22 diciembre 2011

Verde que te quiero verde


Me entregaron hace poco un par de ejemplares del libro Experiencias de comunicación y desarrollo sobre medio ambiente: Estudios de caso e historias de vida en la región Andina de Colombia (2011), cuyo preámbulo escribí a pedido de colegas de varias universidades colombianas que participaron de manera conjunta en el proceso de investigación. En más de 400 páginas el libro reúne los resultados de una investigación que llevaron a cabo siete investigadoras y dos investigadores de la Universidad Santo Tomás, de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD) y de la UNIMINUTO.

En una visita a Bogotá, en septiembre del 2010, me reuní con el equipo de investigación liderado por la profesora Eliana Herrera Huérfano, de la Universidad Santo Tomás, y allí me pusieron al tanto del contenido y de la metodología de la investigación, que consistió primero en un amplio mapeo con una cobertura inicial de 250 experiencias, de las cuales 112 respondieron a un primer cuestionario.


Al final, diez trayectorias fueron seleccionadas y estudiadas a fondo: la emisora comunitaria Nuestra Señora de las Mercedes de Mutiscua (Norte de Santander), la emisora comunitaria San Vicente Estéreo (Santander), la Corporación Ecológica y Cultural Ciudad Rural (Antioquia), la Confederación Agrosolidaria Colombia (Boyacá), Sibaté 12.000 Años de Historia (Cundinamarca), la emisora comunitaria Montenegro Stéreo (Quindío), la Escuela de Comunicación Minga del Sol (Huila), el programa de radio Magazín Agenda Ambiental (Huila), y la Fundación Planeta Azul y Vida (Cauca), la mayoría de ellas con 10 o más años de existencia.

En mi preámbulo subrayé el propósito común de los investigadores, de analizar la relación entre la comunicación, el desarrollo y el medio ambiente “en un país donde los procesos comunicativos desde las comunidades representan un espacio fundamental de interrelación social y de construcción ciudadana en medio de la violencia y el conflicto”, es decir una mirada cotidiana que sólo es posible con el acercamiento a la dinámica social comunitaria. Y añadí que aunque me parecía importante la primera parte del libro, que informa sobre el mapeo, la recolección de datos a distancia y el análisis de la información sobre las 112 experiencias que respondieron, pero que a mi juicio la segunda parte cualitativa es más rica y ofrece mayor certeza sobre los hallazgos, porque son las historias de vida y los relatos honestos de las personas los que permiten dibujar con exactitud el paisaje medioambiental andino en Colombia.

Las diez experiencias visitadas por el equipo de investigación muestran que más allá del activismo planetario que llama la atención sobre los problemas con el ánimo de provocar cambios en las políticas globales y mayores compromisos de los Estados, hay espacios de reconstrucción y de acción concreta, que no deben ser abandonados. Cada una de estas experiencias es una demostración de compromiso efectivo por el medio ambiente, que más allá de la retórica implica actuar concretamente en el espacio cercano, para ponerle un hombro al medio ambiente.

Las categorías exploradas permiten cubrir tres importantes sectores de la sociedad que actúan permanentemente sobre los efectos ambientales. Por una parte quienes definen las políticas e inciden en los programas de desarrollo nacionales, es decir las instituciones ya sea del Estado o de la empresa privada. En segundo lugar los mecanismos de mediación con la sociedad, aquellos que inciden en la esfera pública, es decir, los medios de información en sus diferentes formas impresas y audiovisuales.  Finalmente, la sociedad civil en su conjunto, que se expresa a través de organizaciones comunitarias, provinciales, departamentales o nacionales. 

Al retomar el conocido graffiti “no queremos medio ambiente, lo queremos entero” los autores promueven un concepto dinámico basado en la interacción entre las comunidades y su entorno ambiental, apartándose de una concepción meramente ecologista limitada a la preservación de la naturaleza. Son las comunidades indígenas las que mejor han entendido el tema, porque en su concepto de territorio se incluye el uso racional y pausado de la naturaleza en beneficio de la comunidad, con una perspectiva de largo plazo. Esa es la base ética de una nueva –aunque ancestral- cultura del desarrollo humano sostenible, para cuya evaluación las cifras no son lo más importante, sino los relatos.

El tema del medio ambiente me ha interesado desde hace muchos años. No ha sido marginal a mi trabajo en comunicación para el desarrollo, sino más bien esencial a lo largo de mi vida profesional, como testimonian las actividades que tuve.

En una época, a fines de los años 1980, fui asesor de Conservación Internacional (CI), diseñé una estrategia de comunicación para esta organización internacional, y otra para la Liga de Defensa del Medio Ambiente (LIDEMA) en Bolivia. Entre las actividades que organicé o en las que participé, recuerdo dos seminarios internacionales para periodistas, uno en Bolivia y otro en Costa Rica, de los que salieron dos publicaciones de mi autoría: el libro Conservación, Desarrollo y Comunicación (1990) publicado conjuntamente por Conservación Internacional, la Asociación de Periodistas de La Paz, y LIDEMA; y 10 pasos para organizar un seminario para periodistas (1991) que publicó CI en Washington.  Mi trabajo con Conservación Internacional me llevó incluso hasta Papua Nueva Guinea en 1992, para hacer una evaluación prospectiva de grupos de teatro comunitario involucrados en acciones a favor del medio ambiente.

Otra etapa importante en mi relación con la temática ambiental fue como Director de Tierramérica, una plataforma de comunicación e información para el medio ambiente, que consistía fundamentalmente en un suplemento con artículos de grandes firmas y estupendas portadas de Eko, que se publicaba en una docena de diarios, entre los más importantes de América Latina. A estos trabajos se fueron sumando durante los años siguientes varios otros con FAO, también vinculados al tema de desarrollo sostenible. En la apertura del Congreso Mundial de Comunicación para el Desarrollo (Roma, 2006) me invitaron a presentar la ponencia inaugural en la plenaria sobre desarrollo sostenible.

Por todo lo anterior me alegra que el tema de comunicación y medio ambiente esté de regreso en la agenda de las universidades y también en la agenda internacional, luego de varias décadas en que la mayor prioridad de la cooperación (al menos toda aquella financiada con dinero de Estados Unidos), parecía ser la salud reproductiva y el VIH-SIDA, mientras mucha más gente en el mundo padecía hambre y extrema pobreza. 

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De yapa:  
Verde que te quiero verde. 
Verde viento. Verdes ramas.
 
El barco sobre la mar
 
y el caballo en la montaña.
 
                      Federico García Lorca