Me entregaron hace poco un par de
ejemplares del libro Experiencias de
comunicación y desarrollo sobre medio ambiente: Estudios de caso e historias de
vida en la región Andina de Colombia (2011), cuyo preámbulo escribí a
pedido de colegas de varias universidades colombianas que participaron de
manera conjunta en el proceso de investigación. En más de 400 páginas el libro
reúne los resultados de una investigación que llevaron a cabo siete
investigadoras y dos investigadores de la Universidad Santo Tomás, de la
Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD) y de la UNIMINUTO.
En una visita a Bogotá, en septiembre
del 2010, me reuní con el equipo de investigación liderado por la profesora
Eliana Herrera Huérfano, de la Universidad Santo Tomás, y allí me pusieron al
tanto del contenido y de la metodología de la investigación, que consistió
primero en un amplio mapeo con una cobertura inicial de 250 experiencias, de
las cuales 112 respondieron a un primer cuestionario.
Al final, diez trayectorias fueron
seleccionadas y estudiadas a fondo: la emisora comunitaria Nuestra Señora de
las Mercedes de Mutiscua (Norte de Santander), la emisora comunitaria San
Vicente Estéreo (Santander), la Corporación Ecológica y Cultural Ciudad Rural
(Antioquia), la Confederación Agrosolidaria Colombia (Boyacá), Sibaté 12.000
Años de Historia (Cundinamarca), la emisora comunitaria Montenegro Stéreo
(Quindío), la Escuela de Comunicación Minga del Sol (Huila), el programa de
radio Magazín Agenda Ambiental (Huila), y la Fundación Planeta Azul y Vida (Cauca),
la mayoría de ellas con 10 o más años de existencia.
En mi preámbulo subrayé el propósito común de los investigadores, de analizar la
relación entre la comunicación, el desarrollo y el medio ambiente “en un país donde los procesos
comunicativos desde las comunidades representan un espacio fundamental de
interrelación social y de construcción ciudadana en medio de la violencia y el
conflicto”, es decir una mirada cotidiana que sólo es
posible con el acercamiento a la dinámica social comunitaria. Y añadí que aunque me parecía importante la primera parte del
libro, que informa sobre el mapeo, la recolección de datos a distancia y el
análisis de la información sobre las 112 experiencias que respondieron, pero que a mi
juicio la segunda parte cualitativa es más rica y ofrece mayor
certeza sobre los hallazgos, porque son las historias de vida y los relatos
honestos de las personas los que permiten dibujar con exactitud el paisaje
medioambiental andino en Colombia.
Las diez experiencias visitadas por el
equipo de investigación muestran que más allá del activismo planetario que
llama la atención sobre los problemas con el ánimo de provocar cambios en las
políticas globales y mayores compromisos de los Estados, hay espacios de
reconstrucción y de acción concreta, que no deben ser abandonados. Cada una de
estas experiencias es una demostración de compromiso efectivo por el medio
ambiente, que más allá de la retórica implica actuar concretamente en el
espacio cercano, para ponerle un hombro al medio ambiente.
Las categorías exploradas permiten cubrir
tres importantes sectores de la sociedad que actúan permanentemente sobre los
efectos ambientales. Por una parte quienes definen las políticas e inciden en
los programas de desarrollo nacionales, es decir las instituciones ya sea del
Estado o de la empresa privada. En segundo lugar los mecanismos de mediación
con la sociedad, aquellos que inciden en la esfera pública, es decir, los
medios de información en sus diferentes formas impresas y audiovisuales. Finalmente, la sociedad civil en su
conjunto, que se expresa a través de organizaciones comunitarias, provinciales,
departamentales o nacionales.
Al
retomar el conocido graffiti “no queremos medio ambiente, lo queremos entero” los
autores promueven un concepto dinámico basado en la interacción entre las
comunidades y su entorno ambiental, apartándose de una concepción meramente
ecologista limitada a la preservación de la naturaleza. Son las comunidades
indígenas las que mejor han entendido el tema, porque en su concepto de territorio se incluye el uso racional y
pausado de la naturaleza en beneficio de la comunidad, con una perspectiva de
largo plazo. Esa es la base ética de una nueva –aunque ancestral- cultura del desarrollo humano sostenible,
para cuya evaluación las cifras no son lo más importante, sino los relatos.
El tema del medio ambiente me ha
interesado desde hace muchos años. No ha sido marginal a mi trabajo en
comunicación para el desarrollo, sino más bien esencial a lo largo de mi vida
profesional, como testimonian las actividades que tuve.
En una época, a fines de los años 1980,
fui asesor de Conservación Internacional (CI), diseñé una estrategia de
comunicación para esta organización internacional, y otra para la Liga de
Defensa del Medio Ambiente (LIDEMA) en Bolivia. Entre las actividades que
organicé o en las que participé, recuerdo dos seminarios internacionales para
periodistas, uno en Bolivia y otro en Costa Rica, de los que salieron dos
publicaciones de mi autoría: el libro Conservación,
Desarrollo y Comunicación (1990) publicado conjuntamente por Conservación
Internacional, la Asociación de Periodistas de La Paz, y LIDEMA; y 10 pasos para organizar un seminario para
periodistas (1991) que publicó CI en Washington. Mi trabajo con Conservación Internacional me llevó incluso
hasta Papua Nueva Guinea en 1992, para hacer una evaluación prospectiva de
grupos de teatro comunitario involucrados en acciones a favor del medio
ambiente.
Otra etapa importante en mi relación con
la temática ambiental fue como Director de Tierramérica,
una plataforma de comunicación e información para el medio ambiente, que
consistía fundamentalmente en un suplemento con artículos de grandes firmas y
estupendas portadas de Eko, que se publicaba en una docena de diarios, entre
los más importantes de América Latina. A estos trabajos se fueron sumando
durante los años siguientes varios otros con FAO, también vinculados al tema de
desarrollo sostenible. En la apertura del Congreso Mundial de Comunicación para
el Desarrollo (Roma, 2006) me invitaron a presentar la ponencia inaugural en la
plenaria sobre desarrollo sostenible.
Por todo lo anterior me alegra que el
tema de comunicación y medio ambiente esté de regreso en la agenda de las
universidades y también en la agenda internacional, luego de varias décadas en
que la mayor prioridad de la cooperación (al menos toda aquella financiada con
dinero de Estados Unidos), parecía ser la salud reproductiva y el VIH-SIDA,
mientras mucha más gente en el mundo padecía hambre y extrema pobreza.
________
De yapa:
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Federico García Lorca