A Liber no le va a gustar aparecer en mi blog, porque no le gusta aparecer en ninguna parte. Pero por lo menos de vez en cuando es importante mencionar a este viejo libertario que nos inspira desde hace mucho tiempo. Su nombre es una leyenda en Bolivia, por muchas razones, en parte por su trabajo en los 1960s y 1970s como asesor cultural de la Federación de Mineros (FSTMB) y de la Central Obrera Boliviana (COB); y también por haber sido el impulsor durante 60 años del Conjunto Teatral Nuevos Horizontes, en Tupiza primero, y luego en todas partes.
A sus ochenta y tantos años Liber es un molino de ideas e iniciativas. Hablar con él es más bien un ejercicio de escuchar, porque Liber no respira cuando habla, es una ametralladora, un volcán en erupción o una ardilla que se sube por un árbol y salta de una rama a otra incesantemente. En ese discurso volcánico y a veces disperso, hay un hilo conductor dominante y es el amor por la vida y por la humanidad.
Liber es de esos anarquistas, como Rafael Barret, que reivindican el amor por encima de todas las cosas. El amor por la vida, por el arte, la educación por el arte, el legado de humanismo profundo que puede salvar a la humanidad. Si no fuera tan rabiosamente humilde, escribiría textos maravillosos como sus cartas.
Tanto aprendemos de Liber cada vez que hablamos con él… Por eso, visitarlo en Cochabamba, donde estaba con Nuria, su compañera, a caballo entre el 2007 y el 2008, fue nuevamente como tomar una gran bocanada de aire fresco y cargar las pilas para un buen rato.