Bolivia era el país de las publicaciones “Año 1, Número 1”, aquellas que empezaban con entusiasmo, se mantenían un tiempo a puro pulmón, y desaparecían sin dejar rastros. Eso lo sé de primera mano, porque he sido parte de iniciativas que no pasaron de uno o dos números. Eran épocas en que hacíamos la composición de manera artesanal, cortábamos y pegábamos los textos manualmente, compaginábamos los pliegos hasta la madrugada… Y todo para que nadie se tomara la molestia de leernos.
Podría mencionar aquí los títulos de tantas de esas publicaciones, pero sería un esfuerzo estéril, pues ya he olvidado a la mayoría de ellas. Me quedan algunos nombres en la memoria, por razones afectivas más que por otra cosa: Vínculo, Asamblea, Difusión, Trasluz, Zeta…
Los tiempos han cambiado, los proyectos de revistas se encaran a veces con el mismo romanticismo, pero con una mayor dosis de pragmatismo. Hay una manera más profesional e institucional de encarar una nueva publicación.
Eso nos demuestra Nueva Crónica y Buen Gobierno, una revista quincenal tamaño tabloide, que destaca por la calidad de su contenido, de sus colaboradores y de su diseño. La publica el Instituto Prisma y la Plural Editores [plural@plural.bo], con Joan Prats, Gonzalo Rojas Ortuste y Fernando Mayorga en el Consejo Editorial, Horst Grebe como Editor responsable, y José Antonio Quiroga como articulador y responsable de la calidad del la revista.
Las veinte páginas de cada edición son ricas en entrevistas, reflexiones, y crónicas sobre política y cultura, pero además incluyen una galería de pintura de un artista invitado para cada número, un texto de valor histórico (La otra orilla), y una sección sobre novedades bibliográficas.
En el número 7 -el primero del 2008- salió un texto que escribí sobre el derecho a la comunicación y las radios comunitarias, con una ilustración hermosa de Carmen Bilbao, cuyas obras son una mezcla de dramatismo y sensualidad.