16 febrero 2007

Me importa un Pepino

Ahora que en Bolivia (y en otros países) estamos en pleno carnaval, la figura del “Pepino” renace en las celebraciones que tienen lugar en La Paz. Curiosa figura la del Pepino, ¿cual será su origen? El nombre y la facha sugieren a un personaje del carnaval italiano, un saltimbanqui con ese disfraz de telas brillantes y colores vivos; y la máscara parece prima del kusillo y del payaso de circo. En cualquier caso es otra prueba del fecundo mestizaje cultural. En Bolivia el mestizaje es un manto que nos cubre a todos. Todos somos mezcla, no existe ninguna pureza racial como quisieran afirmar los arrogantes fundamentalistas de uno y otro bando.

Personaje picaresco, el Pepino blande una verga o chorizo, azota a los pasantes con su ruidosa “matasuegra”, los baña de mistura o pito mientras los niños le gritan: “Pepino, chorizo, sin calzón”. Sus picardías se extienden en las noches y en los callejones oscuros, con resultados palpables al cabo de un tiempo. Dicen que nueve meses después del Carnaval de La Paz aumenta el número de partos. De ahí el chiste, probablemente basado en hechos reales, de la muchacha a la que le preguntan “quién es el padre de la criatura”, y ella responde “el Pepino”.

Está bien que al pícaro Pepino lo entierren cada año el domingo de tentación, pero que no lo entierren para siempre, y que no lo transformen hasta que parezca un personaje de Walt Disney. Ya han desaparecido algunas tradiciones del carnaval paceño, como las concertinas, el puchero y los clubes sociales juveniles, de los cuales el mejor fue sin duda alguna "Los Haraganes" de Obrajes, al que yo pertenecí. Nuestro lema era: "Si el trabajo da salud, que trabajen los enfermos".

Tenemos que cuidar a los diablos de Oruro, no basta que el Carnaval de Oruro sea Patrimonio Intangible de la Humanidad, nombrado así por la UNESCO. Es una pena que en la famosa entrada del carnaval se permita máscaras y trajes de diablos que nada tienen que ver con las de yeso. Ahora las hacen de plástico, y no solamente cambian el material, sino que cambian el diseño, le añaden cuernos exageradamente gruesos y largos, y los rasgos de las máscaras se transforman hasta parecerse, lamentablemente, a algunos personajes de las películas de Hollywood. Es por ese camino que se pierden las tradiciones y se empobrece la cultura. Abajo el plástico y vivan los materiales nobles.