28 junio 2014

Así nos ven, así nos vemos

Hace un año me encontré con Homero Carvalho en la feria Internacional del Libro en La Paz y muy rápidamente, al pasar, me contó que había escogido mi poema “Test” para una antología de literatura sobre Bolivia. Olvidé el asunto hasta que pocos días atrás supe que Homero acababa de publicar Bolivia en el sello Editorial 3600 que dirige Marcel Ramírez, con el apoyo de la Fundación Simón I. Patiño que tuvo la buena iniciativa de comprar por adelantado la mitad de la edición.

El libro se presentó primero en Santa Cruz y en La Paz el pasado 25 de junio, en el Espacio Patiño, en presencia de algunos de los autores seleccionados por Homero: Jorge Campero, Humberto Quino, Lupe Cajías, Gonzalo Mendieta y Ramón Rocha Monroy, quien hizo la presentación de la antología en su jocoso estilo habitual .

En 300 páginas Homero recogió poemas, cuentos y artículos de 55 autores, 36 bolivianos (entre los que yo incluyo a Cingolani) y 19 extranjeros. De los bolivianos, 16 nos esperan ya al otro lado del espejo de la vida y entre los extranjeros siete todavía son de este mundo.

Ramón Rocha Monroy y Homero Carvalho
Antologías hay muchas, pero esta tiene algo especial en esa mezcla arbitraria pero no menos interesante de autores y de géneros, unidos todos por el hecho de haber escrito específicamente sobre Bolivia. Muchos autores citaron a Bolivia en sus obras pero sus textos no aparecen en la antología de Homero, aunque se mencionan en el prólogo que escribió o en los artículos de Cingolani, Lupe Cajías y otros. Entre ellos los ilustres Julio Verne, James Joyce, Herman Melville, Paul Theroux, Henri Michaux, William Burroughs, León Felipe, Jean-Edern Hallier… entre otros.

Ni qué decir de los viajeros y aventureros, científicos y exploradores, aquellos que dejaron bellas páginas sobre Bolivia desde antes que el país se llamara así.  De los textos de esos viajeros ha dado cuenta in extenso mi primo Mariano Baptista Gumucio en nueve deliciosos volúmenes, uno sobre cada departamento del país, a los que alude Homero Carvalho en su prólogo, para explicar que esa parte ya estaba cubierta.

Quizás lo menos acertado es el título de la antología, al menos aquel que aparece solitario en la tapa, reducido solamente a una palabra: “Bolivia”, mientras que en la portadilla interior leemos “Tu voz habla en el viento”, un verso de Raúl Otero Reiche que hubiera dado realce poético al título.

De todos modos, lo que más me interesó de esta antología es la presencia de autores extranjeros con textos sobre Bolivia, algunos que conocíamos pero sin saber que tenían relación con Bolivia, como es el caso de “La vaca” el cuento del guatemalteco Augusto Monterroso, donde Bolivia no se menciona para nada pero según informa el antologador, fue escrito durante un viaje en tren entre La Paz y Oruro cuando Monterroso cumplía funciones consulares en nuestro país el año 1956.

Del premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, que vivió una parte de su juventud en Cochabamba, la antología de Homero Carvalho recoge dos artículos: “Italia no es Bolivia” y “Bolivia”. De otro Nobel de Literatura, el guatemalteco Miguel Ángel Asturias, que visitó La Paz luego de la Revolución de 1952, incluye el poema “Meditación frente al lago Titicaca”.

También Pablo Neruda, otro premio Nobel, escribió un poema-crónica sobre Bolivia, donde alude a un episodio que tuvo lugar cien años antes de la guerrilla del Ché, durante la dictadura del General Mariano Melgarejo. El poema “Melgarejo” vale para ese dictador y cualquier otro: “Bolivia muere en sus paredes / como una flor enrarecida: / se encaraman en sus monturas / los generales derrotados / y rompen el cielo a pistolazos.” A la muerte de Neruda circuló su poema “Las satrapías” en el que alude a otro dictador boliviano, Hugo Bánzer, considerado el último poema que escribió antes de morir.

El poema del cubano Nicolás Guillén, sonoro y galopante como muchos de los suyos, también alude a la política boliviana. “Guitarra en duelo mayor” le habla al soldado boliviano que combatió al Ché Guevara sin saber siquiera quién era: “Él fue tu mejor amigo, / soldadito boliviano”.

Del nicaragüense Rubén Darío figura el soneto “A Bolivia”, cuyo primer cuarteto es curioso: “En los días de azul de mi dorada infancia / yo solía pensar en Francia y en Bolivia; / en Francia hallaba néctar que la nostalgia alivia, / y en Bolivia encontraba una arcaica fragancia.

Pero más extraños son los versos del estadounidense Allen Ginsberg, prominente representante de la generación beat, en los que se refiere abiertamente a su homosexualidad pasiva. “Esfínter” es extraño por su título  y por los primeros versos que aluden a Bolivia: “Espero que mi viejo, que mi buen ojo de culo resista / En 60 años no se ha portado nada mal / Aunque en Bolivia una operación de fisura / Sobrevivió al hospital del altiplano”. Sobre ese viaje intenso (en drogas, alcohol y sexo) que hizo a Bolivia y Perú en 1960 escribió un interesante artículo el peruano Pedro Casusol, recordando que Ginsberg llegó al Perú cruzando el río Desaguadero con unas botas de minero boliviano que “le incomodaban y le sacaban ampollas”.

Del peruano Manuel Scorza, que murió en Madrid el 27 de noviembre de 1983 en un accidente aéreo en el que también fallecieron los intelectuales Ángel Rama, Marta Traba, Jorge Ibargüengoitia y Ernesto Sabater, la antología recoge “Canto a los mineros de Bolivia” donde dice: “Yo fui a Bolivia en el otoño del tiempo. / Pregunté por la Felicidad. / No respondió nadie. / Pregunté por la Alegría. / No respondió nadie.” Cruel, como un espejo. 

William Ospina, colombiano como su apellido indica, tan buen novelista como poeta, escribió “Bolivia”, del que me gustaron estos dos versos escritos frente al Titicaca: “Y el país dará forma a tierras íntimas / que debes inventar con el barro de tu alma.

Ramón Rocha, Homero Carvalho, Jorge Campero,
Benjamín Chávez y Alfonso Gumucio --- © 
foto Tony Suarez
Los relatos y cuentos de Mario Benedetti (“Un boliviano con salida al mar”), Juan Bosch (“El indio Manuel Sicuri”), Jorge Guzmán (“El capanga”) y Luis Sepúlveda (“El campeón”), y los artículos de José María Arguedas (“Una isla de humana hermosura”), Vicente Huidobro (“Un puerto para Bolivia”), y Miguel Sánchez-Ostiz (“Una atracción engañosa”), dicen mucho de cómo nos ven escritores de Uruguay, República Dominicana, Chile, Perú y España. 

Bolivianos y extranjeros, así nos vemos y así nos ven. ¿Qué dice más y mejor sobre Bolivia: la poesía, el relato o el ensayo? Esta antología es como un adelanto de lo mucho que podría encontrarse sobre Bolivia en la literatura. Por supuesto que también hay mucho sobre otros países, cada país podría hacer su antología para mirarse en el espejo. Todo lo que nos permita ver lo que somos nos interesa.
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Este país tan solo en su agonía,
tan desnudo en su altura,
tan sufrido en su sueño,
doliéndole el pasado en cada herida.

—Gonzalo Vásquez Méndez