21 marzo 2016

Ayni visual

Admiro desde hace años el trabajo tesonero que realiza en El Alto la organización COMPA (Comunidad de Productores de Arte) y el Teatro Trono que fundó y que anima desde hace 25 años Iván Nogales Bazán. Me ocupé de su trabajo por primera vez en mi libro Haciendo Olas, experiencias de comunicación participativa para el cambio social (2001) y les he seguido la pista desde entonces, escribiendo en épocas más recientes sobre un par de documentales que abordan el trabajo que realiza el grupo de teatro dentro y fuera de Bolivia: Movimientos espectaculares (2014) de Mateo Hinojosa y Rompiendo fronteras, en gira con el teatro trono (Dinamarca-Bolivia, 2013) de Shezenia Hannover y Anahí Machicado.

No podía sino aceptar la invitación que los jóvenes de COMPA me hicieron para participar en el festival de cine comunitario Ayni Visual, que se desarrolló en El Alto y en La Paz a lo largo de la semana que termina, con un sinnúmero de actividades interesantes: talleres, conferencias, proyección de films y debates, entre otras que convocaron a un público muy diverso de niños, jóvenes y adultos. Fue un despliegue enorme de energía creativa que justifica con creces el apoyo que COMPA recibe de organizaciones solidarias como Spor Media de Dinamarca, que estuvo presente durante la semana a través de Gitte Jakobsen y Torben Vosbein.

Theo Bonin y Julio César Gonzáles
Me tocó compartir con Julio César Gonzáles (El Maizal) de Ecuador, José Campusano (Cine Bruto) de Argentina, Andrea Flores (DocuPerú) y Edgar Mego (Minka Audiovisual) de Perú un conversatorio con estudiantes de la carrera de sociología, en la Universidad Pública de El Alto (UPEA), donde abordamos el tema “Experiencias y prácticas del cine audiovisual comunitario”, ellos desde su propio trabajo como cineastas insertos en prácticas comunitarias y yo desde la investigación que coordiné para la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano y que culminó en 2012-2014 con las tres ediciones del libro Cine comunitario en América Latina y el Caribe.

Al día siguiente participé en otro foro en la misma UPEA, frente a un centenar de estudiantes de comunicación social, compartiendo la palestra con Iván Nogales, el “padre” de COMPA y con César Pérez, director de fotografía de varios largometrajes dirigidos por Jorge Sanjinés, Paolo Agazzi y otros directores. El tema, esta vez, era “La construcción del sentido comunitario desde el cine boliviano” lo cual nos permitió abordar desde una perspectiva histórica la evolución de nuestro cine, marcado desde sus orígenes por la inclinación social de cineastas que fueron pioneros en la década de 1920, como Velasco Maidana, Sambarino o Posnansky, seguidos en la década siguiente por los cineastas de la Guerra del Chaco, y en los años 1950 por Jorge Ruiz, precedente del cine de Jorge Sanjinés que emergió a partir de mediados de los sesenta.

Mientras esto sucedía en la UPEA, otras actividades tenían lugar en Ciudad Satélite, sede del Teatro Trono, donde José Campusano dirigió el taller “Creando nuestro cine”, y en el Centro Cultural Español en La Paz, donde Virginia Villaplana, de la Universidad de Murcia, animó el taller de cine colaborativo y educomunicación. Edgar Mego hizo otro con niños en El Tejar, mientras Julio César González y Andrea Flores lo hacían en el Centro Cultural Inti Phajsi, en la zona de Senkata.

Las noches estaban dedicadas a conciertos de música en diferentes locaciones, y proyecciones de films con temática comunitaria, que pocas veces tienen oportunidad de ver espectadores de El Alto o de barrios periféricos de La Paz.

Vi algunos de los films proyectados, con la esperanza de encontrar propuestas narrativas de búsqueda al margen de los patrones del cine comercial o de la televisión, pero son en su mayoría documentales de factura clásica sobre pueblos, conflictos y tradiciones, realizados con apoyo internacional “en” comunidades antes que “desde” la acción colectiva. La manera de narrar no deja de ser convencional (plano, contra plano, entra al cuadro, sale de cuadro, etc.), salvo excepciones en las que se trata de poner la técnica al servicio de la mirada local. Es el caso de representaciones de mitos y tradiciones donde se deja un margen a la improvisación.

Virginia Villaplana, Edgar Mego, Andrea Flores, Theo Bonin,
Alfonso Gumucio y José Campusano
Entre las producciones que trajo DocuPerú destaco la serie de “Territorios en conflicto”, cortos documentales de buena calidad técnica, que narran violaciones de derechos humanos o avasallamiento de territorios (Cenizas), rescatan tradiciones culturales que corren el riesgo de perderse (Hombre medicina) o defienden los recursos naturales (Pacpacco, Soy pescador) y las identidades indígenas (Otro tiempo).

Quizás son más auténticos en su narrativa visual los films ecuatorianos realizados por cineastas indígenas de Cámara Shuar. A pesar del intento que ellos mismos hacen de recrear escenas y diálogos de manera convencional, su mirada es genuina, propia.

También pude ver un par de cortos bolivianos producidos por Comuna, la productora de COMPA. En Mi compañero ideal se aborda el tema de la inclusión social en la educación desde la mirada de los propios niños, con la ingenuidad y frescura de ellos, destacando valores de solidaridad que en nuestro tiempos están en crisis. Los pollos dicen… es otro ejemplo del uso que se le puede dar al audiovisual en el contexto educativo.  Este film se hizo en el marco de una capacitación de docentes de la Normal Simón Bolívar, y no me interesó tanto el tema como el proceso que incluye escenas dramatizadas, escenas documentales y acciones callejeras de sensibilización. Guardando las distancias, hay un eco de Rebelión en la granja (Orwell) en este sencillo film.

Toda esta semana de Ayni Visual subraya la importancia de la cultura en nuestras ciudades (El Alto y La Paz) que no terminan de construir ciudadanía. Iniciativas personales, privadas y colectivas como las de COMPA son oasis en el desierto de una sociedad cuyos valores se dispersan ante la carencia de políticas de Estado que favorezcan una cultura libre e independiente.

Al decir de Iván Nogales Bazán: “Queremos posicionar lo comunitario desde las prácticas creativas en la ciudad de El Alto y en todo el país. Hemos incursionado en el audiovisual en el último tiempo y creemos que las prácticas creativas y la conjunción con otras artes puede permitir diálogos mucho más profundos sobre lo que está pasando en nuestro país. Los artistas y creadores tienen que involucrarse mucho más en lo cotidiano y en lo político.” 
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El teatro no se hace para cantar las cosas, sino para cambiarlas.

--Vittorio Gassman