Regresé a Potosí luego de varios años para encontrar con enorme tristeza que la ciudad imperial, la ciudad de la plata, la ciudad de tantas leyendas hermosas y Patrimonio de la Humanidad declarado por la UNESCO, está amenazada por carcamanes que persisten en “modernizarla” con edificaciones de mal gusto que no la harán avanzar sino retroceder. El último ejemplo es un restaurante giratorio, que tiene por nombre El Mirador, un adefesio espantoso que lamentablemente se ve desde cualquier punto de la ciudad.
No solamente es un edificio (adefesio) espantoso, sino que por el hecho de haberlo erigido en la cima del Pari Orcko, arruina la vista de la ciudad. Es un monumento al mal gusto que según me contaron, la propia Alcaldía de Potosí se encargó de construir. Uno se pregunta quién fue el descerebrado que tuvo ese pedazo de “idea”, y cómo es que un Alcalde puede conspirar, desde la posición que ostenta, contra su propia ciudad, cuando su deber, al contrario, es protegerla y embellecerla. Esto trae a la mente esa frase en latín: “Asinus in tegulis” (traducida como “asnos en el tejado”), que se aplica a personas de muy escaso criterio e inteligencia, que inexplicablemente llegan a posiciones de poder.
Muchas otras cosas deberían hacer los alcaldes potosinos en vez de dedicarse a elucubrar tan malas “ideas”. Mejor es que no piensen, que hagan simplemente su trabajo de mantener las calles libres de basura y aguas servidas, que escondan esa maraña de cables aéreos que afean todas las esquinas, que dicten y hagan respetar normas para mantener la ciudad ordenada y transitable. Eso bastaría para devolverle a Potosí algo de su nobleza. En cuanto a los edificios espantosos, unos cachorros de dinamita bien puestos podrían eliminarlos del paisaje.
Lamentablemente ya no hay oficinas de UNESCO en Bolivia, porque si las hubiera, la UNESCO debería llamarles la atención a las autoridades potosinas, pues de acuerdo a la declaratoria de Patrimonio de la Humanidad, no tienen derecho a afear una ciudad monumental cuyo valor histórico debería garantizar el Estado boliviano. El rótulo de Patrimonio de la Humanidad deberían quitárselo a las ciudades que dejan de merecerlo.