Michel Favre |
Michel Favre tiene
una larga trayectoria en el cine documental, con obras como Sobras em obras (1999), sobre el artista
fotógrafo brasileño Geraldo de Barros, Ouvindo
imagens (2006) sobre una intervención urbana de Fabiana de Barros en Sao
Paulo, y Tan cerca, tan lejos (2011)
sobre el retorno afectivo y artístico de Carmen Perrin a Bolivia. En esos tres
filmes que conozco me queda claro que una de las condiciones de trabajo de
Favre es la proximidad afectiva con los artistas cuya obra explora.
Conocí
a Michel Favre por su vínculo artístico con Carmen Perrin, artista plástica
radicada en Ginebra, hija de don Alberto Perrin Pando, pionero del cine
boliviano. Pude coincidir con ellos en París y allí
me contaron de este proyecto que me interesó desde un principio en parte por el
vínculo con don Alberto Perrin, a quien fui a visitar en Ginebra en 1975, y en
parte porque sentí la importancia que tenía para Carmen como boliviana y
artista visual renovar sus lazos con el país. Para Michel Favre era un
nuevo desafío creativo. A partir de la película Tan cerca, tan lejos (2011) me interesé en su obra cinematográfica documental, y
pude ver otras películas que me hizo llegar y que ahora comento.
Tan cerca, tan lejos fue mi puerta de ingreso al cine
de Michel, aunque se trata de la producción más reciente. Resulta difícil
clasificar este film como un documental. Se trata más bien de una intervención
visual cuyo mérito es la calidad y el tiempo de la mirada, no tanto así la
información que proporciona. Es un film intimista, cuya lectura depende del
grado de información que ya tengamos previamente, pero que también puede ser
apreciado -sin información previa- como una apuesta de arte visual.
Tan cerca, tan lejos (2011) |
La
película se construye a partir de las imágenes documentales que filmó Alberto
Perrin en 1953 y 1954 en la Isla del Sol, en el Lago Titikaka, y son un leit motiv que permite a Carmen Perrin
transitar por este itinerario de regreso a sus fuentes. La plástica visual de
Carmen dialoga con la antropología visual de Alberto Perrin, su padre, en este
film que Michel ha dirigido poniendo la cámara al servicio de la mirada de
Carmen Perrin que reanuda los lazos familiares con los pobladores de la Isla
del Sol a partir de una exhibición pública de Altiplano (1954) el documental sobre la revolución de Abril de 1952
que inscribió a Alberto Perrin en la historia del cine boliviano.
Durante
la proyección Carmen observa las reacciones de aquellos que eran jóvenes cuando
se hizo la película, de los hijos y nietos campesinos que descubren las imágenes
de Alberto Perrin de la comunidad Yumani de la Isla del Sol. Simultáneamente,
la cámara de Michel Favre observa las reacciones de Carmen y revela el
dramatismo de su rostro en esos momentos que marcan el regreso, el intento de
comprender y de intervenir como persona y como artista.
Si la
mirada de Alberto Perrin era antropológica, la de Michel Favre es expresionista
porque representa la mirada de Carmen Perrin, no exenta de conflicto. El sesgo
emocional es notorio cada vez que Carmen aparece en la imagen reclamando con
los ojos un espacio. Las luces y sombras, los trasluces y reflejos son una
representación de las emociones de Carmen, mientras descubre un pasado pleno en
contradicciones. La verdadera protagonista es ella.
El film
de Michel Favre y Carmen Perrin no pretende explicar nada, solamente transmitir
el testimonio de una intervención artística, en la que la artista visual se
involucra afectivamente. En el diálogo entre las imágenes de 1954 y las de hoy,
no existe una curiosidad antropológica sino una voluntad de abrir/cerrar
ciclos. A diferencia de las imágenes documentales de Alberto Perrin, las de
Carmen/Michel no llevan comentario pues no necesitan subrayar otra cosa que la
propia mirada. La música de Peter Scherer, discreta, contribuye en ese
propósito.
Sobras en obras (1999) |
Sobras en obras (1999) es, al igual que otros documentales
de Favre, un intento de representar la obra y el pensamiento de Geraldo Barros
desde su propio estilo expresivo. Favre usa la imagen como la habría usado Barros,
rasgando la materia misma de la imagen, introduciendo el lenguaje de luz y la
noción de diseño. Hay en esta obra un enorme trabajo de investigación y de
búsqueda de documentos, pero el material más valioso es el que la propia
familia de Barros saca a la luz, así como las entrevistas que registra Favre
como comentario. Por su vínculo personal con la familia de Geraldo Barros,
Michel Favre –que está casado con Fabiana- pudo acceder a sus archivos y a los
testimonios que ofrecen su viuda y sus hijas.
El film
tiene como eje una colección de negativos de fotografía intervenidos por Barros
y olvidados luego durante muchos años. La esposa y las hijas, con el concurso
de Michel Favre, recuperan esas “sobras de obras” y les dan vida nuevamente,
mientras comentan sobre la vida pública, laboral e íntima de Geraldo Barros,
cuya trayectoria es sumamente interesante e intensa, pues pasa con gran
facilidad de la pintura a la fotografía y al diseño industrial, de la geometría
al arte pop. Lo mismo interviene un negativo fotográfico, que pinta un enorme
lienzo o diseña una silla. Barros participó en movimientos de vanguardia como
el constructivismo, el modernismo y el concretismo brasileños, inscribiendo su
vida artística en una filosofía de la “utopía de la convivencia”.
De la imagen a las palabras (2006) |
Lejos
del formato clásico de un documental, Ouvindo imagens (2006) es otra experiencia de arte vivencial. De la imagen a las palabras, la traducción del título al
castellano, es una intervención sobre otra intervención; la intervención visual
de Michel Favre sobre la intervención urbana de Fabiana Barros, quien concibió
el proyecto que consiste en entrevistas con ciudadanos en el interior de un
taxi, el “AUTO PSi ” (entre sicología y autopsia) que recorre las grandes
distancias de la ciudad de Sao Paulo mientras los pasajeros que aceptan el reto
de Fabiana de hablar a partir de imágenes que ella les muestra.
Las
imágenes que no vemos en ese momento, tienen su historia. Se trata de una serie
de fotografías y dibujos seleccionados por Christiana D. Morgan para un test de
sicología que el Dr. Henry Murray aplicó en la Clínica de Psicología de
Harvard, en la década de 1930. La relación amorosa entre ambos científicos es
el tema de una novela reciente de Jorge Volpi, La tejedora de sombras (2012) que obtuvo el premio Planeta-Casa de
América.
La
intención de Fabiana Barros y de Michel Favre no es hacer sicología sino arte,
crear una obra inmaterial, efímera durante el tiempo de la intervención, el año
2003, pero rescatada para la memoria a través de la película, en 2006. El
resultado es una radiografía hablada de la ciudad, a través de un mosaico de
historias individuales narradas en un abanico de estilos que va desde el
testimonio catártico hasta la especulación creativa. A través de esas historias
que suceden tanto dentro del AUTO PSi como en las calles de Sao Paulo, Favre
“pinta” la pantalla con luces y sombras, utilizando a veces película en 16mm en
color, video en blanco y negro o color, y las texturas que considera apropiadas
para cada secuencia.
Las imágenes
de Morgan y Murray -parte de un test formal llamado Test de Apercepción
Temática (TAT)- son simplemente disparadores de las historias en la
intervención de Fabiana que registra Favre. Lo que sorprende es la facilidad
con la que los pasajeros ocasionales aceptan las reglas del juego cuando suben
al vehículo. Cada uno, cinco mujeres y nueve hombres, proyecta su historia a
partir de la imagen pero sobre todo a partir de su propia vida y de su memoria.
En la medida en que sienten que no serán juzgados con ojo clínico por lo que
digan, se expresan con naturalidad y sin reservas. Cada quien saca partido de
esa oportunidad a su manera.
Como
en sus otras películas, Favre privilegia dos aspectos: a) el punto de vista de
su “cómplice” (en este caso Fabiana Barros, y en los otros filmes Carmen Perrin
y Geraldo Barros); y b) el tiempo de la mirada, es decir, la capacidad de
detenerse en aquello que es importante develar.
De la imagen a las palabras (2006) |
En un
discurso paralelo, Favre entrevista largamente al profesor Wesley G. Morgan,
que se ha tomado el trabajo de coleccionar las revistas donde se publicaron los
dibujos y fotografías originales que constituyen la base del test. Las reiteradas
apariciones del este profesor proporcionan información importante, pero
quiebran el ritmo y el estilo de la película, introduciendo un componente
académico. Es como si Favre hubiera sucumbido a la fascinación de las
explicaciones del profesor y hubiera aceptado sacrificar la unidad de estilo de
su film.
El
valor de las imágenes y el sentido de las palabras constituyen el eje de esta
película donde cada plano ha sido meticulosamente realizado y pensado. El
paisaje urbano y humano de Sao Paulo se revela con su carga cotidiana, sin
espectacularidad. Las historias que inventan los pasajeros del AUTO PSi no son,
en realidad, importantes sino en la medida en que legitiman las dos
intervenciones, la de Fabiana Barros y la de Michel Favre.
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Toda palabra llama a otra palabra.
Toda palabra es un imán verbal,
un polo de atracción variable
que inaugura siempre nuevas
constelaciones.
—Roberto Juarroz