Lucy siempre me cayó bien, antes de conocerla, desde que supe que recibió su nombre en homenaje a la canción de los Beatles, "Lucy in the Sky with Diamonds".
Tuve una cita casual con Lucy hace un par de semanas. La encontré en Houston, donde ha trasladado su residencia por unos meses. No había soñado con la oportunidad de verla en mi corta existencia, por ello cuando me enteré que estaba allí fui a visitarla.
Nunca antes había estado tan cerca de una mujer tan mayor: Lucy tiene tres millones doscientos mil años de edad… es la abuela de todos nosotros. Claro que es una abuela con cara de mono, pero dentro de lo que cabe, su expresión es dulce, un poco melancólica, al menos así la han reconstruido los expertos que a partir de su fragmentado esqueleto, le han dado un cuerpo, aunque no un alma.
Cuando pensamos que nuestra era cristiana tiene apenas dos mil años, la edad de Lucy es realmente impresionante. Según dicen los expertos, es el esqueleto más antiguo y mejor conservado que se haya encontrado en África.
Aunque cubierta de pelos, Lucy caminaba sobre dos piernas, y sus manos y pies ya no eran alargados como los de un chimpancé. Por el tamaño de su cerebro, ya era un ser más evolucionado. Aunque eso del tamaño del cerebro es relativo: conozco cabezones que dejan mucho que desear en cuanto a su inteligencia.