07 septiembre 2013

Radios mineras, ayer y hoy

Tres razones principales me hicieron aceptar la invitación de mi colega y amigo José Luis Aguirre para participar el 23 de agosto pasado en una sesión de la Cátedra Beltrán sobre las radios mineras de Bolivia. Y esas tres razones las acabo de nombrar.

Con José Luis Aguirre y Norah de Beltrán 
Por una parte la invitación de José Luis Aguirre, quien empecinadamente y en un ambiente académico no siempre propicio, donde no acaba de entenderse la importancia de la comunicación para el desarrollo, lleva adelante su cruzada en favor de la comunicación como derecho, lo cual incluye no solamente la defensa de la consabida y tantas veces manipulada libertad de expresión, sino el derecho de todos los ciudadanos a comunicar y comunicarse a través de medios propios, como las emisoras comunitarias.

Desde su posición de director del Servicio de Capacitación en Radio y Televisión para el Desarrollo (SECRAD) de la Universidad Católica Boliviana, así como desde la presidencia de la WACC para América Latina y antes como representante de AMARC en Bolivia, José Luis ha sido un aguerrido defensor de la comunicación comunitaria y participativa, una comunicación incluyente que abarca a los sectores más discriminados de la sociedad.

La otra motivación tiene nombre y apellido también: Luis Ramiro Beltrán, el comunicólogo boliviano más reconocido, que ha sido maestro de varias generaciones a través de su obra y de su ejemplo personal. La Cátedra Beltrán creada en su nombre durante la gestión de Ronald Grebe como director del Departamento de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Católica, ha sido un espacio de intercambio saludable entre quienes trabajamos a favor de una mejor comprensión de la comunicación como proceso, y no simplemente como serie de mensajes.

Luis Ramiro Beltrán, Karina Herrera y Alfonso Gumucio
La obra de Luis Ramiro no está limitada por los altos muros de la academia, sino que parte de la experiencia concreta adquirida a lo largo de décadas de ejercicio del periodismo y de la comunicación para el desarrollo. Su paso por organismos internacionales y sus aportes teóricos para el diseño de políticas de información y comunicación equilibradas, han sido algunas de sus actividades que han hecho escuela.

Finalmente la tercera razón, y no en orden de importancia, es la temática elegida para esta sesión: las radios mineras, experiencia emblemática de comunicación comunitaria no solamente en Bolivia sino en América Latina y el mundo. A lo largo de mi vida profesional las radios mineras han sido una estrella orientadora, y en diferentes etapas he interactuado con ellas, aportando con mis investigaciones, reflexiones y en el ámbito de la producción de artículos, libros y películas.

Fue precisamente de esa relación de muchos años que hablé durante el panel, que contó con la presencia del propio Luis Ramiro Beltrán y además con la participación de Karina Herrera-Miller, autora del libro más reciente sobre las radios mineras, y de Víctor Hugo Terán Choque (Huanuni) y Severino Stallani (Colquiri), respectivamente secretario general y presidente de la Red Minera de Radio y TV Satelital de Bolivia. Aunque no tuvo intervención, me agradó encontrar de nuevo a Ernesto Miranda, uno de los pioneros en las radios mineras. 

Con Ernesto Miranda, encuentro memorioso
Recordé durante mi intervención en el panel mi relación con las radios mineras que se remonta a fines de los años 1960, hace más de cuatro décadas, cuando casi imberbe comencé a visitar los centros mineros, más por curiosidad que por trabajo.

A principios de la década de 1970 se había escrito muy poco sobre las emisoras mineras, a pesar de su ya enorme trayectoria desde 1948 y de su importancia como voz del sector de trabajadores más organizado y más combativo del país. Fue hacia 1969 y 1970 que comencé a colaborar con Líber Forti, Asesor Cultural de la FSTMB (Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia) y de la COB (Central Obrera Boliviana, en el programa de capacitación que Líber había diseñado.  Íbamos a impartir talleres de radio, de fotografía y de cine, entre otras actividades culturales y comunicacionales. El golpe del Coronel Bánzer en agosto de 1971 postergó esos planes.

No es sino a principios de los años 1980 que aparecen publicados los primeros artículos de análisis sobre las radios mineras, pero no necesariamente en Bolivia. En 1979 yo había publicado en París, en la Revue Tiers Monde (Número 79, julio-septiembre 1979), el ensayo “Bolivie: Moyens de Communications décentralisés – Pour une expression politique et culturelle du peple” (Bolivia: medios descentralizados – por una expresión política y cultural del pueblo), en el que abordo tres experiencias emblemáticas: las radios mineras, los canales de televisión universitaria y el cine de Jorge Sanjinés. No conozco un artículo anterior a este que se refiera analíticamente a las emisoras mineras en su conjunto.

Fue recién a principios de la década de 1980 que se publican textos de Fernando Lozada, Gridvia Kúncar, Lupe Cajías, Orlando Encinas, Jorge Mansilla y míos. Varios de estos autores contribuímos en el número 8 (julio 1982) de la revista Comunicación y Cultura, publicada primero en Chile y luego en el exilio en México,  que dirigían Héctor Schmucler y Armand Mattelart. En ese número se publicó mi ensayo: “El papel político de las radios mineras”.

Poco tiempo después, a la caída de la dictadura del General de Caballería Luis García Meza, con Eduardo Barrios co-dirigimos el documental La voz de las minas (1984), una producción de la UNESCO, donde Eduardo trabajaba entonces. El film se hizo en 16mm, en condiciones óptimas, con un equipo profesional que llegó de Francia. Recorrimos varios centros mineros: Huanuni, Colquiri, Siglo XX-Catavi, las minas del Consejo Central Sur (Chorolque, Animas, etc). Fue la primera película documental que se hizo sobre las radios mineras, y hasta donde conozco, la única. 

En 1986 inicié una nueva etapa en Bolivia como director del centro de Integración de Medios de Comunicación Alternativa (CIMCA), institución no gubernamental que me empeciné en crear y mantener con muy escasos recursos. Allí desarrollamos numerosas actividades de capacitación en comunicación participativa, y las radios mineras fueron directamente beneficiarias de ese proceso. CIMCA produjo también el documental La larga marcha de los mineros, en apoyo a los mineros que llegaron hasta La Paz.

Simposio internacional

Quizás lo más significativo que hice como director de CIMCA fue el primer Simposio Internacional “Realidad y futuro de las radios mineras de Bolivia”, en noviembre de 1988. Ese encuentro realizado en Potosí, la ciudad histórica minera, reunió a especialistas de Bolivia y de mundo que se interesaban en el tema. Raquel Salinas de Chile y Alan O’Connor de Estados Unidos fueron los dos invitados internacionales. Todo esto fue posible gracias al apoyo del Programa Internacional para el Desarrollo de la Comunicación (PIDC), de UNESCO. Luis Ramiro Beltrán, como asesor regional de Unesco en América Latina, fue instrumental para obtener ese apoyo de aproximadamente 16 mil dólares, que se multiplicaron como los panes y peces, ya que me permitió.

La participación de dirigentes mineros junto a estudiosos del tema enriqueció los debates. Además de publicar un folleto que distribuimos durante el simposio, meses más tarde coordiné con Lupe Cajías el libro Las radios mineras de Bolivia, que reúne ponencias y testimonios presentados durante el simposio. Aquí también, se trata del primer libro de análisis sobre las emisoras de las minas.

A partir de ese momento creció en número y en calidad la producción de textos de análisis y testimonial sobre las radios mineras. Muchos de los que participaron en el simposio publicaron textos sobre el tema y en lo que a mi respecta, tuve muchas oportunidades de ampliar mi contribución en revistas y libros, sobre todo fuera de Bolivia y muchas veces en inglés. El interés por la experiencia de los mineros bolivianos creció en todo el mundo, como pude constatar no solamente a este lado del charco, sino también en Europa, África y Asia.

No caí en cuenta hasta que me invitaron ahora a la cátedra Beltrán, pero fue exactamente 20 años después de aquel primer simposio que junto a mis colegas Karina Herrera-Miller, Erick Torrico, Cecilia Quiroga y José Luis Aguirre, que llevamos adelante la iniciativa de realizar en La Paz, también en el mes de noviembre, el seminario internacional “Políticas y legislación sobre la radio local en América Latina y el Caribe”.

Fue otro evento emblemático vinculado esta vez no solamente a las emisoras mineras sino a otras radios comunitarias de la región. Tuvimos la capacidad de convocar a los colegas de América Latina y también de Europa más versados en el tema del seminario, para ofrecer sus ponencias, así como a un centenar de bolivianos que compartieron sus experiencias y sus reflexiones, entre ellos Gastón Núñez, Carlos Soria Galvarro, Sandra Aliaga, Carlos Arooyo, Fernando Andrade, Andrés Gómez y Guimer Zambrana. También en esa ocasión nos acompañó Luis Ramiro Beltrán.

Entre los internacionales: Néstor Busso (Argentina), Rosa María Alfaro (Perú), Gustavo Gómez (Uruguay), Carlos Rivadeneyra (Perú), Cicilia Peruzzo (Brasil), Omar Rincón (Colombia), Aleida Calleja (México), Oscar Pérez (El Salvador), Janine ElGazi (Colombia), José Ignacio López Vigil (Ecuador), Christoph Dietz (Alemania), y Thomas Tufte (Dinamarca).

El libro Políticas y legislación sobre la radio local en América Latina y el Caribe  (2010) que Karina Herrera y yo coordinamos como resultado del seminario, reúne textos de los participantes internacionales y nacionales que presentaron ponencias.  Además, una “Carta de La Paz – Por una comunicación inclusiva desde las radios locales”, que firmaron todos los participantes.

Esos han sido mis aportes al conocimiento y promoción de las radios mineras a lo largo de varias décadas.