10 octubre 2013

Detrás de la puerta secreta


Generalmente conocemos a los colegas por su actividad principal, o la que suponemos que es su actividad principal.  En el campo profesional en que me muevo, el de la comunicación, me ha llegado algunas veces un momento mágico en el que los colegas del campo abren una puerta secreta para compartir algo del ámbito privado que me permite descubrir una nueva dimensión de su vida. 

Hay quienes hacen pública esa pasión íntima e incluso le otorgan una dimensión mayor a la que justifica su actividad principal, como es el caso de “Larry Melodymaker”, apasionado músico de jazz, para muchos conocido como el académico de la comunicación Enrique Sánchez Ruiz que enseña en la universidad de Guadalajara y es autor de numerosos libros. Seguramente la música es en la vida de Larry más importante que la actividad académica, aunque esta última sea fundamental en la vida profesional de Enrique. Su página en Facebook ofrece todos los días apuntes sobre su fascinante personalidad.

Otro amigo académico, Cees Hamelink, profesor de comunicación internacional en la Universidad de Amsterdam, muchas veces premiado y también autor de una veintena de libros sobre las relaciones de la comunicación con la ética, la globalización, la tecnología y los derechos humanos, entre otros temas, tiene una segunda vida como acordeonista en The Burgundian Combo, su grupo de jazz, aunque esto casi nunca figura en sus perfiles biográficos. Si uno busca fotos de él en internet probablemente encuentra muchas con un micrófono en la mano en entrevistas o conferencias, o recibiendo algún reconocimiento internacional, pero ninguna practicando aquello que satisface un área importante de su vida, la música.

Tengo la certeza de que desde cualquier ámbito de desempeño profesional, mantener paralelamente una actividad de creación artística es un excelente síntoma de salud intelectual y moral. Abundan los casos de científicos, economistas, ingenieros, médicos, que han desarrollado en paralelo a lo largo de sus vidas una actividad en la literatura, la música o las artes plásticas.

La experiencia más reciente que tuve de descubrir el talento y pasión de un colega que me abrió esa puerta secreta hacia su intimidad de artista, tuvo lugar hace poco más de un mes en Puebla, México, donde asistí al Congreso Internacional deComunicación Estratégica (CICE), del que he dado cuenta en una nota anterior.

José Cisneros
Allí en Puebla mi colega José Cisneros tuvo la generosidad de invitar a varios amigos a su casa y taller de pintura, lo que me permitió descubrir una dimensión de su obra hasta entonces desconocida. Armados de una de las especialidades culinarias de Puebla, los “tacos árabes”, llegamos en grupo al taller de Cisneros y permanecimos allí el tiempo suficiente para conocer algo de su obra pictórica. Jorge González, otro profesor e investigador de la comunicación que se desdobla como versátil músico e intérprete de piano, era parte del grupo, así como Sandra Massoni y Mónica Carles (que todavía no me han abierto su puerta secreta). 

Los cuadros que José Cisneros tiene en su taller no son muchos porque lo que pintó anteriormente ya se ha vendido (o regalado). Lo que vimos son ejemplos de la pintura que le gusta hacer, y eso es importante para alguien que no vive de la pintura y por lo tanto no está sujeto a los imperativos del mercado del arte. La temática que prefiere es el desnudo, casi toda su obra pictórica tiene ese tema, sin duda beneficiándose de la influencia de grandes maestros de la pintura mexicana, como Diego Rivera o Raúl Anguiano. Rostros y cuerpos de rasgos indígenas, una pintura para nada complaciente, más bien tensa por el dramatismo que transmite. 

Pepe agrega en un mensaje que acabo de recibir: "Sólo me gustaría agregar que me apasiona el desnudo no sólo del cuerpo, sino también del alma, pues como dice Serrat: '... a fin de cuentas uno sólo es lo que es y anda siempre con lo puesto'. Y esto lo aprendí de la naturaleza, de la flora, la fauna y los ríos de mi tierra tropical en la costa de Oaxaca. Y, por supuesto, trabajo también en la desnudez del sistema opresivo que no agrede."

La actitud de los personajes es sobria, la función del desnudo en estas obras es borrar cualquier velo que pudiera esconder del espectador la representación descarnada de la soledad de la mujer, algo que también destaca en los retratos. 

El taller de pepe Cisneros ha sido especialmente diseñado para que pueda realizar grandes formatos y acomodar a las modelos que pinta. En el jardín contiguo a su estudio hizo construir una pequeña cascada de agua, como para crear una proximidad con la naturaleza. 

Alfonso Gumucio, Sandra Massoni, Mónica Carles, Jorge González y José Cisneros


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Un cuadro no se acaba nunca, tampoco se empieza nunca,
un cuadro es como el viento: algo que camina siempre, sin descanso.

—Joan Miro