Álvaro Idárraga Alzate |
Nadie conoce mejor que Álvaro los
orígenes, las historias de la vida cotidiana y la cultura de ese municipio del oriente Antioqueño, a 77 kilómetros de Medellín, que
en los años 1970 fue parcialmente sumergido por las aguas de un gigantesco
proyecto hidroeléctrico. Lo material y lo inmaterial lo apasionan. No solamente
conoce cada casa, cada familia y cada historia de este pueblo de cinco mil
almas, sino que además se ha dedicado a censar los “espantos”, es decir, todas
aquellas historia populares de apariciones y personajes curiosos cuya
existencia está en los límites del mundo tangible.
Además de todo lo anterior Álvaro
Izárraga tiene otra faceta interesante, complementa su amor por el terruño
guatapense con una proyección hacia fuera: es caminante, y ha llevado
sus pasos y su conocimiento por itinerarios de Colombia, América Latina y el
mundo, como parte de esa fraternidad internacional.
Juan Diego Agudelo, David Montoya, Juan Gabriel López y Albeiro Giraldo |
Los embalses del río Nare cambiaron la
vida de esta región desde 1978. La generación de energía en el oriente
antioqueño cubre más del 60 % de las necesidades nacionales. Uno esperaría
encontrar gigantescas torres de electricidad, usinas y represas, pero a vista
de pájaro, desde lo alto del peñón, no se ve otra cosa que un apacible paisaje
de lagos rodeados de naturaleza exuberante. La ingeniería de punta logró que las
turbinas permanezcan bajo tierra, entre dos de los embalses, de ese modo el
paisaje se mantiene aparentemente intacto. Si bien la mitad de Guatapé acabó
bajo el agua, lo más importante quedó encima del nivel del embalse: la iglesia,
el cementerio, y la alcaldía. Allí donde llegaron las aguas hay ahora un
malecón agradable, lugar de paseo de guatapenses y turistas de fin de semana.
A partir de allí Guatapé se convirtió en
el paradigma de un pueblo que renace como ave Fénix, pero no de sus cenizas,
sino del agua. Sobre al sentimiento de pérdida, se impone la voluntad de
reconstruir su memoria e incluso reinventar su cultura: los zócalos.
La segunda sorpresa superaba con creces
todo lo que yo había escuchado antes sobre los famosos zócalos. Así como
Cartagena tiene sus balcones, Guatapé tiene sus zócalos de intenso color que
representan símbolos o escenas cotidianas. La mirada del visitantes es halada hacia
ese espacio multicolor que une las casas a la tierra firme. No hay casa que no
los tenga, tanto por efecto de una ordenanza municipal de 1981 como por el
apego de los habitantes a esa tradición que se ha ido reforzando con el tiempo,
y que hoy constituye el principal atractivo cultural de la pequeña ciudad. Los
zócalos son frisos de 80 cms de altura, que cubren no solamente la base de las
fachadas de todas las casas, sino que se prolongan hacia adentro en los zaguanes
y los patios tradicionales.
Las fotografías antiguas de Guatapé
muestran que los zócalos no eran tan frecuentes ni tan elaborados antes de la
creación del embalse. El precedente más antiguo data de 1919 cuando la beata
más beata del pueblo, Isadora de Jesús Urrea, adornó con el símbolo católico
del cordero de la paz, el zócalo de un altar en la plaza principal. José María
Parra Jiménez, un liberal que no era precisamente conocido por su sometimiento
a la religión, reprodujo ese motivo en los zócalos de su propia morada,
conocida desde entonces como “la casa de las tres ovejas”. A partir de allí Don
Chepe pasó a ser “el hacedor de zócalos”.
La Casa del Arriero y sus zócalos que cuentan historias de la vida cotidiana, fue la primera parada con Álvaro Idárraga, para quien no hay puertas cerradas. “Las calles
gozan de un lenguaje deliberadamente codificado”, dice en uno de sus libros, y
explica que la aparición de los zócalos cumplía una función no solamente
decorativa: antiguamente los muros de las casas se cubrían con una “capa de
pañete” de barro y estiércol de caballo, que la aves de corral terminaban
devorando. Álvaro ha clasificado y descrito más de cien motivos diferentes:
geométricos, simbólicos, religiosos, antropomorfos, zoomorfos, precolombinos…
La tercera sorpresa fue la emisora
comunitaria, Radio Peñón de Guatapé Cultural, una iniciativa que tiene una
larga historia, pues comenzó en 1994 en el pequeño espacio de la garita de la
cárcel del pueblo, usualmente utilizado para la vigilancia de los presos. Sus
comienzos fueron humildes, con un transmisor artesanal de 30 vatios a través
del cual se difundían los primeros CDs de música de Carlos Vives o de Nana Mouskouri.
En Radio Peñón de Guatapé Cultural |
Radio Peñón de Guatapé
Cultural es miembro de la Asociación Emisoras en Red de Antioquia (Asenred) y junto a otras
redes de medios del territorio forma parte de la Mesa de Comunicación del
Oriente Antioqueño, una iniciativa creada en 2010 que lleva adelante el Proceso
Estratégico Regional (PER).
El segundo Laboratorio de Paz en el oriente antioqueño, en 2004-2005, permitió
generar instituciones dedicadas a la comunicación, y unos años más tarde
iniciativas de coordinación para el desarrollo, como el Proceso Estratégico
Territorial (PET) y el Proceso Estratégico Regional (PER), con líneas que toman
en cuenta no solamente la planeación y el ordenamiento territorial, los temas
de género y generación, los derechos humanos, el desarrollo rural y la
participación ciudadana, sino también la comunicación como uno de los seis
componentes centrales.
El PER ha hecho muchas cosas interesantes en comunicación bajo la conducción de Juan Diego Agudelo; entre ellas la apertura de un diplomado con la Universidad Católica de Oriente (UCO), la creación de la Agencia de Prensa del Oriente Antioqueño (Oriente Apress) que busca integrar la información del territorio como un componente estratégico para la región a través de una red de corresponsales, y la línea de actividades de comunicación y pedagogía social. Estas iniciativas hacen parte del trabajo de socialización del PER entre las comunidades y actores sociales de Oriente Antioqueño, para dinamizar la participación de medios de comunicación, actores y organizaciones sociales del territorio.
En las actividades de pedagogía social y sensibilización en los municipios, el PER implementa acciones de información, de intercambio de saberes, y expresión, que incluyen dinámicas grupales, actividades lúdicas participativas y relatos de cuenteros, todo ello en espacios públicos de los municipios. Uno de esos cuenteros del PER es Ferney Quintero, y este es su cuento: Relatos de la memoria.
El PER ha hecho muchas cosas interesantes en comunicación bajo la conducción de Juan Diego Agudelo; entre ellas la apertura de un diplomado con la Universidad Católica de Oriente (UCO), la creación de la Agencia de Prensa del Oriente Antioqueño (Oriente Apress) que busca integrar la información del territorio como un componente estratégico para la región a través de una red de corresponsales, y la línea de actividades de comunicación y pedagogía social. Estas iniciativas hacen parte del trabajo de socialización del PER entre las comunidades y actores sociales de Oriente Antioqueño, para dinamizar la participación de medios de comunicación, actores y organizaciones sociales del territorio.
En las actividades de pedagogía social y sensibilización en los municipios, el PER implementa acciones de información, de intercambio de saberes, y expresión, que incluyen dinámicas grupales, actividades lúdicas participativas y relatos de cuenteros, todo ello en espacios públicos de los municipios. Uno de esos cuenteros del PER es Ferney Quintero, y este es su cuento: Relatos de la memoria.
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Avant de parcourir une ville, de la
connaitre,
il faut la rêver.
—Julien Roumette