Un año dedicado a Gabriel García Márquez: 100 años de soledad, 80 años de su nacimiento, 60 años de haberse estrenado como escritor, 40 años de la primera edición de su novela más famosa, 25 años de recibir el Premio Nóbel de Literatura…
Cañonazos, vallenato y mariposas amarillas en Aracataca donde Gabo nació el 6 de marzo de 1927; cuarenta años después ya era leyenda. “Cien años de Soledad” se convirtió en el símbolo de la nueva literatura latinoamericana. Hoy cuenta con ediciones en 35 lenguas (incluido el esperanto) que suman más de 30 millones de ejemplares. Ha sido seleccionada por 125 intelectuales del mundo, como una de las 20 mejores novelas de la literatura universal, y figura en esa lista junto a “El Quijote”, como las dos únicas en castellano.
A lo largo del 2007 veremos los homenajes multiplicarse en todo el mundo. El respeto, admiración y cariño que le profesamos, quizás como a ningún otro escritor latinoamericano, se traducirá desde hoy en miles de homenajes, artículos, biografías, libros de estudio, premios, testimonios, coloquios, lecturas maratónicas de su obra, películas, festivales y todo lo que se pueda uno imaginar.
Ahora que los amigos "íntimos" de Gabo se multiplican, leeremos sin duda interesantes testimonios en primera persona sobre el autor de “El Coronel no tiene quien le escriba”. Muchos otros escribirán sobre Gabo mejor que yo y con mayor conocimiento de la persona y de la obra; correrá la tinta como un río y en todos los idiomas. Por ello prefiero simplemente registrar esta acertada frase de la brevísima (y por breve dos veces buena) “Rayuela” que publica La Jornada de México en su edición del 6 de marzo:
“Paradoja gabiana: nadie que haya escrito tan bellamente sobre la soledad ha estado más acompañado y ha sido tan querido.”
La hermosa foto de Gabo con el “ojo en tinta” y una herida en la nariz, tomada por el fotógrafo Rodrigo Moya, registra el rostro siempre jubiloso del gran escritor, dos días después de que un colega suyo, Mario Vargas Llosa, le propinara un puñetazo cuando Gabo iba a su encuentro con los brazos abiertos. Moya relata que el origen del puñetazo era la turbulenta vida conyugal de Vargas Llosa y sus celos enfermizos…Pero la historia ha registrado que el “derechazo” traicionero del 12 de febrero de 1976 fue el primero que marcó la separación ideológica entre ambos escritores. En cualquier caso, esta es una imagen para la memoria.
Cañonazos, vallenato y mariposas amarillas en Aracataca donde Gabo nació el 6 de marzo de 1927; cuarenta años después ya era leyenda. “Cien años de Soledad” se convirtió en el símbolo de la nueva literatura latinoamericana. Hoy cuenta con ediciones en 35 lenguas (incluido el esperanto) que suman más de 30 millones de ejemplares. Ha sido seleccionada por 125 intelectuales del mundo, como una de las 20 mejores novelas de la literatura universal, y figura en esa lista junto a “El Quijote”, como las dos únicas en castellano.
A lo largo del 2007 veremos los homenajes multiplicarse en todo el mundo. El respeto, admiración y cariño que le profesamos, quizás como a ningún otro escritor latinoamericano, se traducirá desde hoy en miles de homenajes, artículos, biografías, libros de estudio, premios, testimonios, coloquios, lecturas maratónicas de su obra, películas, festivales y todo lo que se pueda uno imaginar.
Ahora que los amigos "íntimos" de Gabo se multiplican, leeremos sin duda interesantes testimonios en primera persona sobre el autor de “El Coronel no tiene quien le escriba”. Muchos otros escribirán sobre Gabo mejor que yo y con mayor conocimiento de la persona y de la obra; correrá la tinta como un río y en todos los idiomas. Por ello prefiero simplemente registrar esta acertada frase de la brevísima (y por breve dos veces buena) “Rayuela” que publica La Jornada de México en su edición del 6 de marzo:
“Paradoja gabiana: nadie que haya escrito tan bellamente sobre la soledad ha estado más acompañado y ha sido tan querido.”
La hermosa foto de Gabo con el “ojo en tinta” y una herida en la nariz, tomada por el fotógrafo Rodrigo Moya, registra el rostro siempre jubiloso del gran escritor, dos días después de que un colega suyo, Mario Vargas Llosa, le propinara un puñetazo cuando Gabo iba a su encuentro con los brazos abiertos. Moya relata que el origen del puñetazo era la turbulenta vida conyugal de Vargas Llosa y sus celos enfermizos…Pero la historia ha registrado que el “derechazo” traicionero del 12 de febrero de 1976 fue el primero que marcó la separación ideológica entre ambos escritores. En cualquier caso, esta es una imagen para la memoria.