16 noviembre 2011

Retrouvailles


detalle de Diálogo del tiempo y la muerte, de Arturo Borda

Me gusta más la palabra francesa que la castellana “reencuentros”, para significar esos momentos privilegiados en los que uno vuelve a coincidir en la vida con personas a las que aprecia. De eso quiero hablar en esta nota que reúne en un solo lugar a varios amigos, algunos de los cuales no veía hace tiempo, otros a los que me da gusto volver a encontrar.

Ahora que desde el 31 de octubre somos 7 mil millones de personas en el pequeño planeta, valoro cada vez más las relaciones privilegiadas que me unen a amigos en varios rincones del mundo. París se presta a estos encuentros alrededor de una botella de vino tinto, una buena comida y una conversación memoriosa.

con Michel y Monette Servant, Paris octubre 2011
No veía a Monette y Michel Servant desde hace tres décadas, años más y años menos. Ahora viven en el sur de Francia, en Saint-Mary, cerca de Limoges.  Nos une la amistad cultivada en la distancia y de una red de abrazos con amigos comunes como Liber Forti. 

La estadía de Monette y Michel en Bolivia, en los años 1970 los marcó para siempre; ambos sienten por nuestro país un especial cariño, que entre otras cosas se manifestó hace un par de años con la donación que hicieron al Museo Nacional de Arte de 60 obras de Guzmán de Rojas que habían adquirido a lo largo de su estadía en La Paz: 58 dibujos y dos óleos, “Diálogo del tiempo y la muerte” y “La Diana cazadora”. 

En La Paz crecieron sus hijos Alain y Frederick, éste último regresó a Bolivia hace unos años, y decidió quedarse. Es un animador cultural en El Alto, donde ha formado un grupo de teatro. Alain hizo teatro y ahora, en Francia, es parte de una agrupación musical. 

Sylvain, Monique y Julien Roumette
A Monique y Sylvain Roumette los vi la anterior vez hace unos cuantos años, y ahora los visité de nuevo en el 16 de Rue de Villafranca, que desde afuera parece una casita en un pueblito en el campo, envuelta en enredaderas y plantas.  Sólo que esta vez la casita creció al doble de su estatura, con dos pisos nuevos. Monique fue la traductora de algunos capítulos de mi libro Bolivie, el primero publicado en Francia en 1983, y Sylvain es un cineasta que hace las cosas que le interesan, como el documental Claude Lanzmann, il n’y a qu’une vie (2009) sobre el escritor y cineasta que ha devuelto la memoria sobre el holocausto. 

Julien, el hijo de Monique y de Sylvain, tiene a quien salir; ya había leído yo hace años un poemario suyo, de pocas páginas, y ahora compartió conmigo un libro más reciente -inspirado en los escritos de Michaux sobre la India- con textos, reflexiones y versos, que escribió en Calcuta donde vivió 16 meses.

Fatiha Rahou
Gracias a Pierre Kalfon, de quien ya he hablado otras veces aquí, y de Nicole, quienes me invitaron otra vez a su casa a cenar, pude ver de nuevo a Fatiha Rahou y a Theo Robichet, amigos que me da gusto abrazar cada cuatro o cinco años, cuando el tiempo nos permite vernos. Un par de días después los visité en su casa en Gennevilliers, que tanto me gusta porque está literalmente tapizada de obras de arte y objetos interesantes, sobre todo la colección de objetos de arte erótico de varias culturas. El erotismo ha sido uno de los temas recurrentes en la pintura de Fatiha, quien pinta sobre vidrio o más bien debajo del vidrio prolongando una técnica muy particular de hacer arte, me puso al tanto de sus últimos trabajos, unas ventanas hermosas a las que dio nueva vida y color. 

Theo Robichet
Theo, con la misma energía de siempre, produce obras de caballete, esculturas o documentales en video. Esta vez me convenció de que tenemos que trabajar juntos en algún proyecto cinematográfico. 

La trayectoria de Theo en el cine documental es amplia y tuvo momentos culminantes, por ejemplo en 1973 cuando realizó en Chile, con Bruno Muel,  Septiembre chileno, una de las primeras películas documentales sobre el golpe militar de Pinochet. Otro de sus documentales importantes fue La faim dans le monde (El hambre en el mundo). Que además de su intensa labor de cineasta se dedique a la pintura y a la escultura, dice mucho de su talento creativo.

No pude resistir la tentación de hacerme con una obra de cada uno de ellos, un cuadro de Theo y una obra bajo vidrio de Fatiha, que ya tienen un lugar en casa. El pequeño cuadro de Fatiha representa una pareja, en vivos azules, haciendo el amor en un paisaje abierto que sugiere el desierto del norte africano. El de Theo muestra también una pareja desnuda, en tonos vivos, abrazada de cuclillas.  


Aunque lo veo con mayor frecuencia que a los amigos mencionados antes, quiero aprovechar para mencionar a mi yerno Michaël Neuman que acaba de publicar con el sello de Médicos sin Fronteras, donde trabaja, Agir a tout prix un libro de análisis crítico sobre la ayuda humanitaria en condiciones políticas que plantean dilemas éticos para las organizaciones que intervienen. Fue un trabajo largo de escritura y edición, junto a los colegas Claire Magone y Fabrice Weissman. La experiencia de Michaël y de mi hija Sybille, que trabaja en Médicos del Mundo (la organización hermana de Médicos sin Fronteras) en el trabajo humanitario es amplia, pues ambos han estado en varios países en situaciones de emergencia. Trabajaban a veces separados durante varios meses para atender emergencias el uno en Chechenia y la otra en El Salvador, y ambos en países africanos que vivían situaciones críticas de guerra, refugiados, etc.