En la Corporación Boliviana de Fomento (CBF) |
El 3 de agosto de 1914 nació mi padre.
Han pasado cien años, de los que él solamente vivió 67. Cuando falleció era un
hombre envejecido prematuramente, que había entregado cuarenta años de su vida
al desarrollo de Bolivia, y ocupado altos cargos en los
gobiernos de la Revolución Nacional sin haber jamás tomado ventaja en beneficio
propio del poder ni de los recursos públicos que tuvo bajo su responsabilidad.
Concibió y llevó a término los grandes
planes de integración económica y territorial del país. Durante su gestión como
presidente de la Corporación Boliviana de Fomento (CBF) entre 1952 y 1956 y más
tarde como Ministro de Economía entre 1960 y 1964 llevó adelante el diseño y la
construcción de carreteras de vinculación con el oriente de Bolivia, la
instalación de la primera Planta Industrializadora de Leche (PIL), proyectos de
desarrollo agropecuario e agroindustrial, y muchas otras obras.
El martes 12 de agosto de 2014 el Gobierno
Municipal de La Paz le rindió un homenaje en el Salón de Honor de la Alcaldía,
en un acto donde el Alcalde Luis Revilla en nombre del Concejo Municipal le
otorgó la distinción de Hijo Predilecto de la Ciudad de La Paz, la segunda vez
que dicha distinción ha sido otorgada, según mencionó durante su
intervención.
Pedro, Alfonso y Pablo Gumucio con el Alcalde Luis Revilla |
En la misma ocasión se anunció la
designación de una rotonda con su nombre en el barrio de Achumani y la
colocación de una placa recordatoria junto a su tumba en el Cementerio General.
Allí estaban los que tenían que estar, la familia cercana, los amigos de mis
hermanos y míos, algunos que conocieron a mi padre, como Jacobo Liberman, que
estuvo a su lado en los últimos minutos de su vida.
El ex presidente Carlos D. Mesa hizo una
semblanza de mi padre, destacando que fue un político diferente porque no
buscaba la luz de los reflectores: “Era por encima de todo un creador que hizo
posible que las ideas de transformación de la revolución fueran una realidad.
Sería imposible entender varios de los lineamientos y varios de los caminos que
siguió el proceso de 1952 sin la mano firme, clara y la iniciativa sin
desmayos, y el estar siempre dispuesto a hacer locuras de Alfonso Gumucio
Reyes”.
Carlos D. Mesa, Alfonso Gumucio, Luis Revilla |
Se refirió a la particular relación de
amistad con el presidente Víctor Paz Estenssoro: “Una relación infrecuente en
el caso del ex presidente, una amistad que estaba por encima de la sintonía
política y por encima de la sintonía de partido. Como se sabe, Paz Estenssoro no
era una persona de amistades fáciles o de muchas amistades, y la relación de
Gumucio con Paz Estenssoro era por encima de todo la de dos amigos que se
respetaban y se consideraban mutuamente, y eso le permitió a Gumucio un margen
de juego basado en la confianza plena depositada por el presidente, una
confianza que estaba garantizada por sus capacidades y por algo infrecuente:
una honestidad fuera de toda discusión, honestidad que se reflejó hasta el
final de su vida”.
El desarrollo económico de la región de Santa
Cruz no podría entenderse sin la actitud visionaria que acompañó la integración
entre el occidente y el oriente. Todavía recuerdo las vacaciones que pasábamos
en Santa Cruz de la Sierra acompañando a mi padre en sus visitas a los
proyectos de desarrollo. La ciudad era un pueblito donde las carretas tiradas
por bueyes se estancaban en el barro y en la plaza principal todavía se ataban
las bridas de los caballos a los pilares de las casas. Hoy pocos tienen memoria
de ello. La gran paradoja es que Santa Cruz no se acuerde hoy de quien sembró
su desarrollo a través de la integración y de las migraciones internas.
Gumucio Reyes en el Ministerio de Economía |
No había una sola carretera pavimentada
hacia el oriente a mediados de los años 1950. En esos años, desde la colonia,
la riqueza del país se concentraba en las minas del altiplano y eran muy pocos
los que creían en la posibilidad de desarrollar la agricultura. “Gumucio estuvo
dispuesto a apostar por sus sueños y transformarlos en realidad porque
combinaba el sueño con los dos pies bien firmemente puestos sobre la tierra”,
afirmó Carlos D. Mesa y recordó que durante su gestión como presidente enfrentó
el desafío de construir en apenas siete meses el puente más largo del Chapare
que une a Cochabamba con Santa Cruz, para remplazar al que había sido destruido
en diciembre de 2003 por una riada sin precedentes: “Estuvimos en la
reinauguración del puente completamente nuevo, para volver a colocar el nombre
que es más justo para ese viaducto: Alfonso Gumucio Reyes”.
Hacia el final de su intervención quiso
destacar en el perfil del personaje la faceta del patriota: “Tenemos una
tendencia en Bolivia a asumir la palabra patria
con retórica, grandilocuencia, grandes discursos, expresiones de amor infinito.
Gumucio fue un patriota en un contexto concreto, lo fue desde el momento en que
se comprometió con un proceso político en la línea en que lo hizo. […] No era
un hombre de gabinete, no era un hombre de oficina, era un hombre de estar
permanentemente en aquellos sitios que eran los objetivos de trabajo del
desarrollo económico del país. […] Gumucio patriota, Gumucio visionario,
Gumucio soñador, Gumucio pragmático… el ‘general’ Gumucio que era capaz de dar
las órdenes que había que dar para que las cosas se hicieran bien”.
Antes de concluir el acto entregué al
Alcalde de La Paz el primer ejemplar de El
ingeniero descalzo, un libro en el que he tratado de dibujar el perfil de
mi padre en relación a su acción y pensamiento visionario a favor del
desarrollo económico y social de Bolivia. Este libro, como dije al presentarlo,
es el adelanto de un trabajo de mayor aliento donde he intentado cubrir esas y
otras facetas de la personalidad de Alfonso Gumucio Reyes. Sobre El ingeniero descalzo dijo Carlos D.
Mesa: “Magnífico título. Ese es el nombre que le da el hijo al padre. Para
quienes se acerquen al libro encontrarán que es necesario que Bolivia mire más
y con mayor profundidad a aquellos que hicieron patria de verdad, que la
construyeron directamente”.
Fue el
gran visionario del desarrollo de Bolivia.
No solamente hizo bellos planes, sino que los llevó a buen término,
algunos interrumpidos solamente por la fuerza del golpe militar de 1964. Con
relativamente poco dinero hizo grandes obras, pero no organizó alrededor de
esas obras los espectáculos mediáticos a los que estamos mal acostumbrados
ahora. En lugar de manifestar un triunfalismo exacerbado para validarse
políticamente, mantenía un recato del que deberían aprender los dirigentes
actuales, que usan todo –lo propio y lo ajeno, para proyectarse electoralmente.
Durante el acto mi padre nos miraba a
todos desde una fotografía que le tomó Julia Vargas en el Chapare, donde
aparece con una barba patriarcal. A Carlos le llamó la atención que yo hubiera
escogido esa foto hasta que le expliqué que en los últimos años de su vida mi
padre, que había diseñado la estrategia de integración desde el Estado a través
de las carreteras 1 y 4, acabó trabajando como contratista de alcantarillas en
la empresa Bartos que fue la encargada de construir de la carretera hasta su
inauguración en 1972. No sé si esa sola foto lo contiene, pero en todo caso
expresa una etapa de su vida y lo hace de manera amable, más allá de todo lo
que había sufrido pocos años antes: exilio, represión y prisión.
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En la gigantesca tarea
que llevaste a cabo,
pusiste no solo pasión
sino todo lo más noble
que puede tener un
hombre.
—Víctor Paz Estenssoro