Tres razones principales me hicieron
aceptar la invitación de mi colega y amigo José Luis Aguirre para participar el
23 de agosto pasado en una sesión de la Cátedra Beltrán sobre las radios
mineras de Bolivia. Y esas tres razones las acabo de nombrar.
Con José Luis Aguirre y Norah de Beltrán |
Por una parte la invitación de José Luis
Aguirre, quien empecinadamente y en un ambiente académico no siempre propicio,
donde no acaba de entenderse la importancia de la comunicación para el
desarrollo, lleva adelante su cruzada en favor de la comunicación como derecho,
lo cual incluye no solamente la defensa de la consabida y tantas veces
manipulada libertad de expresión, sino el derecho de todos los ciudadanos a
comunicar y comunicarse a través de medios propios, como las emisoras
comunitarias.
Desde su posición de director del
Servicio de Capacitación en Radio y Televisión para el Desarrollo (SECRAD) de
la Universidad Católica Boliviana, así como desde la presidencia de la WACC
para América Latina y antes como representante de AMARC en Bolivia, José Luis ha
sido un aguerrido defensor de la comunicación comunitaria y participativa, una
comunicación incluyente que abarca a los sectores más discriminados de la
sociedad.
La otra motivación tiene nombre y
apellido también: Luis Ramiro Beltrán, el comunicólogo boliviano más
reconocido, que ha sido maestro de varias generaciones a través de su obra y de
su ejemplo personal. La Cátedra Beltrán creada en su nombre durante la gestión
de Ronald Grebe como director del Departamento de Ciencias de la Comunicación
de la Universidad Católica, ha sido un espacio de intercambio saludable entre
quienes trabajamos a favor de una mejor comprensión de la comunicación como
proceso, y no simplemente como serie de mensajes.
Luis Ramiro Beltrán, Karina Herrera y Alfonso Gumucio |
La obra de Luis Ramiro no está limitada
por los altos muros de la academia, sino que parte de la experiencia concreta
adquirida a lo largo de décadas de ejercicio del periodismo y de la
comunicación para el desarrollo. Su paso por organismos internacionales y sus
aportes teóricos para el diseño de políticas de información y comunicación equilibradas,
han sido algunas de sus actividades que han hecho escuela.
Finalmente la tercera razón, y no en
orden de importancia, es la temática elegida para esta sesión: las radios
mineras, experiencia emblemática de comunicación comunitaria no solamente en
Bolivia sino en América Latina y el mundo. A lo largo de mi vida profesional
las radios mineras han sido una estrella orientadora, y en diferentes etapas he
interactuado con ellas, aportando con mis investigaciones, reflexiones y en el
ámbito de la producción de artículos, libros y películas.
Fue precisamente de esa relación de
muchos años que hablé durante el panel, que contó con la presencia del propio
Luis Ramiro Beltrán y además con la participación de Karina Herrera-Miller,
autora del libro más reciente sobre las radios mineras, y de Víctor Hugo Terán Choque (Huanuni) y Severino Stallani (Colquiri), respectivamente secretario
general y presidente de la Red Minera de Radio y TV Satelital de Bolivia. Aunque no tuvo intervención, me agradó encontrar de nuevo a Ernesto Miranda, uno de los pioneros en las radios mineras.
Con Ernesto Miranda, encuentro memorioso |
Recordé durante mi intervención en el
panel mi relación con las radios mineras que se remonta a fines de los años 1960,
hace más de cuatro décadas, cuando casi imberbe comencé a visitar los centros
mineros, más por curiosidad que por trabajo.
A principios de la década de 1970 se
había escrito muy poco sobre las emisoras mineras, a pesar de su ya enorme
trayectoria desde 1948 y de su importancia como voz del sector de trabajadores
más organizado y más combativo del país. Fue hacia 1969 y 1970 que comencé a
colaborar con Líber Forti, Asesor Cultural de la FSTMB (Federación Sindical de
Trabajadores Mineros de Bolivia) y de la COB (Central Obrera Boliviana, en el
programa de capacitación que Líber había diseñado. Íbamos a impartir talleres de radio, de fotografía y de
cine, entre otras actividades culturales y comunicacionales. El golpe del
Coronel Bánzer en agosto de 1971 postergó esos planes.
No es sino a principios de los años 1980
que aparecen publicados los primeros artículos de análisis sobre las radios
mineras, pero no necesariamente en Bolivia. En 1979 yo había publicado en
París, en la Revue Tiers Monde (Número 79, julio-septiembre 1979), el ensayo
“Bolivie: Moyens de Communications décentralisés – Pour une expression
politique et culturelle du peple” (Bolivia: medios descentralizados – por una
expresión política y cultural del pueblo), en el que abordo tres experiencias
emblemáticas: las radios mineras, los canales de televisión universitaria y el
cine de Jorge Sanjinés. No conozco un artículo anterior a este que se refiera
analíticamente a las emisoras mineras en su conjunto.
Fue recién a principios de la década de
1980 que se publican textos de Fernando Lozada, Gridvia Kúncar, Lupe Cajías, Orlando
Encinas, Jorge Mansilla y míos. Varios de estos autores contribuímos en el
número 8 (julio 1982) de la revista Comunicación y Cultura, publicada primero
en Chile y luego en el exilio en México,
que dirigían Héctor Schmucler y Armand Mattelart. En ese número se
publicó mi ensayo: “El papel político de las radios mineras”.
Poco tiempo después, a la caída de la
dictadura del General de Caballería Luis García Meza, con Eduardo Barrios
co-dirigimos el documental La voz de las
minas (1984), una producción de la UNESCO, donde Eduardo trabajaba
entonces. El film se hizo en 16mm, en condiciones óptimas, con un equipo
profesional que llegó de Francia. Recorrimos varios centros mineros: Huanuni,
Colquiri, Siglo XX-Catavi, las minas del Consejo Central Sur (Chorolque,
Animas, etc). Fue la primera película documental que se hizo sobre las radios
mineras, y hasta donde conozco, la única.
En 1986 inicié una nueva etapa en Bolivia
como director del centro de Integración de Medios de Comunicación Alternativa
(CIMCA), institución no gubernamental que me empeciné en crear y mantener con
muy escasos recursos. Allí desarrollamos numerosas actividades de capacitación
en comunicación participativa, y las radios mineras fueron directamente beneficiarias
de ese proceso. CIMCA produjo también el documental La larga marcha de los mineros, en apoyo a los mineros que llegaron
hasta La Paz.
Simposio internacional
Quizás lo más significativo que hice como
director de CIMCA fue el primer Simposio Internacional “Realidad y futuro de
las radios mineras de Bolivia”, en noviembre de 1988. Ese encuentro realizado
en Potosí, la ciudad histórica minera, reunió a especialistas de Bolivia y de
mundo que se interesaban en el tema. Raquel Salinas de Chile y Alan O’Connor de
Estados Unidos fueron los dos invitados internacionales. Todo esto fue posible
gracias al apoyo del Programa Internacional para el Desarrollo de la
Comunicación (PIDC), de UNESCO. Luis Ramiro Beltrán, como asesor regional de
Unesco en América Latina, fue instrumental para obtener ese apoyo de
aproximadamente 16 mil dólares, que se multiplicaron como los panes y peces, ya
que me permitió.
La participación de dirigentes mineros
junto a estudiosos del tema enriqueció los debates. Además de publicar un
folleto que distribuimos durante el simposio, meses más tarde coordiné con Lupe
Cajías el libro Las radios mineras de
Bolivia, que reúne ponencias y testimonios presentados durante el simposio.
Aquí también, se trata del primer libro de análisis sobre las emisoras de las
minas.
A partir de ese momento creció en número
y en calidad la producción de textos de análisis y testimonial sobre las radios
mineras. Muchos de los que participaron en el simposio publicaron textos sobre
el tema y en lo que a mi respecta, tuve muchas oportunidades de ampliar mi
contribución en revistas y libros, sobre todo fuera de Bolivia y muchas veces
en inglés. El interés por la experiencia de los mineros bolivianos creció en
todo el mundo, como pude constatar no solamente a este lado del charco, sino
también en Europa, África y Asia.
No caí en cuenta hasta que me invitaron
ahora a la cátedra Beltrán, pero fue exactamente 20 años después de aquel
primer simposio que junto a mis colegas Karina Herrera-Miller, Erick Torrico,
Cecilia Quiroga y José Luis Aguirre, que llevamos adelante la iniciativa de
realizar en La Paz, también en el mes de noviembre, el seminario internacional
“Políticas y legislación sobre la radio local en América Latina y el Caribe”.
Fue otro evento emblemático vinculado
esta vez no solamente a las emisoras mineras sino a otras radios comunitarias
de la región. Tuvimos la capacidad de convocar a los colegas de América Latina
y también de Europa más versados en el tema del seminario, para ofrecer sus
ponencias, así como a un centenar de bolivianos que compartieron sus experiencias
y sus reflexiones, entre ellos Gastón Núñez, Carlos Soria Galvarro, Sandra Aliaga,
Carlos Arooyo, Fernando Andrade, Andrés Gómez y Guimer Zambrana. También en esa
ocasión nos acompañó Luis Ramiro Beltrán.
Entre los internacionales: Néstor Busso
(Argentina), Rosa María Alfaro (Perú), Gustavo Gómez (Uruguay), Carlos Rivadeneyra
(Perú), Cicilia Peruzzo (Brasil), Omar Rincón (Colombia), Aleida Calleja (México),
Oscar Pérez (El Salvador), Janine ElGazi (Colombia), José Ignacio López Vigil
(Ecuador), Christoph Dietz (Alemania), y Thomas Tufte (Dinamarca).
El libro Políticas y legislación sobre la radio local en América Latina y el
Caribe (2010) que Karina
Herrera y yo coordinamos como resultado del seminario, reúne textos de los
participantes internacionales y nacionales que presentaron ponencias. Además, una “Carta de La Paz – Por una comunicación
inclusiva desde las radios locales”, que firmaron todos los participantes.
Esos han sido mis aportes al conocimiento
y promoción de las radios mineras a lo largo de varias décadas.