encima de todo un creador que hizo posible que las ideas de transformación de la revolución fueran una realidad. Sería imposible entender varios de los lineamientos y varios de los caminos que siguió el proceso de 1952 sin la mano firme, clara y la iniciativa sin desmayos, y el estar siempre dispuesto a hacer locuras de Alfonso Gumucio Reyes”.  

Carlos D. Mesa, Alfonso Gumucio, Luis Revilla
Se refirió a la particular relación de amistad con el presidente Víctor Paz Estenssoro: “Una relación infrecuente en el caso del ex presidente, una amistad que estaba por encima de la sintonía política y por encima de la sintonía de partido. Como se sabe, Paz Estenssoro no era una persona de amistades fáciles o de muchas amistades, y la relación de Gumucio con Paz Estenssoro era por encima de todo la de dos amigos que se respetaban y se consideraban mutuamente, y eso le permitió a Gumucio un margen de juego basado en la confianza plena depositada por el presidente, una confianza que estaba garantizada por sus capacidades y por algo infrecuente: una honestidad fuera de toda discusión, honestidad que se reflejó hasta el final de su vida”.

El desarrollo económico de la región de Santa Cruz no podría entenderse sin la actitud visionaria que acompañó la integración entre el occidente y el oriente. Todavía recuerdo las vacaciones que pasábamos en Santa Cruz de la Sierra acompañando a mi padre en sus visitas a los proyectos de desarrollo. La ciudad era un pueblito donde las carretas tiradas por bueyes se estancaban en el barro y en la plaza principal todavía se ataban las bridas de los caballos a los pilares de las casas. Hoy pocos tienen memoria de ello. La gran paradoja es que Santa Cruz no se acuerde hoy de quien sembró su desarrollo a través de la integración y de las migraciones internas.

Gumucio Reyes en el Ministerio de Economía
No había una sola carretera pavimentada hacia el oriente a mediados de los años 1950. En esos años, desde la colonia, la riqueza del país se concentraba en las minas del altiplano y eran muy pocos los que creían en la posibilidad de desarrollar la agricultura. “Gumucio estuvo dispuesto a apostar por sus sueños y transformarlos en realidad porque combinaba el sueño con los dos pies bien firmemente puestos sobre la tierra”, afirmó Carlos D. Mesa y recordó que durante su gestión como presidente enfrentó el desafío de construir en apenas siete meses el puente más largo del Chapare que une a Cochabamba con Santa Cruz, para remplazar al que había sido destruido en diciembre de 2003 por una riada sin precedentes: “Estuvimos en la reinauguración del puente completamente nuevo, para volver a colocar el nombre que es más justo para ese viaducto: Alfonso Gumucio Reyes”.

Hacia el final de su intervención quiso destacar en el perfil del personaje la faceta del patriota: “Tenemos una tendencia en Bolivia a asumir la palabra patria con retórica, grandilocuencia, grandes discursos, expresiones de amor infinito. Gumucio fue un patriota en un contexto concreto, lo fue desde el momento en que se comprometió con un proceso político en la línea en que lo hizo. […] No era un hombre de gabinete, no era un hombre de oficina, era un hombre de estar permanentemente en aquellos sitios que eran los objetivos de trabajo del desarrollo económico del país. […] Gumucio patriota, Gumucio visionario, Gumucio soñador, Gumucio pragmático… el ‘general’ Gumucio que era capaz de dar las órdenes que había que dar para que las cosas se hicieran bien”. 

Antes de concluir el acto entregué al Alcalde de La Paz el primer ejemplar de El ingeniero descalzo, un libro en el que he tratado de dibujar el perfil de mi padre en relación a su acción y pensamiento visionario a favor del desarrollo económico y social de Bolivia. Este libro, como dije al presentarlo, es el adelanto de un trabajo de mayor aliento donde he intentado cubrir esas y otras facetas de la personalidad de Alfonso Gumucio Reyes. Sobre El ingeniero descalzo dijo Carlos D. Mesa: “Magnífico título. Ese es el nombre que le da el hijo al padre. Para quienes se acerquen al libro encontrarán que es necesario que Bolivia mire más y con mayor profundidad a aquellos que hicieron patria de verdad, que la construyeron directamente”. 

Fue el gran visionario del desarrollo de Bolivia.  No solamente hizo bellos planes, sino que los llevó a buen término, algunos interrumpidos solamente por la fuerza del golpe militar de 1964. Con relativamente poco dinero hizo grandes obras, pero no organizó alrededor de esas obras los espectáculos mediáticos a los que estamos mal acostumbrados ahora. En lugar de manifestar un triunfalismo exacerbado para validarse políticamente, mantenía un recato del que deberían aprender los dirigentes actuales, que usan todo –lo propio y lo ajeno, para proyectarse electoralmente. 

Durante el acto mi padre nos miraba a todos desde una fotografía que le tomó Julia Vargas en el Chapare, donde aparece con una barba patriarcal. A Carlos le llamó la atención que yo hubiera escogido esa foto hasta que le expliqué que en los últimos años de su vida mi padre, que había diseñado la estrategia de integración desde el Estado a través de las carreteras 1 y 4, acabó trabajando como contratista de alcantarillas en la empresa Bartos que fue la encargada de construir de la carretera hasta su inauguración en 1972. No sé si esa sola foto lo contiene, pero en todo caso expresa una etapa de su vida y lo hace de manera amable, más allá de todo lo que había sufrido pocos años antes: exilio, represión y prisión. 



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En la gigantesca tarea que llevaste a cabo,
pusiste no solo pasión sino todo lo más noble
que puede tener un hombre.
—Víctor Paz Estenssoro