A partir de cierta edad mi padre leía con aprehensión los diarios, por temor a encontrar noticias sobre el fallecimiento de sus amigos y conocidos. Empieza a sucederme lo mismo con las páginas electrónicas, las malas noticias en internet son como los virus, nada las detiene.
Es así que al abrir “La Jornada” de México, mi primera lectura matutina del lunes 2 de mayo, me golpea un titular que anuncia la muerte de Raúl Leis a los 63 años de edad, el sábado 30 de abril, apenas dos días antes de cumplirse un nuevo aniversario de la desaparición de Paulo Freire.
Mientras escribo estas líneas aún no hay nada sobre Raúl en la página web del Consejo de Educación de Adultos de America Latina (CEAAL), y en una búsqueda de Google irónicamente lo primero que aparece es su perfil en el “Directorio de escritores vivos de Panamá”. Sigue vivo.
No he visto a Raúl hace muchos años, por eso se atropellan en la memoria los recuerdos, difuminados o precisos, de breves encuentros en Panamá, en Cuba, en Nicaragua o en México.
Raúl Leis |
Raúl era sociólogo y profesor universitario, prolífico escritor, periodista, promotor de la educación popular, defensor de los derechos humanos, ciudadano con participación política. Será recordado por todas esas facetas pero mucho más. Junto a Carlos Núñez y a Oscar Jara del grupo Alforja, Raúl fue uno de los tres mosqueteros de la educación popular de la que tantos nos nutrimos en América Latina en las décadas de 1980 y 1990. Fue presidente del Centro de Asistencia Social de Panamá (CEASPA), Presidente del CEAAL, impulsor de la Alianza Ciudadana Pro Justicia, y candidato al Congreso en 1994 por la agrupación Papa Egoró que presidía Rubén Blades.
Entre sus obras de cuento, teatro y ensayo sobresalen: Apuntes sobre metodología y práctica transformadora, Voces de lucha, Machi: un Kuna en la ciudad, El arco y la flecha, El puente, Remedios para la congoja y ¿Quieres que te lo cuente otra vez?, El Puente, El Nido de Macuá, Panamá, luces y sombras. Leo que ganó cinco veces el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró.
Mis recuerdos de ese hombre grande, con una calvicie prematura, tienen que ver con los eventos sobre educación y comunicación popular en los que participamos. Estuvimos en la asamblea del CEAAL en Guanajuato, en noviembre de 1987, cuando Mario Kaplún era coordinador de la Red de Comunicación Popular. En otra oportunidad, en junio de 1988, nos vimos en una reunión en Cuba, organizada con el apoyo de Casa de las Américas en un hotel aislado en Machurrucutú, con participantes de toda la región latinoamericana.
Invasión de Panamá, en 1989 |
Raúl remplazó a Mario Kaplún en la coordinación de la Red de Comunicación Popular y en septiembre de 1989 organizó el Encuentro Latinoamericano de Cultura y Comunicación Popular, en Ciudad de Panamá. Nos reunió en un lugar de retiro en el barrio del Chorrillo que apenas dos meses después, el 20 de diciembre de 1989 (ocho días después del cumpleaños de Raúl), fue arrasado por las 417 bombas lanzadas por Estados Unidos durante la invasión de Panamá, con la excusa de sacar a Noriega del poder, como ahora sucede en Libia con la excusa de eliminar a Gadafi. Lectura obligada sobre este tema: “Lo que realmente quiere el Tío Sam”, de Noam Chomsky.
Recuerdo de esa reunión en Ciudad de Panamá el compañerismo, el buen humor, el optimismo (las playeras llevaban esta frase ‘Don’t worry, ne happy”), y el compromiso de todos los participantes, entre los que estaba Eduardo Galeano.
Raúl luchó a lo largo de su vida por todas las causas justas, y lo hizo con una honestidad e integridad a toda prueba.
En su última columna de opinión publicada dos días antes de su muerte en La Prensa con el título “Las cabezas de la Hidra”, Raúl tocó el tema de la corrupción:
“A la hidra la venció Heracles con una hoz, pero nosotros lo que necesitamos es crear un nuevo principio de legitimidad, que supere la idea que la democracia es solo las mayorías electorales surgidas al calor del momento electoral, por una participación activa y cotidiana de la ciudadanía vigilantes de una dirección gubernamental que se preocupe por enfrentar la corrupción, los déficit sociales, la degradación y depredación ambiental, el incumplimiento de los derechos humanos, con el mismo cuidado con que impulsa el crecimiento económico.”