05 julio 2018

Marques de Melo

 Los investigadores de la comunicación y los académicos en general no son personajes muy conocidos ni reconocidos, aunque sus aportes sean importantes y su obra se extienda a lo largo de décadas y de miles de páginas. Los que más han aportado suelen ser los más sencillos y modestos pues no hacen gala de su sabiduría ni pretenden inflar el pecho como hacen ahora con tanta facilidad políticos salidos de la nada, rápidamente enganchados en el carro del oportunismo. 


Homenaje a Marques de Melo en ALAIC, octubre 2008
Entre los maestros de la investigación en comunicación que he tenido la fortuna y el privilegio de frecuentar, los más sencillos y generosos han sido los más valiosos por sus contribuciones a la reflexión y a los estudios especializados. Mario Kaplún, Juan Díaz Bordenave, Luis Ramiro Beltrán y José Marques de Melo están entre los que me han nutrido no solamente con sus ideas sino con su ejemplo. Los cuatro fallecieron en ese orden: Mario en 1998, Juan en 2012, Luis Ramiro en 2015 y José hace apenas diez días, el 20 de junio. 

Los cuatro pioneros de la comunicación latinoamericana eran amigos y supieron tejer a lo largo de sus vidas–más allá de las costuras impuestas de las fronteras, una trama de relaciones humanas que unió a Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay, sus países de origen, aunque todos ellos eran de vocación latinoamericana y mundial, y creían en la comunicación como un puente de diálogo intercultural sin fronteras. 


Marques de Melo, Cicilia Peruzzo y Alfonso Gumucio
en Sao Paulo, marzo 2010 
Pude compartir momentos invalorables con Mario en Montevideo, Guanajuato y México; con Juan en Asunción, La Paz y Maputo; con Luis Ramiro en La Habana, Santa Fé y Bellagio, con José en Sao Paulo, México y Bogotá, para no citar sino algunas de las ciudades donde solíamos coincidir en congresos de comunicación, en reuniones a puerta cerrada o visitas amistosas. 

Más allá de los intercambios académicos, a través de los años se van forjando amistades y quizás la mejor prueba de ello es que hay un momento en que uno deja de discurrir sobre el oficio de la comunicación, y comienza a hablar de la vida en torno a una sopa de bolas con Juanito en su casa en Asunción, de una copa de limoncello con Luis Ramiro a orillas del Lago Como, de unos tacos de alambre con Mario a los pies del Pípila, o de una charla de sobremesa con José en casa de Cici Peruzzo en Sao Paulo. 

Quería referirme a José Marques de Melo, fallecido en Sao Paulo, Brasil, a los 75 años de edad, y la memoria me va llevando a la generación de pioneros latinoamericanos de la comunicación y a hablar de ellos como un grupo que compartía valores similares y un sentido de compromiso con la realidad de la región, sin falsa politización ni discursos grandilocuentes. Es casi imposible separar a estos grandes maestros, como es difícil separarme de sus enseñanzas y de las generosas palabras que alguna vez le dedicaron a mi trabajo de investigación, textos que mantengo aún inéditos. 


No es necesario convivir día a día con una persona para conocerla mejor. Muchas amistades se forjan a través de encuentros episódicos que se prolongan en correspondencia, llamadas por teléfono, mensajes electrónicos y todo lo que la tecnología de hoy nos brinda como posibilidad. He transitado por todos esos medios en el desarrollo de mi amistad con los amigos mencionados. 

Cuando uno escribe sobre una persona que ha conocido y de la que ha recibido alguna enseñanza, no es indispensable referirse a su obra a menos que se trate de analizarla en profundidad desde una perspectiva académica inédita. 


Ciertamente, podría escribir varias páginas para detallar que el profesor José Marques de Melo fue uno de los investigadores más importantes de la comunicación en América Latina, autor de medio centenar de libros seminales e innumerables artículos. Que fue fundador de INTERCOM, uno de los impulsores de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC) y de tantas otras iniciativas donde su motivación principal fue tender puentes más allá de las fronteras geográficas y lingüísticas. Que fue el primer catedrático de periodismo en Brasil. Que formó a varias generaciones de nuevos comunicadores. Que ocupó puestos de dirección en varias universidades y asociaciones profesionales. Que fue titular de la Cátedra Unesco… 

Eso y mucho más que no me parece necesario repetir aquí porque cualquiera que tenga interés en conocer más al personaje, puede encontrar los datos navegando internet. La información es abundante y accesible a todos, de ahí que a veces se hace aburrida y repetitiva, tanto más cuando carece de análisis. Por ello, es más interesante la crónica y el testimonio, aquello que solo se puede contar desde una perspectiva personal. 

(Publicado en Página Siete el sábado 30 de junio 2018)
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La ciencia se compone de errores,
que a su vez son los pasos hacia la verdad.
Jules Verne