Hay un cine que no vemos ni en las salas
comerciales, ni en la televisión, ni en las cinematecas. Un cine que apenas
asoma como la punta de un iceberg, del que conocemos en el mejor de los casos
un 5% o 10% de su volumen, de todo lo que se produce. No es solamente cine independiente,
es además cine documental, cine que irrita al poder, cine de resistencia, cine
que molesta porque hace pensar, cine que cuestiona la violencia, la discriminación,
la corrupción y la degradación del medio ambiente, y en cambio promueve la
memoria colectiva, la convivencia pacífica y la justicia social. Hay muy pocos
espacios para ver ese cine.
Mientras vivía en México tuve oportunidad
de participar varias veces como espectador en el festival de cine “Contra el silencio, todas las voces”, pero ahora me invitaron a principios de abril como
miembro del jurado de esta muestra que ha logrado llegar a la octava edición sin
perder los principios que adoptó al nacer, entre ellos el de ofrecer todas las
exhibiciones gratuitamente.
Más que un festival, este es un proyecto
de defensa y promoción del cine documental, no solamente porque se especializa
en este género maltratado por los distribuidores y por los que financian la
producción, sino porque en cada edición ha logrado ampliar su radio de acción a
través de más de un centenar de espacios de exhibición en centros culturales, iglesias,
auditorios municipales y salas de cine no comerciales. De ese modo la población
del distrito federal y del Estado de México, Puebla, Baja California, Aguascalientes,
Coahuila, Durango, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Quintana
Roo, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas, Veracruz, Yucatán y otros estados de la
federación, tiene la oportunidad de ver cine documental de Latinoamérica y de
España que no podría ver de otra manera. Desde el año 2006 los documentales se difunden
regularmente en TV UNAM, el canal de televisión de la Universidad Nacional
Autónoma de México.
La oferta de películas ha crecido tanto,
que este año los organizadores tuvieron que abrir una nueva categoría, “Arte y
sociedad”, para acomodar 20 películas que no cabían en las otras nueve
categorías especializadas en medio ambiente y desarrollo sustentable, mujeres,
derechos humanos, fronteras, migraciones y exilios, indígenas, vida cotidiana, discapacidad,
movimientos sociales y organización ciudadana, y prevención de las adicciones.
En total 194 películas seleccionadas para la competencia y un total de casi 400
documentales en exhibición.
Todo ese esfuerzo es obra de Cristián
Calónico, cineasta independiente y profesor de cine en la Universidad Autónoma
Metropolitana, quien ha logrado aglutinar a su alrededor a un pequeño grupo de
colaboradores tan decididos y esforzados como él. El evento de cine no se
limita a la exhibición de las películas sino que incluye un Encuentro
hispanoamericano de cine y video independiente, además de varios foros y
talleres.
En la sección “Movimientos sociales y
organización ciudadana” tuvimos la oportunidad de ver testimonios y documentos
que narran formas de lucha y de resistencia cultural en toda la región
latinoamericana y en la península ibérica, donde la gente se organiza en
comunidades espontáneamente para reclamar sus derechos y su lugar en una
sociedad democrática. Los indignados en Catalunya, los estudiantes en Puerto
Rico, la policía comunitaria en México, los campesinos en Argentina o los jóvenes
anarquistas en Chile son algunas de las experiencias de participación popular
que si no llegan a transformar la sociedad, por lo menos transforman a las
personas que participan en los movimientos ciudadanos.
Jurado de la sección "Movimientos sociales": Gumucio, Martí y Rovira |
Como jurado me tocó analizar 15 obras de
Argentina, Chile, México, Puerto Rico y España junto a mis colegas Guiomar Rovira
y Salvador Marti, catalanes residentes en México. No tuvimos mayores
dificultades para ponernos de acuerdo sobre las obras que preferíamos. Decidimos
otorgar el premio a película gallega La
huella de los abuelos de Xosé Abad y menciones a Montaje: caso bombas realización colectiva del Canal Barrial 3
(Chile) y a Javier Sicilia, en la soledad
del otro de Luisa Riley (México).
En las otras secciones se otorgaron
premios a D-construyendo parte de mi
(España), Son duros los días sin nada
(México), El tigre y el venado (El Salvador), Espantapájaros (México), Azul
intangible (México), El engaño (Nicaragua),
Pepe el andaluz (España), Colapsos (México), México flamenco (España), Contagio
(México), entre otros.
El festival fue una ocasión, además, para
renovar lazos con colegas y amigos de varios países. Reencuentros con amigos
mexicanos y nuevos vínculos con colegas de otros países de la región.
He sido jurado en varios festivales de
cine en Montréal, Kelibia, La Habana, Cartago, Mannheim, La Paz, Tipasa, México
y Málaga, entre otros. La tarea de decidir sobre los premios es a veces difícil.
Hay películas que maravillan porque interpelan tanto las ideas como los
sentimientos, y otras con las que uno siente la tentación de apretar el botón
de fast forward para ver si más
adelante hay algo que valga la pena rescatar. Al final, lo que realmente cuenta
es la manera como una película dialoga con el espectador. No importa solamente el tema sino el lenguaje
cinematográfico que explora el tema.
Luis Lupone, Teófila Palafox, Oscar Menéndez y Guadalupe Ochoa en uno de los debates sobre cine documental |
“Contra el silencio todas las voces”
prueba que hay obras de mucha madurez conceptual y artística y otras donde la
expresión cinematográfica está en último plano. No basta colocar la cámara
frente a la “realidad”, el documental de cine es necesariamente un discurso
estructurado, una obra de creación que implica investigación, planificación,
pericia técnica y talento artístico para poner imágenes y sonidos de diversa
procedencia y textura en diálogo con el espectador o participante. No se trata
de mostrar simplemente un tema sino de construir un discurso coherente y
atractivo.
El cine documental no está reñido ni con
la belleza, ni con la técnica. El
talento de un director o de un colectivo de realización queda en evidencia
tanto en un film de ficción como en un documental. Ambos son un discurso, una
construcción argumental, una argumentación sustentada por un concepto y una
filosofía personal o comunitaria.
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El cine es un espejo pintado.
—Ettore Scola