A mediados de mayo participé en
Montevideo en una experiencia singular y renovadora, el taller de cine
documental propiciado por la cadena de televisión Al Jazeera como parte de la
iniciativa denominada Viewfinder, a su vez emparentada a un programa mayor,
Witness.
De cómo llegué allí es una historia que
quiero contar brevemente. Meses atrás leí una convocatoria de Al Jazeera para
la producción de películas documentales en América Latina y decidí participar
con un proyecto que tenía en cantera. A la convocatoria de los organizadores de
Viefinder respondieron 530 proyectos y fueron seleccionados once, entre ellos
el mío. De esos pocos, seis serán producidos por Al Jazeera y difundidos durante
el año 2014 hacia los 250 millones de espectadores que la cadena televisiva con
sede en Doha (Qatar) afirma tener en el mundo.
El concepto de documental observacional
que promueve Al Jazeera en sus programas Witness y Viewfinder, sin comentario
en off y sin narrador “neutro”,
coincide en buena parte con mi propia perspectiva en los documentales más
recientes que he realizado. Tanto Mujeres
de Pastapur (India, 2008) como Voces
del Magdalena (Colombia, 2006) dan fe de esa orientación hacia un
documental donde la realidad habla a través de sus protagonistas.
Jean Garner y Patricia Boero |
Al Jazeera promueve a cineastas cuyas
historias buscan “captar el impacto de la transformación a través de la lente
de los que viven en el camino del cambio”. El sello distintivo de los
documentales de Witness es “ir más allá de los titulares de la hora de llevar
la narración en profundidad de los más afectados por los acontecimientos mundiales”. Del
mismo modo en la serie Viewfinder se busca identificar nuevas perspectivas de
cineastas que trabajan en regiones emergentes del mundo.
El desarrollo del taller fue una
experiencia estimulante facilitada por Jean Garner, Rodrigo Vásquez, Keith Lynch
y Patricia Boero, del programa Witness y Viewfinder de Al Jazeera. El equipo de
DocMontevideo encabezado por Luis
González fue el anfitrión ideal tanto para las sesiones de trabajo de
toda la semana como para en los momentos de esparcimiento.
Los once cineastas preseleccionados por
Al Jazeera tuvimos la oportunidad de intercambiar los detalles sobre nuestros
proyectos y sobre la realidad de nuestros países, acicateados continuamente por
el alto nivel de exigencia de los organizadores del taller. Las discusiones, a
veces apasionadas, permitieron enriquecer cada una de las propuestas.
Si bien solo once proyectos fueron escogidos
entre varios centenares para participar en el taller, son más los países
representados en las temáticas propuestas. Por ejemplo, el proyecto de una
joven de origen mozambiqueño-brasileño cuya propuesta es filmar a un niño
haitiano que todos los días atraviesa la frontera para ir a la escuela en
República Dominicana, o el proyecto de un colega brasileño que quiere filmar a
inmigrantes haitianos en la ciudad fronteriza de Brasileia, territorio del Acre.
Los temas y los personajes son variados:
un campeonato de ajedrez en una cárcel de Uruguay, una radio mapuche en la
Patagonia, una artista de rap en la peligrosa Comuna 13 de Medellín, o la
reconversión de una antigua prisión en un centro cultural en Honduras, las
mujeres sin techo en Sao Paulo. En cada caso hay uno o dos personajes que
conducen la historia y que permiten estructurar de antemano los guiones sin
perder la frescura de la observación. La comunicación y la cultura constituyen
en casi todos los proyectos el eje central articulado a cambios sociales en
espacios de diálogo y de resistencia.
Los seleccionados, con el equipo de Viewfinder y Doc Montevideo |
Este es el segundo año que se realiza el
programa Viewfinder en América Latina.
Esto quiere decir que ya hemos visto los resultados concretos de la
primera ronda, con producciones tan interesantes como Glances (Miradas) dirigida por Alfonso Gastiaburo, quien también
participó en el taller para compartir su experiencia.
Montevideo es una ciudad apacible y
Uruguay vive un momento político ejemplar en muchos sentidos. El contexto del
país no podía ser más favorable para la realización de un taller de estas
características.
No todo es trabajo en la vida, aunque el
trabajo y el placer con frecuencia sean una misma cosa. En Montevideo aproveché
para volver a ver a amigos de muchos años, cineastas como el “Flaco” Walter
Tournier y Mario Jacob, director y productor respectivamente de esa gran
película de animación que es Selkirk,
la verdadera historia de Robinson Crusoe. Estuve también con mi colega Gustavo
Gómez, especialista en legislación sobre comunicación, quien me contó algunos
entretelones del proyecto de Ley de Servicios Audiovisuales que en estos días es
discutida en el parlamento uruguayo a pesar de la oposición cerrada de los
propietarios de medios de información privados y de las dudas del propio
presidente Pepe Mujica. Y con Guilherme Canela, de Unesco, que como Asesor Regional tiene a su cargo el tema de comunicación en América del Sur.
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Un film es una cosa
viva. No soy de los directores que se atienen a lo que hay escrito. Mis
películas cambian enormemente durante el rodaje.
—François Truffaut