La historia dice que la Feria de Alasitas
empezó como tradición el año 1781, luego del cerco de Nuestra Señora de La Paz,
cuando al mando de Tupac Katari miles de indígenas aymaras apostados en las
alturas que rodean la hoyada aislaron la ciudad durante 109 días, impidiendo
que los habitantes de la urbe pudieran abastecerse de alimentos. El Ekeko, dios
de la abundancia según algunos, y según otros espíritu multiplicador de las
cosas, habría nacido antes de la llegada de los españoles, aunque no existe
evidencia sobre esto, salvo las illas
(miniaturas) que ya existían como amuletos mágicos. Lo cierto es que antes de
la época republicana ya se celebraba la feria, y después de la Revolución de
1952 la tradición se fortaleció en la medida en que las culturas indígenas
adquirieron carta de ciudadanía. En Alasitas el Ekeko era el rey… hasta hace
unos pocos años. Hoy el Ekeko se muere, está a punto de desaparecer, asesinado.
|
Venta de miniaturas en la Feria de Alasitas |
Tiene sentido que el dios de la
abundancia adquiriera importancia luego de un periodo de hambruna y austeridad
que sumió a la ciudad en la desesperanza. Ello explica por qué el Ekeko tiene (o
tenía, en un pasado que siempre fue mejor) sobre sus espaldas todo lo esencial…
en miniatura: bolsas de arroz, de azúcar y de fideos, latas de alcohol Guabirá o
de leche PIL, botellas de aceite, un colchón, una chequera, dólares o euros,
una casa y materiales de construcción, un título universitario, un auto,
boletos de avión y maletas para viajar...
Según la tradición, las miniaturas que
uno compra en la Feria de Alasitas y “ch’alla” al medio día (chikauru, tiempo mágico) del 24 de
enero, no faltarán durante el año. Aunque la feria se celebra el día de Nuestra
Señora de La Paz, a la iglesia católica no le gusta mucho esta costumbre que
considera “pagana”. Sin embargo, cuando se lo piden, los curas bendicen también
las figuras de Alasitas, para no quedarse atrás. Si bien la festividad comenzó
como agradecimiento a la virgen, en el periodo republicano fue ganando
importancia otro ídolo, el Ekeko. Al Ekeko se le rinde honores parecidos a los
que se reservan para el “tío” de la mina, también se le hace fumar, se brinda
por él y con él con alcohol y hojas de coca, para que “cumpla”. A la virgen
solamente se le reza, porque es abstemia y no fuma. El Ekeko simboliza la
fertilidad y la reproducción. La virgen es virgen. Sólo reproduce promesas de
una mejor vida en la otra vida.
Alasitas (del aymara chalasita, intercambio) era una festividad única que se ha ido
desvirtuando a lo largo de los años gracias (o desgracias) a la invasión de la llamada
“economía informal”, que todo lo distorsiona, que todo lo malversa, lo
prostituye y lo ensucia. Y como los encargados de vigilar para que eso no
suceda (léase Gobierno Municipal de La Paz) hacen la vista gorda, el resultado
es que cuando uno recorre la feria de Alasitas lo que encuentra cada vez en
mayor abundancia es vulgaridad, chabacanería y mal gusto. Lo diminuto que queda
es lo que todavía nos hace añorar mejores tiempos.
Para que el negocio sea mayor, ya pocos artesanos
se preocupan de elaborar con sus manos las figuras del ekeko en yeso, y las
miniaturas en otros materiales nobles.
Ahora abunda el plástico, todo es producido en masa con la calidad más
baja posible. La feria se ha llenado de puestos de comida, de ventas de ropa,
de productos pirateados. El dios de la fortuna no tiene cabida en un ambiente
en el que ya no hay magia, sino simplemente comercio. Este año el Ekeko ha sido
sustituido por el dragón, no tanto indicador de que la influencia china está
encima de nosotros, sino de que lo más barato y lo masivo impera. Los monigotes
comerciales inspiradas en los personajes de películas o de la televisión, están
remplazando a las figuras picarescas y tradicionales, como el Quevedo,
hombrecillo sentado defecando, que ya no he vuelto a ver en la feria.
Todavía se esfuerzan algunos para
preservar algo de la magia. Los diarios de La Paz compiten por sacar ediciones
en miniatura, atractivas en su diseño, en las que el humor y la creatividad son
grandes. Las que produce el diario La Razón suelen ser las mejores, y más
completas. La edición 2012, además de referirse a la marcha del TIPNIS que fue
el principal acontecimiento de 2011, incluye tres suplementos, dos revistas,
los crucigramas de La Neuronita, e incluso las páginas de avisos clasificados
del Loro de Oro. En la producción de esta edición especial trabajan los mismos
periodistas, fotógrafos e ilustradores que se ocupan regularmente de la edición
“seria” de todos los días. En una edición anterior, La Razón publicó como suplemento "Las 20 posturas del K'ala Sutra", con notable picardía y alusiones a la política criolla.
Frente a estas tradiciones que se
pierden, que se masifican, que se alteran, que se desvirtúan, que se hacen
pobres y sin gracia, tiendo a refugiarme en la nostalgia.
|
Ekeko de la comunicación |
Publiqué hace muchos años un poema sobre
alasitas, en mi poemario Sentímetros.
En septiembre de 1980, cuando nos encontramos como asilados políticos en la
Embajada de México en La Paz, mi amigo Luis Rico le puso música (ignoro si
alguna vez grabó esa canción). Así
va el breve poema:
Feria
En alasitas, al mediodía
cosas cositas casas casitas
bolsas chiquitas, chiquitititas
basuritas exquisitas
pequeño azúcar, papita menuda
notas de un charanguito,
buen apetito
todo, todito para el cuerpito
y para el corazoncito
nada.
|
Ekeka de Mujeres Creando |
En complicidad con algunos amigos de la
comunicación, Karina Herrera-Miller entre ellos, nos dimos el gusto a fines del
2009 de pedir a un artesano que hiciera el “Ekeko de la comunicación” en varias
decenas de ejemplares, para regalar a los expositores nacionales e
internacionales del seminario “La radio local en América Latina: políticas y
legislación”. Nuestro ekeko, cargado de una radio a transistores, un megáfono,
un periódico, una cámara de fotografía y otra de video, una máscara del carnaval de Oruro,
una computadora y un teléfono celular, fue todo un éxito. No he visto después
ningún ekeko que sea tan bonito como el que hicimos entonces, aunque las
creativas militantes feministas de “Mujeres Creando” hicieron una Ekeka en 2011
y 2012, como crítica a la figura patriarcal, celosa y machista del “proveedor”
(que alguna vez fue representado con el pene erecto, según afirma María Galindo).
Hubo un tiempo pasado en que hubiéramos
podido aspirar a que la Unesco incluya la Feria de Alasitas en la lista
indicativa del Patrimonio Mundial de la Humanidad, pero por mucho esfuerzo que
haga Pablo Groux (antes embajador ante la Unesco y ahora ministro de Culturas),
en las condiciones actuales sería improbable lograr ese objetivo. Alasitas no
es lo que era, ha sido distorsionada completamente, malbaratada por los
comerciantes.
Al final, no es en la feria de alasitas
sino en el jolgorio de la política nacional donde se perpetúan los seres
diminutos, como el Robespierre de bolsillo que funge como vicepresidente.
________________________