05 febrero 2015

Alasita: la tradición se desvanece

Muñecos de trapo hechos en Sucre
Una vez más estuve en la Feria de Alasita, con la esperanza de encontrar la tradición rediviva, animado por lo que había leído acerca de la recuperación de la tradición y de las innovaciones que podría encontrar. Estimulado, también, por la coreografía ideológica que suele desplegarse alrededor de la feria. Los “especialistas” ofrecen en la TV su versión sobre el remoto origen del dios de la fortuna, en estos tiempos en que es políticamente correcto remontarse más allá de la época colonial para explicar la tradición.

Esos discursos entusiasman por su atractivo histórico, místico y cultural, pero cuando uno llega al lugar de los hechos se topa con un gran mercado donde los artesanos brillan por su ausencia, pero abundan los comerciantes que un mes más tarde venderán otras cosas en cualquier otro lugar.

Son pocos los verdaderos artesanos que ofrecen directamente sus productos, este año apenas pude hacerme de un minúsculo batán de piedra, algún soldadito de plomo, un perol de cobre y una muñeca de trapo hecha en Sucre. Solo entonces tuve la certeza de estar dialogando directamente con los artesanos, pues cada uno vendía lo suyo y me hablaba orgulloso de la calidad de su trabajo.

Artesano con una habilidad única: soldaditos de plomo 
Estos auténticos artesanos son casi invisibles en la masa de comerciantes que venden las miniaturas hechas por otros artesanos anónimos que replican en grandes cantidades los mismos objetos.  Alasita se ha convertido en una feria de intermediarios. 

La innovación tan publicitada brilla por su ausencia. Antes de ir, leí que habría billetes con los rostros de Jaime Sáenz, de Marina Núñez del Prado y de otros personajes, y que algunos artesanos habían creado miniaturas de Evo cabezón, de cholets, teleféricos, satélites y buses Puma Katari… Pero una vez en la feria vi muy poco de lo nuevo que con tanto entusiasmo se anunciaba, era como buscar una aguja en un pajar.

Elefantes y sapos chinos
En cambio abunda la importación china de sapos, gallos, caballos, elefantes y otros objetos que no están manufacturados localmente. Peor aún: peluches, muñecas Barbie, juguetes de plástico, y todo lo que en lugar de ser parte de la tradición, es más bien una traición. El espacio supuestamente reservado para miniaturas está invadido por puestos de comida, juegos, joyerías, etc. Me hubiera conformado con encontrar un buen ekeko, pero tan empobrecido está, que el que compré traía solamente una abarca… Así cojea esta tradición en la ciudad maravilla…

Hace un lustro, junto a colegas especialistas de la comunicación (Karina Herrera-Miller, Erick Torrico, José Luis Aguirre y Cecilia Quiroga) organizamos un evento internacional y se nos ocurrió diseñar algo especial para regalar a nuestros invitados: el “ekeko de la comunicación”. Quedó muy bonito. Pensé que el artesano que lo fabricó iba a tener el alcance creativo de seguir produciendo otros, más aún, de inventar el ekeko de la medicina, el ekeko de la arquitectura, quizás también el ekeko de la fertilidad, como fue en su origen, con un falo prominente. Pero nada pasó, los artesanos se han instalado en el mínimo esfuerzo, sin creatividad. Solo Mujeres Creando ha estado produciendo una ekeka desde hace algunos años.

Innovar es importante. Ninguna costumbre se mantiene intacta. Toda tradición evoluciona incorporando nuevos elementos pero deja de ser una tradición viva cuando pierde la capacidad de innovación y simplemente incorpora en bloque elementos ajenos como los gallos y sapos chinos, y peor aún, la parafernalia de Barbie.

Una de las tradiciones más arraigadas, los “periodiquitos”, pervive no gracias a los artesanos, sino a la iniciativa de cada diario de La Paz. Hace un año me invitaron como jurado de la Alcaldía y fue un placer revisar los textos y fotos cargados de humor.

Cuatro generaciones en Alasita, artesanos de verdad
Ahora, más de un centenar de técnicos del Ministerio de Culturas, artesanos y “actores sociales” preparan un nuevo expediente de postulación de Alasita a la Lista Representativa de Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad de la Unesco. Hace un par de años Bolivia decidió retirar el dossier porque recibió de Unesco información extraoficial de que no iba a ser admitido.

Para todos lo que tenemos memoria, Alasita es la feria de las miniaturas y del ekeko. Esos dos elementos son esenciales y si ahora se pretende darle otro disfraz para esconder lo mucho que ha cambiado en una o dos décadas, probablemente no se tenga éxito en la postulación ante la Unesco. ¿Por qué no hacen otras ferias que den cabida a los invasores de Alasita? Una feria de comidas tradicionales, una feria de juguetes importados, una feria de joyería…

Rocha el Breve, alcalde interino de La Paz, utiliza el tema demagógicamente y pretende organizar una “votación” absurda y sin validez. La Unesco no funciona con presión de firmas, no es así. No es un negocio como las “7 ciudades maravillosas” donde media la campaña y el dinero.  Para inscribir un patrimonio material o inmaterial en la lista de la Unesco, los gobiernos nacionales (y no los municipales) presentan un expediente realizado por expertos y con el apoyo de la comunidad  que es objeto de la inscripción, en este caso serían los artesanos de alasitas.

Pretender que la comunidad es toda La Paz, es bastante absurdo. No puede una comunidad de consumidores y de mercaderes sustituir a la comunidad de artesanos. Los ritos que se practican durante la Alasita, sobre todo a medio día del 24 de enero, cuando se inaugura, son parte de la tradición, pero no tendría ningún sentido sin las miniaturas y sin el ekeko, aunque ahora la Illa del ekeko haya tomado el protagonismo, de acuerdo a la demagogia de estos tiempos. Hace unos años nadie sabía siquiera de su existencia.

Dibujo de Abel Bellido (Abecor)
El ministro de Culturas, Pablo Groux conoce muy bien el tema pues cuando fue embajador de Bolivia ante la Unesco, los países lo eligieron presidente de la Comisión de Patrimonio Mundial. Él debería explicarle a Rocha, con dibujitos, cuál es el procedimiento que hay que seguir ante la Unesco.

La feria de Alasita se ha desnaturalizado de tal manera, que si no se hacen cambios radicales va a ser muy difícil probar ante la Unesco que es una tradición que merece protección. Lo esencial está en riesgo pues ha sido acaparada por mercaderes y ha perdido su capacidad de innovar. ¿Habrá que presentar el nuevo expediente junto a China, en reconocimiento a su “participación”? Un acertado dibujo editorial de Abecor (Abel Bellido) muestra a un ekeko cargado de cosas importadas, con el letrero “No a lo ajeno”. Por algo será.

____________________________
La tradición es un reto para la innovación.

—Alvaro Siza