Desde que era muy joven los amigos le
decían “Flaco”, pero Jorge Vignati era más que flaco, y por eso durante la
filmación de Fuera de aquí en
Ecuador, yo empecé a llamarlo “Hueso”.
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En Lima, el 11 de mayo 2016 |
Hizo honor a este apodo extremo durante
los últimos años de su vida. Cuando estuve por última vez con él en Lima en
mayo de 2016 para festejar su cumpleaños 76, era piel y hueso, pero no se lo
notaba disminuido físicamente. Comió con apetito el adobo arequipeño que cocinó
su amigo Quico y durante toda la velada no dejó de fumar en la terraza de
Gerardo Calle, donde los amigos lo celebraron como lo hacían cada año.
Era un hombre querido por todos por su
capacidad de empatía, su bondad y su solidaridad a toda prueba. Son cosas que
se suelen decir de los que mueren, pero en su caso se lo dijimos en vida,
porque así era, un ser excepcionalmente cálido y bueno.
Sonia Llosa, su compañera de siempre, y
todos los amigos, nos cansamos de decirle que dejara de fumar. Hacía oídos
sordos, simplemente nos ignoraba completamente. Me cuenta Pancho Adrianzén que
fumó hasta que ingresó al hospital dos semanas antes de morir.
Para su cumpleaños le llevé de regalo los
primeros ejemplares de mi libro Diario
ecuatoriano: cuaderno de rodaje, recuento cotidiano de la filmación de Fuera de aquí que se mantuvo inédito
desde 1975 hasta que el Consejo Nacional de Cinematografía (CnCine) del Ecuador
decidió que valía la pena publicarlo cuatro décadas después en una edición de
lujo, con varias entrevistas, entre ellas una con Vignati, que fue jefe de
fotografía en ese largometraje dirigido por Jorge Sanjinés.
Dos días después salimos a Larcomar él y
Pancho Adrianzén, en el antiguo Volvo Amazon 1966 de este último. Ambos me
contaron la increíble historia de este hermoso modelo de Volvo del que llegaron
a tener cada uno dos ejemplares, un modelo de colección que parecía llegar a
ellos a través de un suerte de casualidades.
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Jean-Marcel Milan, Jorge Vignati y Alfonso Gumucio en Ecuador, 1975 |
La experiencia de filmación de Fuera de aquí en condiciones muy
precarias en las comunidades indígenas de Tamboloma y Río Colorado forjó una
amistad indisoluble con el Hueso
Vignati, con quien tuve oportunidad de trabajar más adelante en un par de
proyectos propios, al igual que con otros compañeros del equipo de producción,
como Jean-Marcel Milan, Efraín Fuentes o Germán Calvache.
Siempre admiré su calidad de camarógrafo,
capaz de desplazarse con la cámara en la mano sin que la imagen temblara. Era
como si el Hueso tuviera un steadicam incorporado a sus brazos,
incluso antes de que el steadicam se
inventara. Ya en 1972 había filmado en un solo plano envolvente de diez minutos
(máxima duración de un rollo de 16mm) el documental Danzante de tijeras, supuestamente dirigido por Martín Chambi miembro
fundador de la llamada ‘escuela cusqueña de cine’. Digo “supuestamente” porque
tratándose de un solo plano, le quedaba difícil al director intervenir durante
la filmación.
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Jorge Vignati (a la derecha), con José Bozo, Sonia Llosa, Carlos Mesa, Antonio Eguino, Pancho Adrianzén y Alfonso Gumucio Dagron |
A Jorge Sanjinés le atrajo también esa
cualidad de Vignati cuando lo incorporó al equipo de filmación de Fuera de aquí para narrar la historia a
través de largos planos secuencia. Y sucedió algo parecido conmigo cuando
dirigí el documental Derechos sindicales
(1988) para una serie de la televisión de Holanda, y posteriormente mi proyecto
fallido sobre Luis Espinal, donde necesitaba una cámara ágil y libre. En lugar
de que las escenas tuvieran que ajustarse a la perspectiva de la cámara, el
plano secuencia cámara en mano permitía que la cámara improvisara y se adaptara
a cualquier tipo de situación.
Otra cualidad que yo valoraba en el
trabajo con Jorge Vignati era su capacidad de resolver problemas técnicos de
todo tipo, y su compromiso social. Podíamos filmar 12 o 14 horas diarias sin
que mostrara ni cansancio ni inconformidad, todo lo contrario. Con Sonia a su
lado y Pancho Adrianzén, su gran “pata” de siempre, hacían un equipo ideal para
un director que trabaja bajo presión, como era mi caso.
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Filmación de Fuera de aquí en Ecuador: Jorge Vignati, Jean-Marcel Milan, Reynaldo Zambrano, Efrain Fuentes, Alfonso Gumucio Dagron |
En Derechos
sindicales (1988) tuve que comprimir tres semanas de rodaje en una, y para
ello le dije al productor que solo podría lograrlo si tenía a Vignati como
camarógrafo y a Lex Bolle como editor. Tuve una semana de rodaje y una de
edición, y eso fue todo.
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Werner Herzog y Jorge Vignati |
Su habilidad con la cámara y su
resistencia física hizo que Werner Herzog lo asociara a varios proyectos como
asistente de dirección y como segunda o primera cámara. Con Herzog hizo varias
películas, entre ellas Fitzcarraldo (Perú,
1982), La balada del pequeño soldado (Nicaragua,
1984), Grito de piedra (Antártida,
1991) donde sufrió un accidente al caer el helicóptero en el que viajaba, y Gasherbrum, la montaña radiante (1985)
filmada en el Himalaya siguiendo los difíciles pasos de dos escaladores famosos, el italiano Reinhold Messner y el alemán Hans Kammerlander.
Esta fue otra experiencia extrema. El Hueso recordaba que Herzog y él
siguieron a Messner, el pionero que puso sus pies en la cima de los catorce
montes de más de 8.000 metros de altitud en el mundo: Everest, K2, Annapurna,
Nanga Parbat, Kangchenjunga, Dhaulagiri y otros. “Yo quería subir hasta la cima
y recibirlo desde allí con mi cámara, pero cuando pasé los 7.500 metros de
altura ya no podía más. Hasta ahí llegué. Me volví con dos sherpas al
campamento base y Reinhold continuó con Hans Kammerlander hasta coronar el
monte.”
Con otros directores filmó en varios
países africanos. Su habilidad como camarógrafo le permitió viajar por varios
continentes y acumular una experiencia valiosísima en trabajos documentales
para National Geographic y Discovery Channel.
De la gente de cine peruana, el Hueso era uno de los que mejor conocía
su propio país, y donde iba formaba lazos entrañables. De esta forma lo
recuerda Pancho Adrianzén:
“Fue fundamental para el cine peruano.
Nadie como él supo registrar tan bien al país con su cámara pues su ojo siempre
privilegió al ser humano que lo habitaba. Su generosidad con los cineastas no
tenía límites y así apoyó, impulsó y promovió proyectos que no se hubieran
concretado sin su aporte profesional, pero sobre todo sin su entusiasmo
contagiante. Su obra como fotógrafo, camarógrafo, realizador y productor es de
una coherencia única en nuestro cine”.
Durante el 16 Festival de Cine de Lima,
en agosto de 2012, fue homenajeado y reconocido por su carrera. Como parte del
reconocimiento, se presentaron dos películas en las que Vignati trabajó
con Werner Herzog: La balada del pequeño
soldado y Gasherbrum, la montaña
radiante.
(Publicado en Página Siete el domingo 12 de marzo 2017)
(Publicado en Página Siete el domingo 12 de marzo 2017)
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Nada grande se ha hecho
en el mundo sin una gran pasión.
—Hegel