Hace un año me encontré con Homero
Carvalho en la feria Internacional del Libro en La Paz y muy rápidamente, al
pasar, me contó que había escogido mi poema “Test” para una antología de
literatura sobre Bolivia. Olvidé el asunto hasta que pocos días atrás supe que
Homero acababa de publicar Bolivia en
el sello Editorial 3600 que dirige Marcel Ramírez, con el apoyo de la
Fundación Simón I. Patiño que tuvo la buena iniciativa de comprar por
adelantado la mitad de la edición.
El libro se presentó primero en Santa
Cruz y en La Paz el pasado 25 de junio, en el Espacio Patiño, en presencia de
algunos de los autores seleccionados por Homero: Jorge Campero, Humberto Quino,
Lupe Cajías, Gonzalo Mendieta y Ramón Rocha Monroy, quien hizo la presentación
de la antología en su jocoso estilo habitual .
En 300 páginas Homero recogió poemas,
cuentos y artículos de 55 autores, 36 bolivianos (entre los que yo incluyo a
Cingolani) y 19 extranjeros. De los bolivianos, 16 nos esperan ya al otro lado
del espejo de la vida y entre los extranjeros siete todavía son de este mundo.
Ramón Rocha Monroy y Homero Carvalho |
Antologías hay muchas, pero esta tiene
algo especial en esa mezcla arbitraria pero no menos interesante de autores y
de géneros, unidos todos por el hecho de haber escrito específicamente sobre
Bolivia. Muchos autores citaron a Bolivia en sus obras pero sus textos no
aparecen en la antología de Homero, aunque se mencionan en el prólogo que
escribió o en los artículos de Cingolani, Lupe Cajías y otros. Entre ellos los ilustres Julio Verne, James Joyce, Herman Melville, Paul Theroux, Henri Michaux, William
Burroughs, León Felipe, Jean-Edern Hallier… entre otros.
Ni qué decir de los viajeros y
aventureros, científicos y exploradores, aquellos que dejaron bellas páginas
sobre Bolivia desde antes que el país se llamara así. De los textos de esos viajeros ha dado cuenta
in extenso mi primo Mariano Baptista Gumucio en nueve deliciosos volúmenes, uno
sobre cada departamento del país, a los que alude Homero Carvalho en su
prólogo, para explicar que esa parte ya estaba cubierta.
Quizás lo menos acertado es el título de
la antología, al menos aquel que aparece solitario en la tapa, reducido
solamente a una palabra: “Bolivia”, mientras que en la portadilla interior
leemos “Tu voz habla en el viento”, un verso de Raúl Otero Reiche que hubiera
dado realce poético al título.
De todos modos, lo que más me interesó de
esta antología es la presencia de autores extranjeros con textos sobre Bolivia,
algunos que conocíamos pero sin saber que tenían relación con Bolivia, como es
el caso de “La vaca” el cuento del guatemalteco Augusto Monterroso, donde
Bolivia no se menciona para nada pero según informa el antologador, fue escrito
durante un viaje en tren entre La Paz y Oruro cuando Monterroso cumplía
funciones consulares en nuestro país el año 1956.
Del premio Nobel de Literatura Mario
Vargas Llosa, que vivió una parte de su juventud en Cochabamba, la antología de
Homero Carvalho recoge dos artículos: “Italia no es Bolivia” y “Bolivia”. De
otro Nobel de Literatura, el guatemalteco Miguel Ángel Asturias, que visitó La
Paz luego de la Revolución de 1952, incluye el poema “Meditación frente al lago
Titicaca”.
También Pablo Neruda, otro premio Nobel,
escribió un poema-crónica sobre Bolivia, donde alude a un episodio que tuvo
lugar cien años antes de la guerrilla del Ché, durante la dictadura del General
Mariano Melgarejo. El poema “Melgarejo” vale para ese dictador y cualquier
otro: “Bolivia muere en sus paredes / como una flor enrarecida: / se encaraman
en sus monturas / los generales derrotados / y rompen el cielo a pistolazos.” A
la muerte de Neruda circuló su poema “Las satrapías” en el que alude a otro
dictador boliviano, Hugo Bánzer, considerado el último poema que escribió antes
de morir.
El poema del cubano Nicolás Guillén,
sonoro y galopante como muchos de los suyos, también alude a la política
boliviana. “Guitarra en duelo mayor” le habla al soldado boliviano que combatió
al Ché Guevara sin saber siquiera quién era: “Él fue tu mejor amigo, /
soldadito boliviano”.
Del nicaragüense Rubén Darío figura el
soneto “A Bolivia”, cuyo primer cuarteto es curioso: “En los días de azul de mi
dorada infancia / yo solía pensar en Francia y en Bolivia; / en Francia hallaba
néctar que la nostalgia alivia, / y en Bolivia encontraba una arcaica
fragancia.”
Pero más extraños son los versos del
estadounidense Allen Ginsberg, prominente representante de la generación beat, en los que se refiere abiertamente
a su homosexualidad pasiva. “Esfínter” es extraño por su título y por los primeros versos que aluden a
Bolivia: “Espero que mi viejo, que mi buen ojo de culo resista / En 60 años no
se ha portado nada mal / Aunque en Bolivia una operación de fisura / Sobrevivió
al hospital del altiplano”. Sobre ese viaje intenso (en drogas, alcohol y sexo)
que hizo a Bolivia y Perú en 1960 escribió un interesante artículo el peruano Pedro Casusol, recordando que Ginsberg llegó
al Perú cruzando el río Desaguadero con unas botas de minero boliviano que “le
incomodaban y le sacaban ampollas”.
Del peruano Manuel Scorza, que murió en
Madrid el 27 de noviembre de 1983 en un accidente aéreo en el que también fallecieron
los intelectuales Ángel Rama, Marta Traba, Jorge Ibargüengoitia y Ernesto
Sabater, la antología recoge “Canto a los mineros de Bolivia” donde dice: “Yo
fui a Bolivia en el otoño del tiempo. / Pregunté por la Felicidad. / No
respondió nadie. / Pregunté por la Alegría. / No respondió nadie.” Cruel, como un espejo.
William Ospina, colombiano como su
apellido indica, tan buen novelista como poeta, escribió “Bolivia”, del que me
gustaron estos dos versos escritos frente al Titicaca: “Y el país dará forma a
tierras íntimas / que debes inventar con el barro de tu alma.”
Ramón Rocha, Homero Carvalho, Jorge Campero, Benjamín Chávez y Alfonso Gumucio --- © foto Tony Suarez |
Los relatos y cuentos de Mario Benedetti
(“Un boliviano con salida al mar”), Juan Bosch (“El indio Manuel Sicuri”),
Jorge Guzmán (“El capanga”) y Luis Sepúlveda (“El campeón”), y los artículos de
José María Arguedas (“Una isla de humana hermosura”), Vicente Huidobro (“Un
puerto para Bolivia”), y Miguel Sánchez-Ostiz (“Una atracción engañosa”), dicen
mucho de cómo nos ven escritores de Uruguay, República Dominicana, Chile, Perú
y España.
Bolivianos y extranjeros, así nos vemos y
así nos ven. ¿Qué dice más y mejor sobre Bolivia: la poesía, el relato o el ensayo?
Esta antología es como un adelanto de lo mucho que podría encontrarse sobre
Bolivia en la literatura. Por supuesto que también hay mucho sobre otros países,
cada país podría hacer su antología para mirarse en el espejo. Todo lo que nos
permita ver lo que somos nos interesa.
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Este país tan solo en
su agonía,
tan desnudo en su altura,
tan sufrido en su sueño,
doliéndole el pasado en cada herida.
tan desnudo en su altura,
tan sufrido en su sueño,
doliéndole el pasado en cada herida.
—Gonzalo Vásquez
Méndez