Decíamos en la nota anterior que una de las autonomías que se aspira a lograr en el marco del proyecto de DDS es la autonomía en comunicación. Dos pasos importantes se han dado desde hace diez años, bajo el rótulo de Community Media Trust: el establecimiento de un grupo de video comunitario, y de una radio comunitaria. En ambos casos, la responsabilidad está exclusivamente en manos de mujeres, y precisamente aquellas más pobres y marginadas, las mujeres de la casta dalit (antes llamados “intocables”) casi todas analfabetas, de esos distritos.
Pasé un par de días con ellas, con Laxmamma y con Pula, filmando en las comunidades un documental sobre medicina tradicional. Son una demostración viva de que el derecho a la comunicación puede ser ejercido por todos, incluso de aquellos que han sido marginados del sistema educativo o que sufren discriminación (en este caso doble: por dalit y por ser mujeres).
La soltura con la que se desenvuelven las mujeres con la cámara y la puesta en escena es notable. Para ellas, cambiar el azadón que utilizan en sus huertas por la cámara es un acto cotidiano. Ciertamente, ellas reconocen que el hecho de ejercer la comunicación a través del video o de la radio, las ha convertido en ciudadanas prominentes dentro de su comunidad. La otra gente las toma en serio y las admira.
La seriedad con que encaran su trabajo se refleja en el catálogo de casi 60 documentales realizados entre 2002 y 2006. Uno de ellos, sumamente conmovedor para mi, muestra el viaje que un grupo de estas mujeres hizo a una comunidad andina del Perú, y los intercambios que se establecieron con campesinas peruanas que solamente hablaban quechua, de la misma manera que las mujeres de Pastapur no hablan otra cosa que no sea telugu.
La Radio Comunitaria Sangam, montada con un apoyo inicial de UNESCO, es otra faceta de ese trabajo comunicacional. Bajo la batuta de dos jóvenes mujeres, Algole Narasamma y la otra apodada “General” Narasamma por su carácter decidido y voluntarioso, la radio está desde hace seis años lista para salir al aire, lo cual no ha sido posible porque el gobierno no ha concedido aún la respectiva licencia, de acuerdo a la ley aprobada hace un año. Mientras tanto, las trabajadoras de radio no se quedan de brazos cruzados, sino que han producido más de 400 horas de programación.
Asistí a una sesión de grabación de música local en la que “general” se desenvolvía con la misma solvencia que las mujeres del grupo de video. Aquí se entiende perfectamente que la radio comunitaria es un medio que alienta la participación en el desarrollo, promueve la democracia local y contribuye a consolidar los derechos humanos, la cultura y la identidad.