21 enero 2019

Lecciones de Ecuador

 Mi padre solía decir: “Si La Paz estuviera mil metros más abajo sería un vergel, como Quito”. Recuerdo esa frase cada vez que aterrizo en la capital ecuatoriana, y más aún desde que el aeropuerto Mariscal Sucre comenzó a operar en pleno campo, ya no en medio de la ciudad. 

En noviembre 2018 me ha tocado viajar dos veces a Ecuador por motivos de trabajo y mientras por la ventanilla del avión veía aproximarse el verdor y la niebla que compiten entre sí, pensaba en lo mucho que tienen en común y en todo lo que separa a ambos países. 


Rafael Correa, prófugo de la justicia 
Ambos países se asemejan, entre otras cosas, por su proceso político de los años recientes, el discurso del “socialismo del siglo XX” y el autoritarismo de sus mandatarios: Morales y Correa. La locura demagógica del primero es parecida a la del segundo, que ya no está en el poder. 

Me contaban en Quito anécdotas sobre la prepotencia y la arrogancia de Rafael Correa, y no podía dejar de pensar en actitudes similares de Evo Morales. Un día Correa se presentó sorpresivamente en el Consejo Nacional de Educación Superior que se encontraba clasificando el nivel académico de las universidades para la otorgación del presupuesto, y de manera tajante vetó a la Universidad Andina Simón Bolívar y a la FLACSO, que tenían las mejores calificaciones. Correa actuaba como “Gerente Propietario del Almacén Ecuador”, dice mi amigo Pocho Álvarez. 


Contra el extractivismo
Ambos mandatarios se parecían en muchas otras cosas, por ejemplo la distancia entre el discurso usurpador del “buen vivir” y de la “Pachamama”, y como contraparte sus políticas económicas extractivistas que dañan a la naturaleza y a las comunidades indígenas que habitan en territorios que son reservas naturales. 

Cuando asumió el poder Lenin Moreno, Correa le dejó un clavo: un hombre de su entera confianza en la vicepresidencia. Muy pronto se descubrió que Jorge Glass estaba implicado en casos de corrupción y ahora está en la prisión en Latacunga.  Cuando Correa inauguró esa cárcel dijo que “se puede perder la libertad pero no la dignidad”. Sin embargo Glass se queja de las condiciones de detención en esa prisión “modelo”. 


El mismo Correa tuvo que huir del país y refugiarse en Bélgica porque la justicia encontró suficiente evidencia para enjuiciarlo por el secuestro de un periodista. También se fugó Fernando Alvarado, quien fue poderoso Secretario de Comunicación de Correa. Luego saltó el escándalo de los diezmos recibidos por la vicepresidenta, que acabó renunciando luego de oponer cierta resistencia.  

Lenin Moreno está acorralado por su propio partido político, Alianza País, donde las fidelidades se reparten entre los correístas de la Revolución Ciudadana y los militantes que estaban hartos del autoritarismo y la corrupción, y se han sumado a Lenin Moreno, quien desde que asumió la presidencia ha dejado que la justicia y los otros poderes del Estado obren con independencia del ejecutivo. 


Lenin Moreno 
La situación es una gran paradoja, porque en la Asamblea Nacional a veces los diputados de Alianza País votan juntos y a veces separados. Eso hace de Lenin Moreno un rehén de las manipulaciones políticas de quienes están incrustados en el poder y no quieren perder sus privilegios. 

Imaginemos lo que sucederá en Bolivia cuando Carlos D. Mesa asuma la presidencia en 2019. Encontrará, al igual que Lenin Moreno, un aparato del Estado repleto de masistas que no quieren perder sus privilegios y que se dedicarán con ahínco, como sucede e Ecuador, a sabotear desde adentro los cambios que el nuevo presidente trate de hacer. A diferencia de Ecuador, donde la justicia ha actuado con independencia, en Bolivia actuará sometida los dictados de Evo Morales ya desplazado del poder. La situación será peor que en Ecuador, donde la justicia ha logrado juzgar a algunos de los corruptos. En Bolivia los protegerá. 


Corrupción en Ecuador 
Una de las primeras medidas que debería tomar el gobierno de Carlos D. Mesa es un juicio de responsabilidades a Evo Morales, García Linera y sus ministros por uso indebido de bienes del Estado, miles de contratos sin licitación, sin transparencia y con sobreprecios, cientos de obras sin estudios de factibilidad e impacto ambiental, corrupción generalizada, narcotráfico y violaciones de derechos humanos, entre otros. 

Aunque la Comisión de Participación Ciudadana de Ecuador está intentando institucionalizar al país, Lenin Moreno no ha logrado todo el apoyo de su propio partido. Más difícil será para Carlos D. Mesa institucionalizar y democratizar un aparato del Estado maleado hasta el tuétano por el MAS. 

(Publicado en Página Siete el sábado 1 de diciembre 2018)
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No hay democracia en un proceso que está depredando a la naturaleza,
la Pachamama y a las comunidades. —Alberto Acosta