Crónica de una decepción anunciada. Era
previsible. No salieron compromisos serios de la COP 21 en París. Nuevamente
los gobiernos ofrecieron un espectáculo penoso y un documento aguado que no
encara de frente los problemas de deterioro del planeta. Los representantes
políticos solo tienen como meta el horizonte de su propio paso por el poder. Lo
que suceda después no les incumbe.
Los países que apuestan a energías
alternativas para salvar al planeta son una minoría, pero hay noticias que
alientan, sin duda. Uruguay ocupa el primer lugar en inversión del PIB en
energías renovables con una política cuyo horizonte es abandonar la dependencia
de combustibles fósiles en el corto plazo. Las energías renovables (viento,
biomasa y energía solar) ya proporcionan más del 90% de la energía que consume
el país, según la información presentada en la COP 21por Ramón Méndez, quien
está a cargo de ese sector.
Otros países pequeños hacen esfuerzos
similares. Nicaragua apuesta a la energía geotérmica de sus volcanes, al igual
que Islandia. Costa Rica tiene como meta para el 2021 generar el 100% de su
energía con plantas hidroeléctricas, geotérmicas y eólicas. Con lo que generan las
represas de Muela, Lesotho no solamente cubre el 100% de sus necesidades sino
que además le vende el excedente a Sudáfrica.
Las economías más desarrolladas saben que
no pueden depender indefinidamente de carburantes fósiles, y no porque hayan
tomado conciencia del daño que se hace a la naturaleza, sino por razones puramente
económicas.
En California se han instalado algunas de
las plantas de energía solar más grandes del mundo y hay una política estatal
que apuesta a las energías renovables en coincidencia con los intereses de
grandes empresas privadas que tienen que pagar impuestos por las toneladas de
carbono (CO2) que producen. Estas empresas están reduciendo el costo de lo que
deben pagar, mediante la entrega gratuita de paneles solares a familias de
bajos recursos.
En Dinamarca, Holanda y otros países con
costa se puede ver cómo nacen del mar altos y espigados molinos de viento que
alimentan de energía eléctrica a millones de personas. Los complejos de paneles
solares nacen en países industrializados no siempre como resultado de políticas
de Estado sino por iniciativa de empresas privadas o de los propios ciudadanos.
Muchos países promueven las iniciativas comunitarias de dotarse de una energía
más barata y menos contaminante. Cada vez más está en el imaginario de los
ciudadanos el dotarse de paneles solares para no depender de los altos costos
de la energía eléctrica suministrada por el Estado o empresas privadas.
El sol es gratis, nos pertenece a todos y
no lo aprovechamos suficientemente, aunque en décadas recientes hay más personas que adoptan la energía solar como fuente de electricidad. La paradoja es que en lugar de alentar la
iniciativa de familias, comunidades y empresas que invierten en paneles solares
para independizarse de la red eléctrica, el gobierno español, que ya no sabe de
dónde sacar dinero para salir de su crisis económica y política, ha decretado
que todos los ciudadanos y empresas que producen energía solar deben pagar un “peaje” porque afectan las ganancias de las empresas operadoras de electricidad. Por supuesto, le ha llovido palos hasta debajo de la lengua al ministro de Industria José Manuel Soria, promotor del despropósito.
De
acuerdo a la ley de “impuesto al sol” del gobierno de Rajoy el detenido podría
enfrentar una multa de hasta seis millones de Euros por “afectar los intereses
de las empresas eléctricas”, ¿qué tal?
Para la organización Greenpeace se trata
de una "clara política de penalización de las energías renovables, el
ahorro y la eficiencia energética". Al pagar ese impuesto el usuario que
invirtió en células fotovoltaicas termina pagando más de lo que pagaba cuando
dependía de la red de electricidad. Las reacciones ante la medida no se han
hecho esperar, los ciudadanos se resisten a registrar sus sistemas de energía
solar como manda la nueva ley, y otros como la Fundación Desarrollo Sostenible promueven
acciones directas: cortar completamente los cables de la red de energía
eléctrica y autoabastecerse el 100% con energías alternativas.
La revista norteamericana Forbes se burló
de la arbitrariedad del gobierno de Rajoy. Dice el articulista Kelly Phillips
Erb: “Parece que los miembros del gobierno se quedaron sin ideas, miraron al
cielo un día y pensaron ‘¡Ya lo tengo! ¡Pongamos un impuesto al sol!’”
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Hace falta un sol doble para alumbrar
el fondo de la estupidez humana.
—Jean-Paul Sartre