Hace casi tres años mencioné aquí mismo la publicación
en inglés del libro Civic Driven Change,
editado por mis colegas Kees Biekart y Alan Fowler. Ahora contamos finalmente
con la versión en castellano, El cambio dirigido
por la acción cívica (2011), título no del todo afortunado, pero así sucede
a veces con las traducciones de términos que son difíciles de traducir.
No es fácil verter al castellano un
concepto que en inglés suena tan certero, en parte porque “acción cívica” evoca
la jerga que utilizaron en los años 1960 en América Latina algunos programas de
desarrollo mediante los cuales las Fuerzas Armadas querían limpiar o mejorar su
imagen. En cualquier caso, de lo que aquí se trata es de cambios sociales
promovidos por movimientos de la sociedad civil. El libro analiza el poder de
los ciudadanos en las transformaciones sociales, y revisa de manera crítica el
papel que cumple la cooperación externa.
El
cambio dirigido por la acción cívica (285 páginas)
fue traducido por Bertha Pancorvo y de Susana Ojeda, y publicado en la
colección Antrazyt de Icaria Editorial, de Barcelona, especializada en ciencias
sociales. Esta editorial independiente cuenta con un frondoso catálogo de 960 títulos,
en 26 colecciones, de las cuales esta es la más nutrida.
Alan Fowler y Kees Biekart |
El libro
es el resultado de un proceso de investigación y de diálogo intelectual que
comenzó en 2007 con el apoyo de varias ONGs holandesas con amplia experiencia
de trabajo en el tercer mundo, y con el auspicio del Institut of Social Studies (ISS) de La Haya, que entonces dirigía otro gran
colega y amigo, Louk de la Rive Box. En mi caso, fui invitado para integrar el
grupo de investigadores hacia el final, poco antes de que el libro entrara a imprenta. El
culpable, a quien agradezco esa oportunidad, fue Alan Fowler, mi colega en
el directorio internacional de PSO, quien me pidió el capítulo sobre comunicación para "ayer". En dos semanas se lo entregué, trabajando a todo vapor, y un mes más tarde ya estábamos presentando esta obra colectiva en La Haya. Recuerdo
que Alan y Kees no aceptaron fácilmente el título de mi capítulo, “Six degrees
and butterflies”, aparentemente aún más confuso en castellano, “Seis grados y
mariposas”, pero como dicen ambos en el prólogo a la edición española “una
pauta que siguieron los autores fue la producción de estudios que no pretendían
ser excesivamente académicos, sino por el contrario buscaron redactar ensayos
que se basaban en su compromiso personal con el tema”.
Reconozco que tengo debilidad por los
títulos sugerentes, que a veces desconciertan, pero en este caso se explica en
el contexto del artículo, al referir que en materia de comunicación para el
cambio social, todo está vinculado y todo tiene algún impacto, como en la
analogía poética del matemático y meteorólogo Edward Lorenz, padre de la teoría
del caos, cuando se preguntaba si el aleteo de una mariposa en Brasil podía provocar
un tornado en Tejas.
Atardecer en Scheveningen: Biekart, Fowler, Gumucio |
Lo de los “seis grados” de separación no se explica en
el texto pero alude a la teoría bastante conocida de que el mundo es en
realidad tan pequeño que todo individuo en la tierra está conectado a cualquier otra persona del planeta a través de una cadena
de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios. El tema, claro, es descubrir esas conexiones; cómo saber que la persona que se sienta a mi lado en el tranvía en La Haya conoce a alguien en Ámsterdam que a su vez conoció en Londres a un indio que tiene un hermano en Bangalore que trabaja en nuevas tecnologías con un gringo de San Francisco que estudió en la Universidad de Stanford donde enseña mi primo Marcelo Gumucio que vive en Menlo Park y no tiene idea de todo esto.