Liber Forti |
Líber, libertario, anarquista, linotipista,
teatrero, educador, linyera… caminante en las rutas que unen las ciudades de
Salta, Córdoba y Tucumán en el norte argentino y las minas de Oruro y del norte
de Potosí, a través de Villazón y los valles altos de Tupiza, esta cuna de
ciudadanos cuyo empuje permitió, entre tantas otras iniciativas, alentar una
vida cultural enriquecida por el grupo de Teatro Nuevos Horizontes y el
programa del mismo nombre en Radio Chorolque.
De Tupiza se fue a las minas, para
trabajar codo a codo con esos dirigentes excepcionales –que ya no hay en estos días, para quienes el sindicato estaba antes que la pertenencia a un partido
político, lo cual permitió fortalecer las organizaciones de los trabajadores
por encima de las disputas partidistas. “Salud y RS”, la revolución como
horizonte, “sin dios, sin patria, sin amo”. La patria de los humildes, de los
que luchan, que es una patria sin fronteras y sin burocracias.
En ese espacio ejemplar de debate
alentado por las radios mineras y los emblemáticos procesos de comunicación
participativa que hoy son ejemplo en todo el mundo, siguió impulsando el
teatro. Alguna vez que conversé con el gran Augusto Boal, este brasileño tan
conocido por su “teatro del oprimido”, recordaba cómo Líber montaba las obras sobre
la plataforma de un camión y la escenografía se iluminaba con las luces de los
guardatojos de los mineros.
La cultura como sustancia esencial en las
luchas de liberación, porque un pueblo culto no puede ser sometido. “La
educación por el arte”, decía, y desarrolló sus planteamientos en un libro con
21 capítulos sobre “teatro” y 13 capítulos sobre “juego”, que debemos rescatar y publicar
en su integridad como parte de su legado intelectual.
Con Liber en Cochabamba, septiembre de 2003 |
Como asesor cultural de la Federación
Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) y de la Central Obrera
Boliviana (COB), Líber tenía muchas iniciativas que solamente la falta de
recursos y algunas mezquindades políticas podían frenar. Conservo todavía el
plan que diseñé con él y redacté en mi precaria máquina de escribir para llevar
adelante un Cine Club Minero y realizar talleres de cine y de fotografía para
los trabajadores interesados, entre muchas otras actividades que contenía el
plan. Nos reuníamos largas horas en su oficina en la FSTMB para elaborar los
detalles y buscar fuentes de financiamiento. Antes de que pudiéramos concretar
estos sueños se produjo el golpe militar de Bánzer.
Hablar con Líber era un placer
interminable, o más bien –habría que
decir- escucharlo era un placer. Su manera explosiva de expresarse podría
compararse a un río caudaloso que arrastra limo, material fértil, o quizás
también a un árbol frondoso cuyas ramas crecen ante la mirada y se bifurcan
indomables hacia todos lados. Líber habla y todos callamos, no solamente porque
apenas nos deja pronunciar una frase de vez en cuando, sino porque su palabra
vuela como su pensamiento y se expresa con una lucidez atropellada que cuesta
retener. Cuántas veces no hemos querido los amigos grabarlo, filmarlo, y qué
pocas veces nos permitió hacerlo.
Líber habla, recuerda historias y
personajes, escarba en su inmensa memoria episodios y encuentros, y de pronto,
según el interlocutor, se para de golpe y con interés genuino pregunta: “Y cómo
está tu mamá, y tu hermana Emma sigue en París, y tu hermano Pedro, qué hace
ahora?” Es con profundo cariño que se interesa en la vida de uno, no es una
simple formalidad.
Leer las cartas que escribía en translúcido
papel copia o papel cebolla, llenando cada hoja sin dejar márgenes, era como
escucharlo hablar porque la puntuación casi inexistente, los párrafos largos y
la manera abrupta de terminar cuando llegaba al final de la hoja, obligaban a
un ejercicio de retener la respiración hasta el punto final. Atesoro muchas de
esas cartas, que serán la base de un libro memorioso sobre Líber.
Liber, Alfonso Gumucio, Marina y Jorge Ruiz en noviembre de 2011 |
¿Cómo no enamorarse de un hombre con una
humanidad tan grande? Me recuerda el verso de Walt Whitman: “Soy grande,
contengo multitudes”. Ana, Nuria, Gisela… no solamente las mujeres se
enamoraron de Líber, también los hombres, atraídos por su absoluta sinceridad,
la sensualidad de sus palabras y ese par de ojillos que con el tiempo se fueron
hundiendo, pero que nunca dejaron de brillar enviando mensajes a quien quisiera
recibirlos. Mi último recuerdo de Líber, cuando lo visité en Cochabamba a fines
de enero de este año, es su mirada, con la que decía todo lo que no podía
expresar con palabras, porque la enfermedad lo había privado de ese instrumento
que manejaba maravillosamente: la conversación.
Su casa siempre estuvo abierta para
todos. En otra ocasión anterior, el 19 de agosto del 2014, celebré con él, con Humberto
Vacaflor, Gustavo Soto, Lalo Solíz y unos pocos amigos, su cumpleaños 95,
comiendo sopaipillas y roscas de Potosí que Gisela había conseguido. Tomamos
las últimas fotos que tenemos juntos.
Entre sus amigos más queridos, aquel que lo apoyó durante mucho tiempo y hasta el final sin aparecer en las fotos, está Tyrone Heinrich, empresario beniano que garantizó la estabilidad económica de Líber multiplicando los panes como por arte de magia. No dejó ninguna necesidad sin cubrir, fue su discreto ángel de la guarda a través de los años y lo acompañó en su último viaje a Europa.
Líber nos deja su gran honestidad e integridad,
su consecuencia libertaria, su manera de amar a la humanidad sin reservas: "Siempre
con la vida, nunca con la muerte". Su anarquismo genuino se expresaba de
manera cotidiana, a borbotones de vida. Por eso fue tan duro estar con él tan
callado en los últimos meses de su vida.
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Cuando sepas que he muerto di sílabas
extrañas.
Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta.
Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta.
—Roque Dalton