Comunicar la comunicación para el desarrollo en Guatemala no es cosa fácil, pues el país vive todavía sumido en un sistema feudal que hace casi imposible el pleno derecho a la comunicación. Sin embargo, hay organizaciones que hacen un trabajo importante en ese sentido, como CERIGUA, DOSES, Centro Civitas y el Centro de Comunicación para el Desarrollo (CECODE).
Me invitaron a presentar el 23 de enero en la Librería Sophos de Ciudad de Guatemala “Otra comunicación para otro desarrollo” de Eduardo Gularte, Cristian Ozaeta y Gabriela Díaz, publicación de CECODE. No es casual que la obra retoma el título de un libro de Rosa María Alfaro, ya que pensar “otra” comunicación, pasa por la necesidad de pensar otro desarrollo.
Destaco cinco aspectos principales en esta propuesta: 1) una comunicación que no es visibilidad institucional y relaciones públicas; 2) una comunicación como proceso inclusivo y horizontal; 3) una comunicación alternativa a la hegemónica plagada de intereses comerciales y políticos; 4) una comunicación que restituye el valor a la terminología apropiada; y 5) una comunicación que rechaza el mercantilismo de los medios masivos.
Los comunicadores “necios” que defiende Gularte son los que piensan la comunicación desde un país empobrecido como Guatemala, donde la riqueza beneficia solamente a un pequeño sector de la población, mientras que la mayoría pobre coloca al país entre los peores indicadores sociales de pobreza, educación, salud, discriminación y racismo de la región.
Gularte hace la crítica de la teoría del “derrame” de riqueza, que supone que fortaleciendo a los más ricos se produce un rebalse de recursos que beneficia a los pobres. El supuesto derrame se tradujo en realidad en autos blindados, helicópteros y lujosas casas en Miami. Las grandes empresas que ahora hablan de “responsabilidad social” para mostrar una cara más amable crecieron en las épocas de dictadura y se repartieron el país en pedazos para banana, café, azúcar, palma africana o petróleo.
Por ello la necesidad de una comunicación como derecho humano, que permita a las comunidades tener una voz propia y participar progresivamente en la toma de decisiones sobre su desarrollo y sobre su vida. La sostenibilidad de los programas y proyectos de desarrollo está en relación directa con la participación de los interesados, que no son solamente los que a veces llamamos “beneficiarios” sino también las propias agencias para el desarrollo que quisieran que sus programas tengan un impacto de largo plazo y sean sostenibles.
CECODE, la institución fundada hace dos años por los autores de la obra, es única en su género en Guatemala, retoma el debate internacional en torno a la comunicación para el desarrollo y lo trae a un país que por lo general ha estado muy cerrado sobre si mismo en estos temas.