Jorge Ruiz en PROINCA, años 1970 |
Un pionero es alguien que se arriesga
para hacer algo por primera vez, antes que los demás. Eso hizo el joven Jorge
Ruiz hace más de 60 años, cuando se convirtió en el pionero del documental en
la etapa sonora del cine boliviano. El kilometraje que ha acumulado es para celebrar:
el 16 de marzo cumplió 88 años de edad, pocos días antes de celebrarse el Día
del Cine Boliviano, el 20 del mismo mes. Yo no creo mucho en los “días” temáticos
asignados para agotar el calendario y para celebrar las buenas intenciones,
pero sí quiero honrar los 88 de Jorge Ruiz, porque el cine boliviano le debe a
él mucho más que un día.
Jorge Ruiz es un hombre afable,
tranquilo, sencillo. Así lo he encontrado siempre, a lo largo de más de cuatro
décadas de amistad, desde que inicié a principios de los años 1970 la
investigación que culminó en mi Historia
del cine boliviano (1982).
Durante la filmación de Mina Alaska |
Solía visitar a Jorge en su oficina de la
productora de cine PROINCA cuyo dueño era Mario Mercado. Allí me hablaba más de
sus grandes proyectos -que no llegaron a concretarse- que de sus logros pasados.
Jorge quería realizar el largometraje Machete
Marbán, que iba a filmar en Cachuela Esperanza con Charles Bronson en el
papel protagónico. Aunque buena parte de su obra es altiplánica, Jorge soñaba
con otra aventura cinematográfica en las zonas tropicales de Bolivia, como las
que caracterizaron la producción de Detrás
de los Andes. Tenía también el ambicioso proyecto de realizar un
largometraje de ficción sobre la Guerra del Chaco, basándose en los relatos del
libro Sangre de Mestizos, de Augusto
Céspedes, pero este proyecto tampoco llegó a concretarse.
con Jorge Ruiz, en Cochabamba |
Podría decir que mi relación con él es
aún más antigua y precede mi interés por la historia del cine boliviano. El
vínculo más remoto tiene que ver con mi padre, sobre cuyos planes económicos y
visión del desarrollo, Jorge Ruiz realizó la película Un poquito de diversificación económica (1955), co-dirigida por Gonzalo Sánchez de Lozada.
En 2003 tuve oportunidad de revisar una
vez más la obra de Jorge. Paulo Antonio Paranagua me pidió un texto para su
libro Cine documental en América Latina
publicado en España, que me permitió hace una valoración actual del conjunto de
su obra.
Jorge Ruiz no llegó a ejercer como
agrónomo porque el cine lo atrajo de manera inequívoca. Desde sus primeros
balbuceos cinematográficos a mediados de los años 1940 –junto a Augusto Roca
(“Roquita”)- Jorge fue un “amateur” de cine, es decir, un amante del cine. Su larga
trayectoria incluye más de un centenar de documentales, (109 según la lista que
publicó el Smithsonian Institute cuando le otorgó en 2006 la Medalla James Smithson Bicentennial, en
Washington.)
En la zona rural de Luribay, cercana a La
Paz, realizó su primer corto documental, Fruta en el Mercado, que
presentó a un concurso de cine de aficionados convocado por la Municipalidad de
La Paz. Su amistad con Augusto Roca derivó en la colaboración entre ambos en El Látigo del Miedo, una primera producción
de ficción, en 8 mm, en la que participaron como actores José Arellano, Héctor
Ormachea y Rafael Monroy.
Vuelve Sebastiana |
A raíz de la revolución de 1952, una
nueva etapa se abre en la vida de este cineasta, en un contexto favorable, ya
que el nuevo gobierno de la Revolución Nacional, desde un principio entiende la
importancia del cine como expresión cultural y como medio de información, y
crea el Instituto Cinematográfico Boliviano (ICB) en marzo de 1953.
En 1951 realizó Cumbres de Fe, a pedido del Comité IV Centenario de Potosí, y El Trabajo Indígena en Bolivia, para la
Organización Internacional del Trabajo (OIT), su primer trabajo en color. Ruiz
y Roca asistieron al profesor francés Jean Vellard, especialista en culturas
andinas, en la filmación de Los Urus,
un documental sobre los últimos indígenas originarios del Lago Titicaca, desaparecidos
durante los años cincuenta. Este documental también se filmó en color, al igual
que Tierras Olvidadas, filmada en la
región tropical del Beni.
Ruiz fue también pionero como el primer cineasta
boliviano que hizo cine en otros países. En 1954 Ruiz y Roca fueron invitados a
trabajar en Ecuador en la realización de Los
que Nunca Fueron, con guión de Luis Ramiro Beltrán. A principios de los
años sesenta realizó en Guatemala Los
Ximul, en Ecuador Un Asunto de
Familia, Futuro para el Pasado, y
La Tierra Resurge, Pueblo en Acción, Cada Día, La Empresa del
Pueblo, entre otros. En Perú
hizo trabajos similares, Semana Santa en
Ayacucho, Universidad y Desarrollo,
y Titikaka, en colaboración con el
cineasta peruano Luis Figueroa.
Jorge Ruiz con Willard van Dyke |
También colaboró como camarógrafo con el
cineasta norteamericano Williard Van Dyke en la realización del documental Vicos, con Harry Watt en Miles como María, y con el cineasta
inglés Anthony de Lothbiniere en Renace
un Pueblo (en inglés The Forgotten
Indians). Ruiz alternaba sus proyectos de realización en Bolivia, con
trabajos de camarógrafo con estos cineastas extranjeros.
Jorge es probablemente el cineasta más
premiado de Bolivia. No voy a nombrar aquí los 30 reconocimientos a los que se
ha hecho merecedor, pero diré, por ejemplo, que una de sus películas más
emblemáticas, Vuelve Sebastiana (1953),
pionera del cine etnográfico semi-documental, obtuvo en 1955 el Primer Premio
Kantuta de Oro en el concurso cinematográfico de la Alcaldía de La Paz; en 1956
el Primer Premio en la categoría de Filmes Folklóricos y Etnográficos en el
Festival del SODRE en Montevideo (Uruguay); Mención Especial en el Festival de
Cine de Santa Margheritta (Italia), Medalla de plata en la sección de premios
especiales en el festival de cine documental de Bilbao (España), Mención
especial en el Festival de cine de San Francisco (Estados Unidos).
Jorge Ruiz y John Grierson |
Otro documental, Voces de la tierra (1956) obtuvo el Primer premio en la categoría
de films etnográficos en el Festival del SODRE (Uruguay Montevideo). Fue en uno de los festivales del SODRE
que conoció al documentalista John Grierson, quien después de ver las películas
de Ruiz afirmó que el cineasta boliviano era uno de los seis documentalistas
más importantes del mundo.
en Huelva, 2003 |
Durante las dos últimas décadas Jorge
Ruiz ha sido celebrado numerosas veces por su vida y obra. Tuve la suerte de participar en los
homenajes que le hicieron durante el Festival de Huelva, en 2003, quizás el
punto más alto de los reconocimientos internacionales que recibió.
Se han hecho retrospectivas de su obra en
el Festival de Tres Continentes en Nantes (1991), en Los Ángeles (1999) donde
se estrenó una versión restaurada de Mina Alaska; en Buenos Aires (2011), en Tashkent
(1983), en Karlovy Vary (2011).
Jorge Ruiz con Imanol Arias, en Huelva |
En Bolivia también se ha reconocido su
carrera. En 2001 fue reconocido con el Premio nacional de cultura; la
cancillería boliviana le otorgó en 1995 la condecoración Simón Bolívar en Grado
de Comendador; en 1996 ASOCINE un diploma por medio siglo a su contribución
cinematográfica; la Honorable Alcaldía Municipal de Cochabamba y O.C.I.C. el
Premio Mazorca de Plata en 1997; el Premio Tatun Thumpa en el Festival de cine
de Santa Cruz (1995); en 2008 recibió un homenaje y retrospectiva de la
Fundación Cinemateca Boliviana; en Santa Cruz la Universidad Evangélica
Boliviana lo honró en 2011 con el Premio Meredith Sheffren y junto a Luis
Ramiro Beltrán recibió en 2012 el Grado Doctor Honoris Causa de la Universidad
San Simon de Cochabamba.