Nadie que haya estado activo en el campo de la cultura en Bolivia a fines de los años 1960s puede olvidar a Gérard y Mimi Barthelemy. Es más, los recordará con cariño porque Gérard como Agregado Cultural de la Embajada de Francia dejó una huella de profunda amistad con artistas, escritores y gente de teatro. Gracias a su impulso tuvimos el Teatro Tambo, un lugar de encuentro de intelectuales y bohemios, pivote de muchas actividades que enriquecieron el paisaje cultural boliviano de esos años porque fue un centro cultural que reunió a cantantes (como Benjo Cruz), a pintores y escritores progresistas.
La carrera diplomática llevó a Gérard y a Mimi a Colombia, Sri Lanka y Marruecos, entre otros países donde dejaron amistades, pero sin duda Haití fue para ambos el punto de partida y de llegada afectiva, creativa e intelectual. Para Mimi, su país de nacimiento, donde vivió hasta sus 16 años de edad; y para Gérard, su país de adopción, al que le dedicó toda su obra intelectual como economista y antropólogo.

Fundó la Compagnie Timoun Fou orientada hacia los niños del mundo, un espacio de animación donde ella es el eje dinamizador con sus presentaciones de cuentos, música, canciones y teatro. Tiene en su historial más de una decena de espectáculos, entre los que destacan “Une tres belle mort”, “Le fulgurant” para público adulto, y “Jeux de cailloux”, “Le voyage en papillon”, “Soldats marrons”, “Les iles animales”… para niños.

Gérard dejó la diplomacia en los años 1980s y se hizo carpintero, aunque no dejó el trabajo intelectual como queda demostrado en varios libros que escribió sobre la situación socio-política de Haití. Estuve con él en Port-au-Prince hacia el año 2006, y luego lo perdí de vista, hasta que me enteré casualmente que había fallecido de un cáncer una tarde del 2 de agosto del 2007, cuando tenía 73 años de edad. Dejó detrás una obra importante, libros como Dans La Splendeur d'un Après -Midi d'Histoire (1996), Le pays en dehors (1989), Créoles-Bossales: conflit en Haïtí (2001), Haïti, la perle nue (1998), este último con escrito con Mimi.

Allí nos pusimos al día en una tarde, me hizo el relato de su vida después de Gérard, y me permitió escucharla cantar en creole haitiano, con una gracia sin igual, las canciones tradicionales de los niños de Haití, su país natal, que ha rescatado en un libro (y disco) hermoso, “Dis-moi des chansons d’Haïti” (2007), ilustrado por Jean Louis Senatus y otros artistas haitianos.