De todos los templos de Katmandú y de Patan, me gustan sobre todo aquellos que exhiben en los soportes de los techos tallados de madera con figuras eróticas. Me parece fabuloso que las religiones asiáticas reconozcan la sexualidad como algo especialmente importante, y no la consideren, como nuestra oscurantista, represiva y acomplejada iglesia cristiana, como un pecado.
Al igual que las figuras esculpidas en piedra en los templos de Khajuraho en la India, las de los templos de Jagannath, Ram Chandra, Jagannarayan y otros del valle de Katmandú son una muestra del arte del amor, es decir, el Kamasutra.