13 mayo 2022

Chichizo

(Publicado en Página Siete el domingo 23 de enero de 2022)

Eduardo López, José Jiménez, Alfonso Gumucio 

 En un libro sobre los inicios del video independiente en Bolivia, que todavía tengo inédito y empolvándose en una caja de manuscritos, escribí hace 30 años: “Si la lista de los cien mejores videos tuviera que reducirse a diez, no cabe la menor duda de que Martín de las crujías estaría entre las obras más representativas del video boliviano.  Y si la lista fuera de solamente cinco títulos, yo no dejaría afuera a este excelente video de Eduardo López Zavala”.

 Esa crónica escrita en caliente hace tres décadas, resume lo que pensaba y sentía entonces sobre la película de “Chichizo” López, y lo que dije sigue aquí tal cual, porque hay cosas que se conservan mejor si uno no las toca:

Martín de las crujías

 Martín de las crujías (1992, 28 minutos) tiene la audacia expresionista de Recorrer esta distancia, la belleza plástica de Sonia Lima, te quiero y la fuerza testimonial de las películas de Jorge Sanjinés. No es una casualidad que Eduardo López se haya rodeado de Francisco Ormachea y Rogelio Vargas, responsables del montaje y la fotografía respectivamente: el realizador sabía muy bien qué tipo de expresión buscaba.  En cuanto a Sanjinés, el emblemático realizador boliviano ejerce en Chichizo López una influencia benéfica, pero Eduardo López se proyecta en una nueva dimensión y moderniza el concepto de belleza en el cine político social.

 El tema recurrente (Ruiz, Sanjinés, Eguino, Agazzi, etc) del abismo que separa las ciudades bolivianas del mundo rural es el telón de fondo de este drama que narra la historia de Martín Llanque, quien emigra a La Paz luego de la muerte de su mujer. Como todos los campesinos, lo hace con la peregrina idea de encontrar allí fortuna. Como todos, encuentra miseria y muerte. Martín va en busca de un sobrino a quien no encuentra.  Mientras tanto hace trabajos para sobrevivir y se precipita en la espiral embrutecedora del alcohol, sin darse cuenta de que el círculo de la muerte se va cerrando sobre él. Acusado de una violación que no cometió, señalado como chivo expiatorio de un enjuague político que ni siquiera entiende, Martín es torturado hasta la muerte.

Martín de las crujías

 El director ofrece la historia por pedazos, valiéndose de ingeniosos recursos. Por una parte, Augusto, el sobrino que nunca encontró, interviene como narrador.  Por otra, la estructura del video desarrolla dos líneas paralelas que se juntan hacia el final: Martín en su deambular sobre el perfil escarpado de la ciudad, y los agentes de policía, aves nocturnas que abusan del pequeño territorio de poder que la administración pública les ha otorgado. “¿Qué pasa cuando la impunidad está devorando a un país?” se pregunta en la cárcel uno de los presos (Arturo Orías). Y la respuesta llega en sus propios labios inmediatamente después: “Nada”.

 Hay mucho que rescatar en Martín de las crujías, tanto en sus ideas como en su excelente plástica. El realizador ha creado una obra en la que cree profundamente, y ha querido dedicarla por una parte al poeta Jesús Urzagasti y a Luz María Calvo, y por otra “a los aparapitas, artilleros, prostitutas y presidiarios de La Paz”.

Martín de las crujías

 Treinta años más tarde Martín de las crujías no ha envejecido, salvo por el discurso político un tanto obvio con que concluye, propio de esa época de didactismo revolucionario. Desde el punto de vista de su calidad artística y técnica sigue siendo un ejemplo extraordinario, gracias a la colaboración de grandes tipos en diferentes roles. Además de Pancho Ormachea y Rogelio Vargas ya citados, la música de Oscar García, el impecable trabajo de sonido de Ramiro Fierro, Sergio Claros y Juan Carlos Orihuela, entre otros. Volver a ver la película con todos esos años de distancia me lleva además a una certeza: no existiría el cine de Kiro Russo sin Martín de las crujías, digno antecedente de varias películas que se han hecho en años recientes sobre la violencia inherente a la marginalidad urbana.

 Regresando a aquellos años pioneros de las décadas de 1980 y 1990, hay otros films significativos realizados por Chichizo López. Una buena parte de su obra nos remite a su oficio de antropólogo visual. Hace tres décadas, también escribí sobre su trabajo con comunidades campesinas del altiplano, mientras estaba vinculado a la institución Qhana.

Martín de las crujías

 Ch’uq satawin panqarayaña (1987) es quizás el único video producido por Qhana que se conoce mejor por su título en español: Florecer en la siembra de la papa. Con ese título el video codirigido por Eduardo López, Néstor Agramont y Julio Quispe obtuvo el Segundo Premio en el Primer Concurso Iberoamericano de Filmes y Video “Cristobal Colón”, en Quito, el año 1987.

 Se trata de un documental antropológico que nos enseña a ver con otros ojos un hecho tan cotidiano y común en el altiplano boliviano como es la siembra de la papa. En los términos occidentales esa siembra implicaría consideraciones de tipo técnico: obtener la papa-semilla, los bueyes, los arados, la gente y por supuesto preparar adecuadamente el lote que se va a sembrar.  Esos mismos pasos adquieren, en la cultura aymara, un significado diferente, aunque el resultado al cabo de algunos meses sea el mismo: la papa que se cosecha.

 Para la cultura aymara (y esto sucede con todas las culturas de agricultores familiares en el mundo) la siembra es un acto ritual de integración con la madre tierra, la proveedora de vida, de alimentos, de sustento. La tierra lo es todo, la tierra ofrece la posibilidad de sobrevivir, de radicarse (echar raíces). La tierra es lo que hace que la humanidad de un salto histórico fundamental para pasar de los nómadas recolectores y cazadores a un grado superior de organización social. Siglos de deformación urbana nos han alejado de la tierra, pero quienes todavía viven con ella y de ella sienten la necesidad de relacionarse mediante ritos en los que se le rinde tributo.

El camino de la ánimas

 Florecer en la siembra de la papa enseña a ver con otros ojos los ritos esenciales para mantener la armonía entre la tierra y quienes la trabajan. Es una descripción meticulosa de los ritos de la siembra, pero también aborda la dimensión organizativa de la comunidad, así trasciende el nivel de la mera descripción. El video contribuye en la consolidación de la identidad cultural: está hecho lengua aymara, es minucioso, se desarrolla a un ritmo asequible para la mentalidad campesina.  Es una manera de devolver a las comunidades un documento visual que certifica la importancia de su tradición.

 En Ganar la calle López reconstruye la vida marginal y peligrosa de los niños abandonados que sobreviven en las calles de La Paz, y en El camino de las ánimas (1989) denuncia el despojo de los tejidos tradicionales en comunidades campesinas muy antiguas del altiplano.

El camino de las ánimas

 El camino de las ánimas que se basa en una investigación de Cristina Bubba, coautora del guion y productora del video semidocumental dirigido por Eduardo López. En él se combina capacidad de reflexión y sensibilidad artística.  López es un descendiente directo del cine de Jorge Sanjinés y la influencia del más conocido cineasta de Bolivia no puede sino ser benéfica para los temas rurales que aborda. Sin embargo, López no se refugia en un indigenismo, es un videasta moderno en la medida en que su análisis de la cultura es crítico.

 El problema denunciado en El camino de las ánimas no es nuevo. Los textiles más valiosos de las culturas indígenas de Bolivia han pasado a manos de coleccionistas privados en Europa y Estados Unidos.  Un tráfico oscuro y silencioso viene ocurriendo desde hace muchos años sin que las autoridades tomen medidas definitivas para ponerle fin.  Lo mismo sucede con muchos otros bienes del patrimonio cultural y natural de Bolivia. No solamente se exportan ilegalmente el oro y las piedras preciosas, también cuadros -y hasta puertas- de iglesias coloniales, cueros de caimán y otros animales salvajes, loros, monos y una cantidad de animales vivos en vías de desaparición...  la lista podría continuar.

 El Estado boliviano no tiene ninguna capacidad de controlar las fronteras y los aeropuertos.  Cientos de avionetas privadas atraviesan la geografía del continente, de Bolivia hacia el norte, llevándose aquello que nosotros mismos no apreciamos todavía en su justo valor. Por supuesto, si el Estado no quiere o no puede siquiera controlar el tráfico de cocaína, menos aún se va a preocupar de los tejidos de Coroma. Es una pena que el esfuerzo de El camino de las ánimas se malgaste en la fragilidad del soporte de video. Una obra de esta naturaleza merecía ser realizada en cine.

El camino de las ánimas

 En lo político Chichizo era consecuente, pero no obsecuente: sabía pensar por si mismo y con sentido crítico, no era tamborilero de nadie.

 Su obra mayor fue sin duda Inalmama (2010), sobre la que escribí extensamente para un libro sobre el documental latinoamericano coordinado por Paulo Antonio Paranagua. De alguna manera, ese largometraje documental es una continuación temática de Martín de las crujías, cuya última imagen en blanco y negro muestran una mano que sostiene unas hojas de coca.  Me reservo otra página y otro día para referirme a ella en detalle.

 Con Chichizo tuvimos una amistad esporádica, a veces tensa y más de las veces armoniosa. No tenía un temperamento fácil de llevar, pero nunca tuvimos una discusión áspera que no estuviera mediada por el respeto y la amistad. Tuvimos mucho que ver a raíz de mi proyecto de biografía de José María Velasco Maidana, pero mientras estuvo como director de Conacine no se pudo lograr un apoyo adecuado para que yo pudiera llevar adelante mi investigación y la escritura del libro. Como tantos otros proyectos, nos entusiasmamos una temporada y luego pasamos la página, pero el proyecto sigue pendiente.

 Eduardo “Chichizo” López falleció el jueves 23 de diciembre de 2021. Un día antes, casualmente, llamé a Armando Urioste, que estaba en Santa Cruz, para preguntar por la salud de Chichizo y me dijo que no había posibilidad de recuperación porque el propio Chichizo ya había levantado las manos. Ese mismo día llegaba su hija Natalia, el yerno Carlos Reygadas (reconocido cineasta mexicano) y dos nietos de México para acompañarlo en su último tramo. Armando mencionó que desde hacía varios días Chichizo ya no estaba consciente, sin embargo, al día siguiente de la llegada de Natalia y los nietos, se dejó ir, como si hubiese estado alerta esperando esa llegada para la despedida final.

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Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
—Miguel Hernández