En las ciudades visitadas no quedan
grabadas las huellas de los caminantes, pero en la memoria del caminante siempre
quedan impresiones de los lugares que recorre, sobre todo si lo hace con pasos
que tejen nuevas relaciones.
A mediados de noviembre estuve en la Universidad
de Pamplona (Colombia) para dar una conferencia sobre “Sistematización de
experiencias en comunicación para el cambio social” y para facilitar un taller
en el marco de la XI Semana de la Comunicación. Adriana Vega, la organizadora,
me había invitado dos veces en años anteriores, pero recién ahora pudimos hacer
coincidir las agendas y disfrutar el encuentro.
Pamplona es una población de 60 mil
habitantes, cuya actividad gira en torno a la universidad pública. Las calles
están repletas de estudiantes que saludan al pasar como si lo conocieran a uno
de toda la vida. Ayuda el hecho de que sus profesores les hubieran dado a leer
algunos textos míos como Haciendo Olas
o El cuarto mosquetero. Es como para
sentirse en casa (mejor, en muchos sentidos).
Las conferencias centrales de Rosa María
Alfaro, Iñaki Chaves y otros colegas garantizaron el éxito de la participación.
El interés de los estudiantes puede medirse por el hecho de que tenían que
pagar aproximadamente 30 dólares para inscribirse, y no dudaron en hacerlo. En
Bolivia los estudiantes de comunicación están acostumbrados a que los eventos
sean gratis, por eso quizás no los valoran.
Estuve años atrás en el Norte de
Santander, en Bucaramanga, a 124 kilómetros de distancia de Pamplona por la
ruta 66 (como la de la famosa canción). Ahora aterricé en Cúcuta, a una pedrada
de distancia de la frontera con Venezuela. La frontera natural es el río Táchira,
de pocas aguas pero mucha historia. Sobre el puente que une a ambos países ofrecieron
un “Concierto por la paz” Juanes, Miguel Bosé, Juan Luis Guerra, Carlos Vives,
Ricardo Montaner y Alejandro Sanz el 16 de marzo del 2008. Ahora no registra
mucho movimiento porque la crisis económica de Venezuela hace que para los
venezolanos resulte demasiado caro cruzar a Colombia, y para los colombianos ya no
es interesante llegar a Venezuela y encontrar los supermercados vacíos.
A la izquierda Colombia, a la derecha Venezuela |
Mientras Cúcuta tiene un clima cálido, a
veces asfixiante, Pamplona está 2 200 metros de altitud y su clima se parece al
de Bogotá: cambia cada cinco minutos entre lluvia y sol. A Pamplona llega
además la niebla que invade de pronto el pequeño valle y baña los cerros de
melancolía. Esta es una de las ciudades más antiguas de Colombia, fundada en
1549 por Pedro de Ursúa, y ha tenido a lo largo de su historia varios títulos
extraoficiales: Pamplona de las Indias, Ciudad de Ursúa, Ciudad de las
Neblinas, Ciudad Patriota, Ciudad Mitrada, Ciudad Estudiantil, Pamplonilla la
Loca, entre otros.
Astrid Gómez y William Javier Gómez |
A diferencia de otros eventos de
comunicación en los que me ha tocado participar, donde las actividades se
superponen y los minutos se encogen, en la Semana de la Comunicación de
Pamplona se privilegia el tiempo para los intercambios. Cada conferencia
magistral ocupó la mañana entera, incluyendo el espacio de preguntas y
comentarios, así que no era necesario apresurar el ritmo de la exposición.
William Gómez, Rosa María Alfaro, Alfonso Gumucio, Iñaki Chaves y Adriana Vega |
En la Universidad de Pamplona noté un
interés creciente por la comunicación vinculada al cambio social y a los procesos
de desarrollo participativo. El último día de mi estadía, antes de partir, tuve
una reunión con cinco grupos de estudiantes que compartieron conmigo sus
experiencias de trabajo en comunidades. El Colectivo de Comunicaciones Construyendo Historia, de la Universidad San Francisco de Paula, por ejemplo,
trabaja en la localidad de San Faustino (en el oriente de Cúcuta) con niños y
jóvenes de 12 a 16 años en un programa de construcción de paz a través de
fotografía, teatro y danza. Solo se puede entender la importancia de un
programa de esta naturaleza cuando se
conoce la historia de violencia de estos municipios donde tanto la guerrilla
como las autodefensas llevaban adelante reclutamientos forzosos de niños.
En el trayecto de regreso de Pamplona a Cúcuta
para tomar el vuelo a Bogotá, iba pensando en lo mucho que se puede hacer con
estudiantes motivados por la realidad que los rodea, estudiantes que son conscientes
del privilegio de llegar a la universidad y de la responsabilidad social que
esto significa.
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Nunca he encontrado una persona tan
ignorante
de la que no pueda aprender algo.
—Galileo Galilei